-Sos una habitué de Uruguay, ¿cómo surgió ese vínculo?
-Desde niña viajé siempre. Mi mamá y mi papá se instalaban en Punta del Este en la época en que se venía todo el verano. Las vacaciones eran mucho más largas: nos quedábamos de enero a marzo.
-Junto a tu madre, Marie Louise Alemann, fueron precursoras de la playa nudista de Chihuahua. ¿Cómo es esa historia?
-Sí, ella era alemana y a las dos nos encantaba estar desnudas en la playa. No había nadie en esa época, ni se llamaba Chihuahua. Lo único que había cerca eran las areneras. Cuando venía alguien, lo veíamos de lejos y nos poníamos el pareo. Mucho después se transformó oficialmente en playa nudista. Es hermosa y hasta el día de hoy sigo yendo cada tanto.
-Últimamente has visitado Uruguay varias veces, ¿cuál es tu agenda en el país?
-Además de disfrutar de Uruguay, me convocó un amigo que está involucrado con un proyecto para Ciudad Vieja. La zona del casco antiguo, donde está el Mercado del Puerto, fue muy golpeada por la pandemia y me llamaron para que aporte ideas para revitalizar la región como un polo gastronómico y cultural. Lamentablemente, con la caída del turismo de cruceros, muchos negocios cerraron. Me gusta mucho Ciudad Vieja y creo que tiene mucho potencial. Queremos crear un polo cultural para que haya una nueva afluencia de público. La idea está en etapa primaria y será también una oportunidad para los artistas uruguayos tengan un nuevo espacio de expresión.
-Durante la pandemia en su momento hubo una polémica. Se te señaló como que habías violado la cuarentena en Punta del Este, además de algún presunto altercado con vecinos…
-Eso quedó aclarado en su momento. Siempre fui respetuosa de la cuarentena y nunca tuve ningún intercambio con vecinos. No sé de dónde salió eso.
-Hace pocos días se presentó en Buenos Aires una muestra sobre la obra de tu madre, en especial con el cine experimental, del que ella fue precursora. ¿Tu inclinación artística viene de ahí?
-Completamente. Cuando niña, yo participé de muchas de las películas de mi madre como actriz. Hoy esas películas que ella hacía como una experimentación son muy requeridas en los festivales, lo que me llena de orgullo. Ella lo hacía como diversión y supongo que si está viendo todo esto, desde el otro plano, se estará riendo mucho. Ojalá sea así.
![Katja Alemann. Foto: Juan Manuel Ramos](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/1fea45b/2147483647/strip/true/crop/943x653+0+0/resize/943x653!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2F1b%2F5d%2F88517bd14e06b1aa560026b94acd%2Fimagen-jmr8699.jpg)
-Actriz, cantante, gestora cultural. Tu camino artístico tiene muchas vetas. ¿Cómo lo definirías?
-Creo que antes de todo está la música. En este momento quiero tomar un poco más en serio esa faceta. Toco instrumentos y desde siempre compongo canciones, aunque nunca me organicé como para sacar un disco o ahora colgar a Spotify mis temas. Estoy organizándome con eso, además de formar una banda para que hagamos temporada. En Uruguay, en Punta del Este, ya estuvimos un verano tocando y pasamos muy bien. Capaz que repetimos.
-¿Por dónde transita tu música?
-No me ato en materia de género. Me interesan las letras y dar un mensaje político.
-¿Qué mensaje político te parece importante para este momento de tu país?
-No hablo de política partidaria, pero creo, por ejemplo, que nosotros como ciudadanos tenemos que participar mucho más de las decisiones de Estado. Acá en Uruguay tienen más tradición de hacer referéndums y plebiscitos. En Argentina no se hace ese tipo de consultas populares, algo que hoy se facilitaría mucho con las plataformas digitales. Me parece que tenemos que estar más involucrados como ciudadanos para controlar a los políticos que muchas veces llegan a la función pública y se creen que son los dueños del país. No es así: tenemos que estar encima de ellos para qué deciden y por qué. Después desaparecen los fondos públicos y no sabemos cómo pasó.
-¿En qué lugar de la famosa grieta te ubicás?
-Ideológicamente creo en el Estado y estoy en contra de las privatizaciones. Pero no hago política partidaria. Apoyo ciertas ideas o cuestionan, pero no importa de qué lado vienen. Tengo un pensamiento crítico con respecto a todo. Además soy activista ambiental. Hace unos años en Uruguay hice una acción como Iemanjá empetrolada. Generó mucha repercusión mediática. Me parece muy importante poner foco para solucionar el problema de la contaminación de los mares. Creo que hoy hay mayor conciencia de que no se puede tirar plástico en cualquier lado.
-En los años ’80 y ’90 cultivaste un perfil como sex symbol. ¿Cómo visualizás esa etapa de tu carrera?
-Yo siempre quise resignificar lo erótico, que ha sido algo muy denigrado y mancillado desde la cosificación, en especial de la mujer. Hoy en día se comprende mucho más este mensaje, pero en aquella época era muy difícil decir darle contenido a lo erótico. Igual, creo que lo conseguí y me parece uno de mis grandes logros. Ha generado también que la gente me reconozca hasta el día de hoy, más allá de que nunca fui una persona mediática.
-Dirías que ese ha sido tu mayor logro…
-Ese y lo que gestamos con Omar (Chabán) en Cemento. Fue un lugar que se transformó en la catedral y generó un lado mítico increíble. Yo puse la inversión para crear el lugar y durante la primera etapa me dediqué a la parte de prensa y a la impronta artística. El resto fue trabajo de Omar, más allá de que nos separamos siempre colaboré con Cemento.
-La figura de Chabán, fallecido en 2014, fue muy controvertida luego del incendio en Cromagnón. ¿Cómo era tu vínculo en esos momentos?
-Siempre fuimos amigos hasta el final. Creo que hoy, en perspectiva, hay gente que reconoce lo que hizo Omar por la música y la cultura. Lamentablemente, la tragedia hizo que se borrara para mucha gente todo lo bueno que había hecho, pero bueno, como me dijo un amigo, “la verdad es hija del tiempo”.