NOTA DE TAPA
El comunicador forma parte del banda 4 Cuervos, que prepara un disco y una apretada agenda de shows.
-¿Cómo se dio el proceso de volver a la música con la banda 4 cuervos?
-Yo nací en la música porque estoy en esto desde los 17 años. En un momento decidí que no quería hacerlo más. La última experiencia con temas propios fue Caballo loco en 2012. Y en este tiempo era como que no quería volver al trabajo que implica formar parte de una banda. Lo que hice en ese tiempo fue andar entreverado con bandas de covers cuando necesitaban un cantante. El año pasado me llamó Juan Marcelo Garrido, que tenía un proyecto con el baterista Daniel Di Lorenzo y como guitarrista convocó al Chino. Le dije lo mismo: “te agradezco pero no tengo ganas de volver a esto”. Me mandó los temas que ya tenían y me encantaron. Ahí formamos ese cuarteto que llegamos a tocar en unos cuantos lugares. Después, por problemas de convivencia, prescindimos del bajista (Garrido) y seguimos con “El Sapo”. Es un proyecto de hard rock. Con las aperturas parciales que hubo en pandemia tocamos en varios boliches. El año pasado cerramos El bacilón y este año lo abrimos.
-¿Por qué ese género?
-Porque venimos casi todos de esa escuela. De chico todos fuimos metaleros, aunque sea por un rato. Con los años uno abre la cabeza y sin querer entramos en otros estilos. A veces pasa que uno compone una balada melódica pero con una impronta rockera. También me gusta decir que es un proyecto de canciones. Llegamos a una edad en la que tenemos cosas para decir. Ese es un objetivo artístico de la banda.
-¿Qué dicen esas canciones?
-Nosotros estamos entre los 48 y los 53 años. Con 51 yo estoy en el medio. Hemos pasado de todo habiéndonos movido en este ambiente, habiendo pasado por diferentes parejas o proyectos familiares, algunos de ellos truncados. Creo que tenemos mucho para decir. Hablamos de la vida misma desde la experiencia que te dan los años.
-¿La pandemia los frenó o fue útil para crecer creativamente en la interna?
-Fue raro. La pandemia lo que hizo fue igualar las posibilidades para todos. Tanto que el estaba bien arriba como el que estaba empezando. Hubo bandas que de alguna manera utilizamos la pandemia para seguir juntándonos y trabajar más concentrados en el producto que queríamos mostrar. Me acuerdo que las primeras reuniones por zoom fueron un caos. Luego de las vacunaciones, empezamos a juntarnos para seguir alimentando un fuego que no se puede apagar. Porque cuando se frena la máquina también viene la desmotivación.
-¿Cómo te sentiste al volver a cantar?
-Recuperé algo que había soltado pero con otra experiencia y cabeza. Soy de la época en que las bandas éramos clubes de amigos y acá, si bien somos amigos, a la hora de trabajar lo hacemos muy profesionalmente. En el equipo cuidamos la letra, tratamos de ser lo más directos posibles. Me volví a encontrar a mí mismo como cantante y guitarra rítmica, tratando de absorber el consejo del otro. Es como una amalgama: tratamos de complementarnos el uno con el otro con el objetivo de formar una unidad.
-¿Qué se proponen como banda?
-Con esta reapertura, la idea es salir a mostrarnos. Tenemos dos temas en Spotify (“Respirar” y “conectar”) y estamos agendando shows. Ese es el motor de nuestras vidas. Pero también vamos a entrar en estudio para terminar otros temas que tenemos. Vamos a trabajar de manera virtual porque el disco físico no tiene mucha salida. Internet ha ganado la cuereada por lejos.
-¿Cómo definirías el trabajo de composición de la banda?
-Cae uno de nosotros con el esqueleto de una canción y luego comienza un proceso de cambios que se dan en el trabajo con el resto de los integrantes. Por ejemplo, yo tengo una conexión impresionante con el baterista. Para la última canción que estamos armando llegué con una idea y una melodía y a los dos días, trajo una letra que calzaba perfecto. Me gusta trabajar en equipo. A veces, cuando hay alguien conocido, la gente tiende a decir: “la banda de Fulano”. No es “la banda de Kairo”; Kairo trabaja en esa banda.
