Fernando Marguery: la interna de "Esta boca..." y su historia familiar como padre de una hija con discapacidad

Su último debate con Fernando Pereira terminó con una apuesta "no muy amistosa". Revela los motivos del deterioro en la relación con Victoria Rodríguez y se anima a hablar de su principal preocupación.

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Fernando Marguery.
Foto: Leo Mainé.

Fernando Marguery, de 62 años, periodista y gerente de Radio Rural. lleva algo más de dos años como panelista de Esta boca es mía (Teledoce) y ha protagonizado diversas e intensas polémicas, en especial con representantes del Frente Amplio. Cuenta que en su última visita al programa hizo una apuesta con Fernando Pereira y revela los motivos del deterioro del vínculo con Victoria Rodríguez. Cree que la campaña que se viene será muy dura y ya tiene decidido su voto. Además, cuenta su historia personal y familiar para ayudar a Sofía, su hija de 37 años que padece de una discapacidad severa.

—Sos gerente de Radio Rural, que cumplió 80 años recientemente y el año pasado y en sociedad con Campo TV, lanzaron el canal CRTV. ¿Cómo definirías este momento del medio?

—Radio Rural es hija de su tradición y su historia. La fundó en 1943 Domingo Bordaberry (abuelo de Pedro y padre de Juan María) pero no lo hizo por motivos políticos. En aquel momento había un enfrentamiento porque se entendía que la Asociación Rural del Uruguay (ARU) no defendía los intereses de los productores chicos. Bordaberry empleó la radio como medio de comunicación para reflejar y atender a esos productores más pequeños. En otros micrófonos creció el fenómeno Chicotazo (Benito Nardone), quien tuvo luego proyección política. Desde hace casi 20 años, la emisora pertenece a la colectividad armenia pero mantiene esa esencia vinculado a lo productivo y en especial, al productor chico y el trabajador rural. El canal CRTV nació en sociedad con Campo TV. Si bien tiene mucho de lo productivo y transmitimos en dúplex varios programas de la radio, también hay contenido de interés general, como el programa Hacemos lo que podemos o Historias de mar y sierras, entre otros.

—¿Se ve por DirecTV?

—No solamente. Estuvimos un año exclusivamente en DirecTV pero desde febrero comenzamos a generar acuerdos con varios cableoperadores del interior y en estos días cerramos un acuerdo con las empresas de Montevideo de cable. Aunque no tenemos una gran capacidad de producción, CRTV está creciendo mucho y nos tiene muy conformes.

—Llevás casi 40 años en Rural, ¿es tu trabajo más estable?

—Sí, en el tiempo sí. Pero hice mil cosas. Trabajé en muchos medios de comunicación, en La Mañana, en Crónicas económicas, en Canal 5 y ahora en Canal 12 con Esta boca es mía, a donde llegué hace dos años por recomendación de Alfredo García. A él, en la radio, lo tenía de panelista y chocábamos mucho porque tenemos pensamientos muy distintos. Pero eso nunca afectó lo personal, al punto de que fue él quien me recomendó. También participé de varios emprendimientos comerciales vinculados a lo agropecuario pero hoy solo me dedico a la comunicación.

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Fernando Marguery.
Foto: Leo Mainé.

—Sos un periodista de dar opinión y esa condición, sumado a la exposición por Esta boca... te ha generado varios enfrentamientos. ¿Te ubicás en un lugar partidario?

—No, yo he tenido cruces con gente de todos los pelos, con representantes de Un solo Uruguay, con quienes también tengo una cantidad de afinidades. Tuve un cruce muy duro con Felipe Schipani del Partido Colorado, con Martín Lema del Partido Nacional, con Santiago González, a quien le dije mentiroso al aire. Es cierto que choco más con líderes del Frente Amplio porque tengo mayores diferencias. Cuando a mí me acusan de “ militante” o “te paga el gobierno”, yo rechazo todo eso. A mí me pagan mis empleadores de Esta boca..., la productora y el canal, y yo no defiendo los intereses más allá de los míos y lo que pienso.

—El último encontronazo fuerte fue con Fernando Pereira, quien te acusó de “provocador”. ¿Cómo se vivió el clima en el estudio ese día?

