ANALÍA FILOSI
El 2011 fue un año soñado para Rodrigo De la Sena. En televisión se lució en Contra las cuerdas y El puntero, siendo por esta última candidato al Martín Fierro a Actor Protagonista de Unitario. En cine, le tocó personificar nada menos que al general San Martín en Revolución, el cruce de los Andes. Y en teatro cosechó éxito de crítica y público por Lluvia constante. Precisamente con esta última obra del estadounidense Keith Uff, llega a Montevideo junto a Joaquín Furriel, para despedir el mes de agosto y recibir setiembre. Los dirige el talentoso Javier Daulte.
"Es una obra que venimos transitando hace muchísimo, llevamos recorridas aproximadamente 300 funciones", cuenta Rodrigo De la Serna de camino al aeropuerto, donde abordará un avión con destino a San Luis. Una de las tantas escalas que ha hecho con Lluvia constante, la obra que por primera vez lo acerca al teatro comercial y que por primera vez también lo tendrá como actor en Montevideo (Teatro El Galpón; 31 de agosto, 1° y 2 de setiembre). "Con teatro es la primera vez que voy. Estuve con el Yotivenco, en la Sala Zitarrosa, y fue una experiencia muy bonita", recuerda de la vez que se presentó por estos lares con el sexteto musical actualmente disuelto, pero del que no descarta un regreso en el futuro. "Lo extraño mucho. Extraño el candombe, la milonga y el tango. Siempre me acompañan. Estar arriba del escenario con los amigos es de las experiencias más intensas de mi vida, que más me llenaron en mi vida artística. La búsqueda de arreglos, los ensayos, compartir escena con gente que quiero, con los tambores, con las guitarras… Fue una de las cosas más maravillosas", dice de su carrera musical.
Su presente indica que pise los escenarios para transformarse en Dani, uno de los dos jóvenes policías, amigos desde niños, que protagonizan un interesante contrapunto en Lluvia constante. "Es un tipo que, a primera vista, de los dos, es el que tiene la moral mucho más corrida. Un hombre con muchísimos problemas, violento, sometedor, manipulador, policía corrupto. Llegó a conseguir muchas más cosas que su mejor amigo Rodo: tiene una casa, familia, hijos, sus televisores; pone todo casi en la misma categoría. Le toca transitar las calles de una ciudad que está en absoluta decadencia, como toda una sociedad", cuenta. "Fue un proceso creativo colectivo muy intenso. El personaje fue abordado desde ese lugar. No fue algo individual, fue un trabajo muy en equipo, muy entre Joaquín (Furriel) y yo. Son dos personajes que se complementan mucho y nosotros como actores también nos complementamos muy bien", agrega sin olvidar mencionar a la tercera pata del asunto, el director Javier Daulte. "Cuando me propusieron trabajar con él, que es uno de los directores que yo más admiro, uno de los intelectuales más importantes de Argentina, acepté de inmediato. Y más con Joaquín, que es un actor que admiro y respeto muchísimo también".
Es la primera vez que De la Serna y Furriel trabajan juntos. El primero traía toda su experiencia en el teatro independiente, mientras el segundo llegaba con un fuerte destaque en el teatro clásico. "El encuentro fue mucho mejor de lo que me imaginaba", destaca De la Serna. "Sigo a Joaquín desde hace mucho. Acaso, de mi generación, es el actor que más recorrido tiene en el teatro clásico. Poder trabajar con él en teatro fue un gran desafío, tenía que estar a la par del acontecimiento y la comunión fue inmediata". Y no sólo arriba del escenario. "Joaquín es un gran amigo, a esta altura diría un hermano. Después de tantas funciones juntos, el teatro te hermana o te enemista. Sobre todo en una obra como ésta, donde nos tenemos que sacar chispas permanentemente. Somos los únicos dos actores en escena y es una relación muy compleja la que plantea la obra. Se basa fundamentalmente en la rara amistad de estos dos personajes. Teníamos que mostrar esa intimidad del vínculo que viene de la infancia. En un mes y medio de ensayo nos abocamos fundamentalmente a llevarnos bien y creo que fuimos muy inteligentes en ese sentido. Terminamos llevándonos muy bien arriba del escenario y afuera también. Es de las personas en que más confío en este momento en mi vida. Nos complementamos muy bien. Todo lo que yo no tengo como actor, lo tiene él, y todo lo que él no tiene, lo tengo yo. Somos colores muy complementarios".
