ENTREVISTA
Tuvo un ACV, dos infartos y hace humor; "estoy acá de regalo", dice el comediante que hoy es el "Canillita" de los Diarios Numerados de El País
Se llama Jorge Machado, pero en el mundo del stand up le dicen Machadinho, y cada declaración suya es un chiste. “Las marquesinas cuando se arman, y las pancartas que atraviesan la calle, normalmente dicen ‘Bienvenido Machadinho’”, dice entre risas. El comediante, que empezó de grande a hacer humor obtuvo una notoriedad gracias al rol de el canillita que aparece en las publicidades de los Diarios Numerados de El País. Sobre su estilo de hacer humor, sus inicios, la carrera que le da ingresos y la fama que ha cosechado gracias a la publicidad de El País, habló Machado con Sábado Show.
—Empezaste a hacer stand up de grande. ¿Cómo llegaste a ese estilo de comedia?
—Sí, empecé de viejo y cada vez estoy más viejo. Tuve un ACV, al año tuve dos infartos, y entre medio un paro, así que calculá que estoy acá de regalo. Empecé en parte gracias a Diego González, porque había ido a una excursión cuando Uruguay le gana a Argentina en Santa Fe, en 2011, y siempre soy dicharachero, y se divirtieron muchísimo. Uno de los amigos de mi hijo me dice: ¿y por qué no hacés stand up?, y no tenía idea de lo que era. Pensé que el curso de stand up era para armar un stand en el Prado. Al final me invitan a hacer algo sin saber. Escribí un monólogo, se lo mandé y me dijo que el stand up es otra cosa. Entonces hice el curso de Ernesto Muniz y Juan Pablo Olivera de Club de la Comedia. Lo hice en 2014 y acá estamos.
—Ahora estás en la publicidad de El País, con los Diarios Numerados. ¿Sentis que te dio algo de fama esa exposición?
—Sí, no esperaba la fama. Si hubiera sabido todos los problemas que me iba a traer, no hubiera hecho ese aviso.
—¿Por qué?
—Voy caminando por la calle y bajan los vidrios de los ómnibus y las mujeres me gritan: “Papito”. Ya corrí como tres o cuatro ómnibus y todavía no pude alcanzar ninguno. Incluso tengo miedo hasta que me secuestren. Igual, no tengo una cara como para que te impacte, pero en el barrio, en el supermercado me reconocen. También los familiares del interior, porque soy de Sarandí del Yi, me han mandado miles de mensaje felicitándome. Eso es lindo.
—Se piensa que la gente que hace stand up tiene menos de 30, pero vos sos la excepción, y encima ahora estás en una campaña publicitaria. ¿Qué más se puede pedir?
—Lo que quiero pedir es plata, pero no hay en este rubro. Cuando hice el curso fue como un hobbie, pero ahora me sale caro hacer stand up. Directamente no gano plata cuando voy al Comedy o al Garibaldi.
—¿No te pagan?
—Es que en un principio mi mujer me acompañaba. Iba conmigo hasta que llegó un momento que se aburrió. Te podés imaginar que en esto uno repite muchas veces lo mismo. Y nos cobraban 1.000 pesos por cuidarnos la casa cuando salíamos, y ella resolvió hace un tiempo que yo fuera, pero le dejara la plata. Entonces lo que me pagan es para mi mujer, yo no los veo. Encima a veces viene mi sobrina y también tengo que pagarle. A veces voy a lo que se llama un “Open mic” que es cuando uno va a probar la rutina, y claro que no te pagan, pero yo tengo que pagarle igual. Por eso es un hobbie, porque no gano nada, pero lo hago con muchísimo gusto. Yo salgo al escenario y soy feliz. Como todo comediante he tenido noches espléndidas donde salís y te dicen “ídolo”, te piden fotos y autógrafos, y otras que no sabés porqué el mismo chiste que rompe y genera aplausos en otro lado, no genera nada.
—Imagino que eso se ha de notar mucho en fiestas o casamientos que te contratan.
—Sí, hay una hora especial para esos eventos, porque si lo hacés después de la medianoche ya te encontrás con todos los mamados que quieren ser ellos los protagonistas.
—En tus rutinas hablas de tu vida y tus achaques de salud.
—Es que yo me nutro de todo lo que me ha pasado. Me río de lo que me ha pasado, del ACV y de cómo quedé. También de la vida de pareja. Son cosas que uno usa para hacer reír. Es indudable que uno intenta agregarle cosas, pero la vida te va dando motivos para crear distintas cosas. A mí hacer reír me da vida. Hay personas que hacen stand up y cuando están en la calle son personas serias, yo no. Yo voy a la panadería y desde que entro me miran con risa porque saben que los voy a hacer reír, cuando entro a la ferretería lo mismo. Es mi forma de ser, me sale de adentro.
—¿Y la patrona todavía lo aguanta?
—Tenemos la misma edad y yo la empecé a perseguir a los diez años, y la conquisté a los 19. Éramos la bella y la bestia, ella era la bestia y yo la bella. Mis amigos me preguntaban cómo lo logré, porque soy feo pero con personalidad. Era un pelagatos pero sin embargo la conquisté, y llevamos 45 años de casados. Igual, cuando me casé era el hombre de la casa, hoy soy María la del barrio, porque o te divorciás o sos dominado, es la ley de la vida. No solo me elije la ropa cuando me baño, también hasta la dentadura postiza que me tengo que poner. Los días que vamos a la casa de mi hermana me dice: “hoy te ponés la que tiene el diente de oro”, para que vean.
—Decís que la comedia es un hobbie, ¿de qué trabajás?
—Sigo trabajando con acrílico, pero ahora la cosa está complicada. Fabrico los acrílicos que se ponen en la puerta de los autos, el gotero, y lo hago desde hace 35 años. Se lo vendo a las casas de repuestos como Cimaco. Pero el proveedor de material hace meses que cerró y los importadores ya no tienen, así que hace como un mes que no tengo material por los barcos y la guerra y qué se yo. Es como que el carpintero se quede sin madera. En mi vida, desde que me casé he sido pintor de letras, de casas, hago fibra de vidrio. De cualquier rubro aprendí, me golpee y sigo. Me preguntan si sé hacer algo y digo que sí y después pienso para qué me metí, pero bueno, es la idiosincrasia de uno.
—Lo importante es hacer lo que le gusta.
—Sí, pero me doy cuenta que todo a mí me llega tarde. Hay personas a las que las cosas le llegan más rápido. Fijate que tengo 67 años y recién voy a ser abuelo. Lo voy a hacer porque le dije a mi hija “o me das un nieto o te publico por Mercado Libre”. Dicho y hecho, la publiqué y aparecieron como cuatro o cinco. Gracias a Dios, después de tanto tiempo me van a dar un nieto. No quiero irme sin conocer una nieta, porque ya se sabe el sexo. Tengo un amigo de Sarandí del Yi que tiene mi edad y cinco bisnietos. Él sabía que no era abuelo y me llamaba a propósito cada vez que le nacía un bisnieto. Lo hacía para buscarme la lengua. Una maldad imponente, pero ahora ya voy a tener mi nieta.
—Tal vez la nieta te rejuvenezca un poco.
—El espejo ya no me muestra las patas de gallo, me muestra el gallo completo, con plumas y todo. No soy de esos viejos que se hacen los nenes. Me parece que no te podés hacer el joven cuando los años los tenés.