Tiene una conocida carrera en la televisión argentina desde hace varias décadas. Diego Guebel es el cofundador de la emblemática productora Cuatro Cabezas, y ha producido shows emblemáticos como Caiga quien caiga, Masterchef y El Bar tv. En esta entrevista con Sábado Show, Guebel habla de su carrera y de los desafíos de hacer el reality El hotel de los famosos.
Diego Guebel, pese a su ajustada agenda (está terminando de grabar el reality El hotel de los famosos) se toma un tiempo para hablar con Sábado Show por la segunda temporada del exitoso reality que conducen Carolina “Pampita” Ardohain y Leandro “Chino” Leunis, y se emite, en Uruguay, de lunes a jueves a las 22.45 por la pantalla de Canal 4.
El creador de éxitos como El bar, Caiga quien caiga, El Rayo y Masterchef: Celebrity Argentina habla de los desafíos de la segunda temporada del divertido reality, el éxito y el tener que revalidar los títulos en cada programa nuevo.
—No es tu primer reality show. El año pasado hicieron la primera temporada de El hotel de los famosos, y antes hiciste El bar, hace algunas décadas.
—Siempre hay que revalidar los títulos. Lo que hiciste hace unos años atrás, si querés volver a hacerlo no podés porque cambió todo el contexto en este tiempo, pero igual es lindo hacer estos programas.
—Imagino que cada reality tiene su propio desafío.
—Sí, total. Sobre todo este. Ahora se estrena la segunda temporada, pero en la primera era un reality nuevo que empezamos de cero y conllevaba todo el desafío de lo que no sabés cómo va a funcionar, cuánto tiempo le podés dedicar a cada cosa. Para ser más clarificante, se va desarrollando en la medida que lo vas haciendo. Así vas descubriendo las cosas que funcionan y las que no.
—¿Cómo fue elegir esta nueva camada de participantes?
—Tuvimos la ventaja que la gente a la cual llamar ya sabe cómo funciona. Saber de qué se trata, simplifica para la búsqueda porque hay más gente dispuesta a participar. Para la primera temporada la gente nos decía: bueno, no sé, hace muchos años que no se hace un reality en Argentina y cómo va a ser, y cómo voy a quedar. Esas incógnitas que estaban en la primera temporada, ahora fueron certezas. Después lo que cambia un poco es el trabajo, las dinámicas para la gente que entró ahora y vio lo que pasó antes. Entonces tenés que ser más creativo con eso para poder sorprenderlos.
—Armaron un hotel en medio de Cañuelas, fue una apuesta arriesgada desde el primer momento.
—Sí, daba susto el primero. Fue toda una estructura muy grande y antes de estrenar no sabíamos qué iba a pasar con la gente. Es que no hay manera de apostar que al show le va a ir bien, porque tampoco podías armar una carpa. Apostás, vas con todo y nos la jugamos.
—¿Esperaban que el programa se convirtiera en un éxito?
—En televisión tenés que estar preparado para que te vaya mal y trabajar para que todo salga bien. Nosotros trabajamos en función de lo que estamos haciendo y lo que sabemos que debería funcionar. Igual, toda la experiencia de trabajo que tengas no te sirve para garantizar un éxito. Sí te sirve para no fracasar horriblemente porque aprendés a hacer las cosas. Ya tenemos una estructura armada, y lo que se hace es contrastar cómo funciona cada dinámica, todo eso que va debajo de todo lo demás. Después, de ahí a que sea un éxito, nada, no tengo mucha idea de cómo lo toma la gente. No es que hacemos encuestas para ver qué es lo que la gente quiere ver, porque tampoco creo que se podría hacer. La gente mira lo que le parece, le gusta y lo que viene después de lo que está mirando. No hay manera de anticipar si algo será un éxito pero funcionó bien porque es distinto de otros realities y es lindo todo el juego que se dividen el hotel entre los que laburan y los que disfrutan.
—Y el público no siempre elige a los que ganan la prueba y descansan.
—Sí, la gente a veces está del lado de los que trabajan. Esas son dinámicas que no son fijas, van cambiando y así vas aprendiendo. Pero eso se logra porque hay una estructura entre los juegos, la dinámica del hogar y los profesionales que están allá (José María Muscari, Juan Miceli, Christian Petersen y Gabriel Olivieri) que son los que presentan las dinámicas. Las mismas están pensadas desde antes pero tienen que desarrollarse con una dinámica propia.
—Has hecho realities en Chile como Masterchef. ¿Es igual hacer un programa para Argentina o Chile, o hay códigos que se manejan distinto?
—No, la diferencia entre El hotel de los famosos y Masterchef es que en uno es una competencia de talento y el otro un reality. Además, cuando cortan las jornadas de Masterchef, se van a la casa y con El hotel de los famosos cambia todo en ese sentido. Después, en relación con los países, el día uno que hicimos un formato diferente como fue Caiga quien caiga, en cada lugar nos decían: acá es distinto, acá hay otro tipo de humor, pero hay muchas cosas que tenés en común con la gente de cada lugar. Por eso casi todos los “Talent” y los realities funcionan en todos lados, Egipto, Tailandia, Uruguay y Estados Unidos. Entonces, hay una cantidad de cosas en común de las sociedades que tiene que ver con el esfuerzo, el talento, los méritos, los conflictos, ahí hay cosas en común. Después tenés cosas particulares de cada lugar, por las costumbres, pero la base del funcionamiento de los formatos tiene que ver con eso que mencionaba: la gente mira cosas parecidas en todos los lugares.
—El hotel de los famosos tiene como ventaja extra, que siempre es divertido ver a las celebridades saliendo de su zona de confort.
—Totalmente. Para mucha gente que idealiza al famoso, que lo ve como que trabaja de famoso y acá los ven trabajar de verdad. Al ser famosos se acelera la dinámica porque sabés quiénes son o te imaginás cómo son porque los conocés. No tenés que conocerlos hasta entender quién es cada uno.
—Recién hablabas de Caiga quien caiga, ¿a qué se debe el éxito de ese formato que se adaptó en varios países?
—Creo que porque representaba un poco la mirada de la gente desde afuera, y por poner a los políticos y famosos en el lugar de personas normales que no respondían como en un casette ciertas cosas. También porque había un ida y vuelta. Era un programa diferente que mostraba a los políticos de manera más “humana” si se quiere, pero funcionaba en ese sentido, con la diferencia de percepción entre lo que dice el tipo siempre y lo que decía en el programa, se jugaba un poco con la hipocresía. Y eso se repitió en todos los lugares.