ENTREVISTA
Etcheves lanza pronto una nueva novela, una serie de televisión y cuenta sobre el surgimiento de la marcha Ni Una Menos en Argentina
Luego de 25 años (y tres premios Martín Fierro) en la televisión, Florencia Etcheves decidió jugársela y comenzar una carrera como escritora de novelas policiales, género en el que siempre se movió en la televisión. Su primera novela, Cornelia, se convirtió en un éxito, que tuvo su adaptación a la pantalla grande con el rostro de Luisana Lopilato como la protagonista. Desde entonces, decidió dejar su trabajo en los medios para dedicarse a escribir. Con proyectos para Netflix, un nuevo libro que ya está por publicarse y sobre su participación en el movimiento feminista argentino, fue una de las precursoras de la marcha Ni Una Menos en Buenos Aires, Florencia Etcheves habló con Sábado Show.
—En Errantes, al igual que pasaba en Cornelia, son los pequeños objetos y detalles que contás los que arman la trama de la novela.
—Sí, me gusta definir las historias con los objetos. Me parece que los objetos son enunciadores de situaciones, por eso en todas mis novelas hay algún objeto que termina englobando la historia; me ayudan a contarla.
—Tus novelas también han tenido un pasaje al cine, Cornelia se transformó en la película Perdida.
—Sí, y ahora Netflix compró los derechos de La virgen en tus ojos, por lo que va a a empezar a filmar dentro de poco en Buenos Aires. Se va a llamar La corazonada y es como la precuela de Perdida y Luisana Lopilato también va a ser la protagonista.
—¿Cómo es ver eso que escribiste hecho serie o película?
—La pasé muy bien cuando fue el rodaje de Perdida. Cuando me dijeron que Luisana iba a ser Manuela Pelari, pegué gritos, porque ella siempre me pareció fabulosa. Después, cuando la gente de escenografía fue armando los escenarios y vas caminando por esos lugares que solo existían en tu imaginación y los podés tocar, es como Alicia en el país de las maravillas. Yo estaba chocha, no lo podía creer.
—¿Cómo surge esta adaptación para Netflix?
-Me llamó la productora de Perdida para hacer la serie. Y es la misma gente, así que estoy bien. Además, esta vez estuve participando en el guión que antes, como estaba con la tele, no había tiempo.
—Antes habías trabajado durante 25 años haciendo televisión en TN.
—Sí, fue un montón y la decisión la tomé en el último año, porque me sentía cansada, no me estaba siendo feliz mi trabajo, y a mí me gusta sentirme feliz con lo que hago. Y no estaba contenta, entonces fue un año complicado. Me imagino que así se han de sentir las mujeres que se quieren divorciar y no sáben cómo, hasta que le encuentran la vuelta y finalmente lo hacen. Eso fue lo que a mí me pasó.
—¿Lo viviste como un divorcio?
—Sí, totalmente, pero sin peleas ni tensión o estrés, porque del otro lado no hubo problemas. Al contrario, me fui con flores, lágrimas, la pasé muy bien por 25 años. Tenía que haber pasado una cosa muy tremenda para irme mal y la verdad que nunca sucedió nada así. Así que yo me fui con amigos.
—Y Buenos Aires da material para hacer muchos programas de crónica roja...
—De todo, lo que se te ocurra. Buenos Aires, Argentina es un país donde todo el tiempo pasan cosas. Es voraz. Y trabajar como periodista en Argentina es un desafío enorme porque todo el tiempo se generan noticias en cualquier rincón. Y nos pasa de todo. También somos medio tango y dramatizamos lo que nos pasa. Pero en la televisión fui feliz.
—Y ganaste premios Martín Fierro…
—Sí, la pasé bien en mi paso por la tele.
—¿Ese trabajo fue la inspiración para escribir novelas policiales?
—Sí, empecé a escribir en 2011, en paralelo con la tele, era mi actividad B, y llegó un momento en el que solo me quería dedicar a eso. La pasaba mucho mejor escribiendo que trabajando como periodista y en un momento el oficio de escribir copó todo, y solo me quería dedicar a eso. Entonces tuve que analizar seriamente qué quería hacer y finalmente tomé la decisión y me largué a escribir.
—¿Ya tenés proyectos a futuro?
