Por Nicolás Lauber
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Han sido días de mucha exposición mediática para Guillermina Valdés quien fue cuestionada por Candelaria Tinelli y vinculada sentimentalmente al futbolista Javi García. Más allá de esos temas, Valdés vive un presente que la tiene muy feliz gracias a sus emprendimientos como empresaria, modelo y actriz. También dice que está muy bien sola. Gracias a su faceta como actriz es que llega por primera vez a los teatros de Uruguay para protagonizar la comedia Los 39 escalones que tendrá funciones del 24 al 26 de marzo en el Teatro Metro y donde estará acompañada por Facundo Arana, Fredy Villareal y Maxi de la Cruz. Las entradas se adquieren por Redtickets. En esta entrevista con Sábado Show, Valdés habla de su vínculo con Uruguay, sus distintas facetas como modelo y empresaria, sus hijos y se dice fan de Maxi de la Cruz.
—Comenzaste como modelo junto a Pancho Dotto y uno de los primeros destinos que visitaste fue Uruguay. ¿Qué recuerdos tenés?
—Amo ir a Uruguay, eso no quita que haya disfrutado mucho de Mar del Plata este verano. Tengo mi corazoncito por todos lados y un lugar es Montevideo, Punta del Este, Piriápolis. Cada lugar que conozco de Uruguay me parece maravilloso, y poder volver y estar ahora con la obra, me pone muy contenta.
—En Mar del Plata fuiste nominada a Mejor actriz revelación por la obra Los 39 escalones, lo que significa que nunca es tarde para ser revelación.
—Está perfecto. Soy una agradecida de todo lo que me ha tocado en mi carrera y en mi vida, incluso en las cosas que a veces no parecen tan buenas, porque después traen un aprendizaje. En todo sentido estoy agradecida y contenta.
—El teatro, ¿lo sentís como algo nuevo en tu carrera?
—Como actriz no he hecho mucho, han sido pequeñas cositas, y esta es la tercera obra que hago. Soy empresaria y también he trabajado como modelo, así que siempre he estado muy entretenida y laburando desde que me vine a los 17 años a Buenos Aires. Antes estudié veterinaria pero duré un año, no era para mí. Me gustan los animales pero no para la dedicación que se requiere. Trabajé como actriz pero nunca me puse al 100 por ciento en la carrera, eso no quiere decir que no me encante y apasione y que lo haga con el mayor amor cada vez que me subo al escenario. Lo importante es la pasión que uno le pone a las cosas que hace, y ese es mi caso. Por eso estoy contenta de volver.
—Decías que estudiaste veterinaria, pero también estudiaste psicología. ¿Por qué abandonaste?
—Sí, hice dos años en Buenos Aires. Tenía dos hijos chiquititos, vivía en las afueras de la Capital, y estaba embarazada de Elena, mi tercer hija, y ahí no pude seguir. Eran tres chiquitos y cuando dejé de estudiar psicología empecé a hacer teatro como un hobbie. Necesitaba mi espacio más allá de mi trabajo como mamá y mis demás laburos, me recopé y al tiempo empecé a laburar. Así se dio un poco mi historia, de ir de un lugar a otro buscando y aprendiendo.
—¿Había un interés especial por la psicología?
—Me gusta mucho la filosofía, el tema de las relaciones humanas, el indagar sobre la vida y nuestra propia historia. No solo eran cuestiones psíquicas, también emocionales y espirituales. Siempre fui por ahí y es una carrera que cuando la hice me encantó. No te digo que la terminaría porque ahora estoy yendo por otros lugares. Me pareció interesante por esto de seguir estudiando, creciendo, más allá de que quizás, y lo mismo le digo a mis hijos, que no se detengan. Puede ser que la carrera no sea para ellos, pero el hacer te construye como persona. Lo importante es hacer y seguir un impulso, una pasión y si no se termina no pasa nada, no es tiempo perdido.
—¿El hobbie fue hacer teatro y estudiar con Julio Chavez?
—Sí, es una escuela, no es un cursito. Es una relinda experiencia porque él es un gran actor que una admira. Esos fueron los momentos de mi vida donde fui indagando y aprendiendo.
—Ya sea como modelo, empresaria, presentadora o actriz, tus hijos están primero que nada.
—Siempre. Mis hijos son los que me empujan a seguir superándome, a seguir trabajando y confiando en mis sueños y proyectos. Ellos me impulsan a no detenerme. Es más, los cuatro tienen una cabeza muy abierta, porque hasta Lorenzo que es chiquito me acompañó a cada función y ensayo y disfrutó de todo el proceso. Eso emociona. Cuando ellos pueden ver una mamá que tiene inquietudes, sueños, motivaciones, creo que es el mejor legado que le podemos dejar a nuestros hijos. Creo que la base de la juventud es tener motivaciones, sueños y tratar de superarse. Y yo les inculco eso a mis hijos.
—¿Sentís que no se reconoce tu carrera en virtud de las parejas que has tenido?
