Pasaron dos meses de la noche en la que cambió la vida de Bauti Mascia. El músico uruguayo que había entrado a Gran Hermano para llegar al público masivo salía de la casa del programa consagrado como campeón, convirtiéndose en el primer uruguayo en ganar el reality show en Argentina. Por citar apenas una cifra, pasó de tener 42 mil seguidores en Instagram a superar el millón.
Su nueva vida recién empezaba. Pasó a codearse con estrellas de la televisión, llenar teatros, y estar invitado a todos los programas. El mayor logro lo alcanzó al presentar un show con sus canciones en mítico Teatro Gran Rex de Buenos Aires, lo que hoy lleva como “un orgullo”. Aun así, asegura que acostumbrarse al vértigo de ser una figura reconocida por todos es todavía más difícil que estar encerrado en el reality, cuando estaba “resguardado” de los comentarios de la gente. “Extraño la tranquilidad mental que tenía adentro de la casa”, confiesa en relación a a la sobreexposición que tiene hoy. En diálogo con El País antes de presentarse en Montevideo Music Box, el cantante habla de su paso por Gran Hermano, su esperiencia en el Grand Rex y su hartazgo en relación a los comentarios en redes.
-¿Cómo viviste estos primeros dos meses afuera de la casa de Gran Hermano?
-Estoy contento. Estoy sacando temas nuevos, los medios me abren las puertas, me invitan a lugares, conozco conductores que siempre me gustaron, tengo trato con gente que siempre admiré, hice un Gran Rex y ahora toco en Montevideo. Por otro lado hay también como un “lado b” que es encontrarse con algunos quilombos de la farándula argentina. No tienen que ver tanto con los medios sino con la gente que comenta cada cosa que hacés. Si uno se enrosca se puede quedar pensando mucho en eso.
-¿Vos te enroscás?
-Por lo general no, pero cuando veo algo falso que la gente alimenta me da impotencia porque no puedo hacer nada. Por ejemplo, salgo una noche y alguien dice “se vio a Bautista bailando muy pegado con Luchi”, cuando en realidad había salido con un grupo mucho más grande. Y después de que alguien lo publica todo empieza a escalar. Esas cosas me dan bronca.
-¿Te costó más adaptarte a estar afuera de la casa que adentro?
-Sí, cuesta más. Cuando entraban los del repechaje nos decían que la casa es como una caja de cristal. No tenés libertad para moverte, pero estás aislado del mundo y no te entra nada. El afuera es más hostil.
-Y eso que adentro de la casa había hostilidad.
-Es cierto que el ambiente era tenso y las peleas pesadas. Se armaron quilombos grandes. Pero uno aprende a vivir con esos conflictos como algo natural. Sabíamos que si discutíamos con alguien había que resolverlo porque al rato teníamos que estar cocinando con esa persona. Pero había unas paredes que nos resguardaban del mundo. Afuera son miles los que se meten en conflictos y opinan de todo lo que hacés. Yo extraño la tranquilidad mental que tenía en la casa. Todos los que pasaron por la casa tienen la misma sensación y tuvieron quilombos en las redes o la pasaron mal con algo que dijeron de ellos. Lo más difícil es convivir con la opinión pública. Igual no estoy arrepentido de haber entrado a Gran Hermano.
-Uno pensaría que si alguien se arrepiente de entrar Gran Hermano es por lo que se vive adentro de la casa y no afuera.
-Es al revés. Podés llegar a arrepentirte por lo que pasa afuera, no adentro. Lo de adentro es una experiencia que ayuda a crecer mentalmente. Para mí fue un detox, sin celular, sin alcohol y sin salir de noche. Es un retiro espiritual extraño y uno se pone a prueba todos los días.
-¿Nunca evaluaste abandonar el programa?, ¿cuándo estuviste más cerca del límite?
-En la mitad del juego me empezaron a tantear y me nominaron varias veces seguidas. Ahí hubo unas semanas en las que sentía que la casa se me había puesto en contra y eso me pegó un poco. No te dan ganas de estar en un lugar en el que el resto quiere que te vayas. Pero al poco tiempo me di cuenta de que es una competencia y después de estar tantos meses ahí quería ganar. No quería que nadie me saque y yo soy muy competitivo. No quería renunciar y perder en el juego. No soy un renunciador.
-¿El objetivo inicial no era conseguir exposición en Argentina e irte del programa?
-Yo me preguntaba “cuánta diferencia hay entre salir a los cuatro meses y salir a los seis meses”. Pero hay un punto en el que estaba tan metido en la competencia que quería ganar.
-¿El personaje de Furia es tan intenso como se veía desde afuera?
-Es muy intensa. Ella decía “esto es un juego” y jugaba con la cabeza de la gente. Es un personaje muy particular. Se planta mucho en lo que piensa, saca conjeturas que pueden estar equivocadas pero no se corre de ese lugar. También es muy inteligente e intuitiva. Acertaba en muchas cosas que podían pasar.
-Pero a vos no te vio venir.
-Me ayudó que Furia que en algún momento se la haya agarrado con El Chino, que lo vio como una amenaza y eso terminó beneficiándome a mí.
-¿El momento de mayor exposición de Toco para Vos sirvió como una preparación para esta etapa como mediático?
