ENTREVISTA
La periodista de 27 años superó la fase aguda de un grave cuadro de leucemia que le fue diagnosticado en 2020. Luego del trasplante el año pasado, Giuliana Perdomo inició un camino de recuperación.
-¿Cómo se despertó tu vocación por el periodismo?
-Me gustaba la televisión y de chica era muy observadora. Pero en realidad, pensaba seguir la carrera de psicología. Cuando terminé el liceo no me pude anotar en la facultad por deber alguna materia de Secundaria. En ese año que quedé libre me anoté por sugerencia de unas amigas en el Ipep para hacer periodismo. Me atrapó. Y mucho más cuando conocí un estudio de radio. Me fascina como medio. Tuve la suerte de que luego de recibida, en 2017, me convocaran de Radio Universal. En estos cinco años he hecho de todo en la radio: trabajé en el programa Fuentes confiables que en ese momento conducía Aldo Silva y después pasé al departamento de prensa.
-¿Comenzaste al aire o en producción?
-En producción pero también hacía salidas al aire. Con Aldo me dedicaba a los móviles. La radio tuvo en esos momentos una transformación muy grande, de la mano de Diego Sorondo, y yo pasé luego a la conducción de informativos. También fui coconductora con César Bianchi en su programa en la noche. Hice de todo.
-En la actualidad volviste luego de una larga licencia médica, ¿cuál es tu función?
-Volví con medio horario como para regresar de a poco a la rutina. Extrañé muchísimo. Estoy en el programa Punto de encuentro (con Nano Folle) y en el informativo.
-En octubre de 2020 fuiste diagnosticada con leucemia, ¿Cómo fue recibir esa noticia?
-Totalmente sorpresiva. Había experimentado dolores fuertes en los huesos y me venían tratando por lumbalgia y por estrés. Tenía empujes que me dejaban sin caminar. Me vieron los mejores traumatólogos pero el tratamiento no funcionaba. Incluso pensaban que era una hernia de disco. En ese momento estudiaba danza y tuve que dejar por los dolores y por el temor de que sea eso lo que me afectaba. Una reumatóloga me mandó como un estudio más completo y a través de una resonancia se dieron cuenta de que estaba haciendo micro infartos a los huesos. Eso derivó en otros estudios y finalmente estuvo el diagnóstico: leucemia doble porque tenía la de adulto y la de niño y encima, aguda. Peor no podría haber sido. Como estábamos en situación de pandemia, recibí la noticia sola. No podía estar acompañada por mi madre en ese momento.
-¿Cómo siguió el proceso?
-Quedé internada y comenzaron con las primeras quimioterapias. Estuve hasta mediados de enero internada. Luego me enviaron a mi casa pero seguía en tratamiento y en junio del año pasado me ingresaron en el Hospital Maciel, donde me hicieron el trasplante. Mi hermano fue el donante que si bien era 50% compatible, nos arriesgamos a hacerlo y salió muy bien. Los últimos tres estudios vienen dando que las células siguen completas, aunque la doctora me explicó que habrá que estar vigilando porque hasta cinco años después, puede volver la enfermedad. De todas maneras, me mantengo en remisión.
-¿Podés hacer vida normal?
-Con cuidados sí. De a poco empezaron a darme un poco más de libertad para salir y a comienzos de este mes volví a trabajar.
-¿Te hiciste aquella pregunta de “por qué a mí”?
-Sí, eso es inevitable. Nunca me imaginé en la situación de enfrentar semejante enfermedad. Siempre fue una persona muy sana, me alimentaba bien, hacía deporte… no había antecedentes de cáncer en la familia. ¿Por qué a mí? Me lo pregunté muchas veces, en especial al principio y no encontraba respuestas. Estaba angustiada. Después entendí que toque lo que toque en la vida, hay que poner la mejor sonrisa y la mejor cara para salir adelante.
-¿El pelo lo rapaste o se te fue cayendo?
-Yo tenía el pelo pasando los hombros y me lo fui cortando de a poco. Cuando por efecto de la quimio vi que se caían los mechones, ahí sí pedí que me raparan. Ahora está volviendo.
-¿Cómo fue para vos dar testimonio?
