Tiene poco tiempo y dice estar feliz en sus primeras horas en Uruguay. “Deseando ver un poquito, si me da el tiempo”, comenta entre risas. Susana Ballesteros, la voz del GPS, llegó a nuestro país para mostrar su faceta como cantante. Se presentó en El Callejón, acompañada por el guitarrista flamenco Esteban Gonda. “Por primera vez voy a presentar mis temas, además versiones que me gustan mucho, como ‘Volver’, ‘La Llorona’ y otras canciones, a mi estilo, a mi manera”, comentó a Sábado Show, en la previa de su presentación.
Oriunda de España, la artista ya regresó a Los Ángeles, donde vive desde hace 18 años y trabaja como actriz de doblaje, cantante y también la voz del navegador del auto.
—El acento no lo perdiste.
—Eso no se pierde nunca. Aparte, como trabajo con la voz, trato de mantener el acento, como de adquirir otros acentos. El de Uruguay es muy parecido al argentino, mi marido es de Buenos Aires, entonces lo noto muy familiar, muy cercano, pero tienen un toque suave y bonito al hablar.
—Sos conocida como “la chica del GPS”, ya que tu voz está en las aplicaciones para conducir. ¿Te aburre hablar de eso?
—Los otros días me preguntaron mucho eso, si me harta, y yo tengo mucha paciencia. Debe ser algún tipo de trauma que todavía no he sanado y el día que lo sane voy a mandar a todo el mundo a la miércoles, pero hoy soy Susana. Se acabó la cosa del GPS, soy Susana, canto, tengo otros colores pero de momento no me molesta. También agradezco que la gente le guste, recibo mucho cariño en redes, me siento afortunada. Aparte soy consciente del hecho de que ser la voz del GPS también abre las puertas para que la gente pueda escuchar mi música, mi parte más auténtica. Porque en la música soy yo, es mi letra, es mi música, es mi realidad puesta ahí, y a mi manera. Entonces agradezco que entren por la puerta del GPS y se queden por la música.
—También tenés videos virales, haciendo chistes a los conductores con tu voz. ¿Te piden muy seguido que uses esa voz?
—Sí, recibo muchos mensajes, y me cuesta decir que no, pero tengo que hacerlo, sino vivo mandando mensajes. No me gusta cuando alguno se ofende porque me pide un mensaje para su madre, o cualquier cosa, porque siempre hay un motivo muy importante para mandar ese mensaje, pero tengo una vida, responsabilidades, trabajo y tengo a mis hijas. Igual siempre intento responder todo porque me hace ilusión que se tomen el tiempo.
—¿Cómo empieza esta carrera de actriz de doblajes?
—Siempre me ha fascinado la voz. De pequeña decía que quería ser cantante, pero a la vez me gustaban mucho todas las texturas de la voz. Me gustaba escuchar con auriculares cuentos infantiles cuando era pequeñita, o canciones, y me fijaba mucho cómo pronunciaban, la textura de la voz, el tono, el timbre y lo que transmiten. Siempre me he fijado mucho en el sonido. Porque el sonido tiene algo mágico, te llega y te abraza, te toca y eso era lo que sentía cuando escuchaba esas canciones de pequeña. Además, de pequeña tenía miedo a la oscuridad, entonces me ponía esos cuentos y canciones por la noche, y me hacían sentir acompañada. Por eso cuando canto, trato de que la otra persona se sienta así, acompañada y querida, como yo me sentía cuando escuchaba eso. Luego estudié periodismo y en una práctica de radio me escuché en el micrófono y me enamoré de la voz y del mundo sonoro de la voz humana. Empecé a trabajar en radio e hice un máster de radio, pero no me atrevía a hacer doblaje en España porque dicen que es un círculo muy cerrado. Así que no fue hasta que viajé a Los Ángeles que empecé a trabajar como locutora y haciendo doblajes comerciales con un acento neutro. Empecé a trabajar, conseguí agente, manager y empecé a trabajar como locutora, además de periodista, en Los Ángeles.
—¿Y cómo te convertiste en la voz del GPS?
—Un día me llegó un casting, no sabía para qué era y me acuerdo que lo grabé desde casa. Estaba resfriada, cansada y embarazada, y todo lo que no podía pasar, pasó. Lo mandé igual, pasé a la siguiente ronda y así hasta la última. Al último casting fui el día que salía de licencia por maternidad, y me lo dieron. Había muchas personas y por la panza del embarazo me destacaba. El caso es que me lo dieron y me hizo mucha ilusión porque es un trabajo que mi voz, que lo hago con mucho cariño y pensando en la gente que me escucha siempre, que realmente llegue a la gente de todo el mundo, y de todas las edades. Porque hay niños que me escuchaban en el auto de sus padres y ahora tienen auto. Eso es muy loco. Ahora entro a un auto con GPS y es como escuchar tu voz en una casa ajena, en un coche ajeno.

—¿Qué tuviste en cuenta a la hora de hacer esa voz?
—La verdad que lo hice con mucho cariño, tratando de imaginarme al taxista que está harto de estar en el tráfico con el estrés y decirle con un tono tranquilo “está todo bien”, “estás acompañado”. Disfruté mucho la grabación, con el equipo que había. Hacíamos descansos y jugábamos al Catán. Porque tenía que descansar la voz para que sonara bien, entonces nos tomábamos nuestros descansos, dejábamos la partida a medias, y seguíamos.
—Con el surgimiento de la inteligencia artificial y sus aplicaciones, ¿cuál es tu pronóstico de eso en relación a tu trabajo?
—La inteligencia artificial es un animal gigantesco y requiere una responsabilidad que no sé si la hemos alcanzado: el poder limitar el uso de la inteligencia artificial y que no haya perjudicados, ni el usuario ni los profesionales. Me preocupa que nos roben las voces y las usen en cualquier lado. Quiero que el usuario también sepa cuándo es una inteligencia artificial y cuándo no. Me preocupa mucho que estén potenciando que cada persona se grabe, lea un fragmento, se grabe en su móvil, ¿para cuándo se quede sin voz? Que el móvil tenga su voz y quede registrada para cualquier cosa, y que la gente pueda firmar contratos de usuario de que presta su voz para uso, ese tipo de cosas me preocupan mucho, y siento que la legislación, aunque se está tratando, a nivel práctico es muy difícil de lograr. Entonces hay que ir adaptándose al mundo en el que vamos a vivir, e ir preparándose para no poderte fiar de nada de lo que escuchas, ni nada de lo que veas. Vamos a tener que estar un poquito más atentos a lo que escuchamos. Igualmente tengo la sensación de que con este auge de la inteligencia artificial, se van a valorar más las voces más humanas, más rasgadas, imperfectas, que a lo mejor pronuncien mal, que no vocalicen perfectamente, para que tenga algo humano. La gente va a estar deseando algo humano. Creo que las cosas más caseras, lo que es más artesanal, lo más humano, es lo que va a prevalecer. Porque habiendo tanta tecnología perfecta, lo más auténtico quizá tenga más valor.
-
El inusual festejo de cumpleaños de Maxi de la Cruz en Argentina: lo sorprendieron en un camarín y así reaccionó
La idea extrema de Martín Fablet, damnificado por Conexión Ganadera, para intentar recuperar los fondos
A los 24 años murió un tiktoker de Turquía famoso por sus retos extremos de comida; quién era Efecan Kultur