María Emilia Pérez Santarcieri: "Tomo mi espacio como si fuera lo único en la radio"

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M. Emilia Pérez Santarcieri.

ENTREVISTA

Docente de toda la vida, María Emilia Pérez Santarcieri tiene desde 1983 un espacio sobre historia en Radio Sarandí, lo que la convierte en la columnista radial de mayor trayectoria en el país.

M. Emilia Pérez Santarcieri.
M. Emilia Pérez Santarcieri.

-¿Como nació su vocación por la historia?

-El término "vocación" proviene de la religión. Es el llamado. Yo no tuve ningún llamado. Hay gente que desde que chica tiene una inclinación. No fue mi caso. En la escuela y en el liceo me interesaba saber pero como decía Sor Juana Inés de la Cruz: “no para saber más, sino para ignorar menos”. Después de preparatorio llegó la hora de decidir. Se había fundado el Instituto Artigas (IPA) poco tiempo atrás y me inscribí. Eso que se fue dando casi sin querer ha sido el gran hallazgo de mi vida. Porque yo he sido muy feliz dedicándome a la historia y enseñándola. Hoy estoy en la radio, que es una continuación de lo que yo hacía en las clases.

-¿Por cuánto tiempo ejerció la docencia?

-Fueron muchos años. Empecé muy joven y luego di clases en el IPA hasta el año 1973 cuando volé, como pasó con muchos en aquel tiempo. En Secundaria seguí y luego también di clases en Facultad de Derecho y en Ciencias de la Comunicación.

-Tuvo alumnos famosos...

-Sí. Alberto Kesman fue mi alumno en el liceo 17. A Luis Hierro lo tuve en el IPA. En Facultad de Derecho Alejandro Atchugarry fue alumno también. He sido feliz dando clases y ahora soy feliz hablando por radio. Tomo mi espacio como si fuera lo único que hay en la radio. Lo preparo mucho.

M. Emilia Pérez Santarcieri.
M. Emilia Pérez Santarcieri.
-¿Cuáles fueron los peores años para la docencia?

-Los años ‘70. En ese tiempo yo había hecho un postgrado y fue horrible que me sacaron cuando me había preparado para seguir creciendo en la formación docente. No estaba en ninguna organización subversiva como decían ellos. Había sido delegada de los egresados en el IPA y luchaba para que se nos reconociera. En aquel tiempo uno daba clases y de pronto venía un señor sin formación pero recomendado y nos desplazaba. La discrecionalidad de los directores era muy grande.

-Desde el año 1983 tiene una columna de historia en Radio Sarandí. Hoy se emite los miércoles en Al pan, pan. ¿Cómo prepara cada tema?

-Me preparo como si fuera una clase. No me pongo hablar simplemente, sino que tengo preparado el material y lo ajusto al tiempo de la columna. Es como dar clases. En Sarandí hace muchos años que estoy. Fue convocada por Jorge Nelson Mullins, que fue quien transformó Sarandí. Antes, era una radio que la gente escuchaba por (Carlos) Solé. Mullins abrió el abanico y la transformó en una emisora de comunicación. A mí me interesa mucho la comunicación, me gusta y veo que el espacio que hacemos es apreciado. Mucha gente me hace llegar mensajes, me sugiere temas o hace preguntas.

-El año pasado fue distinguida como profesora emérita por el área de formación docente, ¿cómo vivió ese reconocimiento?

-Eso para mí fue una alegría muy grande. A pesar de que desde 1973 que yo no estaba el IPA, se acordaron de mí, lo que me dio una gran alegría. La gente ve que yo sigo preocupándome y que estoy en vigencia.

-¿Qué opinión tiene del fenómeno de la “cancelación” de ciertas personalidades históricas? Cristóbal Colón fue el primero en ser cuestionado...

-¡Un horror! Hay una hemiplejia muy grande en eso. Supe que en Estados Unidos tiraron recientemente la estatua de un general que había sido líder abolicionista. O sea, que el individuo luchaba por la abolición de la esclavitud y lo tiraron. Lo de Colón es injusto también. Está calificado como el más grande almirante de la historia. Hay que ver en las condiciones en las que vino, en esa época. Él murió sin saberlo, pero ese viaje cambió el mundo para siempre. Fue el inicio de la globalización. Para quienes tienen ganas de “cancelar”, recomiendo leer la novela El arpa y la sombra (Alejo Carpertier) que juega con estas cosas a partir de la hipótesis de declarar santo a Colón.

-Pero más allá del caso puntual, ¿la historia puede cuestionarse desde el presente?

-Es un error. Uno se tiene que cuestionar para obrar. Pero la historia hay que estudiarla para comprenderla no para juzgarla. Si fuera así ¿qué vamos a hacer con Artigas y el asunto de la esclavitud?

