Julio Frade cumplió 80 años a comienzos de año y se acaba de editar su libro biográfico Gracias, señor, con autoría de Ángel Atienza. En el texto, el multifacético artista aborda su extensa carrera y revela los entretelones del final de Decalegrón luego de 25 años los lunes en la pantalla de Canal 10.

La decisión de terminar el ciclo fue de Saeta y así lo relata Frade en el libro. También asegura que el recordado segmento "El Chicho" llegó a marcas históricas de más de 50 puntos de rating.

"Nos fuimos de Canal 10 con 22 puntos de rating. Nunca más tuvieron ese rating en ese horario y nos fuimos porque ellos no estaban contentos con el rating. O sea, suspendieron nuestro contrato. Se terminó. Por supuesto que después vino la crisis de 2002 que fue terrible. Así que igual nos hubiéramos ido, porque nosotros ganábamos muy bien", recuerda el actor y músico.

"No estábamos cansados, siempre vivimos de lo que creamos. Siempre. Fueron 52 años juntos", dice en relación al vínculo con los principales actores del elenco, entre ellos Eduardo D'Angelo, Ricardo Espalter, entre otros.

"Lo tomamos a mal", complementa. "Porque realmente fue injusto pero, por otro lado, hacía 25 años que estábamos haciendo Decalegrón, no son dos días. Somos muy amigos de los directivos de los canales, quedamos muy bien siempre con todos. Tuvimos muy buena relación porque a nosotros nos trataban como a estrellas. Yo me la vi venir mucho antes porque ya la gente de Canal 10 nos pedía que hiciéramos cosas tipo Tinelli y lo nuestro no tenía nada que ver con eso", añade en Gracias, señor.

Frade también relata los años en los que vivió en una mansión en Carrasco, pero ante la baja de sus ingresos y los costos de mantenimiento, decidió venderla.

"Tuve unos ingresos de dinero que fueron fabulosos. Cuando mis hijos eran chicos se criaron en una mansión. Una mansión en Carrasco. Carísima. Estaba en la primera cuadra de Carrasco sobre la calle San Marino", dice y añade que estuvo 11 años residiendo allí.

"Hoy, esa casa está a la venta en 1,6 millones de dólares", agrega para complementar que la propiedad contaba con un terreno de 1.500 metros cuadrados, piscina "gigante", cochera para tres autos y barbacoa con capacidad para 200 personas. Para el mantenimiento de la propiedad, necesitaba de mucamas y otros funcionarios.

"Me fui en el 2000 porque mantener esa casa me costaba cerca de 4.000 dólares por mesa y en esa época mis ingresos ya no permitían esa vida", relata.