Tenía 20 años y se sentía vieja. Se lo planteó al psicólogo y le respondió: “Tenés un hijo de cuatro años, te casaste, te separaste, se murieron tus padres ¿Qué te falta? Jubilarte”. Vivía en Buenos Aires, pesaba 47 kilos y podía pasar una semana sin comer.Tomaba café y fumaba. Mira para atrás y se percata de que sufrió pánico, pero en los ‘80 nadie se lo diagnosticó.Aquí la dura historia de Verónica Lavalle, que se hizo cargo de su madre con siete años y tuvo un hijo a los 17. Después de los 40, dice, sí conoció la felicidad.
—Estuviste pupila en un colegio hasta los 15, ¿recordás esos años?
—Claro, fueron inolvidables. Era un colegio católico de monjas en la década del ‘70. Decían: "Hoy todas se van a cortar el pelo", te ponían una olla en la cabeza y te lo cortaban. Yo salía corriendo buscando libertad. ¿Podés creer que fui la única que me salvé siempre? Enfrentaba a todo el mundo. Fue la época más rebelde de mi vida.
—¿Por qué te mandaron pupila?
—Mis padres estaban separados, mi madre me golpeaba, entonces los vecinos llamaban a la policía y terminamos mis dos hermanas y yo bajo el juez de menores. A los 15 años salí porque cerró el colegio y a los 16 me casé. Otro pupilaje más (risas).

—¿Es verdad que rezabas y le pedías a Dios no tener mucho dinero?
—Siempre. Ahora ya no lo tengo ni lo voy a tener. La plata me gusta para tener mi casa, si quiero hacer un viajecito corto o darme el gusto y comprar habanos, que me encantan. Mi vida de niña no fue fácil, sin embargo nunca me interesó tener plata y cuando veo a alguien con mucho dinero digo: "¿No sabe que se va a morir y que todo queda acá?" Muchos te ponen como excusa que es para sus hijos y sus nietos, pero yo creo que los hijos y los nietos tienen que hacer su propio camino.
—¿Qué más pedías en esos rezos?
—Lo único que pedía era eso. No quería cambiar mi naturaleza a nivel espiritual. Yo creo que la plata y la fama te van quitando tu vida interior porque estás preocupado por tu empresa, tu negocio, tu casa, el crédito, y eso te saca tiempo para enfocarte y dedicarte a vos misma.
—De chica, ¿eras intuitiva?
—Sí, muy. Mi primera intuición fue una voz que me habló con 15 años. Increíblemente no me habla desde que trabajo en televisión y estoy todo el día en actividad. Yo tenía 15 años y me iba a escapar para ver a un chico que me gustaba, me estaba maquillando y sentía una voz que me repetía: "No salgas que va a venir tu papá". Fue la primera vez que la escuché en mi cabeza. Salí y a los 15 minutos estaba mi papá. Eso me costó estar encerrada en el apartamento durante un mes y yo le decía: "Me voy a casar y no me vas a ver nunca más". A los seis meses me casé. Dicho y hecho. No vi a mi padre por un tiempo largo.
—¿Nunca sentiste miedo de escuchar esas voces?
—No, nunca porque como estaba adentro de mi cabeza decía: "Soy yo". Y esa es la intuición.
—¿Otras veces te ha pasado?
—Sí, me pasó un montón. Estar adentro de un auto, mirar el espejo, sentir la voz que me decía: "Cuando vuelvas ese espejo no va a estar". Olvidarme porque había entrado al cine, salir, estar esperando que mi exmarido abriera el auto y ver sobre el capó el espejo del auto. Pero hace 20 años que no escucho la voz.
—¿Y la necesitás?
—Sí, muchísimo.
—¿Has hecho algo para volver a escucharla?
—No, en la noche soy muy de preguntarle: "¿por qué no me hablás más?" Soy de rezar mucho, no el Padre Nuestro sino de entablar como un diálogo en silencio. Esa cosa espiritual la necesito más que la plata.
—¿En tu casa te leían el horóscopo?
—Yo era muy chica y le pedía a mi mamá que me lo leyera. A los 10 años miraba Horangel, los doce del signo. Me encantaba. Me trasladaba.
—¿Te intrigaba saber tu futuro?
—No, después aprendí astrología, pero lo hacía como hobby. Me gustaba escuchar y leer el horóscopo. Nunca me planteé otra cosa. Mientras estudiaba astrología también trabajaba en televisión y el conductor Leonardo Simons me decía: "Vos te tenés que dedicar a esto" y yo le respondía: "Jamás porque no me gusta". Fijate que hoy no hago consultas. Me gusta poder orientar a la gente sobre cómo están los planetas y cómo le va a ir en su día, pero no la consulta. Y eso que da plata no me interesa.
