Carlos Tanco: el irrisorio sueldo que cobró por Darwin Desbocatti y por qué dejó de escribir en Carnaval

El alter ego de Darwin Desbocatti es uno de los que mejor lee la realidad en los medios, un letrista consagrado en Carnaval, guionista y comunicador. Este domingo celebra 45 años, y por eso, esta nota sobre su vida.

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El humorista y comunicador Carlos Tanco
El humorista y comunicador Carlos Tanco

Redacción El País
Hace 24 años que su alter ego Darwin Desbocatti analiza la actualidad como ninguno en la radio uruguaya. Carlos Tanco es ídolo indiscutido del dial, humorista, letrista de Carnaval, guionista y enemigo de dar notas.

Su debut en los medios fue como pasante de En Órbita (Canal 10) y entró de la mano de su hermana Valeria Tanco. Luego vino la chance meterse en la piel de un viejo cascarrabias que salía al aire hablando por teléfono con Nacho Álvarez en Las cosas en su sitio, y el personaje se transformó en su medio de vida. Fue parte del trío fundador de Justicia Infinita, y tuvo su primera y única experiencia en TV con La culpa es nuestra (Canal 10). Es el guionista de la serie Todos detrás de Momo y tuvo un par de podcasts de NBA. Mañana cumple 45 años, y por eso, esta nota.

Sus primeros pasos fueron gratis

A los 16 años debutó en los medios gracias a la confianza ciega de su hermana Valeria Tanco. Ella era productora de En Órbita y lo arrimó para hacer una pasantía. “Tenía una consideración excesiva por mis capacidades”, dijo sobre su hermana y ese tiempo donde escribía chistes sin cobrar un peso, aunque “chupaba rueda” del talento de Fernando Schmidt.

El contacto fue poco entre ellos, pero Tanco contó que le explicaba con gran generosidad cómo funcionaba el oficio de guionista, y le mostró que se podía vivir de eso. El primer semestre que salió al aire por la 91.9 con Darwin, ese que hoy es el personaje más exitoso del dial, trabajó a cambio de dos discos por mes.

Sueña con ser guionista, no intérprete

Es sabido que Tanco escribe la mayor parte del contenido que Darwin lanza como metralleta en No toquen nada (Del Sol). Pero no es lo único que firma: de su pluma salieron varios cuplés y Todos detrás de Momo, serie policial dirigida por Pablo Stoll y Adrián Biniez.

Ha confesado su deseo de ser cada vez más guionista y menos intérprete, pero lo frenan dos motivos: los guionistas cobran mal y se siente responsable por sus compañeros de la radio. “Después trataré de profundizar en mi rol como guonista. Tiene mucho que ver con lo que el mercado te va ofreciendo”, dijo.

Al casting de Darwin fue con resaca

Era el año 2000. Carlos Tanco había presentado un piloto a la 91.9 por intermedio de su hermana Valeria y no había conformado, pero en el ínterin se armaba Las cosas en su sitio, y Karen Jawetz (productora) pensó en él para aquella charla telefónica con Nacho Álvarez, su primer interlocutor.

Tanco llegó tarde a la prueba y de resaca, porque la noche anterior había salido. “No preparé nada, agarré una noticia cualquiera y la fui preparando en el taxi. Al llegar hice eso y funcionó. Me imagino que estaría destilando alcohol”, contó en Abran Cancha. Bautizó al personaje en honor a Charles Darwin y al Pato Darwin. Y está inspirado en muchas facetas de su padre, que solía gritar mucho al teléfono.

Es gran letrista de Carnaval

El “virus” del Carnaval, dijo en Abran Cancha, se lo contagió su madre, que siempre lo llevó al tablado. Conoció a Tabaré y Yamandú Cardozo en 1999, mientras escribían para la murga Eterna Madrugada, y juntos terminaron fundando Agarrate Catalina y escribiendo espectáculos ganadores y cuplés que marcaron época en la fiesta popular.

Tanco reconoció haber aprendido mucho sobre el humor al lado de Tabaré: “Llevo con orgullo mi pertenencia a la Catalina, que siempre fue igual: muchísimo más grande de lo que pude aportar con mi presencia en la murga”, expresó. También obtuvo primeros premios como letistra de Don Timoteo y Asaltantes con Patente. Dejó de escribir cuando el género le empezó a exigir caminar por lugares que no le gustaban. Al Carnaval, dijo, le gusta más editorializar que la brillantina, y no quiso negociar: “Está muy cerca del juicio moral y me parece una mierda”, sentenció.

Le apasiona el básquetbol

Su familia está atravesada por la pelota naranja: su padre jugó al básquetbol de manera amateur, su tío materno fue jugador y presidente de Tabaré; y su abuelo materno (Mario Hopenhaym) se destacó como juez de básquet internacional, y es el único uruguayo en estar en el Salón de la Fama de FIBA. Con semejante condecoración, el señor no podía soñar con menos que tener un nieto basquetbolista. Pero si bien Carlos ama este deporte, no descolló. Vivía a la vuelta del club Tabaré y pasaba el día ahí desde los 4 años. Jugó en Malvín y Miramar, y de grande peloteaba los viernes con amigos en Neptuno.

“Soy un mediocre jugador”, reconoció. Lloró cuando Magic Johnson anunció que tenía HIV y hasta estudió un año para ser entrenador, pero abandonó: “Me boludeé, no tengo mucha excusa”, confesó en Sonríe.

Las clases virtuales las llevó bien, pero no toleró pasar un intenso fin de semana encerrado en un gimnasio: “Es un apostolado”. Despuntó el vicio haciendo el podcast de NBA con su ídolo Tato López.

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