Carmen Morán reveló la verdad sobre su misterioso padre: "Pude perdonarlo"

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Carmen Morán

ENTREVISTA

A los 59 años se declara en un etapa plena de su vida. Prepara el estreno de dos obras, una con su madre Cristina. Se refiere a su niñez sin referencia paterna. ¿Quién fue su padre? Aquí lo cuenta.

-Acabas de cerrar la temporada del unipersonal Onetti no está. ¿Qué se viene ahora en materia teatral?

-Estoy ensayando un espectáculo de Ignacio Novo, que se llama No molestar y me tiene muy entusiasmada. Se trata de tres obras breves de distintos autores y temáticas distintas con el hilo conductor de que se desarrollan en una habitación de hotel. A mí me toca una obra de Federico Roca que es divina, con un personaje que me encanta. Es una actriz que pasa por todo tipo de sentimientos. Vamos a estrenar en El Tinglado el 25 de ahora. Además y como directora vamos a reponer La pipa de la paz en Espacio Teatro. Lo protagoniza mamá, Cristina Morán, con Hugo Giachino.

-¿Vas a dirigirla nuevamente?

-Sí. Es una obra que yo amo. Todos los integrantes la amamos. Nos dio muchas satisfacciones. Mamá ganó su primer Florencio como actriz de comedia por La pipa y yo fui nominada como mejor directora. Además, recorrimos el país entero así que hace tiempo que teníamos ganas de volver. La reposición será por agosto o setiembre.

-¿Cómo transitaste por el período de pandemia?

-Al principio, tuve algunos pocos días de inconsciencia, en los que decía que iba a durar poco tiempo. Luego me di cuenta de que no iba a ser corto y que el virus había llegado para quedarse. Como trabajadora de la cultura, sentí que esto iba a dirigirnos hacia una transformación de las artes del espectáculo. Aun antes de la pandemia, el teatro estaba sufriendo una crisis importante y el coronavirus parecía que le daba el tiro de gracia. Entonces nos quedaban dos caminos: resurgir de las cenizas o desaparecer. El teatro es un arte demasiado importante en las vidas de las personas como para desaparecer pero sí considero que debe reinventarse y en eso está. O estamos.

Cristina Morán
Morán, junto a su hija Carmen. Foto: Darwin Borrelli

-En los momentos de mayor confinamiento, ¿cómo manejaste el vínculo con tu madre? Porque en aquel tiempo se recomendaba evitar los contactos con personas mayores…

-Al principio no fue fácil. Por su personalidad, mamá quería seguir con su vida normal. Me acuerdo que el cierre total se dio un viernes y ella me llamó y me dijo: “El lunes voy a la peluquería”. Le dije que no, que era un riesgo. Estuvimos durante un mes sin vernos pero luego decidí que era mucho peor dejarla sola. Tomé todas las precauciones y la fui a ver. Porque por aquello de cuidar a los abuelos, dejarlos solo no parecía bien. Después ella misma empezó a salir, con mucho cuidado, conmigo o con otros familiares.

-¿No tuvo coronavirus?

-No, no tuvo. Yo sí en enero pasado. Nos juntamos con mis hijos en La Paloma y después hice un show en La Floresta. A la vuelta tuve fiebre y algunos síntomas más, pero lo pasé bien, sin gravedad.

-¿En lo económico sentiste el efecto porque vivís del arte?

-Muchísimo. Se cortaron todos los proyectos que tenía a nivel teatral y de shows musicales. Por suerte me convocaron para Masterchef el año pasado y estuve casi al final, lo que me rescató un poco. También, sin pedirle, sentí el apoyo de mamá y de mis hijos que me dieron una mano. Me sentí y me siento una madre absolutamente orgullosa. Mi hijos son mi mejor obra por no decir mi única obra destacable en este mundo.

-Tu hija menor, Denise Dalmás, también tiene inclinaciones artísticas.

-Sí. Cuando se levantó la pandemia estuvo en una obra con Graciela Rodríguez y además trabaja en la docencia artística y como profesora de inglés. Va a seguir en ese camino. Ahora se va tres meses a Europa a transitar una experiencia como mochilera.

Carmen Morán
Carmen Morán y Denise Dalmás. Foto: Daniel Ayala.

-¿Cómo te tiene eso?

-No me desvela que mis hijos crezcan y tengan alas. No digo que no me importe. Daniel, otro de mis hijos, hizo un postgrado en cine y está en París hace cinco años. Yo soy feliz viéndolos tomar sus caminos y, en el acierto y en el error, los acompaño. Si me piden una opinión, la doy. Pero como dice mamá, yo no doy consejos desde un pedestal.

