ENTREVISTA
La modelo de 27 años acaba de volver del gigante asiático, donde no ha parado de hacer campañas. Es la cuarta vez que viaja a China, un país que admira por su cultura y por los osos pandas.
-¿En qué momento se inició tu vocación como modelo?
-Tenía 16 años, me encontraba viendo un programa de moda, en donde Carlos Cámara de Valentino Bookings hablaba sobre la cara del verano y el Elite Model Look. Pues anoté los números telefónicos, le pedí a mi papá que llamara y con esa información me presenté en Valentino Bookings. Así comenzó todo... Cuando realice mi primer desfile dije: “Esto es para mí”
-Trabajaste en China en varias temporadas. ¿cómo se dio esa oportunidad?
-La primera vez fue a los 19 años. Un agente de Montevideo Models, que representaba modelos en países extranjeros me acercó la propuesta. Estaba entre China o Tailandia. Mientras averiguábamos con mi madre sobre las visas, yo le dije: “China mamá, claro que China”. Y este es el por qué: amo a los oso pandas desde muy chiquita y siempre dije que mi sueño era ir a China a conocer a los osos pandas. Nunca imaginé que podría cumplirlo a tan temprana edad. Así fue que tomamos la decisión de que mi destino fuera China. Viajé sola, primera vez que dormiría fuera de casa más de una semana, primera vez que saldría de Uruguay, primera vez que tomaría un avión. No sabía inglés, mucho menos chino. No fue fácil pero aprendí muchísimo.
-¿Cuánto tiempo estuviste? ¿Cuáles fueron los trabajos que desarrollaste en aquel país?
-La primera vez estuve tres meses. Ya la segunda vez cuatro y después me quedé más tiempo. Ahora acabo de regresar a Uruguay. Es un mercado sumamente grande y se hacen muchísimos catálogos, desfiles y comerciales. Pero catálogos es lo que más hay. De diferentes tipos de prendas: vestidos, ropa casual, ropa interior, pijamas, zapatos, productos de belleza, joyas, todo tipo de accesorios, maquinas para ejercitarte, muebles... lo que se te ocurra. Trabajé para grandes marcas como Huawei, Air China, Kappa,
-¿Cómo era el día a día?
-Bastante monótono. Tenía casting o tenía trabajo. Días libres solo en épocas festivas o domingos. Vivía en un apartamento con otras modelos de la agencia. En la mañana nos esperaba la camioneta con nuestro shifu: es un modo respetuoso de dirigirte a un desconocido en la calle. Sean los taxistas o en nuestro caso el chofer, siempre me tocaron shifus muy agradables. Temprano comenzábamos el tour de castings. Las distancias suelen ser grandes a veces no nos daba el tiempo de hacer todos, dado el tráfico y las distancias. Salíamos a las 9:00 para regresar entre las 18:00 o las 20:00. Para el caso de día de trabajo, a la hora marcada debía estar pronta y esperaba al shifu para llevarme al lugar indicado. Cuando tenía libre aprovechaba a salir a conocer lugares turísticos de China, como la Gran Muralla, Ciudad Prohibida, Templo del Cielo, la plaza de Tiananmén, entre otros, dependiendo de la ciudad donde me encontrara.
-Las costumbres gastronómicas son muy diferentes. ¿Qué platos exóticos probaste?
-¡Si! Muy diferentes. De componente básico el arroz y por lo general muchos y variados vegetales, carnes como pollo, cerdo y pato principalmente. Suelen ser comidas con un alto contenido de aceite y por lo general picantes. Son de beber mucha sopa o caldos y particularmente ácidos. Como “raro” probé caracol de mar, araña, escorpión, cangrejo y seguramente algunas cositas más que ahora no recuerdo.
-¿Qué fue lo que más te llamó la atención de tu estadía en China?
-El idioma, tanto que hoy me encuentro estudiándolo. Su constante consumo de agua tibia como de té, hoy son parte de mí. Su diplomacia. Su gran diferencia para con nosotros en cuanto a tamaño e infraestructura. Tanta iluminación e iluminación animada. La nieve, ya que la conocí allí, y ni hablar de sus maravillosos pandas.
