Redacción El País
Aunque de niña deseaba estudiar violín, no lo pudo concretar porque en su Sayago natal no había escuelas de música, así que terminó haciendo taekwondo por decisión de su madre. Florencia Infante cursaba Ciencias Sociales cuando se enfermó de meningitis y entendió que la vida son dos minutos, y se la jugó por su vocación real: la actuación.
Estudió en el Instituto de Actuación de Montevideo (IAM), formó su propia escuela de improvisación, género que llevó como bandera durante décadas, y hace unos años se animó al unipersonal. Se ha permitido varios lujos en su carrera: llenó el Sodre, publicó el libro La fiesta de los nadie y fue dirigida por Edú "Pitufo" Lombardo en el Carnaval 2023.
Infante fue, además, la única mujer del staff del extinto Segunda Pelota (Océano FM) y hoy está al frente del magazine matutino de TV Ciudad. El viernes cumple 42 años y, por eso, van estos cinco datos que quizás desconocías de la actriz y comunicadora.
Cristian Castro fue a su show
Supo ser la vicepresidenta del club de fans de Cristian Castro en los noventa, cuando no había redes sociales y su diversión se limitaba a recortar sus fotos de las revistas e intercambiar material con otras fanáticas en la puerta del INJU cada domingo.
Incorporó a su unipersonal Flor de verano la canción “Lloviendo estrellas”, mostró fotos de esa época de vicepresidenta, y pudo decir sueño cumplido cuando, dos años atrás, el cantante mexicano se apersonó en el Undermovie para ver su espectáculo.
En cada función, Infante pedía que la filmaran y arrobaran a Castro, y gracias a esa exitosa campaña logró que él contestara “Canta bien esa chavita”, y luego estuviera entre el público. “La vida es como el 5 de Oro y siempre da revancha. Cristian Castro, ¿estás acá?”, preguntó esa mágica noche donde terminó compartiendo escenario con su ídolo. Y no fue la única vez: cuando el músico dio su show en el Antel Arena, la invitó a subirse y cantaron juntos “Si me ves llorar por ti”, “Amantes de ocasión” y “Una y mil veces”.
Buscó a su padre al cumplir los 18
De niña, dijo en una nota con La Diaria, solía preguntar por qué su padre no estaba, y nunca recibió respuestas, así que con 18 años tomó cartas en el asunto y decidió hacer algo para conocer su historia. Quería escuchar otra campana para poder, al menos, mandarlo al diablo. Fue al Ministerio de Relaciones Exteriores y dijo: “Soy hija de esta persona, sé que está en España”, porque todos los datos le daban ese indicio.
“Ellos avanzaron, él me llama y me paga un pasaje. Voy, me reencuentro con él. Tenemos una charla muy intensa en la que acepta, escucha y dice, y yo le digo un montón de cosas, y desde ese día hasta el 2 de abril de este año, que se murió, no le puedo reclamar nada”, contó en esa misma nota.
Tuvo meningitis a los 21 años
El diagnóstico de meningitis transformó la vida de Infante. El proceso de recuperación fue largo: pasó mucho tiempo acostada, tuvo que volver a aprender a caminar y se replanteó el futuro. Por ese entonces, cursaba Ciencias Sociales y sintió una desconexión con la carrera: “No me costaba, pero tampoco me vibraba el cuerpo”, dijo a Montevideo Portal. “Me cuestioné un montón de cosas: ¿por qué estoy haciendo esto?, ¿en qué se me está yendo la vida?”, reflexionó en PH.
Tras su recuperación, dejó atrás el mandato familiar y decidió seguir su verdadera vocación: la actuación. “Cuando entré el primer día a la IAM, sentí como una ebullición en el cuerpo y dije: ‘Es acá, este es mi lugar’”, afirmó a Montevideo Portal. Pasar tanto tiempo internada la llevó a ser consciente de que el tiempo vale oro y hay que jugársela: “Donde sientas que no es, andate de ahí. La vida, de verdad, son dos minutos”, expresó en PH.
Cumplió un sueño murguero
Como digna oriunda de Sayago, el barrio donde nació Contrafarsa, su sueño era ser dirigida por “Pitufo” Lombardo y lo cumplió en el Carnaval 2023, lo que coincidió con su debut en la categoría murga. “Era impensado y estoy ahí. Siento que di vuelta la maquinita”, confesó aquel febrero a El País. Ese año también se dio el lujo de cupletear con Marcel Keoroglian y “Lolito” Iribarne, otros ex Contrafarsa, y aunque no levantaron la copa (salieron segundos), quién le quita lo bailado.
“Soy una gurisa de Sayago criada a puchero y Contrafarsa. Siento que represento a un montón de mujeres y niñas que quisimos salir en Contrafarsa”, expresó ilusionada en esa misma nota.
Practicó taekwondo en la niñez
De niña soñaba con estudiar violín porque sentía que ese instrumento la elevaría. Sin embargo, no había academias de música en su Sayago natal, así que con 10 años su madre no tuvo mejor idea que inscribirla en taekwondo. Lejos de rebelarse ante aquella decisión unilateral, practicó este arte marcial durante mucho tiempo.
Eso sí, eligió nunca llevar un cinturón porque le interesaba más la técnica y el entrenamiento que el combate propiamente dicho. De esa época, por ejemplo, le quedó una enorme capacidad para estirar y un fuerte temperamento. Un dato curioso: cada vez que se enfrentaba a un compañero y lanzaban patadas y golpes, ella se retiraba con rapidez porque no quería participar en la pelea.
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