Benjamín Rojas y la comedia "Una semana nada más": "La risa es una adicción"

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Benjamín Rojas. Foto: Francisco Flores

ENTREVISTA

El reconocido actor argentino habla de la obra que protagoniza junto a Nicolás Vázquez y Gimena Accardi que tendrá funciones en Teatro Metro

Benjamín Rojas. Foto: Francisco Flores

Vino en gira de prensa para presentar Una semana nada más, la exitosa comedia que protagoniza junto a Nicolás Vázquez y Gimena Accardi y que tendrá nueve funciones desde el 1° de setiembre en el Teatro Metro. Benjamín Rojas recibe a Sábado Show luego de una jornada de prensa que lo tuvo paseando, junto a Vázquez, por distintos canales y radios uruguayas. “A las seis menos diez de la mañana sonó el despertador para ir al aeropuerto. Tardé más de mi casa al aeropuerto que de Buenos Aires a Montevideo”, bromea el actor que mantiene la sonrisa a pesar del cansancio. El actor, que ha crecido frente a la pantalla y ha protagonizado éxitos como Chiquititas, Rebelde Way, Floricienta y Alma pirata, habla de su carrera exitosa, las cábalas, y de esta comedia que lo trae a Montevideo.

—Llegan a Uruguay para hacer nueve funciones de Una semana nada más. ¿Qué se siente saber que ya están agotadas las entradas para la obra?

—Es increíble porque la gente respondió de una forma cariñosa, porque es una demostración de afecto querer ver un espectáculo y llenarlo antes de que lleguemos. La gente de Uruguay siempre fue muy respetuosa, siempre nos trata bien, así que para nosotros es un placer. Las de la primera semana que es del 1 al 4 de setiembre se agotaron a los pocos días de habilitarse; ahora agregamos más funciones del 9 al 11 de setiembre, también en el Teatro Metro. Esto es porque la gente va empujando a eso y estamos felices.

—Vienen a despedir la obra.

—Sí, estamos en la despedida. Después de Montevideo hay una yapa en Buenos Aires con las ocho últimas funciones. Para un actor es increíble porque se trabaja mucho para soñar con un momento así, entonces lo estamos exprimiendo. Estamos en la cuenta regresiva y sacamos cuentas y llevamos más de 400 funciones.

—Empezaste muy chico y de forma masiva con productos muy conocidos. ¿Cómo era pasar de un proyecto al otro cuando además todas las series en las que estuviste involucrado eran exitosas?

—Es un poco como los sabores que venimos sintiendo ahora, porque uno siempre está enamorado de lo que está haciendo y te quedás como en un abrazo que no querés soltar. Siempre con la convicción de que va a venir algo bueno, mejor, o que nos cambie los desafíos como actores. Ahora, con la obra, lo disfrutamos mucho en Buenos Aires, Mar del Plata, una pandemia en el medio donde dudábamos si íbamos a poder volver a subirnos a un escenario. Volvimos y la gente llenó la sala, entonces merecía una despedida con una gira. Volviendo a la pregunta, te despegás muy despacito, siempre mirando hacia adelante.

—La anterior obra con Nicolás Vázquez también fue un éxito. ¿Qué te atrae de un proyecto para sumarte?

—Calculo que todos dirán lo mismo: el desafío, creo que esa es la palabra. El desafío como actor, que me lleve a un extremo. Nico me presentó una obra que era Al otro lado de la cama, donde mi personaje tenía un desafío, y armó casi que un género nuevo en teatro que es como una sitcom donde el ritmo es muy vertiginoso. Hoy nos miramos con sorna, pero al principio me había costado entrar en la idea. Me costó creérmela, y fui aprendiéndolo porque Nico estaba convencido y en eso le voy a estar eternamente agradecido, porque aprendí una manera de hacer comedia que nunca había visto y nunca había hecho. Ese fue un desafío y lo que me sedujo. Cuando vino Una semana nada más pasó lo mismo: estamos en el mismo código, pero ahora es una obra de a tres en lugar de seis personas. Al ser tres tenés que sostener más el ritmo, porque es una hora y media con tres actores. Entonces es un doble desafío. Lo que busco son nuevos desafíos, cosas que me entusiasmen, que me hagan tener que sacar herramientas nuevas como actor.

