Redacción El País
De niña imitaba a Shakira frente al espejo y no hacía otra cosa que soñar con subirse al escenario a cantar. Camila Rajchman logró cumplir ese anhelo de la infancia gracias a que en facultad de Comunicación se cruzó con Fer Vázquez y otro grupo de gente, se hicieron íntimos amigos, y surgió la idea de formar una banda.

Crearon Rombai allá por 2014, y se transformó en la banda de cumbia cheta más importante del momento. El fenómeno marcó época y tocaron el cielo con las manos: llenaron estadios, alcanzaron millones de reproducciones con sus hits, cantaron en el piso con Marcelo Tinelli, salieron de gira, cruzaron fronteras, .

De Rajchman surgió la idea del nombre, y su frase "de fiesta" se convirtió en un clásico. La rubia de Rombai se bajó del éxito en 2016, cuando la banda explotaba, por diferencias con Fer Vázquez.

Rombai significó mucho para Cami Rajchman: la salvó de la depresión, le permitió cumplir su sueño, y le sirvió de trampolín para desembarcar en la pantalla. Fue movilera en Desayunos Informales (La Tele), panelista en Gran Hermano (Telefé) y por estos días se la puede ver en el streming Aweno.

La que es famosa por sus fiestas de cumpleaños multitudinarias cambia de década el martes 26, y entra al club de las treintañeras. Por ese motivo, van cinco curiosidades de la cantante e influencer que quizás no sabías.

Por recomendación de sus seguidores, leyó El club de las 5 AM, de Robin Sharma, que promueve ese madrugón para dedicar las primeras horas del día al crecimiento personal y el bienestar, y decidió ponerlo en práctica. “Fue el cambio de hábito más lindo que hice en mi vida”, confesó a Galería.

Según el libro, se necesitan 66 días para instalar la costumbre, y aunque llegó a la meta, Rajchman admitió que fue difícil sostenerlo debido a ciertas rutinas diarias y temas sociales. Destacó que este hábito le permitió soltar la “vorágine de estar siempre para el otro” y comenzar a dedicar más tiempo a uno mismo “cuando nadie requiere de tus servicios”.

Para hablar del origen del nombre Rombai hay que remontarse a una historia familiar de los Rajchman. Según la cantante, su bisabuelo, en Polonia, ideó un juego de manos que se transmitió de generación en generación. En una entrevista con Seré Curioso, años atrás, explicó: “Rombai no significa nada, era la primera palabra del juego de manos que mi bisabuelo inventó. Lo jugábamos desde chicos en mi familia y lo seguí jugando con mi prima Nata, que toca el güiro en la banda”.

Resultó que Fer Vázquez y el resto de los integrantes de la que por entonces era una banda incipiente, veían jugar a las primas, escucharon la palabra, les gustó, y así quedó bautizado este grupo de cumbia cheta que marcó época.

Abrió su corazón en varias ocasiones para hablar sobre la depresión que vivió a los 18 años, cuando se enfrentó a la difícil decisión de elegir una carrera. “Me sentía muy oscura, no encontraba mi luz. Lo que hacía no me llenaba, no me sentía yo, estaba yendo contra mi corriente, y para mí era devastador”, confesó en Vamo Arriba (Canal 4).

Lo que había soñado toda la vida era ser artista (imitaba a Shakira frente al espejo) y aunque sus padres le sugirieron ir al extranjero a estudiar inglés, un diagnóstico la hizo quedarse en Uruguay. Se arrodilló junto a la cama de su madre, muerta de vergüenza, y le contó lo que estaba viviendo. “Nunca más vas a estar sola”, le contestó su madre.

Y empezó una seguidilla de terapias y tratamientos para curar su depresión. La recuperación total llegó cuando, luego de tocar fondo, surgió la oportunidad de formar parte de Rombai, propuesta que llegó de sus compañeros de la facultad de Comunicación. Era lo que siempre había buscado y anhelado: “Rombai cambió mi vida”, afirmó a Seré Curioso.

Contó en una entrevista con la revista Galería que antes de Rombai tuvo una marca de zapatos que bautizó Miamá: el nombre se debe a que es lo que dice cuando se refiere a su mamá. “No era un emprendimiento muy grande, pero lo movía por Instagram y funcionaba bastante bien. Venían a retirar a casa, pero como Rombai fue un boom repentino, dejé de vender zapatos”, contó en esa misma nota.

En 2020, armó un nuevo emprendimiento aprovechando su faceta de influencer (tiene más de 400 mil seguidores en Instagram): lanzó una colección de lentes de sol, de la mano de la marca Oklo, con diseños exclusivos y originales hechos por ella, y los difunde a través de sus redes sociales.

Era chica cuando su abuelo Chil Rajchman falleció pero atesora el recuerdo de su voz áspera y suave, y esas cenas de viernes en su casa. “Muchos de los valores de mi familia son inculcados por esa historia. Una resiliencia que nunca vi en mi vida”, resumió en Vamo Arriba lo que significa para los Rajchman ese hombre que sobrevivió a la barbarie de Treblinka, uno de los campos de exterminio más salvajes.

Chil fue testigo de escenas tétricas, que años más tarde, y una vez que rearmó su vida en Uruguay y formó su familia, plasmó en un libro que tituló Un grito por la vida. La publicación se distribuye de forma gratuita, ya que el verdadero objetivo del señor era dejar la historia plasmada para que no se olvide, y no se repita nunca más.

“Lo único que pedimos es que lo leas y lo compartas para que siga circulando o lo devuelvas a Oklo, la librería donde hay ejemplares disponibles”, contó su nieta a El País. Y dijo también que la llena de orgullo usar sus redes para amplificar semejante historia.