Por Nicolás Lauber
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El estilista argentino Kennys Palacios comenzó su trabajo con famosos de la mano de Zaira Nara. También trabaja con su hermana Wanda, con quien ha forjado una amistad, además de con Karina Jelinek, Nancy Dupláa, entre muchas otras. Aquí, revela sus secretos.
—Sos uno de los estilistas más conocidos de Argentina. Hoy te encargás del maquillaje y peinado de muchas famosas. ¿Cómo comenzaste?
—Había terminado la secundaria, y como todo adolescente, no tenía idea qué estudiar. También era rebelde y me rateaba a clases, me quedaba en la estación de tren. Salí a buscar una facultad y no encontraba nada. Estaba por estudiar Relaciones Públicas, y salía caro estudiar, cuando legué a mi casa me dije que no quería que mi madre se pusiera a gastar porque iba a hacer la carrera por hacer algo. Comenzando a hacer zapping salió un anuncio que decía: “si querés estudiar peluquería y tener un trabajo inmediato, inscribite con Leo Paparella”. Me dije, por qué no, porque mi abuela fue peluquera cuando era joven, tuvo su salón de belleza. Cuando recién empecé fue mi abuela la que me regaló mi primer secador, el cepillo, fue la que me incentivó a seguir ese curso. Era un curso de un año, pero a los tres meses me propusieron trabajar en el salón.
—¿Y ahí empezaste?
—Me dijeron, venite mañana con camisa, zapatos y un pantalón de vestir. Nunca me presenté. Me agarró miedo, no me sentía preparado para trabajar en el salón. No sé si fue miedo o vagancia, pero no me presenté hasta la semana siguiente que tuve el curso nuevamente. Por las dudas, en el bolso llevé los zapatos, la camisa y el pantalón. Si me volvía a decir me quedaba, me insistieron y me quedé. Así, poco a poco fui haciendo el curso y en paralelo trabajando. Después pasé como el asistente personal de Leo Paparella que era el dueño, es como un Giordano con su cadena de peluquerías. Así me fui metiendo, porque me mandaba a los canales, a los desfiles, a todos lados. Ahí veía que me podía abrir mi propio camino porque en la peluquería son muchas horas, casi 12 horas, tampoco había un sueldo fijo, era a comisión, y como en todo laburo, te matás para ver quién gana más a fin de mes. La verdad que no me gustaba ese tipo de trabajo donde te matás para ver si atendés vos o yo al cliente, y poco a poco fui conociendo gente y me fui abriendo. Me fui de la peluquería y nunca más volví.
—¿Cómo fueron esos primeros tiempos solo?
—No es fácil, le había agarrado el gusto a la plata, a la libertad y a horarios que manejás vos, no por otra persona. La primera famosa que conocí fue Liz Solari. Me acuerdo que en un desfile importante de Claudio Cosano siempre iba y decía: “algún día voy a trabajar acá“, y ese día llegó. Me acuerdo que cerró la pasarela Pampita y también tuve la posibilidad de trabajar con ella, pero lo que se dice fuerte fue cuando empecé a trabajar con Zaira Nara. Ella me abrió más camino en los medios y a más modelos. “Llamalo a Kennys” y así fui abriendo mi camino. Después conocía a Karina Jelinek que aparte de haber trabajado con ella, nos hicimos muy amigos. Por suerte con todas las personas con las que trabajo me termino haciendo amigo, vacacionamos, nos vamos de viaje, compartimos cenas o me quedo en sus casas.
—¿De qué te encargás cuando te convocan?
—Del peinado, maquillaje y me gusta mucho ver qué hacer desde el vestuario o dependiendo del evento que sea. Soy muy atento, a todo. Los años de trabajar en este medio me hicieron estar atento. Ponele, está la personalidad y veo si le están haciendo una foto que no es la adecuada porque siempre está la mala que te saca la foto para mandar al grupo de amigas y comenzar a criticar. Por eso siempre estoy ahí, y tal vez estoy visto como el mala onda o el amargo, pero creo que es mi trabajo el cuidar a la persona.
—Seguro que a tus clientas les gusta que las cuides así.
—Sí porque es un ambiente en el que todos se sacan los ojos y hay que estar atento.
—¿Cuándo notaste que te volviste un nombre conocido?
—Con Zaira empecé a hacerme conocido con las modelos y creo que más conocido cuando comencé a venir a Punta del Este con Karina Jelinek. También cuando vine porque me llamaron para trabajar con Paris Hilton. Poco a poco en los medios uno va levantando el perfil, tampoco levantándolo tan fuerte. Creo que sin pisar cabezas he logrado llegar sin hablar mal de nadie. Podrá haber sido un camino muy largo o muy lento, pero estoy muy seguro de mí mismo y que nunca traicioné a nadie de la gente con la que trabajé.
—Después de tantas horas juntos, te convertís en confidente.
—Sí, uno va conociendo mucho a la figura con la que trabaja, y lo mismo conmigo. Saben de mi vida personal que no la muestro mucho porque prefiero que esa parte sea solo mía. A veces me dicen por qué no muestro a mi novio, porque no hace falta. A veces no lo entienden, lo mismo que a mis amigos que son de toda la vida con los que como un asado, se quedan en mi casa o yo en la de ellos. Son mis amigos desde hace 20 años y cuando dejo las luces, es con estas personas con las que paso porque me bajan un poco a tierra. Siempre se precisa.
—¿Cómo pasás de ser peluquero a maquillador y además encargarte del vestuario de las famosas?
