NOTA DE TAPA
A dos años de la crisis depresiva que la llevó a un intento de autoeliminación, la comunicadora de 46 años se declara en proceso de sanación y comenzó a formarse para tener más herramientas de ayuda.
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—Comenzaste este año una formación en counseling, ¿en qué consiste?
—Es una técnica nueva para Uruguay. Se trata de una corriente humanista emparentada con la psicología que se centra en la persona. El objetivo no radica en hacer un diagnóstico o tratamiento, eso es trabajo de los profesionales, sino en oficiar de un apoyo y acompañamiento hacia las personas que están pasando por alguna crisis vinculada a la adicción, depresión, ansiedad o lo que sea… No nos enfocamos en eso. La idea es trabajar la crisis desde lo bueno y las virtudes de la persona para luego sí abordar la parte más conflictiva. No hay consultorio ni un diván. Podemos hablar con la persona en su casa o caminando por la rambla.
—No estudiabas desde tu salida del liceo, ¿por qué tomaste esta decisión?
—Tiene que ver con mi experiencia personal y seguir sanando. En esta carrera, de tres años, se trabaja mucho sobre uno mismo y quiero seguir entendiendo las cosas que me pasaron. Pero lo más importante es obtener herramientas. A raíz de que yo conté mi testimonio sobre el proceso y el día en que quise terminar con mi vida, he recibido muchísimos pedidos de ayuda en la calle como en redes sociales. Tengo al menos unos 2.500 mensajes y respuestas a través de Instagram. Pero no tengo más herramientas que mi experiencia y mi oído para escuchar. Por eso esta formación; para tener más conocimiento que compartir.
—¿Cuánto falta avanzar en materia de salud mental?
—Muchísimo. Son muy caras las terapias. Hay un gran atraso en todo el sistema de salud en cuanto al acceso a profesionales. Se puede demorar hasta tres meses en conseguir número con un especialista. Lamentablemente, la depresión es una enfermedad que está creciendo de forma abismal y muchas veces, la gente no tiene donde recurrir, sobre todo las personas de bajos recursos. A ellos me interesa especialmente ayudar. La gente necesita mucho que la escuchen.
—Hablabas de la gran cantidad de mensajes que recibís, ¿qué te preguntan generalmente?
—Se sienten identificados y me preguntan cómo logré salir adelante o me consultan por los síntomas. Ahí también se da una falta de conocimiento. Muchas veces los familiares no identifican una depresión y castigan, desde el amor, a la persona que está transitando la enfermedad. “Dale, levantate de la cama, sos un inútil, sos un vago”… Todo eso es un veneno porque nosotros sentimos que le hacemos mal a los demás y si encima nos lo dicen, aunque sea desde el amor, es peor.
—¿Cómo dirías que estás hoy?
—Después de tocar fondo, estoy muy bien, con muchas ganas de vivir y seguir adelante. La vida me dio otra oportunidad y gracias al tratamiento y a leer mucho, me siento renovada. Me metí en terapias alternativas para entender y encontrarme conmigo misma. Empecé un camino de sanación que me hizo muy bien y por supuesto, sigo con la medicación. Para mí, esto es una lucha día a día.
—En su momento, la pérdida de tus padres fue importante en ese bajón…
—Sí, yo sufrí las pérdidas de mi papá y mi mamá en tres años pero también lo laboral. Me pasaron muchas cosas y todo eso junto, más situaciones personales hicieron que cayera en la depresión. Luego es un círculo de soledad porque cuando vos no estás bien, la gente tiende a alejarse. No saben cómo manejarlo y es una enfermedad tabú y rechazada por la gente. Que te digan “tóxica” y la gente se empieza a abrir es muy doloroso.
—En tu caso, ¿no querías salir de la cama?
—No, lo mío fue todo lo contrario. Quizás por mi profesión, en la que siempre hay que reír y no demostrar tristeza frente a la cámara, estaba eufórica siempre. El bajón venía cuando estaba sola entre cuatro paredes.
—¿Cuánto te costó dar testimonio?
—Mucho. Cada vez que lo doy me emociono mucho. Empiezo a recordar cuando abrí los ojos en el CTI, cuando tomé la decisión y cómo lo fui pensando y preparando… No fue algo espontáneo.
