Tiene 22 años (recién cumplidos, aclara) pero Candelaria de la Cruz ya es una cara conocida en televisión y teatro. Siendo una niña acompañaba a su padre, Maxi de la Cruz, en sus espectáculos de humor, y con 14 años trabajó en su primera obra de teatro. Desde entonces no paró de estudiar actuación, incluso se formó en Estados Unidos durante tres años. En noviembre ganó un premio en Brasil por una obra filmada, Ana Frank, que escribió, dirigió y protagonizó. Ahora se encuentra ensayando la obra de terror El juego: inicios, que se estrenará en enero, y la tiene cansada, pero feliz de dedicarse a lo que más le gusta. Acerca de su carrera, el peso (o no) de llevar un apellido como De la Cruz, y cómo ve a su padre en el Bailando es esta charla con Cande de la Cruz.
Si bien tiene una familia asociada al humor, Candelaria de la Cruz va a ser parte de una obra de terror. El 18 de enero se estrena en Undermovie El juego: inicios que se ambienta en los años cincuenta y reúne a cinco amigos jugando a la Ouija en una veterinaria abandonada.
Se trata de la nueva obra que cuenta con esta actriz que sueña con ser directora, y hacer cine. Ya probó que tiene talento en el Río Web Fest celebrado en Río de Janeiro (Brasil) donde ganó el premio a mejor obra de teatro filmada por un unipersonal. Ella lo escribió, dirigió y protagonizó y se tituló Ana Frank.
Su padre, Maxi de la Cruz quien compartió la noticia en sus redes sociales comentó: “Se me sale el corazón del pecho de la alegria y el orgullo. Bien hija, te lo mereces y esto recién comienza”.
Es que en Cande de la Cruz se mezclan el talento con genética y las ganas de actuar. Por eso dice sentirse agradecida de hacer lo que le gusta.
—¿Cómo te llevan los ensayos de esta obra que estrenás en enero?
—Estoy teniendo semanas largas por los ensayos. Es una obra argentina que trae DS Producciones a Uruguay con el director Fran Ruiz Barlett que se llama El juego: Inicios, así que estoy a full. Aparte tomando clases, así que un poco cansada, pero feliz de poder hacer lo que amo todos los días. Estoy muy agradecida.
—Estrenas una obra de terror. ¿Es más complicado que hacer una comedia o un drama?
—No sé si más complicado porque a las dos les tengo mucho respeto, pero es un código diferente. Eso ya lo hace algo complejo, un desafío. Pero es muy lindo también, porque de cada ensayo me voy con algo aprendido, y creo que eso suma mucho como artista y como persona.
—¿Siempre quisiste seguir el rumbo de tu abuelo y tu padre?
—Sí. No sé si fue algo impuesto, estas cosas de la vida, pero creo que fue una decisión consciente que tomé cuando tendría cuatro años. Entonces ya sabía qué era lo que quería hacer, porque veía a mi padre y quería estar haciendo eso. Siento que esta pulsión comenzó desde muy pequeña.
—¿Te alentaron o te dijeron que lo pienses bien?
—Hubo muchas charlas del estilo “cuidado dónde te estás metiendo”, “mirá que es un ambiente difícil donde tenés que lucharla mucho”, “no vas a ganar un mango”. Entiendo que es un pensamiento muy terrenal, y si te ponés con esa postura, prefiero estudiar otra cosa y listo. Pero lo lindo es poder decir: “hago lo que me gusta”. En algún momento todo lo otro va a llegar, pero por lo menos hago lo que amo. Además, vida, tenemos solo una.
—Tenés 22 años, pero desde hace mucho tiempo que hacés teatro.
—Sí, hago teatro desde que soy muy chica. Mi primera presentación formal la hice con mi papá teniendo siete años quizás. En el Maxi Stand up show que creo que la hizo en el Teatro Metro. Después de eso seguí haciendo cosas con él, y formalmente mi primera obra de teatro la hice a mis 14 años en Montevideo. Se llamó Como vos y yo que dirigieron Adriana Da Silva y Hugo Giacchino.
—Los dos son profesores de actuación, seguro que enseñaron mucho.
—Fue tremendo. Me acuerdo que audicioné, y haber quedado fue un sueño. En ese momento vivía en Punta del Este y me venía tres veces por semana a ensayar a Montevideo. Fue tremenda experiencia. Después hice otra, Si te contara, que nos dirigió Emilio “Coco” Gallardo, también profesor, y la hicimos en la academia de Trochón, tenía 16 años.
—Sos De la Cruz, ¿es difícil despegarse del apellido o nunca te pesó?
—Cada vez que me hablan de eso me surge un sentimiento muy lindo, porque nunca me pesó. Sé que son figuras y están en el medio, pero como que lo naturalicé mucho. Me tocó justo ser la hija de un actor, la nieta de un actor, pero yo soy yo, y lo llevo con orgullo porque es mi nombre y mi apellido, y soy única, como todos. Por lo general no digo el apellido de primera, por costumbre, y a veces la gente se da cuenta y otras que no. Son más las veces que no que las que sí, así que te diría que no me pesa en el día a día.
—Hace unos días estuviste presenciando el Bailando, imagino que tiene que ser un circo imponente.
—Tremendo y bien lo dijiste, es un circo. Hay de todo un poco pasando en un mismo tiempo y es como mucha energía en un estudio. Es enorme, las luces, los colores de la pantalla, la gente amontonada, el griterío. Me parece admirable el laburo de todos ahí, desde los que bailan hasta el camarógrafo, tremendos, y yo es lo que más estuve observando. Estuvo lindo como una primera experiencia, el estar en un programa tan importante.
—¿Y cómo ves a tu padre?
—Lo veo muy bien, cómodo, haciendo lo que ama. Además hace su humor, que es muy sano y se carece un poco de eso; y que él lo lleve, me parece algo relindo.
—Ese humor blanco, como le dicen, es un sello de la familia.
—Sí, y está buenísimo, porque yo crecí viendo ese humor. Entonces lo tengo muy en la sangre y a cada personaje que hago, quiera o no, ese humor sano aparece, y es muy lindo porque es un complemento único.