Redacción El País
Inaugurado en 1967, Zum Zum discotheque (tal su nombre completo) cambió las salidas nocturnas y jerarquizó la noche montevideana. Fue la primera discoteca de alto nivel en el país. Habitualmente, los “boliches” de la época presentaban escaso mobiliario, piso duro y poca inversión en iluminación y sonido.
De la mano de su propietario, Rodolfo Kalman y de su gerente Héctor de Armas, Zum Zum elevó el nivel de la discoteca. Según un testimonio de Kalman en el blog "En la noche", el boliche ubicado en la Rambla Armenia frente al Panamericano, apostó a lo mejor en sonido e iluminación de la época, En lugar de sillas, colocaron sofás y puff, con asientos pullman de mayor confort, vasos y vajilla de primera.
Zum Zum fue desde el primer día al último (en 1998) una discoteca para parejas. “Solo se accedía en pareja y el hombre pagaba”, recuerda Pablo Lecueder, empresario director de Océano FM y actual propietario del edificio donde funcionaba Zum Zum. En sus años mozos, era habitué del boliche.
En los primeros tiempos, la vestimenta era formal. Se iba de traje y corbata. El presidente de la época,Jorge Pacheco Areco, era habitué de Zum Zum, un boliche que fue dos veces objetivo de explosivos tupamaros. Uno de ellos explotó, causando solamente (por fortuna) daños materiales.
Daniel Leal fue el DJ más emblemático de Zum Zum, aunque hubo otros que pasaron por su cabina, como Henry Mullins u Óscar Valdez. La música dominante era de procedencia anglo, como era la moda emergente de la época. “Zum Zum importaba sus discos, desde New York, París, Roma, Madrid, y los tops de Bilboard”, recuerda Kalman.
En Zum Zum llegaba la hora de los lentos sobre las 3:00 AM y sobre el amanecer ingresaba el sol por sus ventanales, marcando el final de la noche.
La figura de Héctor de Armas era crucial. Estaba en la puerta y conocía a los habitués; ejercía el derecho de admisión y podía tener gestos para “salvar” a algún cliente. “Si alguien llegaba con una chica y él sabía que arriba (todo el baile se desarrollaba en el piso superior) estaba una amiga de la novia, te avisaba: “hoy mejor no entres. No está bueno el ambiente. Se cuidaba al hombre”, recuerda Lecueder.
Eran otros tiempos. Los baños de Zum Zum no decían “caballeros o damas”, sino “profesoras” y “alumnas”.
La cercanía con los clientes era un sello de Zum Zum e incluso desarrollaron un plan adelantado de fidelización. Cuando los dueños y el gerente veían que había un cliente frecuente, lo llamaban un día para invitarlo. El hombre en cuestión llegaban y esa noche, en una pequeña ceremonia, le entregaban “la llave de Zum Zum”. Era una llave dorada que efectivamente abría la puerta, además de otorgarle beneficios y descuentos.
“Para el hombre que llegaba con una chica, le sumaba un plus en la seducción que él abriera la puerta con la llave. Cuando Héctor de Armas veía que acercaba alguien metiendo la mano en el bolsillo, él dejaba que el cliente abriera la puerta”, recuerda Lecueder.
Zum Zum fue sumamente exitosos por 25 años. En los ‘90 explotaron las “grandes discotecas” que le hicieron mella. Además y a decir de Kalman, murieron con “las botas puestas”. La discoteca fue siempre para parejas, hasta su última noche del 1 de setiembre de 1998.
”La droga y la descomposición de la pareja para salir a bailar, nos fueron mermando de a poco”, asegura el dueño.
Pablo Lecueder, defensor del legado de una discoteca legendaria
El edificio particular edificio donde funcionó Zum Zum entre 1967 y 1998 fue obra del arquitecto Raúl Sichero, quien construyó el edificio Panamericano y se empleó primeramente como su estudio.
La discoteca comenzó a funcionar en diciembre de 1967 y cerró sus puertas el 1 de setiembre de 1998.
Pablo Lecueder, empresario y director de Océano FM, fue un habitué del boliche y cuando comenzó a hacer su clásica fiesta de la nostalgia, cada 24 de agosto, pensó en Zum Zum como la locación ideal. Luego de algunas experiencias en Ton Ton, en la década de los ‘80 logró desarrollar estas fiestas en el boliche para parejas.
Cuando en 1998, supo que Zum Zum cerraba y la propiedad estaba a la venta, hizo una oferta por el lugar. Lecueder estaba planificando la mudanza de sus radios Océano FM y Radio Mundo, que funcionaban en ese momento en la calle Convención.
“Kalman y su socios estaban negociando con otros dos compradores, un resto pub y una escuela de computación. Cuando me enteré, les dije para conversar”, recuerda.
Luego de esa primera reunión, en el propio boliche, los propietarios dieron prioridad a Lecueder, que no ofertó más que los otros interesados, pero tenía una ventaja simbólica. “Me conocían y sabían que yo iba a honrar la historia de Zum Zum”, asegura el empresario.
Lecueder instaló la radio en aquel año 1998 y más allá de la creación de estudios y oficinas, mantuvo reliquias de Zum Zum. El sillón en forma de herradura se mantiene en el edificio, así como algunas de las mesas bajas y una lámpara característica del boliche.
Además, al ingresar hay una escultura en yeso que representa las llaves, características de los clientes frecuentes de la discoteca.
Si bien hace un tiempo no se desarrollan fiestas de la nostalgia en Océano - Zum Zum, por muchos años la celebración del 24 de agosto tuvo lugar en el predio.