—Resumiendo a tu personaje, en Una semana nada más sos el que se mete en el medio de la relación entre Nico y Gimena.

—Sí, soy el paleta. La obra habla de la convivencia, de la cotidianidad, y es muy gracioso porque pasa en la casa de cada uno, y la gente se identifica. En la obra el personaje de Nico ve que la convivencia no se está dando como él soñaba y no quiere convivir más. No se anima a decírselo a su mujer porque es muy cagón y no tiene mejor idea que decirle a su mejor amigo: “Venite a vivir, que se va seguro y no le tengo que decir nada”. Así empieza y por supuesto las cosas no salen muy bien, y todo esto contado con un ritmo de comedia espectacular. La gente realmente se ríe cada cinco segundos, se mueve de la butaca y transpira de la risa.

Benjamín Rojas. Foto: Francisco Flores
Benjamín Rojas. Foto: Francisco Flores

—Y a vos como actor, ¿qué te genera esa reacción del público?

—La risa de la gente es una adicción, porque imaginate que en una comedia es una línea muy fina lo que diferencia de quedar como un campeón o quedar en el pasto. Esta obra está construida en conjunto, la escena va elevándose, llega el remate y la gente estalla. Hay que tener una coreografía y ese trabajo previo de ensayo que impacte en el público; es éxtasis.

—Comentabas que la obra tiene mucha intensidad. ¿Cómo hacen ustedes para bajar después de cada función?

—Nos lleva un tiempo. Cuando tenemos doble función ayuda porque terminás más cansado, porque le ponemos mucho físico. Cuando hacemos una función quedamos muy excitados y contentos como un niño después de un parque de diversiones. Lo que hacemos es comer en el hotel, por ahí estamos un rato tranquilos, tomamos un agua o una cerveza, charlamos de la vida, de lo que se vivió en la función, y empezás a hacer esas cenas con sobremesa larga. Ahí empieza a llegar el cansancio del día y te vas a dormir. A la cama derecho no se puede porque quedás con los ojos como el dos de oro. Tratamos de comer, por más tarde que sea, después de la función.

—¿Y se come algo antes de la función?

—Como mucho una fruta porque tenés que estar liviano. No podés andar con una hamburguesa encima porque te ralentiza.

—¿Tienen alguna cábala antes de salir?

—Hay algunas, pero al ser cábala no las puedo decir. Lo que sí puedo decir es que nos juntamos en el camarín de Gime y hay una especie de rezo que direcciona Gime y nosotros estamos ahí. Es un agradecimiento al teatro en el que estamos, le pedimos que nos proteja esa noche. Es algo muy del ambiente teatral, porque hay una historia en cada teatro.

—Desde que llegó Rebelde Way a Netflix, ha estado entre las tendencias. ¿Qué te genera ver que esa serie que tiene 20 años sigue atrapando al público?

—Pasaron 20 años, ya estamos grandes. Para mí es un orgullo haber participado de eso porque fueron dos de los años más inolvidables de mi carrera por el momento, la edad y lo que sucedió, la repercusión. Viví cosas increíbles, fueron mis primeros viajes, shows, giras, cantar, actuar. Antes, con Chiquititas éramos más chicos y hacíamos todo en Calle Corrientes, no salíamos del país, pero cuando crecimos ya hicimos giras internacionales. Y lo que pasa con la gente es algo que ni yo puedo explicar. Viene la madre con la hija, porque la hija me vio en Netflix y la madre me veía en televisión. Ahora la foto es por dos, es algo rarísimo, medio shockeante.

—¿Se renovó el fanatismo por las series y por ustedes?

—Sí, se renovó, porque hubo un momento donde los chicos de 10 años no sabían quién era, no sabían mi nombre o el de algún personaje. Me junaban, pero ahora te frenan y algunos son más chicos que 10 años.

—¿Eso demuestra que Cris Morena siempre fue moderna?

—Sí, y habla de la actualidad de ella y de cómo estaba siempre un paso adelante, porque es un programa de 20 años que se sigue viendo. Es un fenómeno en el cual tuve la suerte de participar, y yo también lo vivo así, al igual que la gente, como un fenómeno.

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