Colores complementarios que pintan de gran manera una obra muy actual y reflexiva. "Es una denuncia muy clara a una sociedad de consumo en evidente decadencia, que no sólo consume bienes materiales, sino también seres humanos, y los desecha a los márgenes de las grandes ciudades. La marginalidad en una gran ciudad, dos policías conviviendo y tomando decisiones imposibles, que siempre van a tener consecuencias nefastas. Es una obra que habla también de cuestiones más universales, como la amistad, el abuso, la lealtad, la traición", explica el actor.
Un buen año. El año pasado, De la Serna tuvo dos fuertes presencias en la pantalla chica: Ezequiel, el boxeador de Contra las cuerdas, y Lombardo, el joven villero que el Gitano (Julio Chávez) adoptó como hijo y que es una de sus dos mano derecha en su función de El puntero. Con este término se conoce al articulador político que, a diferencia de los dirigentes, está en contacto con el pueblo, del que recibe y atiende sus reclamos. De la Serna ha llegado a comparar a Lombardo con Dani de Lluvia constante, diferenciándolos apenas por la posesión de una placa policial. "Son dos personajes que están sumidos en la marginalidad. A Lombardo le tocó estar de un lado de la ley y a Dani del otro, pero los dos tomaron decisiones equivocadas y acertadas. Dani, como policía, también comete algunos delitos", apunta.
Confiesa que extraña a Lombardo. "Me sentí muy cómodo, muy libre con él. Fue de las cosas más lindas que me pasaron en mi carrera, sin duda. Ahora, a la distancia, lo valoro mucho. Con Dani también me pasó eso".
Gracias a esos personajes, el actor pudo cosechar varias nominaciones y premios. Por su criatura de El puntero, fue candidato al Martín Fierro como Actor Protagonista de Unitario, compartiendo categoría con sus compañeros de historia Chávez y Luis Luque, y con Guillermo Francella y Luis Brandoni por El hombre de tu vida. No se quedó con esa estatuilla (la ganó Chávez), pero sí con el premio Tato, que entrega la asociación de productores de TV. "Los premios son un reconocimiento. Uno está dentro de este juego y a veces tiene que bailar. Hay algunos premios que uno considera más que otros, por de quién vienen, de dónde vienen. En definitiva, el premio es el aplauso del público, la devolución del público. Ese es el mejor premio que tenemos. Por ejemplo, el Florencio Sánchez, que lo otorga la Casa del Teatro, es un premio muy lindo que atesoro mucho, me parece muy valioso", acota sobre el galardón recibido como Actor Principal por su labor en Lluvia constante.
Y para completar la tríada de escenarios, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina lo nominó al Premio Sur por su interpretación del general San Martín en Revolución, el cruce de los Andes. "Puedo hablar horas de eso. Todo lo que significó encarnar un personaje tan increíble, tan entrañable. Fue una figura muy tergiversada por la historiografía clásica argentina, que negó por ejemplo siempre sus vínculos y su afecto con Artigas. Empezamos a resignificar una figura importante con esta película, que es un poco consecuencia de todo un movimiento revisionista que hay en Argentina y de un movimiento de integración latinoamericana a nivel continental también. Esta película es un poco consecuencia de estos dos grandes movimientos. Ni que hablar que para mí fue de los desafíos más apasionantes e interesantes de mi carrera", remarca, sin olvidar que llegó a trabajar a las órdenes de Francis Ford Coppola en Tetro. "Fue una aventura interesante también, es un gran director, uno de los grandes maestros de la historia del cine. Tener la posibilidad de trabajar con él fue increíble. Más allá de algunas cuestiones domésticas que no resultaron fáciles de digerir, la experiencia fue positiva".
El cine le ha dado además otro gran premio, que es haber actuado junto a su hija Miranda en la película Antes del estreno, de Santiago Giralt. "Qué puedo hablar de mi hija, es la luz de mi vida. Es una persona de una generosidad y un corazón enormes. El trabajo que realizó en esa película es maravilloso, tiene mucho futuro. Si ella decide al final ser actriz, creo que le va a ir muy bien porque tiene un caudal expresivo y una inteligencia poco comunes. La verdad es sorprendente ver cómo resuelve escenas y planos secuencia una niña de 9 años. Bueno, sus padres son actores y algo habrá mamado", manifiesta con orgullo sobre el fruto de su unión, ya disuelta, con Erica Rivas.