-Pero vos no te fuiste de mochilera…

-No, yo era una santa. El mayor conflicto se dio cuando tenía 19 años y estaba locamente enamorada del que fue luego el papá de mis hijos. Él tenía 30 años y yo me tomé un avión porque él se había ido a hacer unos cursos de piloto a Estados Unidos. El siguiente conflicto se desató cuando planteé irme a vivir con él. Pero bueno, eran los años ’80, otra época. Igualmente, me gustan más estos tiempos. Si yo fuera joven hoy, viviría como viven hoy mis hijos y no como lo hice yo. En mi caso, prioricé formar una familia y me casé con 20 y pocos. De algún modo me condicionaba mi historia, el haber sido criada en un hogar monoparental, porque mis padres se habían separado cuando yo tenía dos meses de edad.

-De tu padre, Luis López, se sabe muy poco, ¿quién fue él?

-Mi padre fue un bohemio, un tipo buenísimo con sus amigos y con la gente que lo rodeaba, pero muy malo para sí mismo porque no supo encauzar su vida afectiva, puntualmente en relación a su única hija, que fui yo. Se equivocó. Después de la separación con mi madre, se fue del país. A mitad de mi infancia volvió pero en ese momento yo no estaba preparada para decir: “Sí, quiero empezar una relación con mi padre”. Él no supo encaminarla. Quizás mi madre tampoco pudo manejarlo.

-¿O sea que nunca tuviste contacto con él?

-No. Seguramente estuvo en algún momento de mi primera infancia, pero yo no tengo ningún recuerdo con él. No recuerdo a mi padre en ningún momento de mi vida. Tengo algunas fotos y me doy cuenta de que mi hijo se parece muchísimo a él. Y mantengo contacto hasta hoy con mi tía y con primos por línea paterna.

-Y cuando creciste, ¿no tuviste la inquietud de conocerlo?

-Sí. Ese fue todo un tema también. Cuando me estaba por casar con Daniel (Dalmás, su primer marido) yo tenía 24 y sentí la necesidad de ir a conocerlo. Estaba preparada. Él estaba viviendo en Porto Alegre en ese momento y hablé con mi tía para organizarlo. Sin embargo, cuatro días antes de mi casamiento, él falleció. Yo me dije: “Bueno, no tenía que ser”. Soy muy de pensar en las causalidades y los destinos y creo que tal vez hubiera sido negativo conocerlo. Por algo no se dio.

-¿Te generó algo en tu vida ese abandono de tu padre?

-Sí, el abandono y el desamor ha sido un tema en mi vida. ¿Por qué ese padre nunca se apareció en mi vida? He trabajado este tema en terapia y solo pude superarlo con el perdón. Cuando sos capaz de perdonar a quienes estuvieron involucrados, en este caso mis padres, uno siente una gran liberación. Perdoné desde el corazón en el sentido de considerar que fueron adultos que hicieron lo que pudieron con las herramientas que tenían en ese momento. Así como yo hice lo que pude con las herramientas que tuve al criar a mis hijos. El perdón siempre es muy sanador. Hoy, ya de grande, mantengo vínculos con mis primos y me he dado cuenta de que tengo un montón de cosas que le pertenecen, por genética, a mi padre.

Denis Ramos, Paula Silva y Carmen Morán en "MasterChef: Celebrity Uruguay 2". Foto: Twitter @MasterChef_Uy
Denis Ramos, Paula Silva y Carmen Morán en "MasterChef: Celebrity Uruguay 2". Foto: Twitter @MasterChef_Uy

-¿Por ejemplo?

-El amor por la cocina. Era un gran cocinero, por las referencias que tuve. El candombe me fascina y él tocaba muy bien el tambor.

-¿A qué se dedicaba?

-Era un bohemio total: un día se dedicaba a vender electrodomésticos y al otro se iba a Europa un mes a hacer negocios. Nada era estable en su vida. Con mamá estuvieron dos años casados, pero por esa inestabilidad de él, se separaron cuando yo tenía dos meses. Ella le había dado el ultimátum: “Cuando nazca, te doy dos meses para encarar”. No lo hizo.

-¿Cómo crees que te marcó esa crianza monoparental en un tiempo en que no era tan común?

-Me marcó al cien por ciento. Soy fruto de eso. El Colegio Crandon fue también un sostén muy importante. En tiempos en los que no era común el doble horario, yo iba ocho horas para que mamá pudiera trabajar. Fue vital en mi formación el grupo humano y los valores que aprendí en el colegio: era también una época complicada porque mi infancia y adolescencia la transité en la dictadura. También tengo muy presentes a las personas que rodeaban a mamá por su profesión. Era gente entrañable, como familia para mí, y que fueron sus compañeros de Canal 10 mientras ella hacía Domingos continuados. Con muchos de ellos tengo contacto hasta hoy. Todas esas personas ayudaron en mi crianza: cómo no iba a salir yo una persona interesada y dedicada a las artes del espectáculo. No había manera de que fuera otra cosa.

