Humberto De Vargas vuelve a escena tras pandemia y separación: "Aquí el dejado fui yo"

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Humberto De Vargas

NOTA DE TAPA

El comunicador, actor y cantante vuelve con el unipersonal “Happy hour de recuerdos” . A los 58 años pasa por una crisis familiar tras separación con su esposa Rosy Alhadeff. "La familia se dividió".

—Luego de la pandemia, regresás hoy a los escenarios con el unipersonal Happy hour de recuerdos en el Hotel Kolping. ¿De qué va el espectáculo?

-Es la prolongación y adaptación de lo que veníamos haciendo con la Vieja Farmacia Solís antes de la pandemia y que llevaba el título de "Noche de recuerdos". Se trata de entrelazar anécdotas de artistas con los que yo en diferentes situaciones y programas tuve contacto. En Argentina, por ejemplo, hice programas de tv eminentemente musicales y presenté o entrevisté a todos los que se te ocurra: Roberto Goyeneche, Leonadro Fabio, Sandro, Fito Páez, Charly García, Celeste Carballo, Sandra Mianovich, Marilina Ross, Valeria Lynch, Rafael, Puma Rodríguez, Juan Luis Guerra.... hasta una nota vía satélite con Elton Jhon hicimos en una oportunidad. Entonces, todo ese anecdotario lo voy jugando con canciones y me permito dar lugar al actor e imito a Nino Bravo, Sandro, Serrat haciendo pedacitos de canciones como forma de divertirnos. También está el anecdotario con artistas uruguayos. A muchos de ellos los conocí a través de mis padres, como a Alfredo Zitarrosa, que era contemporáneo y muy amigo de mi padre, Humberto De Feo.

—Se podría definir como un musical.

—Básicamente sí, el espectáculo va del folclore, al tango, a la ranchera mexicana o a los Iracundos... Yo tengo la idea de los bloques dentro del show, pero como es interactivo, la gente empieza a proponer canciones y termino cantando otros temas no previstos inicialmente. Ahí buscamos las pistas o las saco en la guitarra. Y terminamos todos en un gran karaoke. El espectáculo va yendo hacia donde la gente quiere y voy viendo en qué momento ponerle emotividad o humor. Es como un Vivila otra vez pero en vivo y con interacción permanente.

—¿Extrañás los escenarios?

—Sí. Vuelvo con un formato de cena show con una aforo de hasta 50 personas, porque así lo marca el protocolo. Arranco este sábado pero ya tengo otra fecha en el Hotel Kolping para el 29 de noviembre y otras actuaciones en diferentes chacras que me tienen la agenda de presentaciones prácticamente llena hasta finales de diciembre. Me gusta, aunque también me costó mucho la preparación de este regreso luego de la pandemia y de mi separación. En la Vieja Farmacia Solís habíamos hecho un gran equipo a nivel familiar. Mis hijos Facundo y Sofía cantaban y mi esposa Rosy oficiaba como relaciones públicas y manager. Al romperse la familia, me cuesta emocionalmente reacomodarme. Es más, yo sé que hoy voy a estar actuando y voy a sentir esa falta.

—Mencionabas tu paso por la TV argentina. Estuviste en los canales 2 (hoy América) y en el 13 de Buenos Aires a comienzos de los años '90. ¿Cómo se dio tu llegada a ese mercado?

—Una productora de Gerardo Sofovich vio un material mío del trabajo que yo hacía en La revista estelar (Canal 10) y se interesó. Un día me llamaron para decirme que Gerardo había visto mis videos y quería saber si me interesaba trabajar allá. Yo estaba contento con lo que hacía en Canal 10 y además, tenía mi vida en pareja con Laura Daners en ese momento y respondí que si podía ir y venir, aceptaba encantado.

—Así que no te radicaste...

—No. Iba y venía. En la semana estaba tres días o cuatro en Buenos Aires y tres o cuatro en Uruguay. No digo Montevideo porque en la época de La revista estelar recorríamos el país. En Buenos Aires, lo primero que hice fue Gánele al 2, un programa de 10 horas en vivo los domingos. Presentábamos a todas las orquestas típicas y cantores que puedas imaginar: Goyeneche, Argentino Ledesma, Leopoldo Federico... todos en vivo. Eso duró uno o dos años y después me convocó Canal 13 para el programa Estudio 13, que iba los sábados de 13:00 a 18:00 y también era musical. De noche, el productor Pepe Parada me llevaba por decenas de boliches para sacar fotos en las vips. El domingo me volvía en el Pluna y el lunes temprano arrancábamos para el Interior con La revista estelar.