—¿Es cierto que de niña pasaste hambre?
—Sí, en realidad mi papá estaba muy bien económicamente pero mis hermanas y yo vivíamos con mi mamá. Después mis hermanas se fueron con mi papá y yo quedé con ella. Mi madre no estaba bien. Trabajo que conseguía, mi papá la hacía echar. Ella cayó en una depresión muy grande y tomaba pastillas para adelgazar que la ponían muy tensa y nerviosa. Pasaban dos o tres días sin comer y yo salía a pedir a la calle. A pesar de esas dificultades nunca quise tener plata.
—¿Por qué empezaste a modelar?
—Siempre me gustó la parte artística. Mi exmarido me dio las alas para volar y volé de al lado de él también. Me dijo: "¿Por qué no hacés un curso de modelo?" Y así fue. Empecé con promociones y desfiles.
—¿Te interesaba ser famosa?
—No, nunca busqué la fama. Siempre fui perfil bajo. Cuando trabajaba con Moria Casán en Canal 9, el productor me llamó y me dijo: "Verónica, ¿por qué estás acá?" Todas querían figurar y yo al revés, me iba atrás, me escondía. Nunca me interesó ser famosa.
—¿Dónde aprendiste a bailar?
—Iba a academias de baile. Fui a clases en Fama, de donde salió Aníbal Pachano, por ejemplo. Y después era de mentir mucho, mover mucho el pelo.
—Pesabas 47 kilos y todos te preguntaban si estabas bien…
—No comía. En los años 80 no existía el pánico, pero con el tiempo me di cuenta de que lo tuve. Pasaba una semana sin comer y no me daba cuenta. Tomaba café y fumaba. Yo pensaba: "Que exista una pastilla para tomar y me alimente". Hoy ya no soy así. Hoy tengo que parar de comer.
—Cuando desfilabas para Juanito Belmonte él te decía que vos eras una mujer para casarse y no para estar en ese ambiente…
—Él hacía unos eventos muy famosos y el público eran jugadores de fútbol, actores, gente del ambiente. Yo desfilaba y bailaba. Y mi compañera de baile era la esposa de Miguel Ángel Cherutti, Faviola Alonso. Ella tenía mucho busto, era muy vedette y yo con 47 kilos. Además siempre fui de hablar lento, no consumía drogas, aunque no voy a mentir, he probado para ver cómo es, pero no me gustó. Era una rara en el ambiente. Y Juanito le decía a Faviola: "Ella es para casarse, vos no". Ella era un minón y yo era recatada.

—Vos preferías bailar a estar desnuda, ¿era por prejuicio, por pudor?
—Puede ser. Acordate que me crié en un colegio pupila donde tenías que bañarte en camisón y no podías tocar tu cuerpo. Yo pienso que la cosa viene por ahí, que ya te deja impregnado el cerebro.
—¿Cómo llegaste a bailar y cantar en el grupo Las Primas?
—Nunca pertenecí a Las Primas, siempre fui reemplazante. Trabajaba en otro grupo fija que se llamaba Adrián Zambelli y las Roll Show. De repente iba a trabajar con Frutillita, una obra de teatro infantil en la mañana y de noche bailaba arriba de un parlante abriendo el espectáculo de un boliche. Hacía de todo. Había que pagar el alquiler.
—¿Llegaste a disfrutarlo?
—No me iba bien. Sufrí mucho en la parte amorosa. Me costaba mucho ese ambiente. De repente el representante me decía: "Hay un tipo que te quiere para hacer la publicidad de un agua mineral en Chile, pero sabes lo que tenés que hacer". Y yo le respondía: "Ni en pedo". "Entonces no te quejes que no podes pagar el alquiler", me decía él. Yo nunca tenía plata, mientras que mis compañeras sí. Decía que quería volver a Uruguay a hacer shampoo porque tenía una pareja que lo fabricaba. Siempre quise salir del ambiente. No me gustaba.
—Trabajaste con Moria Casán, ¿qué tan distinta te sentías de una mujer como ella?
—El día y la noche. Ella era un referente, una figura, tenía una fama terrible. Pero nunca comparé. Me comparaba con mis compañeras y me daba cuenta de que yo era rara porque me cargaban. Empecé a trabajar en Seis para triunfar, un programa muy famoso, miraba a las chicas y pensaba: "Yo no pertenezco acá". Al otro día me fui y todos me decían: "Te fuiste del programa más visto".
—¿Por qué?, ¿qué sentías?