—Fue un proceso natural. En Buenos Aires cuando viajás a hacer campañas, buscan una persona que se encargue de pelo y make up. Comencé a estudiar, hacer cursos, mirar muchos videos y a practicar con la cara de las famosas. No me creo que soy un gran maquillador, soy una persona que crece y quiere aprender día a día. No me creo ni más ni menos, pero el mismo trabajo me fue llevando a eso. Lo mismo con el vestuario, trato de opinar y si te conozco ya sé qué va con vos en el tema de ropa, qué no, qué vestido te conviene y cuál no. Trato de dar mi opinión por conocerlas.
—¿Te ha pasado de aconsejar por un vestido y que terminen usando otro?
—Sí, pasa. Pero creo que está bueno dejar que la persona se vista como quiera y se da cuenta que tenía razón. Por suerte trabajo con muchas chicas que siempre me escuchan a mí y a mi equipo de trabajo, y confían.
—¿Sentís que tenés una amistad, más allá de que es un trabajo?
—Creo que sí. Cuando depositan confianza, te invitan a comer a su casa, cuando vivís o viajás con las personas es porque hay una amistad. Aparte son muchos años de convivencia en el ambiente y en la vida fuera de la televisión.
—¿Qué hay que hacer para que Wanda Nara te regale un auto?
—Wanda me hizo un tremendo cumple que no esperaba. Me dijo: invitá a tus amigos y festejamos tu cumple en mi casa. Bueno le dije, pero no invité a todos mis amigos por un tema de respeto. Si llevaba a las 20 locas, le destrozaban la casa (risas), así que invité a los más tranquilos. Y me dio el tremendo regalo que todos vieron. Me llevó afuera con los ojos vendados y estaba el auto que estaba en mis proyectos tenerlo pero en otro momento. Fue un buen gesto que habla bien de ellos. Aparte, Wanda es una persona a la que quiero mucho y me ha ayudado mucho. La quiero a ella, a sus hijos, y es una persona con la que se labura cómodamente, libremente y sobre todo divertidamente. Ella tiene una sonrisa para todo, tal vez soy yo el que se encula mucho más.
—Tuvo un par de años de mucha exposición, ¿cómo ves hoy a Wanda?
—Muy bien, está en su mejor momento en la conducción de Masterchef, trabajando en el canal más visto de Buenos Aires. Está todos los días y está muy feliz de formar ese proyecto.
—¿Te encargás del pelo y maquillaje de Wanda en Masterchef Celebrity?
—Me encargo del make up y el equipo del pelo y del vestuario porque los canales de televisión tienen otra velocidad. Armamos un buen equipo. Estamos todos los días grabando, ahora me vine a pasar un par de días porque no había grabación, sino estaría en el canal.
—¿Hay famosas que se cuidan más el pelo que otras?
—Sí, claro. No he llegado a la persona que tiene un pelo que se me queda en el cepillo. Creo que todas se cuidan, tienen una excelente piel. Karina Jelinek es una persona que desde que se despierta hasta que se acuesta se llena de cremas en el cabello, cuerpo y rostro. Hasta para irse a dormir se pone cremas. Ella y otras más son chicas del ambiente que viven de su imagen, y la piel lleva su cuidado, sobre todo para salir radiantes en las fotos.
—¿Qué reacción tenés cuando ves a tus clientas a cara lavada y con una colita de pelo siendo fotografiadas por los paparazzis a la salida del super?
—Me pasa con muchas chicas con las que laburo, lo mismo ha pasado con Charlotte Caniggia, o Karina, o Silvina Luna, cuando las ven en la calle a cara lavada les dicen: “sos mucho más linda a cara lavada”, es la clásica que se lo han de decir a todos. Ya de tanto que lo dicen, lo creemos. Igual, son todas hermosas a su manera y cada una tiene sus rasgos e identificación personal. Nosotros solo nos encargamos a embellecer un poco más.
—¿Hay alguien con quien no trabajarías?
—Por suerte nunca he tenido problema con nadie. He trabajado con todas, incluso con la señora Mirtha Legrand y Susana Giménez. Me acuerdo el día que fui a preparar a Susana. Siempre está el miedo de cualquier persona que quiere atenderla, estaba renervioso y lavé todos los pinceles, los maquillajes los limpié y ordené por colores, todo pronto. Investigué cómo es que se maquilla, qué usa y cuando llegué a maquillarla, al principio estaba con miedo pero apenas le hice el primer delineado, me acuerdo que me dijo: “el delineado me lo hago sola”. Le di el lápiz y me dijo: “pero confío en vos”. Terminé maquillándola yo solo, no me dijo absolutamente nada de nada, al contrario, después tuvo palabras muy bonitas para conmigo. Al día siguiente me volvió a llamar así que yo más que contento que una persona como ella haya quedado feliz con mi trabajo. Yo me quedo con sus palabras y las de su equipo, pero siempre con nervios. Soy muy miedoso siempre a la hora de trabajar con alguien que no conozco.
—¿Qué planes hay para el futuro?
—Estoy por sacar una línea de make up. Es una cápsula que estoy por sacar junto a Wanda. Ella tiene su línea de make up y lo mío es Kennys Palacios by Wanda Cosmetics. Es una línea pequeña para ver cómo funciona, y si anda bien sacaremos una más grande. Por ahora solamente va a ser una paleta de seis colores, los básicos que toda mujer tiene que tener en su maquillador: marrones, vainilla, dorado y negro. Después tres tonos de labiales, rojo, nude y otro que estamos definiendo, y un delineador en gel. Vamos a ver cómo funciona esta cápsula para intentar sacar más productos nuevos para la mujer. Quién te dice que algo para el hombre también, hoy en día se usan bases y correctores.