ENTREVISTA
Los chefs y jurados: Lucía Soria, Aldo Cauteruccio y Federico Desseno cuentan cómo se viven las instancias finales del concurso de cocina de La Tele
Los jurados de Fuego Sagrado, el concurso de parrilleros de La Tele hablaron con Sábado Show sobre las polémicas que se han generado, la dificultad de las pruebas, la educación gastronómica de los uruguayos y cómo se sienten estas instancias finales del programa que se emite los martes.
En esta nueva etapa los jurados se muestran más sueltos, se ríen en cámara y bromean entre ellos, aunque para los participantes, la prueba se puso mucho más compleja. Sobre todo esto y mucho más hablaron Aldo Cauteruccio, Lucía Soria y Federico Desseno.
—Aldo y Federico, ustedes eran los nuevos frente a las cámaras. ¿Notan su evolución?
Federico: Cuando empecé estaba un poco nervioso, después me solté.
Aldo: El susto que teníamos el primer día, impresionante. Me acuerdo que lo quería contener a Fede, pero no podía dejar de temblar.
Federico: La pasé mal toda la primer semana. Me iba a dormir pensando qué estoy haciendo acá, pero después me logré soltar.
—¿Cuándo se sintieron así?
Aldo: Ahora se empieza a notar un poco más esa soltura. Estamos más tranquilos, nos estamos riendo, se ve la risa en la cámara y empezamos a vincularnos de otro lado con los participantes que se empiezan a reír con nosotros. Ellos también están más sueltos. Al principio era como más rígido, porque no sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Hoy, si tengo que encarar una segunda etapa, la hacemos de otra manera.
Federico: Aldo y yo hicimos una práctica y los camarógrafos y sonidistas eran los participantes: nos hicieron un choripán. Hasta que no se estrenó no tenés la posibilidad de verte. Ahora te estás viendo y vas acomodando el cuerpo, las palabras, tu forma de mirar. Vas buscando tu lugar. A mí me costó mucho amigarme conmigo mismo en la pantalla.
Aldo: Al principio, cuando no nos podíamos ver, pensábamos que nos estábamos quedando como boludos. Con el programa al aire, ahí como que nos desinflamos. Vimos el programa, vimos que salía bien y eso ayuda.
—Lucía, ¿cómo viste a tus compañeros de jurado?
Lucía: Los vi muy bien y cada día nos veo mejor. Obviamente que los primeros capítulos, cuando uno está acomodando el cuerpo al formato, Aldo tenía un poco más de cancha, pero Federico era la primera vez en un programa así. Hay una evolución enorme y los tres en conjunto a lo largo de los programas vamos afianzándonos.
—A los participantes los han hecho cocinar de todo, hasta lavar los platos. ¿Cómo se eligen las consignas para las pruebas?
Aldo: Es la producción. En algunas cosas pudimos sugerir, pero la que está trabajando en eso es Lucía. Metí cuchara en dos o tres cosas, porque en lo demás todo venía bien.
Federico: Lo de cocinar todo al fuego, en José Ignacio tenemos el restaurante y cocinamos sobre una loza que tiene tres parrillas y dos planchas, y arriba de eso ponemos las ollas y hacemos la pasta. Esto no lo inventamos nosotros, es ancestral, viene de hace milenios. Lucía fue la que manejó la parte de producción y nosotos no tuvimos que meter cuchara, y si bien nos consultaba y podíamos sugerir, estaba todo programado.
Lucía: Las consignas las hicimos con el equipo de producción. Pensamos las ideas, el cronograma y después eso se hablaba con Ignacio Reborati que es el productor gastronómico, y ahí le terminábamos de dar forma. La idea siempre es pensar en desafíos que les puedan dar ciertos beneficios, lo que es bueno cuando tenés que ir al desafío central. Entrar con un beneficio ayuda, y esas pruebas que hacemos antes, se basan en que puedan sacar algo de ventaja hacia sus compañeros.
—Las devoluciones son escuetas, para los elogios y las críticas. ¿Cómo se arman los comentarios para los participantes?
Lucía: Nosotros los ayudamos bastante en los desafíos, entonces cuando llegamos a la devolución, la idea es ser concisos y enseñarle al asador, premiarlo si está bien y marcarle las cosas a mejorar. También tratamos de hablarle de cómo los vimos durante toda la prueba, porque eso es un factor importante. Eso es algo que les enseña mucho, y con la devolución picadita, me parece que terminan absorbiendo las cosas.
Federico: Nuestras devoluciones dependen de la tiranía del tiempo y del trabajo de edición. Nosotros las damos con criterio, ganas de ser justos, no regalarle nada y tampoco que no se nos escape nada en función que el participante aprenda.
Aldo: Tratamos de decirle, de corazón, lo que sentimos. Porque a veces no solo evaluamos lo que probamos, también cómo lo vimos trabajar. Si alguien había trabajado mucho, ordenado y había hecho un trabajo gastronómicamente prolijo, bien pensado y ejecutado, pero capaz que en el plato no estaba cien por ciento reflejado. Por eso tratábamos de cuidar a los participantes que dejaron todo.