—¿Habías escrito algo?
—No, yo no escribí nada. En esa oscuridad veía todo malo y sentí que le estaba haciendo un favor a mi familia y a todos los que me rodeaban. Me cuesta el testimonio pero decidí hacerlo porque siento que deja una enseñanza a la gente. No sabés la cantidad de personas que me abrazan por la calle. Me dicen que gracias a mi testimonio se dieron cuenta de familiares que pasaban por una situación así u otros que vivían algo parecido a lo mío y a partir de que me escucharon, les dio ganas de empezar a tratarse y seguir adelante. La depresión es una enfermedad muy grave como para no hablar de ella. Es una pandemia silenciosa que en su manifestación más grave, el suicidio, se lleva a más uruguayos que los accidentes de tránsito o los homicidios. Mi objetivo es seguir ayudando y en la medida que tenga más herramientas, mejor. Encontré una fuerte motivación en eso.
—Recientemente se conoció la separación con Gaspar luego de 14 años juntos. ¿Cómo se procesó?
—Siempre fuimos atípicos. Cuando estábamos juntos, la pregunta del millón era “cómo hacen para estar todo el día juntos”. Ahora nuestra separación es atípica porque en general los divorcios se hacen en términos conflictivos, pero en nuestro caso, la separación es con respeto y buscamos que reine la paz y el amor. Claro que problemas hubo porque si no, seguiríamos juntos pero tenemos claro que vamos a ser toda la vida junto con las nenas. Lo estamos llevando muy bien y nos organizamos las rutinas para reducir el impacto, sobre todo para nuestras hijas.
-—En los próximos días van a estar los dos juntos en un proyecto laboral, como Noche D10 junto a Robert Moré.
-Sí, tenemos trabajos en común y funcionamos muy bien juntos, con total normalidad. Vamos a estar en DirecTV y en Radio Nacional, todas las medianoche en el programa. Estamos muy contentos con eso. Si bien él ya no vive en casa, sigue siendo su casa porque la compramos los dos espalda con espalda. Él va, se instala con las nenas, sin ningún problema.
—Más allá de esta oportunidad en Noche D10, ¿has tenido otras propuestas laborales de los medios?
—Sí, en las próximas semanas vuelve Espacio ciencia TV, un programa para público infantil que hicimos el año pasado pasado en Canal 5. Yo estoy trabajando también en comunicación institucional para empresas y organización. Me gusta mucho ese trabajo. Además, estoy embarcada en un proyecto empresarial con una amiga. En lo laboral estoy muy feliz: volví a nacer en todo sentido. La vida me dio otra oportunidad y me agarré fuerte.
—La separación tiene varios meses, ¿dirías que estás receptiva a una nueva relación?
—No. Estoy en un proceso de sanación y de procesar todo lo que ocurrió para abrir una nueva etapa. Estoy enfocada en mí, en mis hijas, en mi trabajo. Por supuesto que salgo a divertirme con mis amigas pero estoy muy tranquila. Paso a paso.
—¿Y en el caso de Gaspar?
—Él está de novio y está muy bien. Ella es quiosquera como él. Me pone muy contenta. Si él está feliz, para mí está bien.
—¿Cómo sigue el enfrentamiento judicial con Álvaro Navia, luego de que se rompiera el vínculo con Gaspar?
—Tenemos dos juicios con él: el que inició Gaspar y otro que me hizo él a mí por difamación. Los dos están abiertos. Quisimos detenerlo pero no se pudo llegar a un acuerdo económico. La cifra que se conversó fue muy por debajo del perjuicio que tuvimos. Nuestra idea era terminar con esto pero no se dio. Seguiremos el proceso y veremos qué resuelve la justicia.
—Coincidieron en el Carnaval de Melo, cuando ustedes estaban en la conducción y él desfiló. Sin embargo, no se cruzaron. ¿Qué pasó?
-Fue una coincidencia porque en el momento en que él desfiló, nosotros nos fuimos a otra actividad. A nosotros no nos molestaría cruzarnos con él, porque tenemos la conciencia tranquila. De la otra parte, no lo sé.