—En 1994 resolviste cerrar esa etapa en Buenos Aires, ¿por qué?

—Porque era un medio maravilloso, profesionalmente estupendo, económicamente superior, pero al mismo tiempo era muy tentador en otros aspectos, a los excesos a los que te empuja muchas veces el propio ambiente. Los representantes te incitan a que agarres un trabajo más y otro. Cuando estaba decidido a volver, Canal 13 me ofreció hacer el programa 360, todo para ver, que ahí lo dio Canal 12 y conducido por Julián Weich y luego por Marley. Pero yo dije “no, gracias”. Si me quedara a vivir a Buenos Aires, podría haber aceptado. Pero yo no quería dejar Uruguay. Eran épocas en que Laura Daners terminaba Telemundo los viernes y se tomaba el avión para Buenos Aires a pasar el fin de semana conmigo. Con los ingresos por Estudio 13 fue que compramos nuestra casa en Av. Italia entre Córcega y Dublin por la cercanía con el aeropuerto. Porque vivíamos de avión en avión.

Humberto De Vargas
Humberto De Vargas y Laura Daners. Año 1991. Foto: Archivo.

—¿A qué tipo de excesos te referís?

—De la vida nocturna de Buenos Aires, por ejemplo. Yo tenía menos de 30 años en ese entonces y caí en infidelidades en las que no quería caer pero daba la sensación de que no había más remedio. Eso me daba culpa. Pero tenía a mis actrices favoritas y había mujeres que, además de talentosísmas, eran hermosísimas. Y yo estaba solo y al mismo tiempo no lo estaba. Así que un momento me dije: "Voy a hacer un parate. No todo se trata de acumular dinero". Quizás me ganó un poco el provincianismo uruguayo. Pero fue así y no lo lamento.

—O sea que eran tentaciones carnales, no de otro tipo. ¿Sustancias?

—Sí me las ofrecieron. A determinada hora de la noche, por ejemplo, cuando decía “no doy más”, siempre aparecía alguien con el ofrecimiento. Pero nunca agarré. Ni siquiera di una pitada de porro.

—¿No te arrepentiste en algún momento de dejar Buenos Aires?

—Por momentos me pregunto: ¿Qué hubiera pasado si...? ¿Me hubiera ido como Julián Weich o como Marley que condujeron 360, el programa que me habían ofrecido a mí? Me acuerdo que Gerardo (Sofovich) me insistía con que me quedara. "Si vivís acá, matás, me decía. Con todo lo que vos hacés, matás", me decía. Pero bueno, llegado el momento evalúe que era mucho lo que tenía en Uruguay y elegí preservar eso a ganar más en Buenos Aires. Valoré más la tranquilidad de Montevideo, la seguridad de Canal 10 y la libertad de trabajar en lo que quiero. Porque cuando me ofrecen una obra en Uruguay, la hago si me gusta el personaje, si hay buen vínculo con el director y si el clima del elenco es bueno. Allá no: llegan con un contrato, la plata es esta y dale para adelante.

—En los últimos meses viviste una crisis familiar tras la separación con tu esposa Rosy Alhadeff.En tus redes, resolviste responder a una serie de comentarios indirectos de ella. ¿Cómo están las partes hoy?

—Estamos muy distanciados en parte justamente por esos comentarios de ella, a los que yo estaba ajeno. Al generarse la separación, los amigos de la pareja quedan en una situación incómoda muchas veces. En este caso, hubo mala influencia de parte de algunos del entorno, lo que llevó a que otros amigos me dijeran: "Mirá que Rosy hace tiempo está compartiendo en redes cosas que, aunque no te nombra, van dirigidas a vos".

—"Y después de 25 años te dicen que no trabajaste y no tenés derecho a nada. De terror", fue, por ejemplo, una de las frases...

-Sí. Cuando me llegaron las capturas de pantalla, sentí que estaban mal y que no eran verdad pero también sentí otra cosa: mis hijos tienen acceso a las redes de su mamá y entendí que ellos tenían que saber que hay otra campana y que lo que escuchan a su alrededor no es así. Si algún día quieren preguntar, mi frase es "papá siempre está". Como papá siempre estuvo para Josefina (hija del matrimonio con Laura Daners), con quien tengo una hermosa relación y me llama todos los días para saber cómo ando.