—Mis compañeras vivían mirándose en el espejo y decían: "Soy hermosa". Yo lo opuesto.
—¿Te veías fea?
—Siempre. Al día de hoy me veo vieja, fea, antes flaca, ahora gorda.
—Fuiste madre con 17 años. Te tuviste que hacer mujer de golpe…
—Ya era mujer porque yo me hacía cargo de mi mamá. A los siete años iba a buscar hotel para mudarla o a buscar la comida. Siempre fui muy responsable de niña.
—¿Era difícil hacer convivir la maternidad con el mundo del espectáculo?
—Fue difícil porque no tenía padres con quien dejar a mi hijo. Lo llevaba a una guardería a la mañana. De repente te decían: "En dos horas tienen que estar en tal lado que les van a hacer fotos". Yo tenía que ir a buscar al nene, darle de comer, ver con quién lo dejaba porque estaba separada y mi marido vivía en San Juan.
—Alguien te predijo en una lectura de manos que ibas a volver a Uruguay y le acertó…
—Yo bailaba con Francis Smith en Los Ángeles de Smith y él estaba muy metido con los ovnis. Había un grupo que decía que trasladaba gente a otros planetas y pedí si los podía ver antes de un show. La mujer me miró las manos y me dijo: "Vos vas a tener un cambio de vida inmediato, puede ser que en un país limítrofe". Y a los cinco meses estaba acá. Y me cambió la vida, hasta engordé.
—La astrología fue tu instrumento para sobrevivir en Uruguay, ¿tuviste que tocar muchas puertas?
—No, cuando estás en el lugar indicado y es tu destino las puertas se abren solas. Acá no había shows, ni castings. Arranqué con la astrología con Julia Möller y en Reporte SNS, un programa en la mañana de Canal 5. Así me empecé a dar a conocer y de ahí en más seguí.
—¿Hiciste otras cosas además de la astrología?
—Sí, tuve una empresa muy grande de promociones y eventos. Me iba muy bien, pero mi hijo volvió a Argentina y la cerré.
—¿Al principio extrañaste tu faceta artística?
—No lo extrañé porque empecé en televisión ni bien llegué y siempre lo hice poniendo un poco de show. No extraño bailar, aunque en Así es tu día hago musicales cuando puedo.
—Hay canciones de Las Primas que todavía suenan en alguna fiesta, ¿te da nostalgia escucharlas?
—No, ni me las acuerdo. Es más, con las Roll Show hacíamos tres show por día, estuve siete años y no me acuerdo de ninguna letra. Nada. Y tengo muy buena memoria. Borré esa etapa.
—Tuviste una experiencia traumática en una regresión, ¿cómo fue?
—Fue un antes y un después. La hice en octubre de 2014 y a partir de ahí empecé con cierta depresión. Hubo una mezcla: los 70 me pegaron re duros. Me invitaron a otra regresión y no fui. Me dejó una experiencia desagradable. No podía parar de llorar.
—¿Te viste a vos en otra vida?
—Vi personas. Me encontré con alguien y sentí una cosa impresionante, muy difícil describirlo. Sentí como un amor que me explotaba el corazón. Eran como luces que abarcaban el mundo entero, pero de amor. Fue muy traumático porque despertó mi sensibilidad a mil. No podía parar de llorar. La psicóloga me decía: "Vamos a volver". Y yo no quería. "Este es mi lugar", le decía. Lloraba, no quería despegarme de esa imagen. Lo hice pero no te deja nada. Yo creo en la reencarnación. Tenés que hacer cosas en esta vida para en otras ascender tu alma. Pero volver a vidas anteriores no fue muy estimulante.
—¿Es cierto que no te sentiste feliz hasta que cumpliste 40?
—Sí, yo era muy joven cuando tuve a mi hijo, se lo di al padre porque no lo podía seguir teniendo porque tenía que trabajar y me vine sola para Uruguay. Viajaba a Buenos Aires cada 20 días y me quedaba un mes. Me costaba mucho volverme. Así estuve hasta que mi hijo se vino cuando cumplió 18 años. Recién ahí me apegué a Uruguay, eché raíces y formé el hogar que nunca había tenido.
El placer del trabajo.
Estudió siete años en la Escuela de Astrología de Buenos Aires. Fue artista en la vecina orilla y ejerció la astrología cuando se vino a Uruguay para sobrevivir. Conduce Así es tu día de lunes a viernes a las 7:30 hs y a las 15:00 hs. En el programa hace lo que le gusta: orienta a la gente sobre cómo están sus planetas en cada jornada. Las consultas le dejan mucho dinero, pero ya no las realiza porque no las disfruta.

EntrevistaMARIEL VARELA