—¿Por qué sos la “tormenta”?
—Cuando empecé a trabajar este espectáculo, tenía la sensación de que en mis shows anteriores yo lograba decir cosas muy lindas y muy graciosas, algunas muy emotivas, pero quedaban en la superficialidad. A veces profundizar en algunas cosas es doloroso, porque la comedia es tragedia con distancia por definición y yo no me animaba a dar ese salto, que tiene que ver con la calidad y la potencia en el discurso. Ahí me apareció el concepto de tormenta como algo potente y al mismo tiempo nacido de la contradicción: en el clima se produce del choque entre un frente frío con uno caliente y en la vida, los choques internos pueden ser muchos. En mi caso, primó la contradicción entre lo que quise y quiero ser y hacer y el mandato de lo que debería ser.
—Dirías que tus principales contradicciones pasan por ahí...
—Todos vivimos en contracción, más allá de cómo la llevemos: la trama de nuestra vida está marcada por el conflicto. nadie está todo el tiempo en armonía y coherencia. En mi caso yo tengo 40 años y formo parte de una generación en la que tenías que hacer una carrera o proveer de alguna manera. No importaba mucho lo que vos querías hacer. Hoy, por suerte, ese mandato no lo estamos trasladando de forma tan pesada a nuestros hijos. Mi historia arranca por ahí y así lo cuento a lo largo del espectáculo. Porque siendo mujer, además, y en un contexto donde no estaban dadas las condiciones para que fuera artista, lo logré. Yo no tengo a nadie en mi familia en medios de comunicación, ni estaban dadas las condiciones económicas en mi casa. Pero bueno, habité esa contradicción hasta que lo intenté porque no está muerto quien pelea. Tampoco quiero dar el mensaje de que quien se esfuerza lo logra, porque muchas veces uno se esfuerza y no lo logra. Está el sueño pero también están las personas que en el camino van dando una mano. Como mamá siento que mi legado es ser feliz en trabajo que amo y siempre soñé. Seguramente mis hijos no hereden nada material de mi parte, pero sí ven a una mamá ser feliz, creo que eso termina importando más que si les puedo dejar una casa o un auto. Importa más que crezcan en valores y que sepan que los sueños se construyen y se trabajan.
—Durante el show también hacés referencia a la soledad.
—Sí. Me dieron ganas de hablar de la soledad bien entendida. Creo que en general le adosamos a la soledad, un concepto de dolor. Pero no necesariamente la persona que está sola, está triste. Se puede ser feliz y estar solo por elección.
—¿Es tu caso?
—Se puede decir que sí. Yo elijo no estar con cualquier persona para no estar sola. De un tiempo a esta parte esa es mi elección, no solamente en términos de pareja, sino de trabajos o amistades. Soy muy cuidadosa del aquí y ahora: a qué o a quiénes le entrego mi energía y mi tiempo, que es lo más valioso que tenemos. A mí me encantaría estar en pareja, pero no a cualquier costo. Hay valores que descubrí en mi camino de soledad y de libertad que tienen que ver con mi identidad, mis sueños, mis deseos y proyectos que no los negocio por estar con alguien al lado. He escuchado a mucha gente de mi edad decir: “Yo me conformo con…” Y yo no me conformo. Yo quiero que todo lo que habite mi vida, sea una pareja, venga a nutrirla y no a ponerla en duda.
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—Hablás de conceptos pesados, ¿cómo se inscriben en el marco de una comedia?
—Una comedia descacharrante, con mucha risa para que no duela nada. Decimos todo esto sin dolor. Y en el final ocurre algo mágico y es que hacemos llover. Por eso este es un espectáculo muy ambicioso desde el punto de vista técnico y desde lo artístico, la aparición del agua aparece como un ritual liberador, sanador. Me pareció muy gráfica la imagen final de la mujer bailando bajo la lluvia sanando a todas las mujeres. Ya lo hicimos el año pasado en el Sodre y en Movie. Todas las veces llenamos y ahora se viene la última función. Esperemos que el público también acompañe.
—En otros aspectos también ha sido un año movido para vos. Finalizó un Carnaval donde fuiste una de las integrantes de La Gran Muñeca, ¿qué te dejó la experiencia?
—Representó otro de mis sueños cumplidos. De niña yo seguía a la murga de mi barrio, Sayago, Contrafarsa, donde actuaban Marcel Keoroglian y Pitufo Lombardo. Hoy me tocó salir con ellos. Fue impresionante porque esos ídolos eran mis compañeros y trabajamos igual a igual.
—¿Cómo te llevás con la faceta competitiva del Carnaval?
