Un volcán activo, la Selva Amazónica, las Islas Griegas y Nepal: recorrió las rutas más insólitas y los lugares recomendados por las agencias de turismo. Viajó de niño con sus padres, luego como estudiante de arquitectura y como encargado de comercio exterior. Siguió viajando con su programa En foco (canal 4) por el interior de nuestro país y por Latinoamérica. Actualmente produce documentales y cumple el sueño de todo productor: los vende en el exterior. Mientras, prepara una nueva temporada de En foco, que se emitirá a partir de enero en Monte Carlo TV. Sebastián Beltrame, el explorador, cuenta cómo es desembarcar en tierras exóticas y abrir mercados para Uruguay sin perder de vista el mercado nacional.
En el 2001, mientras realizaba el viaje de arquitectura, Sebastián Beltrame incursionó en la televisión nacional enviando videos de los países que visitaba al programa Canal X. Con esa idea, en el 2004 comenzó el programa Fuera de foco y posteriormente En foco.
-¿En qué estás trabajando ahora?
-Estoy haciendo documentales para el exterior. Empecé hace dos años preparando un documental unitario sobre la Antártida. Ahora hay más posibilidades que antes. A medida que se van conociendo los productos, hay propuestas de hacer cosas nuevas. Lo último que preparé fueron cuatro ciclos que quedaron seleccionados en el docmeeting de Buenos Aires de entre 170 proyectos intencionales. Se eligieron solo 24, entre esos los cuatro que mandé yo. En este momento, estoy negociando la venta a cinco países, y hay más interesados con los que estamos intercambiando material, incluso está la idea de ampliar los ciclos, y de coproducir.
-¿En qué consisten estos ciclos?
-Uno de los documentales es sobre la historia de la Selva Amazónica a través de la vida de un mestizo que vive allí y que conocí en Manaos, donde fui a grabar la historia de la ciudad. Estuve viviendo con él en su casa, dentro de la selva. Me explicó cómo sobrevivir: me mostró sustitutos de la canela, lianas que tienen agua potable, los huecos donde se esconden las tarántulas. Estuve 15 días. Fue muy bueno. Hay un ciclo que es la historia de la conquista de América. Está grabado en toda Latinoamérica, España, Portugal e Inglaterra. Es un documental de 12 horas. Fue el que más le interesó a las televisoras que se presentaron para financiar documentales en el docmeeting. Otro es sobre la Antártida. Son cinco capítulos donde no solo muestro imágenes de la naturaleza, sino que explico porqué la gente quiere estar allá. Es un poco más político. Y después hice un documental sobre el Capitán Miranda, que fue grabado a bordo. Yo hice cuatro viajes con el Capitán desde el 2005.
-¿Qué se requiere para preparar documentales para el exterior?
-Tenés que ser más objetivo: no podés nombrar cosas locales o tener errores de cámara, la imagen tiene que ser impecable, la calidad y el modo de entrevistar también. La forma del guión y de grabar es distinta. He hecho documentales que están grabados en varios formatos. En algunos yo aparezco y en otros no. Hay cadenas a las que no les importa que haya conductor, hay otras que no lo quieren. Es importante tener en cuenta qué te van a pedir, qué podés colocar afuera, o la tendencia del mercado. Contemplar esas cosas tal vez no lleva más recursos, solo pensar de entrada: el tipo de plano que usas, por ejemplo, permite o no emitir en Internet.
-¿Cómo empezaste a vender tus documentales?
-Antes trabajaba en comercio exterior con empresas no vinculadas al mundo audiovisual. Lo que hacía era buscar mercados en el exterior para empresas nacionales que quisieran exportar. Me di cuenta de que el mercado mundial es muy grande y que podía hacer eso con los documentales. La metodología es la misma, tuve que ver cómo aplicarla. Hace dos años hice un taller en la Escuela de cine de Cuba, San Antonio de los Baños, ahí aprendí a trabajar con el mercado internacional y a pensar más allá de la producción local. Eso y la salida a exponer los productos y a hablar con los compradores fue muy importante. Me enseñó mucho.
-¿Y cómo es el mercado internacional?
- Estoy muy contento y sorprendido de la amplitud del mercado más allá de Uruguay. Mucha veces uno piensa con la cabeza muy chica. Muchas de las cosas que se hacen a nivel nacional se piensan solo para acá o para presentar en festivales. Sin embargo, el mercado es más grande. Los canales privados de Uruguay hacen productos para sí mismos y no ven que el gran ingreso es venderlos afuera. La cabeza tiene que cambiar. Yo creo que a la larga la venta hacia fuera puede superar lo que se haga para el mercado interno. Falta trabajar en ese sentido. Recién el ICAU (Instituto del Cine y el Audiovisual Uruguayo) está generando espacios para intercambiar oportunidades de trabajo, porque este sector es muy egoísta y a la larga si no compartís información nadie crece.
Yo, en general, salgo con el producto terminado. Eso me permite mostrar lo que estoy haciendo y recibir propuestas nuevas. Está bueno ir con una cartera de productos que te presenten para que la gente vea de qué calidad estás hablando. A raíz de eso se me abrieron muchas puertas, entre esas la posibilidad de coproducir ficciones, que es algo que yo no hago. Así se empiezan a generar mercados para gente que ya está en eso y que uno puede vincular para que coloque su producto o para que cree productos que se precisan en otro lado. Es necesario abrir la cancha y dejar participar a otra gente, uno no puede abarcar todo.