Tiempo de cosecha. Es una realidad que los buenos trabajos traen los premios y la combinación de ambos, más y mejores ofertas laborales. "Estoy considerando algunas propuestas en cine que me están llegando. Empiezo con un unitario de Pol-ka, Tiempos compulsivos, y el año que viene voy a hacer Amadeus en teatro, donde me toca interpretar nada más ni nada menos que a Mozart, con Oscar Martínez en el papel de Salieri", anuncia.
Lo más inmediato estará en breve en la pantalla de El Trece y volverá a reunirlo con Javier Daulte, esta vez en su rol de guionista. Hablamos de Tiempos compulsivos, una historia coral que reúne a varios pacientes con distintas patologías (obsesión por el orden, la adicción al trabajo, los trastornos alimenticios y los de personalidad) que acuden al espacio terapéutico Fundación Renacer. Allí reciben tratamiento ambulatorio de un equipo de profesionales, interpretados por Fernán Mirás, Juan Minujín y Paola Krum. Carla Peterson, Gloria Carrá y Guillermo Arengo se encuentran entre los actores que están trabajando bajo la dirección de Daniel Barone. "Lo admiro muchísimo profesionalmente. Barone es un gran compañero, un tipo de una gran sensibilidad que pone mucho cariño en el trabajo", dice De la Serna sobre quien desde hace años es el director de los unitarios de Pol-ka (Poliladron, Verdad/Consecuencia, Vulnerables, Culpables, Locas de amor, Tratame bien, Para vestir santos, El puntero).
"Yo hago de un psicópata, mitómano, con muchos problemas y de una fragilidad notable", agrega sobre su personaje. "Tengo algunos amigos psiquiatras y psicólogos a los que consulto. También me ayuda lo que veo en la calle o personalidades que reconozco como psicopáticas, que es algo muy común en nuestras sociedades. Algunos hasta llegan a cargos políticos muy importantes. Se puede observar, estudiar, hay bibliografía, hay material interesante para leer y consultar también. Uno hace lo que va pudiendo, con las herramientas que tiene", explica sobre el proceso de composición.
En el debe le queda la película de Ringo Bonavena, esa que estuvo a punto de filmar. "Me quedé con unas ganas locas. Estuve un año entrenándome como un animal en el boxeo. Estaba pesando 90 kilos, ahora peso 73; había ganado mucha masa muscular. Lo tenía muy agarradito al personaje, iba a ser maravilloso. Todos recordamos lo que fue Ringo, una personalidad avasallante, muy carismático, con sus zonas muy impuras también. Una vida cinematográfica por donde se la mire. Desde Parque Patricios hasta el Madison Square Garden, una carrera impresionante. Pero no pudo ser", se lamenta.
Igual es consciente de que tiene mucho tiempo por delante para concretar sueños y metas. Eso sí, siempre sin olvidar su escuela, el teatro under, en el que se formó y al que vuelve de tanto en tanto como espectador. "En Buenos Aires hay una movida teatral muy, muy, muy grande. Hay más teatro que en Nueva York, es increíble lo que está pasando. Hay varios circuitos: comercial, musical, off, independiente. Y en todos ellos hay cuatro o cinco obras muy destacables, siempre. Da mucho placer ir, es muy recomendable de hacer", señala. ¿Alguna vez podría ser en el rol de director? "Me encantaría dirigir, tal vez alguna película. Soy joven aún, tengo 36 años, quién te dice. Tiempo hay".
Para lo que no le queda más tiempo es para abordar su avión, así que se despide recordando que el próximo contacto será en Montevideo, "con muchísimas ganas de compartir una obra tan querida".
LA OBRA
Dos policías, amigos desde la infancia, enfrentan acontecimientos que afectarán sus vidas para siempre. Texto de Keith Huff, en versión de Fernando Masllorens y Federico González del Pino. Funciones: viernes 31 de agosto y sábado 1° de setiembre, 21 hs. Domingo 2 de setiembre, 19 hs.