-Se ha dicho que Artigas no apoyaba la esclavitud...

-Se han dicho muchas cosas. También está documentado por (Aníbal) Barrios Pintos que en la víspera de casamiento de una de sus hijas, Artigas la manda como regalo a un negro. Porque eso estaba aceptado por la sociedad. Y no hay que cuestionarlo. A nosotros nos va a pasar cuando nos miren dentro de 2.000 años y vean los disparates que hacíamos, creídos de que estábamos obrando en la forma correcta. Me parece lamentable tener pretensiones de juzgar a personas que vivieron en el pasado. Hay que ver las cosas en su justo lugar.

-Otra de las tendencias de una “nueva moralidad” apela a reformar el lenguaje para hacerlo inclusivo. ¿Cuál es su visión?

-Me enteré que 50 intelectuales de nuestro medio firmaron un pedido para que se respeten las normas de la academia. Estamos en un divague. Siempre fui feminista pero no estoy de acuerdo con el cambio en el lenguaje. Si yo digo que un hombre es un inútil, ¿para una mujer qué palabra uso? ¿“inutila”? Es un pedido absurdo. El lenguaje ya incluye.

-Desde el año 1991 integra la Comisión de Nomenclatura de Montevideo que asesora a la Intendencia en materia de nombres de calles y espacios públicos. Allí también se dan reclamos de inclusión de mujeres.

-Es verdad. Desde que estoy en el Comisión, donde trabajo de forma honoraria, aparecen las voces que reclaman más mujeres en el nomenclator. Estoy de acuerdo. Nosotros pusimos muchos nombres de mujeres en las calles. Por ejemplo, agregamos a todas las jefas de familia de los primeros pobladores de Montevideo. También pusimos a la primera mujer que fue a la universidad y a las primeras egresadas de cada carrera. Hace poco incluimos en un barrio los nombres de todas las primeras maestras valerianas. Pero si las mujeres entramos mucho más tarde a la vida pública, obviamente tenemos más nombres de hombres en las calles.

-Hace poco un llamado a que se presentaran nombres de mujeres para las calles, ¿es así?

-Sí. Pero nos llegaron nombres insólitos. Yo voy a dar dos nombres para que la gente vea de lo que estamos hablando: “Cleopatra”, ¿a usted le parece que podemos ponerle eso a una calle de Montevideo? o “Marilyn Monroe” ¿A usted le parece? Aquí volvemos al tema de la falta de criterio. Hay un comunal que se ha resistido a los nombres propuestos por nosotros, aduciendo que esas personas no eran del lugar. Yo respondí con una nota diciendo que no sabía que el Gral. French había nacido en Carrasco. También nos llegan propuestas absurdas para hombres. ¿Sabe para quién nos pedían una calle? Para Domingo Tortorelli, un hombre que evidentemente estaba mal. En la década del ‘50, hacía discursos en el balcón candidateándose como presidente y decía que iba a hacer que todas las calles fueran en bajada. Decía disparates. ¡Cómo puede un comunal mandar una propuesta de ese tipo!

-Hay una propuesta de renombrar la calle Paraguay como “Mario Benedetti” de 18 de julio hacia el sur y se generó polémica. ¿Cuál es su visión?

-La Comisión presentó hace tiempo la idea de que no se cambiaran los nombres de las calles. La Junta sacó una resolución en sintonía con esa idea. Ahora apareció esta propuesta de parte de la propia Intendencia y salió Mariano Arana a decir que Benedetti detestaba esto. No me parece bien, pero yo tengo un cargo de asesoramiento, no decido. Así que las autoridades deciden el cambio, se hará.

-Ya hay varios casos de calles con “dos nombres”: Cuareim al sur pasa a llamarse Zelmar Michellini o Yi, Carlos Quijano...

-Estoy de acuerdo en que esa gente es importante. Pero pongámosla en otro lado. Porque es desvestir un santo para poner otro. Siempre el asunto va a ir en función de lo que se considera hoy. Yo tuve problemas grandes con la calle “Andes”. Algunas personas querían llamarla José Germán Araújo. La calle se llama así por los muertos que hubo en la Cordillera de los Andes en las épocas de las luchas emancipadoras. Renombrarla como Araújo, sería reconocer que los muertos de ahora son más importantes que los de antes.

-Muchas veces este tipo de cosas están atravesadas por interés político o de otro tipo que es del presente, no del pasado.

-Por supuesto. La memoria en Uruguay es cortísima. Por eso me he dedicado a reforzarla. Me gusta enseñar para que la gente consiga su identidad y conozca la historia.

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