Luis Orsi, el vidente y sanador uruguayo habla de su vida y cuando predijo la victoria de Yamandú Orsi en 2019

Descubrió su don cuando era niño, ha predicho atentados y catástrofes y habla de su carrera, cuenta algunas anécdotas y la responsabilidad que siente por sus predicciones.

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Luis Orsi.
Luis Orsi.
Foto: Difusión.

El tango dice que 20 años no es nada, pero cuando se habla de política, dos días es un abismo. Sin embargo, para Luis Orsi, el tiempo y el espacio parecen no tener importancia: es así que, en distintos momentos, ha visto y predicho atentados, catástrofes y victorias. La más reciente fue la contratación de Jorge Bava como director técnico de Nacional, que anticipó en diciembre de 2023. Mucho antes, en 2019, había señalado que el próximo presidente de Uruguay iba a ser Yamandú Orsi, cuando este todavía no había asumido por segunda vez la Intendencia de Canelones. Sobre su vida, carrera, miedos y videncia, esta charla con Sábado Show.

Luis Orsi (55) empezó a atender a los 14 años. A llegar a su casa, la gente le preguntaba dónde estaba el sanador y mentalista: nadie creía que era él. En ese tiempo, atendía a unas 100 o 150 personas por día, en consultas que duraban tan solo cinco minutos. Hoy tiene su Centro Holístico Aloha en Carrasco, otra modalidad de trabajo y una fama internacional.

Pocas personas saben cuándo se encuentra en Montevideo: atiende con agenda y ya nadie hace filas en su puerta. Suele moverse todo el tiempo, y antes de retomar su ruta de viajes, conversó con Sábado Show.

Luis Orsi.
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Foto: Difusión.

“Ya no quiero viajar”, dice el vidente y sanador uruguayo. “Ya no hago distancias largas. Voy a Argentina, que es cruzar el charco, pero me cansé de vuelos y escalas. Mi entretenimiento en los aeropuertos era mirar a la gente y hacerle el diagrama mental. A veces pasaba hasta nueve horas de espera en ese ejercicio. Y pensaba: ‘si me acercara a esa persona le diría esto, esto y esto’”.

—¿Y alguna vez hiciste eso de decirle a alguien algo que te llamó mucho la atención?
—Una vez estuve a punto de hacerlo. Vi a Jorge Baillo en la línea de cajas del supermercado. Lo empecé a mirar, y me dije: “Pah, tiene un problema en el corazón”. ¿Pero cómo le iba a decir eso? Seguramente pensaría: “este loco de dónde salió”. Mi intención era recomendarle que fuera al médico o a un cardiólogo, pero me aguanté. A las tres semanas me contaron que no estaba yendo al canal porque había tenido un problema cardíaco. Cuando me pasa eso, siempre tengo la duda de si la persona me escuchará o si solo dirá: “estoy bien”. Lo que detecto es la información de su campo aural.

—¿Lográs manejar esa información sin que la energía que percibís te afecte?
—Ahora no me afecta, antes no dormía y me afectaba mucho. He visto atentados y eso me taladraba, sentía que me volvía loco. En 1993 me llamaron del diario La República para consultarme sobre quién ganaba las elecciones. Respondí que sería Julio María Sanguinetti, aunque varios pronósticos decían que el ganador sería Alberto Volonté. Esa noche me acosté con la noticia de que el Partido Colorado perdía; cuando me levanté me dijeron: “Mirá, se dio lo de Sanguinetti”. Otra vez vino una periodista a casa y me pidió que le anunciara algo fuerte. Le pedí un almanaque y un marcador y marqué el 10 de agosto -el día que había ido a verme- y el 10 de octubre. Le dije: caerá un avión y no quedará ningún sobreviviente. Me contestó que nunca había pasado eso en Uruguay, y el 10 de octubre de 1997 cayó el avión de Austral.

Luis Orsi.
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Foto: Difusión.

—¿Alguna vez intentaste detener alguna de esas visiones?
—No. Una vez casi me meto en un lío bárbaro y me salvé porque mi madre me frenó. Fue con las Torres Gemelas. Quería llamar a la Embajada y dar detalles de lo que veía. Si lo hacía, iban a pensar que era parte de una célula terrorista porque sabía con exactitud algunas cosas. Veía que iban a atacar por el aire. No me daba cuenta cómo un cohete iba a entrar al espacio aéreo norteamericano.

