Fue el centro de la polémica cuando, a fines de julio, llegó a Uruguay para promocionar su nuevo show. Tras cancelar funciones en el interior, Dady Brieva se presentó ayer y repite hoy en el Teatro Metro. A propósito, van cinco datos del humorista que quizás no conocías.

Rubén Enrique “Dady” Brieva nació en Santa Fe en 1957, y antes de dedicarse al humor estudió Abogacía. Sin embargo, el contexto político de Argentina lo obligó a un repentino cambio de planes. “Hice 11 materias de Abogacía y se pudrió todo”, relató, en referencia al Golpe de Estado de 1976, durante su paso por el ciclo Qué fue de tu vida. Luego, Brieva dejó sus estudios y trabajó como vendedor ambulante, empleado en Fiat Concord y hasta en la administración pública de su provincia. Dejó su empleo en 1983 cuando se unió a los humoristas Miguel Del Sel y Darío “Chino” Volpato, los dos profesores de educación física con los que creó el trío Midachi.

En 1998, Brieva compartió con Rada el elenco de la telenovela Gasoleros, una exitosa tira que marcó el debut de ambos en la televisión argentina. Para el especial “Rada: 80 años, 80 historias”, el actor recordó como fueron aquellos inicios y que eran “dos chacaritas” que no sabían ni usar los micrófonos corbateros. “Me acuerdo que él (Rada) venía (a Buenos Aires) con una valijita y un saco lila muy brilloso, éramos dos chacaritas en un hotel muy lujoso. Grabábamos toda la semana y él se volvía a Montevideo y yo a Santa Fe”, introdujo riéndose. “Era mi primera experiencia en televisión y la de él también, aprendimos mucho, porque éramos dos personajes que no sabíamos qué estábamos haciendo ahí, él venia de la música y yo del teatro”, relató. “Recuerdo muchas cenas, en una de estas él nos mostró un demo de ‘Loco de amor’. Me pareció la canción más linda, la tengo como parte de mi ADN musical”, dijo a El País.

En una de sus últimas entrevistas con El País, el año pasado, Dady Brieva contó sobre su difícil llegada a la capital argentina y como la mudanza lo afectó psicológicamente. “Tuve mucha lucha interna y hasta ataques de pánico. Fue en el año 88, cuando a mi papá le diagnosticaron Alzheimer y yo recién llegaba a Buenos Aires. Imaginate que mi viejo tenía un (Peugeot) 403 y yo andaba con un modelo BMW que recién había entrado a Argentina. Mi cara estaba en todos los carteles del teatro Lola Membrives, pero yo odiaba Buenos Aires, era una ciudad hostil”, introdujo el humorista oriundo de Santa Fe. “Estuve dos años pasándola muy mal, colgado de la palmera. Tuve que hacer mucho análisis, sufrí toda esa cosa de que nada es gratis en la vida y la culpa de haber rifado una familia, un proyecto que no salió bien porque me dediqué solamente a hacer Midachi y ganar plata”, prosiguió. “Después, uno va redefiniendo sus prioridades. No es fácil”, finalizó en aquella nota.

En 2012 Brieva y Mariela Anchipi oficializaron su unión. La pareja, que se lleva 20 años de diferencia, empezó su historia en 2003 cuando ella fue convocada para trabajar en un espectáculo del humorista. Mientras compartieron escenario, la “Chipi” esquivaba todos los comentarios que le hacía el artista. En 2016, durante una charla en el programa de Susana Giménez, revelaron que cuando ambos se conocieron, Brieva estaba casado y Anchipi tenía una relación de pareja. A pesar de estar a destiempo, el humorista le confesó a su entonces esposa que se había enamorado a primera vista. Con el tiempo, la personalidad de Brieva le permitió conquistarla y formaron una familia; tienen dos hijos.

Sus declaraciones sobre la crisis argentina y cómo los uruguayos la aprovechan en su rol de turistas causó revuelo en su reciente visita a Montevideo. Pero esta no fue su primera polémica. En 2015, criticó los precios que encontraba cada vez que venía a Punta del Este: “Yo siempre voy a Brasil. Punta tiene su historia, pero te rompen el cu... con arena. Yo (la plata) la tengo, pero no me gusta que me la choreen”. En 2018 protagonizó otro episodio polémico cuando fue invitado al programa PH de (Telefe) y auguró una catástrofe socioeconómica en la etapa final del gobierno macrista. “Quiero que realmente la pasemos mal para que no nos vuelvan a vender espejitos de colores”, lanzó ante la atónita mirada de los presentes.