Se le pide al espacio lo que el tiempo arrebata. Ahora hay unas casas en serie, cúbicas, colores pastel y tejido cuadriculado, pero por 20 años la esquina triangular de Rambla y Achiras fue la ubicación de la discoteca Zorba, el boliche que se impregnó en la memoria de dos y hasta tres generaciones de adolescentes y jóvenes de Ciudad de la Costa y también de Montevideo.
Para el último espacio público que queda en aquel triángulo del rock y los lentos, se han juntado firmas para inmortalizarlo con el nombre de “Plazoleta Zorba”. Se sumaron centenares de voluntades y la misiva ha sido enviada al Municipio de Ciudad de la Costa, que analiza el petitorio. Además de la nomenclatura, solicitan una “marca patrimonial” con cartelería que señalice que allí funcionó la mítica discoteca Zorba de Solymar.
Fundada en 1979 por los hermanos Carratú, la discoteca vivió su época de esplendor en los efervescentes años ‘80 cuando hasta 2.000 jóvenes se aglutinaban a bailar o acodarse en alguna de las barras del boliche, que abría viernes, sábado y vísperas de feriado.
El declive se inició en los ‘90: la competencia, algunos problemas de seguridad y nuevos hábitos de los adolescentes hicieron mella. En abril de 1999 Zorba cerró como tal, y si bien el baile fue renombrado y relanzado con onda reggae como Puerto María, apenas pisó los 2000.
En 2003 dejó de funcionar Puerto María y la agonía se extendió alguna temporada más con Bajada 21, que empleó parcialmente las instalaciones. En 2009, luego de una larga inactividad, se demolió el edificio para el uso residencial del predio.
Pero Zorba sobrevive como entidad. En tres grupos de Facebook (dos con 2.500 miembros y otro de 900), los habitués a la discoteca comparten fotos, anécdotas y la música de aquellos tiempos. En La Olla agitaron y peludearon (el batido clásico de las melenas), en el Cuartito Azul hicieron amigos y en el de los sillones apretaron sus primeras historias de amor.
Cada 24 de agosto, los Carratú organizan la noche de los clásicos de Zorba y los “zorberos” renuevan su compromiso con su sentido de pertenencia, agotando localidades. Por lo general, la fiesta se hace en las instalaciones del Club Solymar, el también legendario “Queso” y hoy llamado Al Carajo.
Un camino de hormigas.
Paulo Carratú no recuerda un boliche que haya generado tanta leyenda en tanta gente. “El sentido de pertenencia es algo que se nos fue un poco de las manos. Hoy, Zorba es de la gente”, asegura uno de los administradores de la discoteca por 20 años.
La música, principalmente rock y pop y oldies, le dio un perfil generalista también en lo social y cultural. “Abarcaba a un espectro muy amplio. No fue un baile populacho, cumbiero, pero tampoco era de elite o sofisticado”, asegura Carratú. La familia nunca aplicó ninguna condición de admisión vinculada a la vestimenta y los precios eran populares. A la manera de las grandes discotecas de su época, Zorba fue un centro de integración de adolescentes y jóvenes. “Iba el hijo del jardinero como el de la casa más grande de Solymar”, lo resume Carratú.
El esplendor coincidió con la liberación democrática del país, cuando los jóvenes se lanzaron al pelo largo, los jeans holgados y el rock. Todas las bandas emergentes de aquellos años 80-90 tocaron en Zorba: Níquel, Buitres, Cuarteto de Nos, Abuela Coca... y más acá también No Te Va Gustar o La Vela Puerca.
La oferta nocturna se diversificó mucho en el segundo tramo de los ‘90. Reabrió Ton - Ton, con una propuesta más moderna con tres pistas con música variada y hasta una piscina. La Botavara, en Shangrilá, inauguró una pista flotante sobre el lago. Ku, cerca del Aeropuerto, era la más grande. Divas (también de Solymar) hacía entrar gratis a las chicas y, en los veranos, la propuesta de Atlántida era también tentadora. De esta nueva movida, Zorba quedaba a trasmano.
“Siempre tuvimos competencia, pero en los ‘90 se hizo más fuerte”, recuerda Paulo Carratú. Además, ellos mismos estaban en una etapa de desgaste luego de 20 años de discoteca. El administrador también menciona diferencias “con organismos” públicos de contralor que en aquel momento “le hicieron la guerra” al boliche.
“Estábamos siendo bombardeados por varios lados. Cada fin de semana, no daban los números. En 1999 decidimos dejar el lugar a otra gente, que le dio otro perfil”, rememora.
Un nombre de película que se convirtió en discoteca.
El padre de los hermanos Carratú, los fundadores de la discoteca que fue un clásico de Solymar y de su época, quedó impactado con la película Zorba el griego (1964), protagonizada por Antony Quinn, por su historia de superación y por la música. Sugirió el nombre para un emprendimiento que tenía su hermana en Maldonado. Así, el primer Zorba, inaugurado en 1968, fue en Punta del Este y como parador de playa.
Aunque el emprendimiento no duró mucho en Maldonado, el nombre quedó en la familia. Cuando Quico Carratú, el mayor de los hermanos, consiguió los equipos y comenzó con su proyecto de discoteca itinerante, tomó la marca. Así le puso la música a fiestas, cumpleaños y casamientos.
El primer baile de Zorba en la Costa fue en el Queso en 1978. Quico Carratú musicalizó aquella noche para los jóvenes que veraneaban en Solymar o balnearios aledaños durante aquel verano. Allí le hablaron al DJ del viejo Parador Solymar, de Rambla y Achiras, que estaba ocioso. El acuerdo se selló para el verano de 1979.
La discoteca abría viernes y sábado desde la medianoche y siguió las tradiciones bolicheras de su época; en los ‘80 había lentos en el último tramo, una costumbre que se extinguiría para los ‘90.
A las 5:00 irrumpía la luz blanca en todo el boliche y el tema de “Zorba, el griego” marcaba el final.
De Zorba sorprendía más la salida que la entrada. Había decenas de ómnibus de Copsa en la puerta, que llevaban a los montevideanos. Por Achiras y luego por Gestido, en camino de hormiga peregrinaban de regreso a sus casas.
Aunque adentro la seguridad era policial (vía 222), en las afueras de Zorba podía haber conflictos por la rivalidad entre barras de los diferentes balnearios, un chauvinismo que no pasó de ojos negros o narices rotas, pero estaba latente entre los de Solymar, City Park o Lagomar.
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