-Hace poco tuviste una intervención que te dejó afuera de la pantalla, ¿qué pasó?
-Me intervine de una hernia inguinal después de un largo proceso. Con Ernesto (así se llama la hernia) tuvimos una larga convivencia de 15 años hasta que llegó un momento en que no la aguanté más y decidimos separarnos. Me estaba limitando para todo, para trabajar, para cantar, para hacer cosas que me gustan. Tengo un taller y hago cosas de carpintería, a veces con cosas de gran porte. Así que decidí hacerme la intervención.
-En TV estás con mucho trabajo con La mañana en casa y con Amamos el talento.
-Hubo un cambio de formato de Amamos... y este año con los panelistas se hace muy divertido. Fueron muy bien elegidos. Paola Bianco sustituyó a Noelia Etcheverry y pasamos bárbaro. En Canal 10 se arma una ambiente de trabajo muy familiar, que va desde el que te recibe en la puerta pasando por los técnicos, cámaras. Hay un clima precioso.
-La mañana vivió cambios con la salida de María Inés Obaldía....
-Sí, la incorporación de Eliana Dide fue un descubrimiento. Se adaptó enseguida y para mi gusto agarró demasiado vuelo. Ya está manijeando para que baile y para todo lo que no me gusta hacer.
-¿Tenías dudas al comienzo sobre este perfil porque venías de otro formato y de contenido?
-A mí me dio la oportunidad de mostrar otra faceta como conductor para la que de pronto no se me tenía fe. Porque tendemos a encasillar a las personas. Más allá de que algunas notas pueden remitir a lo que fue Cámara testigo. Porque a veces tenés una historia de vida para contar o una historia fuerte. Todo ese bagaje me da herramientas para encarar las notas de forma seria. En la mañana tenemos la ventaja de que podemos pasar del jolgorio a lo solemne de forma creíble.
-En el magazine hubo un vuelco hacia el entretenimiento y a veces se lo cuestiona porque en el país hubo momentos muy duros, por ejemplo, con los fallecidos por COVID.
-La clave es encontrar el equilibrio entre la seriedad que requieren algunas cosas y la diversión de un ambiente de trabajo. Yo creo y con esto no estoy criticando a nadie, que uno no puede estar de jolgorio de dos horas y medias. Porque de esa forma demuestra que uno no se preocupa por nada, lo que no impide que pueda haber diversión en el trabajo. Tiene que haber un contenido y lograr la empatía con las personas que están mirando.
-Francisco, tu hijo de 14 años, ¿sigue tu carrera?
-No, él está para la suya. Juega al fútbol en Rincón del Reducto. Me encanta que tenga sus objetivos. A ninguno de mis hijos los vestí de negro, ni los disfracé de rockero.
-¿No es rockero?
-No. No tiene mucha inclinación por la música. Me gusta que mis hijos sigan su camino y tengan su personalidad. Porque de alguna manera fue lo que mis padres hicieron conmigo.
-Tenés 51 años, ¿hay crisis de los 50?
-Si la hay, no me llegó. Es más, me encanta decir cuántos años tengo. Me gusta la idea de madurar y no me pesa para nada.
-El mes pasado, julio de 2021, entraste a redes sociales...
-Tengo Instagram. Lo abrí para mostrar cosas que hago en la música y en el dibujo. Con ese objetivo me cerró. A mí me gusta mucho el arte y me parece bueno compartir eso. No estoy muy ducho todavía pero trato de responder a todos.
-¿Por qué no habías entrado hasta el momento?
-Tengo un concepto equivocado de las redes. Yo sentía que meterme en las redes era vender mi privacía. Eso lo pensaba viendo los ejemplos que tenía a mi alrededor. Luego aprendí que puede ser una herramienta valiosa de comunicación.
-Cambiaste por un look de pelo largo, ¿por qué?
-Es la segunda vez lo intento. Hace unos años me lo deje crecer pero en cierto momento no banqué más y me lo corté. Ahora, por una oferta de trabajo que implica la interpretación de un personaje para una serie, estoy con el pelo largo. Viene bien el cambio de look.
-Lo que no cambia es el negro.
-El negro y los jeans. Todas mis camisas y remeras son negros. A veces me hago el loco y me pongo una remera blanca. Pero no más de eso.