Luego de 22 años en Telenoche, el periodista fue despedido de Monte Carlo TV. Meses después, ansía regresar al medio televisivo. “Para hacer una metáfora futbolera, soy un jugador libre pero sigo siendo jugador. El periodismo es mi vocación y mi pasión”.
Gustavo Sáenz fue de los primeros periodistas en salir con móviles en vivo en un noticiero local. Desde la década del ‘90, la calle ha sido su vida en el periodismo televisivo. Luego de 22 años de trabajo en Telenoche, el periodista fue desvinculado a fines del año pasado de Monte Carlo TV.
Hasta ahora se llamó a silencio porque quería hacer el duelo de una etapa llena luces y sombras en el medio en el que comenzó como periodista deportivo y se transformó prontamente en un movilero todo terreno. Estaba también dolido y quería evitar una exposición en esa situación. "Me pegó duro y me bloqueé un tiempo".
Hoy tiene 57 años y se declara como "un jugador libre", que está receptivo a una propuesta de volver a las filas de la TV.
—¿Porque se produjo su salida de Telenoche?
—Me despidieron sin mayores explicaciones. Un día me llamaron para decirme que agradecían mis 22 años de servicio pero "usted no se adapta al nuevo sistema". Yo preguntaba qué era el nuevo sistema. No recibí ninguna respuesta... ¿Qué es? "¿Ahora las notas las vamos a hacer en patineta?, ¿micrófono con control remoto?"... No tenía sentido darle más vueltas al asunto porque la decisión estaba tomada. Me pegó duro. Tuve momentos de extrañar mucho el trabajo, hacer las notas. Pero ya está. Ahora me siento con mucha energía y vitalidad para volver al medio.
—¿Cómo eran los últimos tiempos en el noticiero?
—Horribles. Yo venía soportando situaciones de acoso laboral. "No te miro a la cara", "no te saludo", "no te doy notas importantes". Estaba desplazado. Era una situación difícil. Ahora a la distancia pienso que Dios me sacó de ahí porque me estaba enfermando.
—¿A qué cree que se debía esa situación?
—No sé. Seguramente había motivos para tratarme así y luego despedirme, pero nunca me los explicitaron. Sin ser perfecto, cumplía normalmente con mi trabajo y creo que a la gente le gustaba.
—¿Tiene ahora aspiraciones de volver a la TV?
—Sí. Yo me declaro jugador libre y estoy completamente afín a regresar. Tengo la vitalidad y la energía como para hacerlo. Entiendo que es una edad brava. En este país después de los 50 ya te ven como inservible. Pero hay lugares donde la experiencia se valore. Muchas gente de mi edad y aún mayores están trabajando en los medios, así ¿por qué no yo? Y no se asusten los empresarios: soy bueno, bonito y barato (risas).
—¿Mira los noticieros en la actualidad?
—No, eso no puedo. A Fernando (Vilar) le pasa lo mismo. El otro día conversábamos sobre eso. Lo que no significa que no esté informado. Hago algo de zapping para estar al tanto, pero no me quedo mirando una hora. Me informo sobre todo por los portales de Internet. El avance de la tecnología y de los medios está conspirando contra los noticieros: todas las noticias que vi en la tarde en mi celular a través de los portales, los informativos las van a dar, con suerte, a las siete de la tarde. Y será información vieja. Más que nunca ya no importa dar solo las noticias, sino complementarlas, hacer periodismo.
—¿Cree que los informativos hacen menos periodismo?
—Sí, completamente. ¿Cuándo fue la última vez que un noticiero hizo una investigación y agregó algo más a lo que ya se sabía? Yo los veo preocupados en modernizarse en lo visual y mostrar cada vez más pantallitas y plasmas. "Vamos al móvil 4, y después al 7 y luego al 10". Pero ninguno de los periodistas que están en esos móviles tiene algo para decir nuevo. Dame contenido. Está bien, no digo que vayamos a hacer TV en blanco y negro, pero me parece que se están preocupando los canales más por poner plasmas de 100 pulgadas y menos por el contenido. Hoy hay que ser ingenioso para aportar algo más que las noticias conocidas por todo el mundo al instante por Internet.
—Se dice que es difícil el medio televisivo para profundizar...
—Es cierto. Además, a mí y a mis colegas nos tocaba hacer siete notas por día. Empezabas el día con el maestro Tabárez en una conferencia de prensa y después un accidente, luego un lanzamiento... Había que cambiar el chip permanentemente. Pero creo que hoy hay que hacer otro esfuerzo.
—Estuvo 22 años en Telenoche, la mayor parte del tiempo en móviles, ¿nunca quiso ser presentador?
—Me lo propusieron en alguna oportunidad y me negué. Para mí, el periodismo está en la calle: ahí es donde se palpa lo que ocurre en la sociedad. Te encontrás con aquel que vive el drama de una inundación o de un accidente, le ves la cara la inseguridad todos los días o estás en una inauguración o conocés a altos mandatarios... Es lo que más me gusta. Por más que podés pasar las horas más incómodas, esperando frente a un Juzgado o en cualquier otra guardia, ante el frío o el calor, comiendo mal. Pero bueno, eso es secundario ante la vocación.
—¿Cómo fueron sus comienzos en Telenoche?
—Me inicié en deportes con Toto Da Silveira y Juan Carlos Scelza. Empecé muy de abajo, era una especie de cadete de ellos. Luego me fueron soltando. Cuando los derechos del fútbol uruguayos se vendieron y ya los canales no tenían mayor acceso, me pasaron a información general: desde política, policiales, sociedad...
—En cada móvil solía poner su impronta, a veces con humor...
—Sí, yo era (soy) auténtico. Las risas eran genuinas cuando correspondía, como también me han tocado las malas. En una oportunidad fuimos a cubrir un accidente y vimos el momento en que moría un chico. A los 10 minutos salimos al aire y salí con lágrimas.
—¿Qué experiencias recuerda?
—Muchísimas. Yo fui el primer periodista que salí en vivo desde la Antártida, en los 90. Me acuerdo también de la cobertura que hicimos en Punta del Este cuando Maradona fue internado por una sobredosis. Estábamos día y noche de guardia. En ese momento le hice una nota Guillermo Cóppola y le pregunté muy duro. Todos los argentinos que estaban ahí se preguntaban quién era yo.
—Luego de su salida, ¿qué pasó en la calle con la gente?
—Cuando me paran, trato de limpiar mi honor. Les explico la verdad: "Mire señora que no robé, no metí la pata, ni me propasé con una compañera..." Me sacaron porqué sí. Y les agrego: "Ya me verán volver".
La música por hobbie.
Además del periodismo, Gustavo Sáenz tiene una pasión oculta: la música. Fanático de Los Beatles, Sáenz también toca el bajo. "Llegué a tocar en alguna banda profesional, como Los Casal". Sin pareja en la actualidad, vive con su madre y en estos momentos de desempleo pasa largo rato tocando en su cuarto. "Pongo un CD y toco arriba de la canción. Cuando ando bien, siento que estoy dentro de la banda", asegura. A menudo se junta con amigos para tocar en estudios de grabación.
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