—Creo que él vino predispuesto. Apenas le señalé que había dicho algo falso que era que los uruguayos iban a perder salario real al final del período, ya me saltó. No puede adelantarse porque el período de gobierno no terminó y además, varios sindicatos ya arreglaron y con recuperación salarial. Fuera del aire me terminó apostando un botella de whisky, aunque después lo cambió a un vaso, que al final del gobierno iba a haber pérdida del salario. Yo le dije que si perdía, le daba dos botellas de whisky. Y a mí que no me diera nada en caso de ganar porque yo no tomo alcohol.

—¿Así que fue un final distendido?

—No tanto. No fue una apuesta dicha en términos muy amistosos, digamos.

—¿Te consta que hay figuras de izquierda que no quieren ir al programa por tu presencia?

—Lo dijo el propio Pereira al aire. Opinó que en un momento nos íbamos a quedar sin invitados de izquierda... Él mismo dijo que prefería la gripe a venir a Esta boca es mía... No sé qué habrá querido decir. Es un problema de ellos si van o no van. Yo actúo igual con todos: cuando considero que están falseando o torciendo los datos a su favor, lo hago notar.

—Es aquello del “dato mata relato”...

—Sí, está un poco gastada la frase pero si veo que alguien manipula, dice falacias, voy a la fuente y a los datos y confronto. Yo no me puedo quedar callado y dejarla pasar. También me molesta el discurso míope. Fernando Pereira, por ejemplo, se quejó de que el Frente Amplio heredó en los 2000 un Banco Hipotecario con 200 millones de dólares de déficit. Es verdad, pero ¿y Ancap? Eran 1.000 millones de dólares de déficit. Entonces, decí una cosa pero también la otra. Sé honesto.

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Fernando Marguery.
Foto: El País.

—Se viene la campaña electoral, ¿cómo crees que será?

—Durísima. Porque el Frente Amplio está en campaña hace rato. Militó la pandemia, las ollas populares, la carestía, después la sequía, el agua salada... No hay cosa que no milite.

—Se puede decir que la coalición militó la inseguridad...

—Es verdad. Pero tenía argumentos con qué hacerlo. La inseguridad crecía todos los años, los delitos se multiplicaban y el Frente Amplio mantuvo casi 10 años al mismo ministro. Yo no veo mal que se utilicen políticamente los errores pero cuando son realmente errores. No inventes fantasmas donde no los hay.

—¿Qué crees que va a pasar en las elecciones 2024?

—Va a estar difícil. A este gobierno le pasaron cosas y no solamente hablo de la pandemia y la seca. Hubo errores u horrores, como el caso Astesiano, que lastima. Lo que sucedió con Santiago González, también el caso Penadés, que está en la justicia y se verá cuál es el desenlace... También hay un montón de otras variables: en las elecciones pasadas, Sartori reunió 100.000 votos, ¿repetirá? ¿Volverá Cabildo Abierto a conseguir las mismas simpatías? Son todas interrogantes. De todos modos, pienso que va a estar peleado.

—Ya se perfilan candidaturas, ¿tenés definido tu voto?

—Lo mío es muy fácil: se va a definir entre el Frente Amplio y otro. Yo voy a votar por el otro.

—Cuando han aparecido cuestionamientos a tu trabajo en Esta boca es mía, siempre decís que tu permanencia allí depende de tus empleadores, la productora Kubrick y Canal 12, eventualmente. ¿Te han señalado algo en este tiempo?

—No, yo trabajo con total libertad de pensamiento y expresión. He tenido señalamientos por temas formales: hablo mucho, interrumpo y hago difíciles las cosas a la conductora. Lo reconozco. Habíamos instrumentado con Victoria (Rodríguez) que ella me hiciera una seña con la mano para que yo parara pero muchas veces no puedo. Cuando estoy en una discusión, defendiendo una idea o rebatiendo una falsedad, no me permito parar. Vengo de la radio también, donde los tiempos son otros. Quizás no soy una persona televisiva.

—¿Esos aspectos formales fueron los que de algún modo deterioraron el vínculo con Rodríguez?

—Sí, después de un cruce muy fuerte que tuve con (Edgardo) Ortuño, ella al otro día hizo un editorial. Se molestó y yo me sentí aludido. Hasta ese momento teníamos una relación muy fluida, con muchas conversaciones fuera del aire, casi una amistad. Después, ella decidió que el vínculo no siguiera de la misma forma. Se ve que las cosas llegaron a un punto en que, por mi comportamiento en el programa, no me toleraría más ciertas cosas. Consideró que yo no estaba comportándome bien con ella, que no respetaba su trabajo y la verdad lo lamento. Yo reconozco que soy difícil, que quizás soy egoísta en términos televisivos, pero la pasión me subleva. Cuando estoy enfrascado en un debate y considero que me están mintiendo o descalificando, yo no puedo parar.