—Ya entregué una novela nueva que sale en octubre y en este momento está en la etapa de producción. Es la continuación de Cornelia. En realidad estaba escribiendo otra novela y me invitaron a la Semana Negra de Barcelona. Un domingo me fui de turista a un pueblito que queda en Girona cerca de los Pirineos, un lugar preciosísimo y me conmovió mucho ese pueblo. Hacía un frío tremendo, había tres grados bajo cero y caminaba por esas callecitas de ese pueblo que es de piedra y en el que viven unas 2.000 personas; y me meto en un túnel que hay, donde había grafittis, y uno decía bien grande escrito con letras negras: “Nadine”, personaje de la sirena de Cornelia, y en ese momento me dije: “qué genial, es un pueblo en el que una persona se puede esconder, tengo que empezar a escribir la vida de la sirena escondida en este pueblo”. Siento que ese graffiti me dijo algo y en ese lugar me fui a tomar un café y en cuadernos que siempre llevo en la cartera empecé a delinear la novela.
—=Te has inspirado en casos reales?
-No en casos. Los personajes que escribo son todos inventados, pero sí en mecánicas criminales. En Cornelia era la explotación sexual, en Errantes son las sectas, las mecánicas criminales son reales, existen. Yo invento personajes en torno a esa mecánica. En definitiva, es el universo en el que me manejé por 25 años, así que me es fácil, es una ventaja a la hora de escribir, se me hace más rápido. Porque ya sé cómo son los procedimientos, cómo se lleva una investigación, cuáles son los problemas que pueden surgir, eso es parte de mi oficio, por eso parte del recorrido ya estaba hecho. Y si tengo alguna duda, tengo los teléfonos de los mejores forenses de Argentina para preguntarles. Si no la tarea previa te lleva mucho tiempo.
—Además de escribir una historia policial, te interesa ahondar en los personajes.
—Es como en la vida real, podemos estar detrás de una situación, pero todos llegamos con una mochila, no llegamos libres, frescos. Todos tenemos distintas situaciones en la vida que nos convierten en las personas que hoy somos. Por eso me parece que en las novelas policiales, todo gira alrededor de crímenes, pero todas las personas que se acercan a ese caso, tienen sus particularidades. Porque si no es chata la novela, tienen que tener particularidades. En las novelas policiales, las acciones de los personajes son tan extremas que tenés que justificarlas, si no son tipos tirando tiros. Eso sí te lleva tiempo, buscarle la característica y la motivación que sean suficientemente fuertes como para que asesine. Después tenes que adivinar quién es el asesino, eso tiene que estar porque es lo que la gente va a buscar, pero como lectora busco eso.
—¿Escribís los libros que querés leer?
—La verdad que no. Soy muy pretenciosa como lectora pero no tengo una gran capacidad como escritora. Sé lo que busco, entonces trato de ir por ese lado, imaginando que hay gente que busca lo mismo que yo.
—También tenés una fuerte presencia en los movimientos feministas, ¿cuándo surge?
—Todo empezó, al menos el momento que me di cuenta de un montón de situaciones, fue en el año 2015 cuando con un grupo de 19 mujeres, organizamos la primera Marcha Ni Una Menos en Argentina. Eso para mí fue de las cosas más importantes que hice en mi vida. Lo recuerdo como el empezar a hacer algo sin tomar dimensión, hasta que vimos a medio millón en la Plaza Congreso. No lo podíamos creer. Había una situación de hartazgo con la cantidad de femicidios en Argentina y sabíamos que si organizábamos una marcha, la gente iba a ir, porque estaba todo latente. Y a partir de ese momento empecé a ver un montón de otras situaciones de las que somos víctimas las mujeres que teníamos totalmente naturalizadas. También vimos cómo hay una cadena de eslabones pequeños que terminan en el femicidio, y ahí siento que abrí los ojos en relación a mi vida, a las mujeres que me rodean, y a las violencias cotidianas que sufrimos las mujeres. Porque hay quien piensa que si no te pegan, no te violan y si no te matan, no sufrís ningún tipo de violencia por el solo hecho de ser mujer. Y sentí que tenía que militar eso y colaborar a que otras mujeres se dieran cuenta. Después, a esa lucha se le suma la del aborto legal en mi país, que fue una movilización increíble y emocionante y creo que tarde o temprano se va a conseguir. Quiero que mi país siga el modelo uruguayo que creo que por cultura e idiosincrasia es el modelo que Argentina necesita. Porque no podemos pensar en el modelo español o francés, son otras culturas, otras cabezas, el modelo uruguayo es el que mejor nos calza.