ENTREVISTA
Frente a la crisis, el músico y productor abrió una tienda de ropa móvil junto a su esposa.
-El 13 de marzo se decretó la emergencia sanitaria. ¿Qué recordás de ese día?
-Estábamos en una pizzería para empezar a tocar con “Bola 8” y ahí vimos la conferencia de prensa. Después de ahí se terminó la música. La venimos sufriendo mucho. Si bien hablo a título personal, estoy en contacto con mucha gente que la está pasando mal. A esta altura estamos en un punto prácticamente de desesperación.
-El gobierno y también la intendencia aprobó un protocolo de shows con formaciones chicas...
-Sí, pero no es lo mismo. Porque el protocolo fija hasta cuatro músicos. En “Bola 8”, por ejemplo, somos 12 más los tambores: 15 músicos. Si salimos con 4, pasan dos cosas: no es “Bola 8” y sobre todo, somos injustos con los que se quedan en la casa. Los instrumentos de viento son los primeros en sacrificar porque están prohibidos por el tema de las gotículas. La situación es muy complicada. Con todos los grupos que produzco tengo una excelente relación, pero los músicos preguntan ¿y cuándo volvemos? Todas las actividades se han rehabilitado, menos lo nuestro.
-¿Qué planes tenías antes de la pandemia?
-Este iba a ser el mejor año. Me perdí una gira a España. En junio nos íbamos 15 días con “Bola 8”. Tenía todo arreglado. También viajaba como representante de la cultura por nuestra fusión con el candombe.
-¿Qué perspectiva tienen?
-Sé que hay asociaciones trabajando y esperando las respuestas del gobierno. Esta etapa del año (noviembre y diciembre) que se viene era clave por ser la zafra de las fiestas, lo que, por supuesto, está muy comprometido. Entonces, la situación no solo es mala en el presente, sino que no vemos una luz de esperanza tampoco a futuro. Es raro porque se ve a nuestro género como el principal peligro de contagio y no tengo muy claro si es así. En mi caso, soy un tipo ordenado y la fui sobrellevando. Pero los ahorros se empiezan a achicar y es bravo.
-¿Te consta la realización de fiestas aún con los impedimentos?
-Sí, se están haciendo fiestas por todos lados, pero nosotros, como profesionales, no podemos ir. “Muchas gracias, pero no”.-¿Te han llamado?
-Sí, claro. Pero no vamos. Mucha gente, como no puede alquilar un club para hacer una fiesta, consigue una chacra de un amigo o algo en el medio del campo. Ponen carpas y la hacen. Como músico profesional es difícil la situación porque ves que muchas fiestas se están realizando y vos estás en tu casa. Muchos se preguntan: ¿qué hago? ¿Salgo a laburar porque tengo que pagar las cuentas o me quedo? En definitiva, no se está cometiendo ningún delito. Si mañana agarran a un músico tocando en una fiesta, va a terminar ante un juez y le van a preguntar: “¿Qué estabas haciendo?” Y el hombre estaba tocando un instrumento. Nada más.
-En tu caso te enfocaste en otro emprendimiento...
-Es verdad. De las malas se sacan también buenas experiencias y enseñanzas. Aprendí que siempre hay salida para todo. Hoy puse una tienda de ropa móvil con mi mujer. Todo empezó por iniciativa de ella. Nosotros vivimos en el barrio Los Bulevares y por mi casa pasa una ferie los sábados. Un fin de semana me dijo ella: “Voy a juntar la ropa que no usa Nacho (nuestro hijo) y armo una mesa para vender”. Un día hizo 1.000 pesos, a la semana otro tanto y después empezamos a sacar ropa que yo tenía guardada por carnaval. Y así sin querer fuimos armando la tienda.
-¿Por qué móvil?-Yo tenía un ómnibus que usábamos con Bola 8 en Carnaval para ir de tablado en tablado. Lo usamos en solo en Carnaval. Una de las ideas que tenía era reformar el ómnibus para transformarlo en un puesto de verduras. Yo había trabajado en la feria de chico y sé que tiene buena ganancia. Pero mi mujer me dijo: ¿por qué no lo adaptamos a tienda de ropa? Y así fue. Nos fuimos al barrio de los judíos donde encontré mucha gente que me ayudó y me dio cosas desinteresadamente, quizás por ser conocido. Cuando quería acordar, tenía maniquíes, percheros, estantería y la ropa para vender.
-¿Dónde paran con la tienda?
-Depende del día. Hacemos ferias y de repente vemos una esquina concurrida y paramos. También vendemos por Internet. Le pusimos 8K a la tienda. Es un emprendimiento familiar que me hace muy feliz y a lo que hoy estoy más dedicado. Mi señora es un puntal. Siempre tira para adelante porque yo me bajoneo muy fácil.
-Venías el año pasado de un quebranto de salud...
-Es verdad. Fui a la emergencia pensando que era una pavada y estuve un mes internado, con una infección en el hígado. En esa etapa valoré muchísimas cosas, sobre todo mi familia.