-Me pareció importante. En la primera entrevista que di me sentí muy confiada porque si de algo sirve mi testimonio, es transmitirle a la gente que se puede que se puede superar la enfermedad y llevarla con la mejor alegría posible. Hay que aferrarse a los seres queridos y al cariño de los demás. En mi caso de mi madre, mi padre, mi hermano… mi sobrino. Todos ellos fueron importantes en el proceso.
-¿Cuánto te cambió la enfermedad?
-Hubo cambios para bien. Yo siento que nació otra Giuliana. Soy otra persona. Ahora me dedico mucho más a mi familia, disfruto de mi trabajo sin estar a las corridas. Me siento una persona más alegre, que disfruta de cada minuto. No me proyecto cosas, algo que antes vivía haciendo. Me alegran las cosas del día y trato de contagiarme de todo lo positivo. Es cierto que hay días buenos y días malos, pero pienso que nada va a ser más malo de lo que me pasó. Cuando me acuesto y apoyo la cabeza en la almohada, agradezco a la vida por el día que viví ya sea bueno, o sea malo, pero viví ese día. Así siento que va fluyendo todo y que estoy tranquila y en paz.
-¿Cómo manejaste el miedo?
-Hubo días que toqué fondo. De hecho, no quería agarrar el teléfono, ni comer o abrir obsequios que me enviaban. Mi madre, que siempre me acompañó, me daba ánimo. Creo me aferré a la vida y a todo el cariño que me daban desde mi familia y mis amigos. Más allá de que no podía recibir visitas, con mensajes y llamadas me hacían sentir su cariño. Desde la radio siempre me enviaban mensajes y dedicatorias al aire. Siempre estuvieron presentes. Por momentos sentía que tenía que salir adelante por ellos. Fui dimensionando que era persona muy querida y que estaba dando un ejemplo de lucha a muchos de mis compañeros o personas que no me conocían pero que habían escuchado mi historia. Todo eso me daba aliento. En mi habitación del SMI colgaba todas las cartas que me iban llegando y la decoré con los regalos.
-¿Hiciste terapia?
-Muchas veces fue a visitarme la psicóloga, pero yo no me hallaba contándole mi problema. Preferí procesarlo sola de a poco, hablando con mi madre y a través de los consejos que me daban mis amigos y compañeros por el celular. A mi padre, mi hermano y mi sobrino los veía por la ventana, aunque ellos no me podían ver a mí, también me daban ánimo. Muchas veces me ponía música para almorzar o cenar porque muchas veces comía con lágrimas en los ojos, sin ganas.
-¿Cómo viviste el proceso a nivel de la atención médica?
-Solo tengo agradecimiento con los médicos. Me trataron muchos y todos hicieron su aporte. Sufría varias complicaciones. Después del trasplante tuve una seguidilla de internaciones porque me agarraba cualquier virus al estar baja de defensas. Tuve también covid, aunque lo transité sin muchos problemas. Al principio también hubo complicaciones: se me infectó una vía y al ponerme el Port-a-cath me perforaron un pulmón. Pero bueno, todo lo fui transitando con el mayor optimismo posible y siempre respaldada. Mi última internación fue por llagas en marzo pasado.
-Muchos compañeros tuyos de la radio hablaron de vos en este tiempo y de tu recuperación, ¿Cómo fue el recibimiento al volver?
-Me sentí siempre súperapoyada por todos hasta el día de hoy que volví la semana pasada. Desde las autoridades, Gabriela Imperio, Diego Sorondo en su momento y Pablo Fernández en la actualidad, me dieron todo su respaldo. Aldo Silva también cuando estaba. Lo mismo el equipo de fútbol liderado por Alberto Kesman. La verdad que pasamos unas mañanas muy lindas, lo que me dan ganas de seguir trabajando cada vez más. Cada vez que podía trabajaba en ocasiones especiales como el referéndum del 27 de marzo. Ahora ya estoy volviendo a la rutina. Poco antes de la primera internación me habían llamado de otra emisora y me quise quedar en Universal. Siento que fue la mejor decisión que tomé porque el respaldo que ellos me dieron para salir adelante con la enfermedad, no me lo hubiera dado nadie. Estoy muy agradecida.