-¿Tenés un estilo particular para hacer documentales?
-Me gusta mostrar las cosas como me gusta conocerlas. Me gusta saber un poco de historia de los lugares, por qué las cosas están ahí, y después hago lo mismo que hago si me voy de viaje sin cámara, voy a los mismos lugares, conozco gente en la calle, y salgo de noche. Es la forma en que le gusta a la gente conocer los lugares cuando viaja.
-¿Cómo es estar a bordo del Capitán Miranda?
-A mi me gusta navegar, pero me mareo mucho. Sin embargo lo disfruto, me gusta la experiencia de la convivencia entre 90 personas. Me hizo aprender mucho. Hay militares y civiles y hay reglas de convivencia por que si no se transforma en un Gran Hermano. Los tripulantes están ocho o nueve meses viviendo en el barco lejos de sus familias. Se hacen amigos pero hay situaciones de riesgo reales. Es interesante cómo se conjuga una convivencia donde precisás contactos personales y una estructura para enfrentar situaciones de riesgo. Es una forma de vida interesantísima.
-¿Ese ciclo va a emitirse en nuestro país?
-Sí, quiero que se vea acá. Desde la primera vez que viajé en el 2005, cada vez que salí en el barco quise difundir lo que se hace. Está hecho para acá y la idea es sacarlo.
-¿Qué es lo más arriesgado que has hecho por una toma?
-Estuve adentro de un volcán activo en el sur de Chile para el ciclo sobre la conquista de Latinoamérica. Tuve que escalar seis horas para llegar al pico del volcán y ponerme una máscara por el azufre. Cada 10 minutos el volcán emanaba gases y lava hacia el aire. Si miraba para abajo veía la lava. Era impresionante. El año pasado arriba del Capitán Miranda una tromba marina, que es como un tornado pero en el mar, pasó muy cerca el barco. Este año, en Sudáfrica, bajé una montaña de 1500 metros de altura haciendo rapel. Partes de la montaña estaban hundidas y no podía apoyarme. Quedaba colgando solo de la cuerda, casi en el aire.
-¿Cómo afecta tu trabajo tu vida personal?
-Afecta el cien por ciento. Yo vivo con mi novia desde hace cinco años. Imaginate que se tiene que adaptar a mi ritmo de vida, a los viajes que hago, porque no siempre me acompaña. A la Amazonia fue conmigo, pero no siempre pasa. Este no es un trabajo de ocho horas en el cual volvés a tu casa. Tuvimos que negociar. Hicimos un acuerdo: viajo 20 días, a lo sumo un mes, pero no más. Eso está bueno porque me baja a tierra. Pero cuando vuelvo yo quiero estar en casa y ella quiere salir y entonces tenemos que re acordar… (risas)
-En foco estaba en un horario marginal los sábados de mañana y ahora dejó de emitirse. ¿Qué va a pasar?
-La primera semana de enero vuelve y en un horario central. Con algunos cambios: no es ni En foco clásico ni En foco América. El programa es dentro de Uruguay pero incorpora dos conductores más, Claudio y Federico García. Le van a dar otro toque, manteniendo el mismo perfil documental. Se da una dinámica muy divertida entre los tres. A veces estamos en el mismo lugar a veces no, pero en general viajamos juntos. Yo me encargo de lo más vivencial, de hablar con la gente y de la historia de los lugares y cuando vamos a las fiestas ellos buscan la parte divertida. Ese un cambio grande porque siempre salí solo, pero me gusto mucho incorporar a dos personas más que me acompañen.
Otro cambio es que gran parte del programa está dedicado a las fiestas tradicionales que hay en el país. La idea surgió en contacto con Antonio di Candia y Federico Estol. Hace un año y medio, los conocí a través del Ministerio de Educación y Cultura cuando declaró a En foco programa de interés cultural. Me comentaron que ellos estaban haciendo el libro Fiestas del Uruguay y me interesó muchísimo. Nos juntamos y después empezamos a trabajar en la idea de incorporar el tema al programa.
-¿Qué balance hacés de la experiencia de En foco?
-Espectacular. Cada vez que hago un ciclo nuevo aprendo cosas y veo más posibilidades. A cada experiencia busco hacerla mejor. Cada vez que salgo a grabar, ya sea para un programa en Uruguay o para una serie en otro lado, me quedo muy contento. Después que vuelvo de un viaje, aunque solo quiero tirarme en el sillón de casa, me siento más vivo.
UN LUGAR PARA...
A) Para buscar tranquilidad, Nepal. Es espectacular, parece detenido 400 años atrás. Sin embargo, la gente tiene una apertura mental impresionante. En Uruguay La Charqueada y la zona del litoral, la costa de Nuevo Berlín o la meseta de Artigas.
B) Para aventureros, la Selva Amazónica, quiero hacer el trayecto del cauce del Río.
C) Para exotismos culturales todo lo que hay en Perú, Bolivia, los Andes y el sur chileno sirve.
D) Para una fiesta con amigos, Tacuarembó, Treinta y tres y Carmelo . Fuera de Uruguay, las Islas Griegas. Yo estuve 15 días y me tuve que ir porque el cuerpo no me resistía. Me fui conciente porque no aguantaba más.