ENTREVISTA
El psicoanalista habla del dolor que lo llevó a crear la muestra artística "Generaciones", la violencia en la sociedad y las redes sociales
![Jorge Bafico con su libro Tan cerca de brillar](https://el-pais.brightspotcdn.com/uploads/2021/12/03/61aa59a6a0f27.jpeg)
La vida a veces pone emboscadas. A Jorge Bafico le puso una muy dura, la muerte de su bebé recién nacido. Esa situación lo llevó a escribir. Si bien ya había publicado textos que contenían algo de testimonial, como Cosas que pasan o La vida sigue (Editoriales Penguin y Sudamericana), en la habitación del Hospital Británico, decidió escribir un libro completamente personal.
Como parte de ese duelo no solo publicó Tan cerca de brillar (Sudamericana), también comenzó una actividad que nunca había realizado: artes plásticas. Las obras se convirtieron en Generaciones, una muestra que estará hasta este mes en la galería A Través Del Arte. Lo recaudado irá a la fundación Canguro.
Generaciones habla de un hijo, un padre y un abuelo.
“Lo primero que hice fue un homenaje a mi padre, porque muy poco tiempo para hacer el duelo porque estaba de duelo por mi hijo; deconstruí una guitarra y vi que eso me daba mucha tranquilidad, me permitía hacer como un paréntesis de mi propia vida”, dijo Bafico.
Empezó a investigar más en el tema y comenzó a surgir una figura: los peces. Dice que es un símbolo permanente en mi vida, relacionado con su infancia, tardes de pesca en Punta fría donde su padre tenía una casa de verano. “Empecé a hacer peces de colores que de alguna manera, para mí significaban esos peses que hubiese querido que estuvieran en el mar de las desdichas como dice el libro”, dijo Bafico.
![Jorge Bafico](https://el-pais.brightspotcdn.com/uploads/2020/03/23/5e784b73ce53e.jpeg)
Después surgieron los elefantes. “Me dan la posibilidad de armar una historia desde un lugar diferente que el de la palabra. La imagen es mucho más potente y uno accede al territorio del invisible, mucho más cercano a lo que no se puede expresar con palabras. El elefante de una manera simboliza la tragedia, son los que portan la tragedia, y empecé a pensar los cuadros como capítulos del libro”.
Siguió trabajando, a la gente empezó a gustarle lo que hacía y tuvo un apoyo muy fuerte del lado de Emilio Belin, el artista plástico que lo instruyó. “Al igual que Rafael Courtoisie lo hizo con la escritura, Emilio Belin lo hizo con el arte plástica que para mí era un territorio muy desconocido”.
El curador Héctor Perez de la galería lo conocía y vio potencial. “Yo no tenía mucha idea qué hacer porque venía de un lado de mucho dolor y no lo pensaba como un objeto comercial ni mucho menos, y él me propuso hacer una exposición en beneficio de una fundación”, dijo Bafico. Así comenzó todo.
“ Vengo de un ámbito diferente y que maneja un lenguaje diferente a lo que es el arte. A la gente como que le agrada esto, tiene referencia de mi historia y es una sorpresa esto que me está pasando”, comentó.
—¿Cómo lo definiría, como un arte catártico?
—Ni que hablar. De alguna manera esto me permitió seguir con mi vida adelante. Primero el libro que lo escribo en las primeras tres semanas después de la muerte de mi hijo, sin parar. Hasta dentro del hospital estaba escribiendo, me llevé la computadora porque necesitaba hacer algo por lo que estaba pasando. Pero se ve que el recorte de las palabras no me alcanzó, al menos a mí. Entonces inventé hacer esto como para poder darle sentido a algo que no lo tiene.
![Jorge Bafico está por publicar nuevo libro](https://el-pais.brightspotcdn.com/uploads/2019/09/13/5d7bd298a037b.jpeg)
—Es una sublimación.
—Sí, si. El acontecimiento traumático tiene diferentes formas de canalización, una de ellas es la sublimación que según Freud sería uno de los mejores mecanismos que tenemos los humanos para hacer algo con el conflicto, con el dolor.
—Lo bien que le haría sublimar a la sociedad.
—Claro, pasa que cada uno tramita ese duelo como puede, a mí me pasaron cosas increíbles con el libro. Me escribía mucha gente que no conocía y me decía: “se me murió un hijo hace 30 años y a partir del libro pude entender algunas cosas”. Lo ideal es que el duelo se tramite por el carril normal: la inhibición, angustia, el síntoma, es todo un recorrido, pero hay veces que el duelo se congela y uno queda con una exposición melancólica. La sublimación ayuda a que uno pueda, de alguna manera, mover esa energía. El tema es que no todos lo pueden hacer, aunque sería lo ideal.
—¿Eso ayudaría también con la violencia en redes sociales y en la sociedad en general?