—¿Y te ha pasado de otros acontecimientos así?
—Me pasó con Carlos Menem. Cuando asumió (Luis Alberto) Lacalle Herrera, el argentino visitó Uruguay. Miraba la toma de mando y cuando Menem salió del Palacio Legislativo, él se reía, pero yo lo vi llorando. Me pregunté: ¿por qué llora?, y a su lado vi la cara de su hijo. Unos meses después, Carlos Menem Jr. falleció.

—¿Cómo te contacta la gente? ¿Llega por el boca a boca?
—Siempre ha sido por el boca a boca.

—¿Por qué limitaste la cantidad de gente que atendés? ¿Es para cuidarte?
—No, lo hago para darle más tiempo a cada consulta. Una persona venía cuatro o cinco veces para que le hiciera un diagrama y yo podía escribirle tres o cuatro cosas nomás. Al dedicarle más tiempo, me llega más información. Probé cambiarlo y abrí una agenda. Todos se anotaron para el primer día y empezamos a distribuir los pedidos de consulta en días y semanas. Ahora he llegado a escribir 67 puntos sobre una persona en una consulta. Entonces, cuanto más tiempo le dedico a cada uno, más desarrollo la información que recibo y las personas vienen menos a verme.

—¿Alguna vez te has negado a atender a una persona?
—Siempre que haya respeto, aunque la persona no crea, la atiendo. Me acuerdo que en las primeras veces que fui a Argentina, viajé con un bolso lleno de videos con testimonios. Mi caballito de batalla era el maestro Julio Frade. Lo iban a operar de la columna, ya tenía fecha marcada para hacerse el procedimiento. Yo le dije: “Si te agarro antes, te evito la operación”. Me contestó: “Con mi problema, o termino en una silla de ruedas o me opero. Tendré dos barras de titanio, seguiré caminando, pero no podré curvar mi cuerpo”. En ese momento, atendía en Portezuelo y Frade salía a las 4.30 de la mañana para llegar antes que los otros pacientes. Nunca faltó, y cuando empezó hubo mejoría y me llevó a Canal 5 dos veces. La primera vez compartí una nota con dos astrólogos. Nos preguntaron por la guerra de Irak. Ellos dijeron que habían hecho la carta y que la guerra se evitaba a último momento. Cuando me consultaron, sentencié: “Ojalá mis colegas tengan razón, porque siempre en una guerra se pierden vidas inocentes. Ojalá ellos acierten, pero veo que la guerra no se evitará. Entonces Frade dijo que lo veríamos con el tiempo y que quien tuviera razón, volvía al programa. Y volví.

Luis Orsi.
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Foto: Difusión.

—¿Cómo empezaste a darte cuenta de que percibías cosas que otros niños no y cuán difícil fue convivir con eso? Supongo que en el inicio te asustaste.
—Me di cuenta porque le pregunté a mi hermano si veía lo mismo que yo y me contestó que no. A los cinco años tuve mi primer encuentro con extraterrestres. Fue en la casa de mi abuela, me levanté de madrugada y fui al living. Estaba todo oscuro y me pareció ver una sombra. Me quedé congelado y me dije a mí mismo: “Me doy vuelta y salgo corriendo”. En eso escuché: “No te voy a hacer daño”. Le pregunté cómo sabía lo que pensaba y me dijo que nos comunicábamos telepáticamente. Yo era un niño asustado, con tantas palpitaciones que pensé que me moría de un infarto. Después, cuando pude, caminé hasta mi cuarto. Ahí empezó toda esta odisea. Mi vida cambió cuando una voz me dijo: “Si lo querés lo aceptás y si no querés, no lo aceptás”.

—¿Lo tomás como un don?
—Antes sí.

—¿Y ahora?
—No, no sé cómo tomarlo. Ellos (los extraterrestres) me dijeron que todos podemos hacer esto. O sea, todos tenemos la cualidad de hacerlo.

—¿Y cómo educaste tu don o tus habilidades? ¿Te formaste con otros?
—No, nunca. Siempre miré para adentro y estuve en conexión con quienes llamo “hermanos mayores”.

—¿Luis, vos vivís de esto desde siempre?
—Desde siempre, no. Antes no vivía de esto, no podía.