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Fernando Marguery y Victoria Rodríguez durante el lanzamiento de una muestra de ella, en marzo.
Foto: Archivo.

—¿Te definirías ideológicamente como de derecha?

—Primero, que me definan qué es ser de derecha porque hay gente que la demoniza y la asocia a las dictaduras o al nazismo. Yo soy un liberal. Creo en la libertad y el respeto por el proyecto individual de cada persona. Pero también es difícil la libertad: es mucho más cómodo que te digan lo que tenés que hacer a tomar las riendas de tu vida y tomar decisiones. Ser libre es también ser responsable de lo que hacés y de lo que te pasa. Por eso mucha gente vota al Frente Amplio, porque en el fondo no quiere ser libre, quiere que le den todo digerido. Hay razones históricas también: la estructura mental del uruguayo es socialdemócrata, con fuerte presencia del Estado, con monopolios. Yo voy en el sentido contrario: es arriesgado pero mucho más lindo ser libre.

—Si el día de mañana, el Frente Amplio vuelve al poder, ¿crees que tendrías problemas en los medios donde trabajás?

—No sé. Ni me lo planteo. Yo vengo opinando de este modo, en la radio, desde hace muchos años. Gobernaba el Frente Amplio y para mí el peor presidente de la historia (sacando las dictaduras) que fue José Mujica y yo lo decía en la radio. Claro que Esta boca es mía tiene otra visibilidad y eso llegó mucho después.

—En el marco de una cruce de versiones con Mónica Willengton sobre tu trabajo en los '90 en Canal 5, ella hizo mención a una situación familiar tuya.

—Yo tengo una hija con una discapacidad. Sofía tiene 37 años y su diagnóstico es TGD (trastorno generalizado del desarrollo). No suelo hablar de ella ni mucho menos utilizarla para victimizarme. No sé muy bien por qué la señora mencionó esa situación. Sofi es una niña eterna, pura, una dulzura de persona pero tiene dificultades para hablar y de comprensión, no maneja bien la orientación de espacio y tiempo, necesita apoyo para alimentarse, para vestirse, para acostarse... Tiene cierta independencia pero la verdad es que necesita apoyo de por vida.

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Fernando Marguery.
Foto: Leo Mainé.

—En ese contexto de tu historia personal, ¿no te vendría bien un poco de estatismo? ¿Que el Estado te ayude?

—De estos casos, el Estado se ocupa muy mal y con poco. Sofi y las personas como ella reciben una pensión de 11.000 pesos. Es una ayuda, pero ¿qué se puede hacer con eso? Los centros públicos y también muchos privados para atender esta problemática son un desastre, son espantosos. Con la madre, mi exesposa, hemos recorrido todos los lugares, y la mayoría fueron malas experiencias. Ahora hace cinco años que Sofi vive en el Hogar Sarandí de Colonia Valdense, que es modelo a nivel internacional. Encontramos allí un lugar donde ella está contenida y feliz. Tuvimos nuestros cuestionamientos al llevarla pero vemos que ella progresa y se quiso quedar desde el primer día. La voy a ver todas las veces que puedo, al igual que la madre. También nos las llevamos en las vacaciones.

—¿Cuánto te marcó esa situación en tu actividad laboral?

—Como saben todos los padres de hijos con discapacidad, esta es una situación que te desangra económicamente. Gastás toda la plata que tenés (y la que no también) para ayudar a tu hija. Con la madre nos matamos trabajando toda la vida y nos seguimos matando para mejorar en lo posible el desarrollo y calidad de vida de Sofi. Hemos gastado toneladas de plata en foniatra, psicomotricista, psicopedagogo… muchas veces inútilmente porque no hubo progreso ninguno. No me quejo ni hago responsable a nadie, mucho menos al Estado. No me hace esto mejor persona tampoco. Es lo que me toca vivir y lo afronto desde el primer día. El lugar donde está supone un esfuerzo económico brutal que mientras podamos pagar lo hacemos con gusto. Mi mayor preocupación es qué ocurrirá con Sofía cuando yo no esté. Tengo otros dos hijos grandes pero no me parece justo trasladarles nuestra responsabilidad. La madre y yo tenemos que intentar dejar algo que le permita a Sofía mantener su calidad de vida. En eso estamos.

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