-Sí. Cuando arrancamos a hacer prensa con la banda se me hacía muy difícil y con los años fui agarrando algo de cancha. Gracias a eso cuando salí de Gran Hermano ya sabía lo que era una gira de prensa, lo que es contar lo mismo una y otra vez, que antes me costaba. La diferencia es que ahora es mucho más masivo y hay gente que habla sobre mi vida. En aquel momento no pasaba, y menos a mí que tenía un lugar secundario en la banda. Ahora siento que el foco está sobre mí.
-Has dicho que en la banda vos estabas de cierta forma debajo de la sombra de Meri Deal, la vocalista del grupo y tu prima, ¿Gran Hermano te permitió correrte de ese lugar?
-Sí, pero eso antes me permitía hacer mi vida normalmente. Hoy no puedo. El foco hoy está puesto en mí, pero eso hace que salga a la calle y me conozca el del supermercado, la policía de la esquina y el que me hace el check in en el aeropuerto. El otro día fui a ver a Fer Vázquez y uno se enojó porque me pedía fotos en el medio del show y yo pedí para hacerlas después por respeto al artista.
-Pero vos fuiste a Gran Hermano a buscar esa exposición.
-Yo fui a buscar exposición para hacer lo que a mí me gusta, que es hacer música. Sabía que Gran Hermano venía con eso, pero hasta que uno lo vive no sabe cómo es.
-¿Te imaginás a Meri en Gran Hermano?
-Sí, sería divertido verla en Gran Hermano. A ella le podría ir, bien pero no sé cómo le iría con todo lo que pasa después.
-La noche en la que ganaste fue de las más frías del invierno en Buenos Aires, ¿cómo sobreviviste saliendo de la casa solo de camisa?
-¡No sabés el frío que hacía! Habíamos tenido que filmar un video con un dron y después en la gala teníamos que estar igual que en ese video. Pero esa noche era helada. En la casa había un microclima aparte que hacía que nadie se enferme. Estábamos aislados de los virus.
-¿La experiencia de Gran Hermano cambió algo de tu personalidad?, ¿estás más ansioso?, ¿irritable?, ¿sensible?
-Aprendí un montón de cosas de las distintas historias y maneras de pensar. Salí muy maduro de adentro de la casa. Como secuela de la casa noto que después de estar tan quieto durante siete meses, me distraigo muy fácilmente. Siento que todos son estímulos. En la casa estábamos sin hacer nada y cuando pasaba un pájaro todos nos quedábamos mirando el pájaro. Entonces ahora si estoy hablando con alguien y otro hace ruido atrás mi oído se distrae. Tengo un problema con la atención.
-¿Cómo surgió la iniciativa de hacer un Gran Rex, el inmenso teatro de Buenos Aires?
-A la tercera semana después de Gran Hermano hablamos de hacer un show y surgió la posibilidad de hacer un Rex al mes siguiente. Ni lo pensé, enseguida dije que sí. Me pareció un lindo desafío y que me iba a servir a posicionarme como artista y no solo como figura televisiva.
-¿Cómo fue la experiencia de tocar en ese escenario como solista?
-El escenario del Gran Rex es muy lindo. Yo decía “entran 3000 y poco, no es tanto”, pero cuando estaba ahí parado me di cuenta de que era gigante. He tocado frente a mucha gente con Toco para Vos y a nivel visual había experimentado cosas similares, pero esta vez era distinto porque iban a verme a mí. Cantar una canción y que la cante todo el Rex me llenaba un montón y me hacía sentir orgulloso. Me daba la sensación de un objetivo realizado.
-¿Cómo viviste la previa?
-Sufrí estrés, nerviosismo y miedo. Pero no hay que dejar de hacer las cosas por miedo. Todo era parte de ese proceso. Las inseguridades están siempre, pero está bueno que gane el sentimiento de decir “yo voy a poder con esto”. La gracia es incomodarse, sino no sería un desafío.
-En medio del show largaste con ironía la frase “qué les vuelva amor”, en referencia a una discusión que tuviste en la casa, ¿ahora se la dedicaste a los odiadores de redes sociales?
-Durante las semanas previas al show se habló mucho de cuántas entradas se estaban vendiendo, decían que se regalaban entradas y que al show lo iban a dar de baja. A mí me cansó. Yo no me metí en esa polémica, pero fue mi forma de decir “no rompan tanto las pelotas”. ¿No tienen nada mejor que hacer que tirarle mierda a la gente que labura para conseguir las cosas que quieren? Hay cuentas en redes que se dedican a querer hundirte. No lo tomo personal, no sé qué problemas tendrán en la vida para tener que desquitarse con otro. Yo les digo “que les vuelva amor” en el sentido de que ojalá que eso que los lleva a tirarme odio lo puedan resolver.
-¿Te preocupó toda esa movida que hubo en torno a tu show?
-Siempre lo vi como publicidad. Se estaba hablando del show y mucha gente se enteró gracias a los que decían que no se estaban vendiendo entradas. Todo eso me motivaba para hacer el show bien y cerrarle la boca a un montón de gente.
-¿En ningún momento consideraste que te habías apurado en hacer un Gran Rex?
-Obvio, en algún momento dije “podría haber hecho algo más chico” y el vértigo iba a ser menor. Pero siempre fueron más las ganas de asumir el desafío y pensar “sí puedo hacerlo”. Una vez que lo asumí no me iba a echar para atrás. Fue el show más importante de mi vida a nivel individual. Ahora quiero tocar en el interior de Argentina y de Uruguay.
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