Antes de convertirse en Figura Máxima del Carnaval con Los Muchachos, ser la conductora de Trato hecho, participante del reality Fuego Sagrado, y una cara habitual en Desayunos Informales, Lucía Rodríguez dice que no se imaginaba trabajar en televisión. Menos conducir un programa en horario central. La primera vez que la llamaron, porque necesitaban cubrir una suplencia en Desayunos informales, pensó que se habían equivocado de persona. “Soy actriz, hacía humor, no me veía en un lugar de comunicadora, y fue gracias a que en Canal 12 creyeron en mí”, comenta Rodríguez quien se encuentra transitando uno de los mejores años de su carrera y logrando reconocimientos en televisión, teatro y Carnaval.
Desde entonces, la inquieta acuariana no ha parado de crecer y sumar desafíos a una carrera que no parece tener límites. Encima, la dejan ser libre, lo que ella agradece. “Es difícil ir a un medio masivo y hacer lo que uno hace”, comenta la actriz, humorista, madre y comunicadora a Sábado Show.
—Estás en todos lados, hasta en esta temporada de Fuego Sagrado.
—Sí, ahora también cocino (se ríe). Tengo los dedos quemados por Fuego Sagrado, pasa que yo digo que sí a todo. Si es trabajo, una está agradecida porque después no hay y te querés morir. Este medio es así de fluctuante. La realidad es que yo no cocino nada, para sobrevivir me manejo pero no soy una persona que sepa cocinar. Para mí, eso es un don, pero ahí estoy. Igual te cuento, es muy difícil, nunca pensé que iba a ser tan complicado. Capaz que en otro formato es más fácil porque tenés las hornallas, pero acá hay que prender la parrilla, hacer el fuego, todo. El primer día había que prender la parrilla con solo un fósforo, pero los jurados son muy crack y ayudan en todo.
—¿Y te pusiste a estudiar?
—Sí, (saca dos libros gruesos de cocina) para ver qué invento. Por lo menos zafar porque ellos lo tienen que comer, y no tienen que escupir. Yo me divierto, la paso bomba, y el grupo está hermoso.
—Además de esta competencia, es increíble el año que estás transitando.
—Sí, pero le costó arrancar. Después de Carnaval que fue un bombazo increíble, en marzo y abril estaba todo tranquilo y me digo: “vamos a surfear la ola”, y cuando arrancó lo hizo con todo.
—Para el próximo Carnaval ya tenés planes, vas a debutar en murga con Asaltantes con Patente ¿cómo se siente dar ese paso?
—Está zarpado. Es increíble. Tenía mucho miedo, pero me pasa que quedarme siempre en el mismo lugar, me aburre. Hicimos “Gilda” con Los Muchachos y fue maravilloso. ¿Y ahora qué hago, entendés? Era esa sensación, ¿qué más puedo dar? Pensé que está bueno cambiar, dar el volantazo e ir a probar algo nuevo. Me encanta esa posibilidad que tiene esta profesión, de aprender todo el tiempo, y esto es un desafío tremendo. Nunca salí en murga, no sé ni el bailecito ni cómo hay que maquillarse.
—¿Ya se han reunido?
—Sí, se activó el grupo de Whatsapp y el otro día fui a la primer comida. Acostumbrada a Parodistas y Revista, esperaba más gente, y son poquitos. Me preguntaba ¿y cuándo llega la gente?, y no llegó la gente. Éramos lo que estábamos, pero me encanta el espectáculo que están armando. También había un desafío, superar esa idea de “¿a quién viene a suplantar?, “¿qué va a hacer?”, que siempre sobrevuela, y no quería cargar con eso. Yo voy a un espectáculo nuevo, porque siempre se renueva, y me gusta la cabeza de la murga que también haya sumado a Celina (Celina Pereyra) que es muy joven y muy buena. El año pasado estuvo en Doña Bastarda. La idea es que esa cosa cupletera, la llevemos las dos. Eso me pareció formidable, cambiar la fórmula, ir por otro lado que seamos dos mujeres, esa experiencia va a estar divina.
—Para vos es salir completamente de tu zona de confort.
