Redacción El País
Aunque atravesó momentos tristes a nivel personal, la actriz, vedette y conductora Claudia Fernández cierra el año con varias alegrías: su hija cumplió 15 y se lo celebraron todos juntos y en gran fiesta, su unipersonal de teatro fue un éxito y además cerró su pase a Canal 12 para hacer Tu cara me suena en 2025.
Por eso, esta nota con cinco cosas que quizás no sabías de ella, desde un hallazgo infantil hasta una temporada en Tailandia y un matrimonio del pasado.
Descubrió su pasión cuando era niña
Nacida y criada en Punta de Rieles, Claudia Fernández cuenta haber tenido una infancia muy feliz, sobre todo gracias a sus abuelos, con quienes vivió desde que tenía cinco años. Se recuerda a sí misma como una niña muy inquieta y que tuvo el gen artístico desde pequeña, pero aunque siempre le tiró el baile y la actuación, hubo un momento revelador: a los siete años, mientras hacía una tarea para la escuela, descubrió una foto de Nélida Lobato con el cuerpo lleno de brillos. Su abuela le dijo que Lobato era una vedette, y entonces Claudia lo supo: ella iba a ser eso mismo, una vedette con plumas y brillantes. Lo logró, con éxito rotundo, en Argentina.
Vivió cuatro meses en Tailandia
Como ha contado en diferentes oportunidades, a Claudia Fernández “la descubrieron” mientras caminaba por 18 de Julio con su abuela: tenía 14 años y un fotógrafo y descubridor de talentos, Carlos Díaz, le preguntó si no le interesaba participar de un casting para ser la tapa de una revista que se llamaba Smart. La adolescente fue a la audición acompañada de sus abuelos, la eligieron y ahí inició su vertiginosa carrera de modelo. Hizo publicidades para televisión y muchas fotos para catálogos, y cuando tenía 17 años y ya trabajaba para Valentino Bookings, le llegó una oferta que no pudo rechazar: irse a Tailandia a probar suerte. Se quedó durante cuatro meses y aunque vivió momentos agridulces, también cosechó muchas alegrías y, sobre todo, descubrió el mundo. Eso fue hace tres décadas y en su autobiografía A rabiar cuenta: “Creo que viajé desde el lado de la inconsciencia, porque si tomaba dimensión de a dónde estaba yendo, ¡no me hubiera subido a ese avión ni loca! Hoy, con 47 años, me ganaría el pánico”.
Se casó por primera vez a los 19 años
Este año encontró a Claudia muy presente en los escenarios. La actriz se dio el gusto de estrenar Se dice de mí, un unipersonal que mezcla autobiografía y comedia y que hizo durante meses en La Trastienda, además de llevarlo por distintas salas del interior. Allí, Fernández cuenta intimidades como el momento en que descubrió que iba a ser vedette o su tiempo en Tailandia, pero la revelación que más impacto causa en el público tiene que ver con su primer casamiento. Es que cuando tenía 19, Claudia llegó al altar y le dio el sí a un novio que mantiene en el anonimato; según declara, lo hizo porque creyó que era una oportunidad para escapar, para tener más libertad. El casamiento duró apenas un año, y por ese antecedente, no pudo tener su soñada boda por iglesia con Leonel Delménico, el amor de su vida. Entonces realizaron una ceremonia falsa con un actor que ofició de cura. Sí pasaron por el Registro Civil.
Sufrió anorexia nerviosa
El relato de su anorexia nerviosa es uno de los momentos más desgarradores del unipersonal, y uno de los detalles menos conocidos de su vida. Según cuenta la vedette, la situación se dio justo cuando vivía su mejor momento profesional en Argentina, y se extendió durante más de seis meses. En ese momento, Claudia trabajaba en programas de Marcelo Tinelli y se preparaba para ser figura en la obra Maipo, siempre Maipo, pero mientras los éxitos se acumulaban en y la prensa la perseguía, su abuela estaba grave en Uruguay. Claudia apenas podía ingerir alimentos, y el coreógrafo Nacho Cardozo, que vivía en el mismo hotel que ella, le dejaba fruta cortada en la puerta de su habitación para asegurarse de que comiera.
Sus tatuajes tienen mucha importancia
Como tantos otros famosos y figuras del medio, Claudia tiene una cantidad de tatuajes repartidos en el cuerpo, pero en su caso, no son solo una decoración sino que cada uno tiene un significado especial. Lleva para siempre en la piel a la mano de su abuelo sosteniendo un vaso de whisky, el nombre de sus hijos Mía y Renzo, una frase que está vinculada a su abuela y un colibrí que tiene que ver con un amigo que falleció, entre tantos otros diseños. “Yo no sé qué va a ser de mí en el futuro, si me voy a acordar de las cosas o voy a olvidarlo todo. Lo que sé es que lo más importante en mi vida lo tengo acá, en la piel”, contó en su libro A rabiar para explicar qué la motiva a tomar estas decisiones.
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