Las historias están, existen, respiran y caminan por la vida, hasta que alguien decide publicarlas o contarlas. Unas pueden interesar más que otras, algunas molestarán, otras alegrarán y cuando trascienden la frontera de la reserva personal, salen al mundo exterior, las historias son de todos. Es así y hay que aceptar las cosas como son.
Gente grande que vive quejándose porque le invaden la vida privada, famosos que no se bancan la fama que generan, quejosos que no hacen más que llamar por teléfono para saber por qué publican esto o piden explicaciones por qué editan lo otro. ¡Basta, muchachos!
Es como si Adán y Eva se hubiesen quejado de que en la Biblia publicaron el pecado de la manzana invadiendo su intimidad. Napoleón trató de mantener en reserva el problema de su úlcera sangrante, pero los historiadores terminaron contando que su malhumor provenía de ese problema. Ahora resulta que cuando un periodista recibe una información, chequeada, confirmada y veraz tiene que conseguir la venia del protagonista para poderla publicar. ¡Por favor! Hay que ubicarse un poquito. Una cosa es hablar de una foto sacada en la alcoba apasionada de una pareja en la que cabría una consulta y otra, es informar de un robo, un incendio o un embarazo que a la larga o la corta se conocerán. ¡No se puede tapar el sol con las manos!
Estoy cansado de que me hagan entrevistas y que la primera pregunta de la nota sea: ¿Cuál es el límite para publicar una información?... Sin embargo me hago de paciencia y la respondo. Mi límite para un delincuente no es el mismo que el puedo considerar para un maestro de escuela o una monjita. No soy juez, ni fiscal, ni policía... soy periodista e informo y opino según mis criterios, mis simpatías y antipatías. Tampoco sé si lo que publico es tenido en cuenta, si soy capaz de desmoronar muros diciendo que Paola Krum está embarazada, cosa que es cierto, o que se le incendió la casa al hijo de Sofovich y que tres dotaciones de bomberos tuvieron que salvarle la vida... Con ese criterio jamás tendríamos que haber publicado que el Negro Obdulio en la intimidad del vestuario en el Maracaná les dijo a sus compañeros que los de afuera son de palo... ¡Y son de palo!
Que la fama y los famosos se queden tranquilos por mis límites que los tengo y muy claros, pero que por cada cosa que publique o comente me vengan a pedir explicaciones, no me la banco y reivindico a ese gran líder oriental que fue Don Varela, los de afuera son de palo, le duela a quien le duela. Chau hasta el Sábado... Show.