—Sí, siempre me moví en algo así como mi zona de confort, en Los Muchachos, House, y este año me tiro a la pileta y voy a aprender. No soy muy del resultado en el Carnaval, porque no soy tan “concursera”, me gusta que el espectáculo guste, más que ganar. Obviamente que el resultado después se festeja si te va bien, pero este año tengo cero expectativas de nada, solo aprender.
—Y la lista de mujeres en la murga sigue creciendo.
—Sí, vamos a estar Celina y yo en Asaltantes, Jimena Márquez en Nos obligan a salir, Emilia Díaz a Doña Bastarda, que sea más paritario todo. Me gustaría que no sorprenda tanto.
—Y vos llegás con el premio de Figura Máxima del Carnaval. Te sumaste a una selecta lista de importantes carnavaleros.
—Eso fue impensado, una locura. Capaz que porque me siento más joven de lo que soy, pero mirás esa lista y estaba Kanela, Aldo Martínez, Pinocho Sosa, toda gente que tiene una trayectoria y un peso que decía: “me queda grande ese título”, y que el jurado haya tenido esa distinción conmigo, fue maravilloso. Obviamente que una vez que te dan ese reconocimiento no tenés más que agradecer. Estar en esa listita me parece hermoso.
—¿Te genera una mochila haber recibido esa distinción el Carnaval pasado?
—Quiero creer, porque lo necesito, que no tengo una mochila. Sí lo tomo como un honor enorme. Para mí fue tremenda emoción, y cuando me decían: “estamos con la figura máxima del carnaval” pensaba: ¿soy yo, de verdad?. Ni siquiera voy a ostentar el título, es disfrutarlo. Fue un carnaval maravilloso, no me lo voy a olvidar nunca más, porque lo que pasó con Gilda fue increíble. Así no hubiera sucedido lo de figura, ni ganar, ya había sido maravilloso por todo lo que ocurrió con esa parodia en cada tablado. La magia que del personaje con los niños y niñas, era maravilloso. Ver a todos con la coronita de flores, es una magia que tiene el personaje Gilda. Nosotros intentamos recrearlo y salió bastante bien porque su espíritu estaba. Yo no soy imitadora, no tengo nada que ver con Gilda físicamente, pero logramos recrear ese espíritu, y eso fue lo maravilloso. Por eso, en este Carnaval vengo a disfrutar, porque, ¡hay que ganarle al Carnaval anterior!. Es una categoría nueva, seguro hay público que no me conoce y nos tenemos que hacer amigos. Tengo el nerviosismo típico de arrancar algo nuevo, pero siento que voy con la cabeza más de disfrutar y divertirme. El año pasado sí sentía una responsabilidad muy grande, porque podía salir muy bien o muy mal.
—Cuando ponen el espectáculo sobre tus hombros, más allá del honor, ha de sentirse el peso.
—Sí, fue un peso. Me ponía a limpiar, cocinar o lo que fuera y ponía Gilda porque fue una responsabilidad muy grande. No quería hacer un papelón, quería rendirle tributo de verdad a ella, porque la admiro muchísimo. Nos costó sangre, sudor y lágrimas que la parodia nos quedara con el espíritu de Gilda. Eso fue lo más importante. Este año voy a jugar a ser murguista, a cantar con la boca para el costado y a divertirme.
—¿Tu familia es muy carnavalera?
—Sí, mi papá siempre fue muy murguero, le encanta la murga y eso me va a dar más emoción, ver a mi padre ahí, y yo murguista. Tengo una familia muy murguera que me aguantaban los trapos en Parodista y Revista porque soy yo, pero verme en murga va a ser un disfrute para todos. Creo que estoy grande, siento que las cosas me las tomo de otra manera.
—¿Cuándo empezó ese cambio?
—Con Fuego Sagrado me di cuenta de eso, porque me estoy divirtiendo. La paso bomba y si bien es un concurso y lleva su responsabilidad y quiero dar una comida rica, también quiero divertirme. Si la paso bien la gente que lo está mirando también se va a divertir. De un tiempo a esta parte he decidido no tomarme la vida tan en serio, sino es muy pesada de llevar.
—¿Te afectaba antes?