—¿Tu exesposa no te aceptó como amigo en sus redes?

—No. Nunca me aceptaron ni como amigo ni como nada. Seguramente, eso le daba la libertad de escribir cosas sin que fueran respondidas. De todos modos, considero que mi respuesta fue muy respetuosa, porque amo profundamente a esa mujer, es el gran amor de mi vida. Aquí el dejado fui yo. Aquí, a quien se le terminó el amor fue a ella. Tiene todo el derecho de que así acontezca y de cansarse, como dijo que estaba cansada. Creo que la pandemia y los entornos colaboraron. En una situación “normal” esto era una crisis matrimonial que se hubiera solucionado porque yo creo que valía la pena apostar hasta el último de los esfuerzos por una familia maravillosa que teníamos.

—Al comienzo de la crisis, vivían en el mismo predio: ella en la casa y vos en la barbacoa, ¿cuál es la situación actual?

—Ella tomó la decisión de irse con mis hijos. Habló conmigo alegando que la situación no daba para más. Mi respuesta fue “¿qué necesitan? “¿en qué los ayudo?” Porque sin mi apoyo, no lo podían hacer. Pero se fueron y quedé solo en una casa.

—¿La separación afectó el vínculo con tus hijos?

—Sí, ha sido afectado. Yo estoy dando los tiempos que me parece que hay que dar. De nuevo, mi frase es “papá siempre está”. Cuando lo necesiten, va a estar. No creo que la insistencia sea buena consejera cuando las cosas están tan frescas. Pero sí, la familia se ha dividido. Hay que dejar pasar el tiempo y las cosas volverán a cauces relativamente normales. Se vienen fechas muy complejas, como las fiestas de fin de año. No van a ser fáciles para ellos. A mí me expresan que están todos felices y contentos. Parece que se sacaron el gran problema de encima que era yo; cosa que no me había enterado en estos 25 años. Pero creo que no va a ser fácil para nadie. Todos tenemos que recomponernos. 25 años es una vida. Dios dirá de qué manera...

Humberto De Vargas
Humberto De Vargas. Foto: Leo Mainé.

—¿Cuál dirías que es tu resguardo emocional en estos momentos?

—La casa y el humor. Tengo muchas cosas que hacer en la casa y sostenerla. Mantener la ropa limpia, cocinar todos los días. Cuando puedo invito a algún amigo a comer un asado o ver un partido de fútbol. Lamentablemente con Peñarol andamos mal. Pero la voy llevando. El humor es importante. Me rió mucho de mí mismo, incluso en momentos en los que estoy llorando. Hago transmisiones en vivo en redes sociales con la guitarra, donde canto temas y la gente me devuelve mucha buena onda. Trato de aprovechar el lado bueno de las redes.

—¿Sentís que en las crisis de separación puede haber un prejuzgamiento hacia al hombre, que muchas veces es colocado en situación de “victimario”?

—Creo que hay gente que es tan injusta hacia un lado como hacia otro. Es cierto que hay una corriente muy válida y muy valiosa identificada con el feminismo y que a veces impregna muchas otras cosas. En las separaciones, en cada separación, hay un componente muy importante que es el sentimiento. El sentimiento lo modifica todo. Una mujer o un hombre que todavía está enamorado de su pareja y que no perdona algo, termina siendo una mujer o un hombre despechado. Con ese dolor podría ser capaz de muchos daños con respecto al otro. No estoy justificando ni el daño de la mujer ni el del hombre ni hablo de temas de violencia. Hablo de los relatos que se dan sobre las cosas que pasaron y que no tienen nada que ver con el género, sino con el sentimiento. También es muy diferente la posición del que deja respecto a que al es dejado. Viven el duelo de manera diferente.

—¿Crees en la frase de que “el tiempo todo lo cura”?

—No sé lo cura, pero por lo menos te resignás o lo aceptás. Frente a estas cosas, la sociedad adopta una posición similar a lo que ocurre en una pelea callejera. Nos horrorizamos cuando a la salida del liceo se pelean dos chiquilines y el resto hacen ronda para grabar con el celular la reyerta, en lugar de separar. Los adultos, frente a las separaciones, a veces actuamos igual: compramos la primera fila para ver cómo termina esto. Yo no me ofrezco a ese circo. Creo que hay que respetar el amor con el que fueron gestados nuestros hijos. Espero que esa historia sea honrada y las cosas se pongan en su lugar, sea cual sea ese lugar.

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