—Creo que están pasando algunas cosas que si bien no son nuevas, la violencia y agresividad entre los seres humanos es una cosa del propio origen de la humanidad. Tenemos los mitos, religiones, y en cualquiera aparece la violencia en el primer capítulo. Pensemos en Caín y Abel; o en Adán y Eva donde la transgresión, lo que está mal aparece en primer plano. Pero lo que sí me parece que ha pasado en este tiempo y creo que los psicoanalistas lo están tratando de destacar desde algún lado: qué ha pasado que una sociedad que era un poco más horizontal en el sentido que había un padre que ordenaba, portaba el apellido, una serie de cosas que no quiere decir que estén bien, pero el mundo ha cambiado, y la agresión aparece por todas partes, sin nombre y sin ideología.
![El psicoanalista Jorge Bafico en un delicado ejercicio de memoria.](https://el-pais.brightspotcdn.com/uploads/2018/08/23/5b7f010f38fd3.jpeg)
—¿Eso surge con las redes?
—No, pero las redes permiten tener cierta notoriedad. Antes quedaba en un comentario entre amigos, y ahora alguien se puede poner cualquier nombre y decir lo que quiera. Eso es moneda común. Estamos en un tiempo de mucha violencia pero que no está arropada en ninguna idea ni ideología, es una violencia por la violencia en sí misma. Es una forma que nos estamos dando en el lazo con el otro, más violento donde el paradigma del amor ya no abriga tanto, está más el goce autónomo, el gozar por mi mismo son pensar en el otro. Eso lo vemos en las redes y en la forma de enlace con el otro amoroso a través de las aplicaciones como Tinder, Grinder o Happen, donde uno pone qué tipo de objeto quiere para consumir. Y sobre lo que se eligió, características, cualidades, intereses, una base de datos me dice lo que me puede servir. Entonces, vivimos en un mundo que ya no es tan lejano a lo que se veía en la serie Black Mirror.
—Tiene que ser difícil encontrarse a sí mismo en la vorágine.
—Sí, de hecho también hay un fenómeno interesante: todo es mucho más globalizado, más tecnológico, empiezan a aparecer toda una corriente de la espiritualidad, la meditación, el yoga, aparecen escritores que hablan de eso como Yoga de Ferrer, pero también aparecen gurús que nos indican los caminos, quizás como padres terribles. Lo vemos en la política donde empiezan a aparecer personajes que concitan mucha atención y son personas que tienen un discurso terrible que dicen: esto hay que hacerlo así. Y por un lado tenemos una gran apertura, una gran forma de pensar la vida y por otro estos personajes que concentran lo más terrible del padre en una sola persona. Es un mundo complejo.
—Hace varios años publicó Los perros me hablan, sobre personas que parecen comunes y corrientes, pero que tienen una historia espantosa.
—Hay una mayor frecuencia de asesinos en masa en los últimos años. Son esas personas que tienen bronca y van a su universidad o liceo donde fueron un poco objeto de burla de sus compañeros. Habla también de un tipo de monstruo nuevo. Antes era un monstruo muy alejado de nosotros, un Frankenstein, un vampiro, una cosa diferente y ahora el monstruo está en el apartamento de al lado. Hasta uno mismo puede ser un monstruo, y se ven estos casos que son espeluznantes que tienen que ver con un exceso de todo en estos tiempos.—Qué se puede hacer?
—Lo que diría es que una herramienta muy válida es el análisis personal, porque uno tiene que lidiar con sus propios demonios, y el análisis no da herramientas ni tips, eso es para otras teorías y terapias, pero el psicoanálisis apunta a que uno se pueda responsabilizar de sus propios malestares que genera en uno y con los demás.
—¿Y a nivel social?
—Eso es más difícil. Estamos en un tiempo donde el mundo está cambiando el amor y la familia. La casa para toda la vida, el trabajo para toda la vida, esas cosas que antes nos enorgullecían, como el tipo que estaba 40 años en la misma empresa, eso hoy no está bien visto. Que alguien esté en el mismo lugar habla de un tipo que no tiene movilidad, no tiene ambición. Está cambiando todo tan rápido, el amor ya no cubre y por eso las parejas tienen muy poco tiempo, es un cambio tan grande que no hay mucha posibilidad de ver qué hacer con eso. Creo que estamos en un tiempo de cambio que va a ir hacia otro lugar, otro modelo de relacionamiento social, diferente, quizás con otros paradigmas y modelos identificatorios también. Creo que vamos a vivir otro mundo en unos años y ahí lo podremos pensar. Hoy en este período de turbulencia social en el que estamos metidos, sumados al fenómeno de la pandemia que afectó mucho más todo esto, el tiempo verá hacia donde vamos.
—¿No hay mejor cura que el tiempo?
—Creo que hay algo de eso para el duelo. Hay que darle al sujeto un tiempo para que pueda cicatrizar esa herida. No puede ser que a los cuatro meses tenga que hacer como que no pasó nada y si no cambia hay que medicarlo rápidamente. Si el sujeto se congela, para su vida hay que ver, pero cada uno tiene que ver. Los duelos están en relación al objeto que uno pierde y la relación que uno tiene con ese objeto, que no es la misma que tiene para otro. La pérdida de un padre no tiene que afectar a dos hermanos por igual, porque no es el mismo padre, es distinto, pese a ser la misma persona. Esas cosas, en el análisis las pone en juego. Todos sabemos lo que tenemos que hacer para sobrepasar las cosas y a veces no lo podemos hacer. Por eso el análisis está bueno.