-¿Cómo se dieron tus inicios en la música?
-Vengo de una familia candombera, de clase baja. Nací en el conventillo Gaboto (Gaboto esquina Paysandú), donde hoy hay un cuartel de la republicana. En el año 73 nos realojaron para los barracones que rodeaban al Mercado Agrícola. Mi padre trabajaba en recolección de residuos y mi madre era doméstica. En mi casa en lugar de muebles había tambores. Yo aprendí a tocar el tambor antes de hablar. Mi tío sacó Las lonjas de Gaboto y después mi viejo y mi hermano fundaron Sarabanda, que es una referencia hasta hoy.
-Los comienzos fueron con el tambor entonces...
-Sí. Después el destino me cruzó con ciertas personas que me ayudaron mucho. Caramelo Mato, integrante de la orquesta de Julio Frade, me dijo que si quería dedicarme a la música tenía que aprender un instrumento y aprender a leer partitura. Después fui parte de la banda “Tribuno de Rosa Luna”. Yo tenía 14 años y aprendí mucho de ella. Estudié bajo con Alfredo Vitta y entré en la orquesta “El gran combo”, que era de música tropical. Después se armaron “Los Fatales” y arranqué con ellos. Fue una etapa divina: hacíamos fiestas todos los días. Una de las épocas más felices de mi vida. Fata es un gran tipo, un hombre generoso y hasta hoy conservamos la amistad. Es mi hermano. Cuando se armó el sello Obligado Récords en Uruguay, me sumé como bajista de estudio. Un domingo quedaban unas horas libres y grabamos dos demos de lo que serían los primeros temas de Bola 8. Era una mezcla de rap con plena y candombe. Todo muy loco. Nunca pensé que fueran a tener éxito. Cuando lo escucharon los dueños del sello, me dijeron: “Bocha, esto mata”.
-¿Y mató?
-Sí. Eran el año 2001 y fue una locura. Estuvimos varias semanas primero en los rankings, tocábamos en todos lados. Como llegó un momento en que no podíamos cumplir con toda la demanda que teníamos armamos otra banda, Los Morochos. Así empezó un poco mi camino con la producción.
-¿Cuántas bandas sacaste?
-Perdí la cuenta. Muchas. Con Klan B hicimos un grupo de reggaeton y nos fue genial. También sacamos a las Pekadoras, un grupo de mujeres vestidas muy sensuales que hacían temas clásicos de cumbia. Nuestra vidriera era el programa de Omar Gutiérrez y ahora Agitando. El programa de los sábados es como Tinelli para nosotros. El flaco siempre nos abría la puerta y era muy generoso. Saqué también un grupo de cumbia cheta, que se llamó “Matute” y le fue muy bien. También “Fragancia” que son de San Carlos. Como estuve en la directiva de Daecpu, si me pedís una murga te la consigo o un mago, o un stand up. Me he ganado la confianza desde el momento en que la gente sabe que el show que le mando llega en hora, es prolijo y es bueno.
-Hace unos meses llamó la atención tu incursión en la política apoyando la candidatura de Laura Raffo. ¿Cómo se dio ese acercamiento?
-Soy muy amigo de Gloria Rodríguez y también de Sergio Botana en el Partido Nacional. Yo siempre voté al Frente Amplio, pero ya no lo voto más. ¿Por qué? Entre otras cosas porque nunca se me tuvo en cuenta como referente de la cultura. Siempre se me vio como el de la música tropical y para el agite, para que lleve grupos siempre me llamaban, pero cuando se iba a hablar seriamente de cultura, de candombe, de la problemática de los negros, yo no existía. En este caso, cuando asumió el nuevo gobierno tuve una muy linda reunión con Gloria Rodríguez y luego Laura Raffo me convocó para integrar el grupo de trabajo en cultura en la parte de candombe.
-¿Qué repercusiones tuvo esa decisión?
-Recibí muchas críticas. Pero no tengo por qué dar explicaciones de nada. También me llamaron algunos exponentes del Frente Amplio para preguntarme lo que había pasado. Les dije la verdad: yo los voté toda la vida, he salido en spots del Frente, animamos mil actos pero a la hora de hacer algo en serio nunca me llamaron.
-Por lo general el universo de la cultura y del carnaval está asociado a la izquierda...
-Sí, pero yo creo que en la cultura no tendría que haber ninguna bandera. Y los negros podemos pensar distinto.
-¿Cuáles son tus planes a largo plazo? ¿Seguir con la ropa o volver con la música?
-Cuando se pueda, vamos a sacar los grupos a la calle. Esperemos que aparezca vacuna o tratamiento y algo que permita volver a trabajar. Si hay que tocar de tapabocas, lo hacemos. Nuestro único pedido es trabajar.
-¿Y en Carnaval? Con Bola 8 solían hacer muchos tablados.
-No sé. El carnaval se va hacer, aunque con un aforo más chico. Desde el punto de vista económico va a ser un carnaval malo, aunque artísticamente hay que hacerlo. La gente necesita alegría.