—Yo soy muy profesional, responsable y no me gusta perder a nada pero básicamente yo compito conmigo misma, para mejorar. No tengo ni idea del concurso de Carnaval, de los rubros, los puntajes. Obvio que ninguno de los conjuntos que salimos en Carnaval salimos a perder. Pero yo me quedo con el proyecto artístico que fue hermoso y la pasamos muy bien. Y además, sacamos un segundo premio.
—En marzo también te integraste al magazine de TV Ciudad, Ciudad viva. ¿Qué te va dejando este nuevo ciclo televisivo para vos?
—Estoy muy feliz. Fito (Galli) es un divino y Tania Tabárez es una genia. Nos fuimos ensamblando y conociendo poco a poco en los pilotos y ahora sobre la marcha. Estamos muy contentos y con ciertas libertades propias de un canal público, donde no hay preocupaciones que existen en canales privados vinculadas a asuntos comerciales o exigencias de rating. Estamos haciendo un programa de tremenda calidad con al menos tres invitados por día. La gente nos está acompañando y ojalá que dure un montón porque es lindo tener esa libertad pero al mismo tiempo con estabilidad. Yo vengo de muchos años en los que nunca dejé de laburar pero también con mucho cambio y mucha inestabilidad.
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—¿Eso fue lo que pesó mayormente para aceptar el ofrecimiento de TV Ciudad? Porque estabas en Canal 10 donde había planes de continuidad.
—Yo estaba en Canal 10, al que siempre voy a agradecer por la mano que me tendió en el momento justo, en plena pandemia. Podría haber seguido con mis participaciones en Subrayado. Pero de TV Ciudad me ofrecieron lo que yo siempre había querido hacer, que es conducir de lunes a viernes un programa. Al mismo tiempo, la propuesta tenía mucho de riesgo, pero mi corazón decía que tenía que aceptar.
—Las diferencias de audiencia entre un canal público y otro privado suelen ser grande. ¿Te planteaste que podrías tener una pérdida de impacto de tu trabajo al pasar al canal de la Intendencia?
—Todas esas preguntas me las hice, pero la corazonada me decía que tenía que aceptar el desafío.
—También está el factor político. TV Ciudad suele ser blanco de críticas por un aparente uso partidario de sus contenidos…
—Lo que puedo decir es que tanto yo como mis compañeros estamos muy tranquilos haciendo el mejor producto que podemos hacer. Nosotros hacemos un programa de televisión y no un acto de militancia. Mi visión política es clara y la gente la puede conocer, seguir o discrepar, pero yo no milito en mi trabajo. Eso lo dejo para la calle o para otras instancias. En todos los trabajos que tuve y trabajé en todos los canales, además de en Océano FM, nunca un gerente o un director me bajó línea sobre lo que tenía que hacer o decir. Pasa lo mismo en TV Ciudad. No siento ninguna presión. Yo soy como soy.
—Junto a Lucila Rada fuiste una de las anfitrionas del festival “Acá estamos”.
—Sí, fue impresionante tener a 60.000 personas en la palma de la mano. El público nos recibió muy cálidamente y nos sentimos muy respetadas y cómodas en ese rol de conductoras desde el escenario.
—El evento fue muy cuestionado también con argumentos políticos. ¿Cuál es tu visión?
—Más allá de la discusión en sí, que puede ser válida, me parece que el mensaje más importante que se dio es el de derribar aquel mito de que las mujeres “no cortan entradas”. También me pareció muy inteligente y apropiado el nombre “Acá estamos”, como una señal de visibilidad. No es verdad que las mujeres no convoquen. Están ahí. Solo hay que ir a verlas. Sobre el tema de fondo, la cultura es fundamental porque democratiza a todos y a todas en una sociedad. Entonces que se haga un esfuerzo por facilitar el acceso a determinados tipos de espectáculo, me parece valorable siempre. También entiendo que desde la otra vereda puede haber cuestionamientos válidos y está bien la discusión. Yo también me cuestioné, pero después de ver las imágenes del Festival, la felicidad de los que fueron, me parece que todo eso tendría que ganarle al discurso de odio que muchas veces se genera en este tipo de controversias. A mí me parece fundamental responder con amor al odio. Yo puedo sentarme en la misma mesa a discutir con cualquiera de política, de salud, de educación o de lo que sea, pero desde un lugar de respeto. Estamos en un momento de la sociedad, que más allá de discutir sobre la realización o no de un festival, yo pondría sobre la mesa algo más importante, que es como los seres humanos nos estamos comunicando. Porque si para decir que no estoy de acuerdo con el otro lo primero que hago es agraviarlo, no se puede construir nada interesante.
Arte: Gabriel Arambillete, Lucia Pennino. Maquillaje y Estilismo: Lucia Pennino. Asistentes de fotografia : Yamila Cuendes y Carolina Fontana. Gracias : ALOFT Montevideo y Srta Peel.