-¿Qué buscan las marcas o agencias asiáticas en rostros latinos como el tuyo?
-Cuando llegué allí no hacía mucho tiempo que trabajaba como modelo. Mi book fotográfico era muy pequeño. Compartía tanto habitación como castings con modelos rusas, alemanas, italianas, ucranianas, checas y brasileñas entre otras. Y siendo sincera me sentía un bichito de otro pozo junto a esas bellezas con esos books tan completos. Pero a las hora de los castigs en la mayoría de ellos el dedo elector del cliente chino iba dirigido hacia mí. Al principio me sorprendía mucho eso hasta que comencé a tomarlo con más naturalidad. En sí no sé que es lo que buscan... en mi caso puedo tener sus colores, pero a la vez ser diferente. Siempre halagaba mis ojos, sonrisa, forma del rostro y pestañas.
-¿Qué sabían de China en Uruguay?
-Mucho y eso me hacía muy feliz. Gracias al fútbol somos muy conocidos en el mundo. Los chinos admiran muchísimo a Uruguay. Generalmente nombraban a Diego Forlán, Luis Suárez y Edinson Cavani. A mí me trataron siempre con mucho cariño, ellos devuelven lo que reciben. Se sorprendían mucho de nuestro tamaño y población, hasta reían de ello, por lo increíble que les parecía.
-¿Qué extrañabas de Uruguay?
-Extrañaba todo. Soy una persona muy apegada a mi familia y amigos. Tuve varias ofertas para ir a trabajar a otros países, pero las dejaba de lado. Solo quería que al terminar el contrato armar las valijas con regalos y llegar a casita. Hubiese logrado muchísimo más si mi prioridad no hubiese sido siempre volver a casa. ¡Ah! y los alfajores.
-¿Pudiste mantener alguna costumbre uruguaya, como el mate?
-Si, siempre. El único problema fue que en mi segundo viaje olvidé la matera en un aeropuerto. Estuve un mes sin mate. Hasta que un amigo brasileño me contó que llegaría un modelo argentino a China, a nuestra agencia y nuestro apartamento. Le escribí por Facebook (algo nada fácil, ya que China tiene restringido Google, Facebook, Instagram, Youtube, etc) pidiéndole que me trajera mate, bombilla y yerba.
-¿Conociste de cerca a algún oso panda?
-Mi pregunta favorita. Sí, cumplí mi sueño de verlos, mirarlos, y hablarles aunque me ignoraran (risas). Fue una sensación inexplicable: mi corazón explotó en llanto de alegría, todo los chinos dejaron de ver a los pandas para pasar a mirarme a mí. Seguramente fue muy sorpresivo mi accionar. Estaba en un safari y se alinearon los planetas para que los guardias se fueran en un momento. Pasé dos de las barandas hasta que llegué a una especie de fosa que nos separaba. No podía saltar porque era mucha la distancia. Con mucho miedo, mis compañeras me pedían que volviéramos. Les pedí que me alcanzaran una rama de caña de bamboo y que me tomaran muy fuerte de pies y piernas. Así lo hicieron. Agitando la caño hacia los pandas, logré que me miraron con esos ojos tan hermosos, negros e intensos. Comencé a temblar y llorar de emoción... Uno de ellos se levantó para venir hacía mí, Llegó hasta el límite de la fosa y me miró como diciendo “ya no puedo ir más”. Entre temblor y lágrimas de emoción me estiré lo más que pude para alcanzar a darle el bamboo. Él o ella tomó la caña con su mano hasta que la solté. Esos segundos de conexión y miradas me hicieron inmensamente feliz... Cuando volvía llegó el seguridad, me sacó picando de allí, pero ni idea tuvo de todo lo que había sucedido.
-Ahora estás de vuelta, ¿cuáles son tus objetivos en el mundo de la moda?
-Por ahora quedarme aquí, es mi mes favorito, se vienen las fechas más lindas. Desde que llegué a Uruguay no he dejado de trabajar y eso me tiene muy feliz. Uruguay por más que es un mercado pequeño tiene muy buena industria y mucho para dar. Posiblemente el próximo año viaje una vez más o tome otro viaje, el de la maternidad...