Redacción El País
Es rosarino y con 17 años se mudó solo a la capital para cumplir su sueño de actuar. Gustavo Bermúdezfue el máximo galán de las telenovelas en la década del noventa: Antonella, Nano, Perla Negra, Alén, luz de luna y otras tantas se vieron en más de 50 países.
Se alejó 15 años de los medios para poder dedicarse a tiempo completo a su familia, se radicó en San Martín de los Andes, y volvió al ruedo cuando sus hijas crecieron. Mañana cumple 60 años y, por eso, van cinco cosas que quizás desconocías del actor.
Fue amigo de "China" Zorrilla
Nunca tuvo representante y siempre antepuso los proyectos y con quién trabajaba al dinero. El cine, le confesó años atrás a la periodista Marcela Coronel, es su asignatura pendiente: “Me han ofrecido distintas películas pero por tiempos y cosas no se ha podido concretar. China Zorrilla siempre me pidió para hacer Besos en la frente, que la terminó grabando Leonardo Sbaraglia, porque yo no pude. Quería mucho a China”.
En una ocasión, y mientras el galán vivió en San Martín de los Andes, China aprovechó una gira para visitarlo. Llegó en su Ford Falcon, con su perra cocker Vinnie. “Gustavo fue muy sabio al elegir vivir aquí, y qué contento está”, dijo esa vez la estrella uruguaya a La Mañana Neuquén.
Lo acosó la hija del rey de Arabia
Bermúdez apostó siempre al mercado internacional. Deseaba que sus ficciones dieran la vuelta al mundo y lo consiguió: Antonella, por ejemplo, se vendió a más de 70 países. Esa tira que protagonizó junto a Andrea del Boca en 1992 fue un éxito rotundo, al igual que Nano (con Araceli González) o Celeste, siempre Celeste (también con Del Boca). Siempre estuvo convencido de que Argentina tenía la capacidad para tener una industria exportadora de telenovelas.
Una de las tantas espectadoras cosmopolitas que consumió Antonella fue la princesa Mashael, hija del rey Falid de Arabia Saudita. La joven se enamoró del galán argentino y lo perseguía: lo llamaba por teléfono y le mandaba faxes. La prensa de la época, incluso, llegó a titular que le ofrecía encontrarse en cualquier parte del mundo: “De ahí surgió la idea en el canal de la historia de Sheik, que yo no estaba muy de acuerdo, porque la hija del rey de Arabia se había enamorado de mí, quería conocerme y yo no quería mucho”, confesó a CN23.
Actuó con Lionel Messi
Aterrizó en Los Protectores de casualidad. Bermúdez iba a filmar un policial, no se terminaron los libros, Adrián Suar lo invitó a sumarse a la serie de Star+ y fue un sí rotundo. “Era hacerlo con él que somos muy amigos y tenía asegurado que la iba a pasar bien”, contó en La divina noche de Dante.
Se sumaba que es muy futbolero, y para su fortuna le tocó compartir set con Lionel Messi en el debut actoral del 10. Ambos son rosarinos, el actor conocía a la mamá de Lio e incluso había estado en su casa, en Barcelona. Elogió la predisposición que tuvo para rodar y su calidad humana: “Es mejor persona que jugador, es extraordinario y muy humilde”.
No guarda premios ni recuerdos
Ganó cantidad de galardones, aunque en su casa no hay estatuillas. Tampoco atesoró fotos o videos de las novelas que protagonizó, ni las cartas que le enviaban fanáticas de distintas partes del mundo. “Un club de fans de España me manda DVDs. No guardé nada, ni siquiera los premios”, dijo antaño a CN23. Dos de los Martín Fierro que recibió se los regaló a sus hijas (antes esas estatuillas se las había dado a su madre).
“Los otros no sé dónde están, los regalé. Tampoco conserva los premios de Nueva York y los Estrella de Mar. “No me gusta aferrarme a esas cosas. Se vivió y hay que mirar para adelante. Estoy agradecido por lo lindo que me regaló la profesión, no tengo esa nostalgia”, expresó el actor.
Se mudó al Sur y se alejó años de la profesión
Cada vez que hacía una tira trabajaba 18 horas por día, y no solo actuaba: se involucraba en todos los detalles, desde la producción a la edición. Así que al nacer su segunda hija, y con 33 años, se cuestionó la vida: “Había regalado un montón de anécdotas lindas y quería pasar más tiempo con mi familia”, dijo sobre la difícil decisión de dar un paso al costado estando en la cresta de la ola.
Tuvo miedo al olvido y a que no lo volvieran a llamar, pero se animó: “Me van a pasar los años y no quiero ser el más rico del cementerio, prefiero disfrutar de mis hijas”, contó en una entrevista.
Se mudó a San Martín de los Andes porque allí había vivido un año mientras rodaba Alén, luz de luna y le había encantado, pero según dijo, podría haber elegido cualquier lugar del interior: lo que necesitaba era bajar el ritmo. Así vivió por 15 años, hasta que las niñas crecieron y optó por volver al ruedo: filmó la tira Somos Familia, y no ha parado.