—Sí, claro. Los comentarios en las redes sociales me hacían daño al corazón. Es horrible tener miedo a que te ataquen. ¿Por qué tendrián que hacerlo, si yo no estoy haciendo nada? Y lo que me enoja, porque soy ariana de pura cepa, es la injusticia. Si no te gusto, no te parezco graciosa, no te gusta mi humor, bárbaro, pero cuando estás diciendo algo que es mentira, ahí me hierve la sangre. Cuando dicen: “esta es una acomodada”, “el multimillonaria”, “tiene la vida resuelta”, ahí es que me digo, ¿acomodada?, me levanto a las siete de la mañana, como todos, laburo. O cuando estábamos en La Culpa y decían: “sáquenlas”. Si no me gusta cómo hacés los bizcochos, no voy a tu trabajo a gritar que lo echen, no les compro más y listo. No tengo una función pública ni soy política, no me votaste y te tengo que explicar nada. No me mires, no me consumas, pero no me agredas.
—Tuvieron un hate horrible.
—Sí, pero cuando había tanto comentario malo, en los números no nos iba mal. Se generó un comentario de “no las mira nadie”, cuando no era así, nos miraba un montón de gente. Eso me afectaba mucho, como los comentarios muy hirientes. Pero ahora creo que estoy entendiendo un poco más el juego, intento la mayoría de las veces no leer porque hay veces que te dan ganas de tirar la toalla y decir “me pongo un kiosco en la reja de mi casa y vendo caramelos”. Pero también pienso: no me puedo quedar solo con esa visión, hay un montón de gente con la que coincidimos y le gusta lo que hago, y una no le puede gustar a todo el mundo, eso está claro. Estoy intentando no tomármelo personal, esa persona que descargó su bronca en mí, algo le pasará, porque habla más de esa persona que de mí. Voy más tranquila en ese sentido, pero en Carnaval, a Twitter no entro, ni para bien ni para mal. El año pasado fue muy bueno pero ni entré, no te miro nada porque prefiero saber que hay gente a la que le gusto, otra que no, pero me gusta más ignorar la situación. Sino es un peso muy fuerte, y si te agarra mal parado, se hace todo más difícil.
—Es la contracara de la carrera en los medios masivos.
—Cuando hacía stand up era menos masivo, te veía mucho menos gente, y ahí caías simpática. Una vez que entras a trabajar en la tele, no sé si es porque piensan que una tiene la vida resuelta, o que, y eso genera antipatía, y te empiezan a decir: “se agrandó”. Lo primero que tienen para decir es eso, “se mareó con los aplausos”, y yo sigo siendo la misma. Tengo un trabajo distinto y estoy delante de una cámara, pero soy como el camarógrafo, la productora. Estamos todos haciendo entretenimiento en televisión, es eso nada más. Ni me creo famosa, ni importante. Hay gente que hace cosas más importantes y destacadas que lo que hago. No se lo tomen tan en serio.
—Estos programas ya están grabados, aunque se ven durante todo el año. ¿Cómo estás vos en esos meses sin trabajar, te genera ansiedad?
—Pasa que si me ponés mucha cosa, se me cruzan los cables. Siempre le digo a mi novio (el cantante Diego Iraola) que me aguanta la cabeza: “una lloradita y a seguir”, porque me canso mucho pero lloro un poco, me recompongo y sigo. Es un cansancio lindo, pero después extraño. Igual con la maternidad, la casa, la vida en general, tampoco es que tenés mucho tiempo libre como para descansar.
—A todo esto, ¿se viene nuevo unipersonal para este año?
—De alguna manera me tengo que poner a escribirlo. Lo tengo en el debe porque tengo una crisis artística que no sé ni para dónde arrancar. Solo tengo el título: “Harta”. Me llegó cuando no sabía por dónde arrancar, y me di cuenta que en un mismo día repetí como 10 veces que estaba harta, y me dije: es eso, es “Harta” pero en el buen sentido. Es que tengo 42 años y hay cosas que ya no me importan. Ya me harté de la pose, de hundir la panza, harta de todo. Por ese lado voy a ir, pero me tengo que sentar a desarrollarlo. Además tengo que ir con cuidado, porque una tiene que, de alguna manera, ser políticamente correcta, no puedo dar nombres. Ojalá llegue a diciembre para cerrar el año, sino será para el próximo.
Agradecimientos: Maquillaje: Paola Pua Pelo: Marroig Peluquería. Estilismo: Florencia Murias.