Carmen Morán. Foto: Agustín Ginesta
Carmen Morán. Foto: Leo Mainé.,

-¿No dudaste nunca de esa vocación?

-Sí. Estuve por momentos reñida con eso. Quería ser médica o cualquier otra cosa, menos lo que era mamá. De hecho empecé desfilando, como modelo. Pero siempre me tiró todo lo que fuera espectáculo, por más que lo negara.

-¿Esa negación tenía que ver con la figura tan potente de tu madre? ¿Querías hacer tu camino?

-Totalmente. Era adolescente y el adolescente siempre está en contra. Además, yo había pasado de la admiración absoluta hacia ella a una especie de rechazo. “Es un embole lo que hace la vieja. ¡Qué embole todo! No me quiero parecer a ella”, me decía. Pero luego me atrapó porque está en mi esencia.

-Y el tema de la diferenciación y las comparaciones, ¿cómo lo viviste?

-Yo creo que por más que tomé un camino similar al de mi madre, fui desarrollando cosas propias. Hay diferencias inevitables, primero por la edad. La época en que yo fui joven es muy diferente a los años 40 o 50, cuando ella lo fue y eso generacionalmente marca una diferencia muy grande.

-¿Qué fue lo primero que hiciste en TV?

-Cuando tenía 18 años, le propuse a mamá “sacar del sillón” a Domingos continuados. “Tenés que tener una notera, que tenga otro lenguaje”, le dije. Así entré al programa a trabajar como notera y le di una impronta que generó que esos jóvenes que estaban al lado de sus madres y sus abuelas mirando la TV se sintieran también identificados. En paralelo arrancó el teatro, donde empecé sin haber estudiado pero luego entré en la EMAD. De todos modos hice la carrera de Secretariado porque mi madre me lo pidió por favor. Le daba inseguridad que me dedicara exclusivamente a lo artístico.

-¿Y fuiste secretaria en algún momento?

-No. Tengo el título pero por suerte, vivo de las artes escénicas.

-También te dedicás al canto, en especial de tango.

-Sí. La primera vez que canté un tango fue en Domingos continuados, que era un programa ómnibus, en vivo. Había público y en las tandas, los muchachos que estaban ahí me habían enseñado un tango. Yo tenía 7 años y ya me gustaba Carlos Gardel. Ellos me lo hicieron cantar delante de todo el mundo.

Carmen  Morán
Carmen Morán. Foto: Andrés Fernández.

-Sobre la faceta de dirección teatral, ¿qué dirías?

-Lo he ido descubriendo y me encanta. Como actriz puedo desdoblarme y verme en ese rol. No es lo mismo un director que también es actor y viceversa. También me dedico a escribir muchos de mis espectáculos. Hicimos con mamá un espectáculo muy lindo, De tangos y de versos, que fue escrito por mí y siempre estoy escribiendo historias como para llevar al escenario.

-¿En televisión te gustaría tener más oportunidades de las que tuviste?

-Sí, un rotundo sí. Como todas las cosas en la vida, a veces los trenes pasan y hay que tomarlos en el momento justo. Cuando mis hijos eran chicos, yo tuve un ofrecimiento muy interesante para la televisión, un programa diario, pero en ese momento opté por quedarme con ellos. Económicamente no lo justificaba, pero sí lo justificaba la oportunidad. Años después, fui parte de algunos proyectos que no salieron. En 2014, integré el primer equipo de Sé lo que viste, en Canal 4, pero la experiencia duró poco y después no tuve otras oportunidades, más allá de lo de Masterchef como participante el año pasado. También el año pasado hice un ciclo de entrevistas a políticos en Esdrújula TV. Las notas estuvieron muy buenas y me llevaron a un mundo desconocido para mí, que es la política. Salieron charlas muy interesantes. Me sentí orgullosa de ese ciclo. Volviendo a la pregunta, me encanta la televisión y siento que tengo mucho para dar.

-¿En Masterchef llegaste a semifinales y quedaste enganchada?

-Sí, me encantó participar. Adoro la cocina. Y no descarto dedicarme a algo gastronómico en el futuro. Bueno, yo tuve un restaurante en El Pinar.

-¿Estás en pareja?

-Digamos que no. No estoy sola, pero tampoco estoy en pareja. Yo me divorcié del padre de mis hijos hace 12 años y luego tuve otro matrimonio que fue muy corto. Después encontré mi yo en su total dimensión y en mi libertad. Cuando uno se encuentra con sí mismo y es dueño de su tiempo en un 100%, porque mis hijos están grandes, ya no querés aquello de llegar a determinada hora o responder a ciertas preguntas. Hoy estoy muy bien.

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