Federico: Pasó con las tapas de Pipo. Estaban muy parejitas todas, pero lo vimos trabajar y le dimos el aplauso. Había laburado muy prolijo.
—¿Qué sienten ahora que Pipo, Juan José, Pablo y Seba iniciaron un grupo: “Amigos del fuego”?
Aldo: Están yendo a cocinar a varios lados y el otro día en las redes les di para adelante. Me parece que está buenísmo. En un programa así se te abren puertas, si sabés utilizarlas, y para ellos, Fuego Sagrado es tremenda puerta. La gente los ve, los reconoce, y que se junten para hacer este tipo de movidas, está muy bien logrado. Que suceda eso es divino.
—¿Hubo algún participante que se fue y hubieran preferido que se hubiese quedado?
Aldo: Sí, varios. Cristian, por ejemplo, que se fue en los primeros programas, hubiera dado mucho.
Federico: Sí, Cristian tenía potencial, pero se fue temprano.
Lucía: Yo no, la verdad que no. Me parece que todos los que han llegado a esta etapa se la súper merecen, porque han tenido mucha evolución, han escuchado mucho. Ese es un factor súper importante en el proceso para participar en un reality así.
—En el primer programa se generó polémica cuando se fue Gustavo y en redes dijo que había dos argentinos juzgando el asado uruguayo. ¿Cómo lo sintieron?
Lucía: Fede y yo somos casi más uruguayos que argentinos, y por elección que es un factor importante. Esos comentarios siempre existen, yo personalmente no les doy mucha importancia, primero porque elegí vivir acá, y segundo, queramos o no, somos dos países diferentes con muchas similitudes, desde nuestra idiosincracia hasta cosas como el cocinar o el asar. En la era que vivimos, hay opiniones para que todo el mundo tire un comentario. Que uno se lo tome personal o no, es otro tema. El equipo que hicimos de jueces está buenísimo, cada uno aporta desde su lugar y con una visión muy válida; eso es lo más importante.
Federico: Me parece que es una persona que se frustró. ¿Se acordó después que éramos argentinos? Me parece que razonó desde el enojo, por todo lo que dijo. Además, toda mi carrera gastronómica es en Uruguay. Tuve pequeños pasajes en otros lugares del mundo cocinando, pero siempre trabajé, cociné, y tributé acá en Uruguay. Me parece que lo hizo desde el enojo, y prefiero concentrarme en lo que está pasando que es mucho más lindo que una persona que se fue y se enoja porque los jurados no son uruguayos.
Aldo: Se fue recontra bien porque hizo macana. Se fue porque se tenía que ir, porque entre los que estaban, era el peor. Esa es la realidad, después que diga lo que quiera. Y no importa si son argentinos o uruguayos, si están acá adelante es para juzgarte, y si estuviste mal, para afuera.
—El programa demostró que lo que los uruguayos pensábamos que era una parrilla no era así, y que se puede hacer más que asado acompañado por papas y boniatos al plomo.
Aldo: La letra con sangre entra. Ya se dieron cuenta que no es solo asado, no solo papa o boniato.
Lucía: Para mí es esencial en este formato, más allá de aportar diversión que me parece importantísimo, que las personas aprendan algo. Que los televidentes, los asadores ni que hablar, le llegue para sumar en su parrilla, y eso me parece que está bueno. Yo tengo eso de maestra Ciruela que siempre me gusta andar diciendo lo que hay que poner y lo que no, y esa es mi misión. Desde ahí sigo replicando, y sigo insistiendo con el crocante, pero ya creo que todos lo aprendieron, entonces voy insistiendo con otras cosas.
—¿Cuál sienten que es el legado que está dejando Fuego Sagrado?
Aldo: Para mí todos los programas gastronómicos donde se muestran cosas interesantes, como en Fuego Sagrado, para el Uruguay que tiene eso que decís, la parrilla es asado, papa y boniato, este tipo de programas ayudan a la gastronomía del país. Ayuda a los restaurantes y a la gente a abrir su cabeza y pedir no solo papa y boniato al plomo. Federico hace mil años que cocina al fuego, y hace de todo. Está buenísimo que este tipo de programas ayuden a que la gente crezca gastronómicamente, que pueda elegir otras cosas y arriesgarse a cocinar otras cosas en sus casas.
Federico: Pienso que tiene un lado didáctico. Quien tiene un restaurante y tiene una familia sabe muy bien que hay todo tipo de productos y que tenés que comer variedad todas las semanas. Y al mismo tiempo, el bolsillo pide variedad para llegar a fin de mes. La familia media, por un tema de salud, no se puede comer carne a la parrilla todos los días. Si podés pensar en la posibilidad que un tipo no solo prenda el fuego para hacer un asado. Acá en Uruguay se piensa mucho en ese menú: carne con papa y boniato, y sin embargo, Uruguay es muy bondadoso con sus productos. Me parece que el programa apunta a eso, a la educación, a enseñar, a transmitir todo lo que hemos aprendido en estos años. Con que una persona me diga que agarra lápiz y papel cuando mira el programa, para mí es una ganancia, y ya me lo han dicho varios. Los tres estamos todo el tiempo pasando datos, y eso para alguien que está todo el día en la parrilla, puede darle para que se anime a hacer alguna otra cosa.