—No sé si es así, pero no es algo que a mí me preocupe o me ocupe. Simplemente he tenido relaciones hermosas de mucho aprendizaje también, y es aceptar que has estado con personas fuertes en el medio. Eso a veces tiene una implicancia que es eso justamente, uno también va a ser reconocido por haber estado con una u otra persona, y yo no lo reniego, es parte de la vida y cada uno asume sus circunstancias. No hay nada peor que renegar de eso, y yo estoy orgullosa de la vida que tuve, de los hombres que me acompañaron en cada momento y no se me cruza a mí pensar por qué no se me reconoció más, si por una obra de teatro o porque esté con alguien. Porque es la vida, es así y es parte de todo. Así lo tomo yo, con naturalidad.
—También sos empresaria con una marca de cuidado corporal con una filosofía detrás y presencia en Uruguay.
—Sí, tenemos una línea cosmética que tuvimos la suerte de tenerla en Uruguay en el Shopping de Punta Carretas y también en venta online. Fue muy bien recibida en su país, y me enorgullece porque tengo mucho contacto, y en mi Instagram la tercera ciudad que visita es Montevideo, antes que otras ciudades de Argentina. La gente uruguaya es muy cariñosa conmigo, cada vez que fui fueron amorosos, y tener mi línea de cosmética en Uruguay, ahora la idea es que se siga expandiendo. Además, después de la pandemia volvió la línea de indumentaria Valdéz que nos habíamos detenido un poco y ahora estamos retomando con fuerza. También la idea es ir a Uruguay, pero todo en su debido tiempo y paso a paso.
—Tenés cuatro hijos, sos actriz, empresaria, modelo, ¿cómo se hace para lograr balancearlo todo?
—(risas) No lo sé muy bien. Sé que soy una apasionada de lo que hago. Hoy estoy sola y le estoy poniendo mucha más energía al trabajo, y empieza a florecer algo porque tengo más tiempo disponible para dedicarle a mis negocios, a mi pasión que es la actuación y tiene que ver con una situación que en otro momento quizás hubiera estado más dedicada a la pareja u otras cuestiones. También aprovecho los momentos así, donde tengo más tiempo y le meto mucho al laburo porque es algo que me encanta.
—Se te ve una persona muy apasionada por lo que hacés.
—Es que una se sube al escenario cada noche y es una historia diferente. Eso es cada noche y es parte de mantenerse joven, viva y con entusiasmo, vivir las cosas así.
—¿Qué te interesó de la obra para sumarte a Los 39 escalones?
—Que hago dos personajes, una es Anabella que es la espía rusa que es la morocha, y después otra es Pamela que es la que más tiempo está en el escenario y es una chica que me cuesta definirla, es un poco frívola y emocional. Me gustó la dinámica de la obra, que es muy lúdica, tiene un poco de todo y me gustó estar en este elenco con tres actores tan versátiles, diferentes, y de quienes sabía que iba a aprender mucho porque tienen mucha experiencia. Los cuatro nos dedicamos a jugar en el escenario. Y además con un director como es Manuel González Gil, a quien admiro mucho y cuando llegó la propuesta no lo dudé. Así que un poco de todo eso tiene mi aceptación de Los 39 escalones. Me genera mucha felicidad.
—¿Conocías a Maxi de la Cruz antes de la obra?
—No, pero es mi actor favorito. Estoy alucinada, no lo puedo creer. Lo tenía de nombre pero nunca lo había visto en teatro, ni lo había tenido cerca, y él lo sabe porque se lo digo todo el tiempo, tendría que ser la presidenta del club de fans de Argentina de Maxi. Es muy talentoso, se pasa. Juega, disfruta, es un placer tenerlo como compañero. Los cuatro nos divertimos y nos respetamos un montón, y eso no es poca cosa cuando tenés que compartir temporada y trabajar todos los días.
—A esta altura, ¿la faceta de modelo ya se terminó?
—No. Hoy cambiaron los estereotipos, entonces una puede ser modelo a los 45 años, y puede no tener los cánones de belleza que antes eran muy limitados. Por suerte la gente abrió su mente y entiende que la moda tiene que ver con sentirse bien, estar bien con uno mismo, con brillar haciendo lo que amás, y no con medir tanto, o tener 90-60-90. Se puede tener 45 años y seguir trabajando y eso es lo que me pasa a mí.
—¿Tus hijos no han querido seguir tus pasos?
—Paloma lo intentó, se fue a trabajar a Europa tres meses, pero no. Son más artistas de la música. Paloma va a estudiar cine, y está bien porque cada uno tiene su propia identidad. Yo, cuando fui a estudiar veterinaria también pensaba que era lo mío y después me di cuenta que no. Me parece que cada uno tiene su búsqueda y eso hay que respetarlo.
—Así que presión sobre los chicos, ninguna.
—No, jamás. La vida es demasiado dura como para que uno como padre esté con ese tipo de exigencias. Me parecen innecesarias, al menos yo lo siento así. Trato que se vayan conociendo, que indaguen, y en esa búsqueda vayan formándose como personas y me parece que es la mejor manera.