—¿Cuánto sale consultarte?
—La consulta cambió. Hago lo que llamo “un desplome”. Antes lo hacía de una, ahora primero hago un diagrama, y si estás en condiciones para desplomarte, te desplomo.

—¿Por qué?
—Una, para que no tengas miedo cuando lo haga; dos, por el campo aural. Así como las enfermedades se detectan antes, las cargas negativas también. Me agarraba la carga negativa de la persona. Entonces ahora te hago un diagrama donde detecto qué cantidad de carga tenés. Una consulta puede valer $ 2.000, pero dependerá de cuánto tiempo sea. Cuando empecé, no cobraba. Después cobré $ 20, después $ 50. Todo lo registraba en una agenda, que mi madre me dijo que quemara.

—¿Tu madre vive?
—Sí.

Luis Orsi. Foto: Leonardo Mainé
Luis Orsi. Foto: Archivo.

—¿Siempre te incentivó?
—Lo aceptó cuando la convencí de que no iba a frenarme. Estudié Ingeniería Mecánica Naval y estuve embarcado en una plataforma alemana de perforaciones. Ganaba bien, unos US$ 5.000 por mes. Ella no quería que siguiera haciendo esto que hago. Le preguntaba por qué y me repetía: “Hay mentirosos, hay chantas, te tildarán así y eso me dolerá”. Cuando me recibí, vivía embarcado y pensaba: “me estoy perdiendo todo”. Pisaba tierra firme y atendía a familiares de mis amigos. Me decían: “Vení que fulano te espera”. Le inventaba a mi madre cualquier cosa e iba a atender, hasta que me descubrió en el programa de Omar Gutiérrez. Lo atendí en vivo y ella nos vio.

—¿Le podrías enseñar tus conocimientos a otra persona?
—No. He intentado hacer cursos, pero cuando ven que necesitan estudiar como mínimo dos años, me preguntan si no tengo algo más corto.

—¿Cuánta responsabilidad sentís al decir todo lo que percibís?
—Mucha, pero esto es algo más avanzado; los hermanos mayores siempre estuvieron acá, no están a partir de mí. Se me han dado conexiones profundas, cercanas y muy directas. Pocas veces dije que fui abducido dos veces.

—La primera vez eras un niño, ¿no es así?
—Sí, fue en 1975. Le supliqué a mi madre que me dejara salir a las 12 de la noche porque tendría un avistamiento. Respondió que a las nueve estaría durmiendo para ir a la mañana siguiente a la escuela. Le rogué y la convencí. Me preguntó qué haría y le dije que estaría sentado, nada más. “Vos te llegás a parar, o amagás con levantarte, y te dejo en penitencia el resto del año”, sentenció. Vivíamos en Empalme Olmos. Cuando mi madre vio el plato volador, sacó la cámara y tomó una foto. Una vez la convencí de que me escuchara porque le describí un accidente que nunca me había contado y que tuvo cuando yo estaba en su vientre.

—¿Tenés una vida normal?
—Para mí, mi vida normal es esto y me encanta hacerlo.

—Tenés una realidad muy distinta a cuando eras niño.
—Sí. Llegábamos a pasar dos días sin comer, hasta que mi madre conseguía un par de huevos y nos daba uno a cada hijo. Ella no comía y nos daba todo el alimento. No teníamos ayuda de nadie, mi padre nos había abandonado, ella limpiaba pescado en una esquina desde las cuatro de la mañana y se clavaba sus espinas.

—Tenés varios casos documentados, con historias clínicas y un proceso de tus pacientes.
—Sí, siempre me gustó eso para tener el antes y el después. Pero no para mostrarlo, sino para decirle a cada uno que tenga fe, porque otros lograron curarse.

—También tenés documentada la predicción sobre la victoria de Yamandú Orsi.
—Soy antipolítico y no sigo a nadie. Quiero que Uruguay esté bien, sea del color que sea. En 2019 le dije a la directora de un semanario que Yamandú Orsi iba a ser el presidente en 2024 y ella se molestó. Pero antes, cuando él ganó por segunda vez la Intendencia de Canelones, le escribí por Facebook y le dije: “¿Sabés qué vas a ser presidente?”. A los días me contestó: “Déjame disfrutar esto. Después veremos”.

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