Esta noche Gonzalo Moreira se presenta en un boliche de Buenos Aires porque Resumiendo, el disco que lanzó el año pasado y significó su debut como solista (para casi medio siglo de carrera en la música uruguaya) ya traspasó las fronteras uruguayas. Sobre volver a los escenarios pero en solitario, su rol en Fuego sagrado y ¿Quién es la máscara?, es esta entrevista con Gonzalo Moreira.

Tiene más de 45 años de carrera y es un ícono en la música uruguaya aunque se siente como un recién llegado. Es el artista, publicista y productor musical con la trayectoria y experiencia de muy pocos, el que ha estado en conjuntos que marcaron a fuego nuestra cultura como Canciones para no dormir la siesta y Rumbo, y también creó jingles inolvidables. Más allá de su currículum, a los 68 años Gonzalo Moreira se siente con aires nuevos, renovados porque el año pasado lanzó su primer disco como solista: Resumiendo.

Las salas Hugo Balzo y Magnolio han sido testigos de esta nueva etapa de Moreira que esta noche se presenta en Buenos Aires.

—Con tantos años de carrera, ¿qué se siente subirte solo al escenario?
—Volver solo es algo muy conmovedor porque toda la responsabilidad cae sobre mí (se ríe). Entonces las tormentas durante los shows son bravas, por las cosas que pueden suceder. Antes veníamos todos en grupo, en manada y era más simple. Ahora es con un poco más de responsabilidad.

—La semana pasada diste un show en Magnolio Sala. ¿Cómo se vivió ese reencuentro con el público?
—Fue maravilloso, estuvo muy lindo. Me sentí muy unido con la gente, precioso. Da mucho trabajo pero está muy bueno.

—Calculo que sabrás que has sido la banda sonora de la mayoría lo que estaban en esa sala.
—Seguramente sí. La gente es muy cariñosa, transmite mucho amor y cariño. Además tocar con mis hijos, con Gabriel Estrada que trabajo con él desde hace 25 años y con su hija, fue una experiencia muy linda y familiar a la vez. Poder tocar con mis hijos es un privilegio que no todo el mundo tiene, es invalorable.

—Como ya se pudo ver en la pandemia, o cuando presentaste Resumiendo, te armaste tu propia familia Von Trapp.
—(se ríe) Claro, es lo que tiene. Por la sangre va la música.

—Este año se te está viendo en otra faceta nueva, como competidor en Fuego Sagrado. ¿Cómo te sentís en el concurso?
—El competir no es algo que me guste mucho. El que eliminen, se vaya otro es feo, y si se va uno, también. En la competencia se siente eso pero estoy aprendiendo como loco y me estoy divirtiendo como nunca. Es muy bueno el programa. No pensé que era tan bueno y que me iba a interesar tanto aprender lo que me enseñan. Porque tanto Fede Desseno como Aldo Cauteruccio o Luchi Soria son unos monstruos, unos genios que te pasan piques de manera muy generosa.

—Y parece que ustedes también se divierten.
—Sí, nos estamos divirtiendo porque ninguno de nosotros es cocinero, y esto no es hacer asado que es lo que hago siempre en mi casa. Esto es cocinar con fuego que es bien distinto. No tiene nada que ver con un asado para los amigos. Es maravilloso porque ahora mis amigos me empiezan a pedir las cosas que hago en el programa. Veremos cómo podemos innovar en la parrilla. Estar en Fuego Sagrado es algo que pensé que, a esta altura de mi vida no iba a suceder. Veremos para dónde sale, cómo sigue, por ahora continúo.

—En los últimos años estuviste trabajando mucho en ¿Quién es la máscara?, ¿cómo fue esa experiencia?
—En dos años hicimos tres temporadas y produjimos unas 250 canciones. Una locura. Pero es un trabajo muy satisfactorio. Es otra cosa que no pensaba que podía salir tan bien, tan divertido con los artistas que van. Porque a los que no saben cantar hay que enseñarles. Yo me divierto mucho y los participantes son muy histriónicos, muy divertidos. La producción musical es algo que me gusta mucho, y eso es producción pura porque son temas conocidos que hay que re-producir.

—¿Cómo fue hacer para disimular a los cantantes de verdad?
—Fue difícil. Los cantantes están acostumbrados a emitir su voz de cierta manera, y eso es más trabajoso que la gente que no sabe cantar y viene. Con ellos es más fácil disimularles la voz. Con los cantantes hay que cambiarles la tonalidad, tratar de que emiten diferente a como están acostumbrados a emitir para que no se parezca a su voz. Es un trabajo difícil. En algunos casos se logra bien, en otros no tanto, pero es parte del juego que es muy divertido. Yo la paso muy bien cuando grabamos con los artistas, y eso se transmite por la pantalla.

—Además demostraste que cualquiera puede cantar.
—Sí, aunque en algunos casos pedís un ayudín tecnológico (se ríe). Con las máquinas que hay ahora se puede afinar alguna cosa, se puede mejorar, pero hay que cantar igual. Es un desafío muy lindo y me resultó muy importante porque el programa anduvo volando siempre en el rating, y creo que la música y la producción tiene mucho que ver con eso. El canal, Maxi conduciendo, los jurados, está todo muy aceitado. Todo el mundo se divierte y la pasa bien.

—¿Cuánto lleva producir una canción para el programa?
—Cuando vienen del exterior y están un rato en Uruguay nomás, yo tengo un contacto previo con el artista a través de Zoom o lo que fuere para ver la tonalidad, entonces preproduzco la base lo que me lleva un día y medio, más o menos. Entonces viene el participante, yo ya tengo la base los coros y arreglos hechos, canta de mañana y filma de tarde en el canal. Es un trabajo muy lindo y fino porque tiene que sonar bien, como suena la original, pero se logra. Está bueno porque aprendimos mucho gracias al proceso.

—Estás muy tecnológico, también estrenaste página web.
—Sí, me armé una página web (gonzalomoreira.uy). Allí adentro está el show de presentación del disco, los links a Youtube y a Spotify para el disco, y después hay historias de Canciones para no dormir la siesta, de Rumbo, algo de ¿Quién es la máscara?, hay de todo. Dio un laburo bárbaro armar esa página, pero quedó muy linda.

—¿Cómo te llevás con las redes y todo ese universo de comunicación?
—Más o menos (se ríe). Ahora estoy manejando las redes con una Comunity Manager porque lo mío es lamentable, soy horrible. Me cuestan las redes pero tengo que encararlas porque sino no existís, pero no es lo mío. Sí la tecnología para grabar y hacer cosas, eso ni que hablar. Con eso me llevo, pero con las redes y todo eso, estoy aprendiendo, pero reconozco que no es lo mío.