Martín Less es uno de esos periodistas de raza que se mueve en todas las canchas. Lleva casi cuatro décadas informando a los uruguayos sobre temas políticos. Su carrera se centró en la cobertura parlamentaria donde, dice sentirse como pez en el agua. Padre de seis hijos (Gerardo, Alejandro, Valentina, Agustina, Maria Paz y Renzo) y abuelo de cuatro nietas (Julieta, Candelaria, Bianca e Isabella), Less es una de las caras asociadas a Subrayado. En esta entrevista con Sábado Show, Less habla de su carrera, los ciclos que se cumplen, la cobertura parlamentaria y cuenta algunas anécdotas de su conocida carrera.
—¿Hace cuanto tiempo que cubris temas parlamentarios?
—Calculá que empecé en El Espectador en 1984 y desde entonces estoy entre el Parlamento, intercalado con casa de Gobierno.
—Así que hace casi 40 años que estás en los medios.
—Hace más tiempo, porque antes trabajaba en Radio Cristal de Las Piedras. Entré en la redacción de una radio a los 15 años y nunca más salí del trabajo en los medios de comunicación. Pasé por radio, prensa escrita y televisión, estuve en todas las ramas del periodismo.
—Se te asocia al periodismo que cubre Parlamento.
—Sí, en un porcentaje altísimo mi trabajo pasa por todo lo que ocurre en el Parlamento. Te tiene que gustar, pero a mí me gusta mucho la política, así que estoy como pez en el agua. Esto de la televisión es más del último tiempo con esta modalidad de salidas en vivo se ha hecho casi una cuestión diaria las intervenciones desde el Palacio Legislativo, pero no fue así siempre. Antes eso estaba vinculado a algún acontecimiento especial, alguna interpelación que era cuando ponían los móviles. Se hacían notas y móviles, pero no como ahora.
—El hacer un móvil desde el lugar es uno de los cambios que ha tenido el periodismo televisivo en los últimos años.
—Claro, está asociado a los cambios tecnológicos. No hay que olvidarse que antes, para hacer un vivo en televisión tenías que mover un camión satelital con varias personas haciendo el trabajo técnico, gente que maneja las cámaras, camarógrafos, iluminadores, y todo eso hoy lo resuelve un camarógrafo con una mochila que tiene un aparato para transmitir. Es un cambio muy grande que permite salir desde cualquier lado y hora. Lo único que se impone para esas salidas es una buena conectividad. Ese es el factor fundamental, pero en ese sentido está resuelto porque Uruguay es de los países que mejor conectividad tiene a nivel mundial, y con esos aparatitos salís.
—En octubre celebraste 60 años. ¿Qué recuerdos tenés de esa fiesta?
—Fue una sorpresa de mis hijos, porque nunca festejé así mi cumpleaños, lo hacía con mi familia. Uno tiene muchas barras de amigos y conocidos y durante el año uno se va juntando con ellos, y el cumpleaños siempre me lo reservé como un ámbito muy familiar. Pero eran los 60 años, no había festejado los 50 por otras razones y cuando le dije a mis hijos, ellos me dijeron de hacer algo más. Empezaron a armar y cuando quisieron ver se les fue de las manos. Son esas cosas que son divinas como sorpresa y tengo un agradecimiento enorme a mis hijos, pero también es cierto que te impide de invitar a gente que me hubiese gustado que estuviera. Ellos son gurises que no van seguido al canal, son de una época donde éramos menos y por la escala era mucho más familiar, ahora se agradó y ellos no conocen a todos mis compañeros. Fueron por aquellos con los que uno tuvo una relación de más años. Igualmente pasamos divino. Había muchos históricos porque no pudieron llegar a todos, hicieron lo que pudieron. Armaron una cadena de complicidad pero siempre queda alguien por el camino.
—¿Se piensa en el retiro?
—Tengo edad para jubilarme pero todavía tengo vigencia. Por las mías no voy a tomar ninguna decisión, y el canal no me ha dicho nada. Así que estoy disfrutando de este tiempo. Yo sé que estoy muy cerca de retirarme porque es la biología la que se impone y la necesidad de dejarle paso a otros compañeros jóvenes que vienen abajo. Fue lo que me pasó. Llegué al canal entre otras cosas, porque había gente que se estaba retirando. Son muchos años, entiendo que hay que darle paso a las nuevas generaciones y mi intención es irme vigente, no esperar a último momento a que digan que me tengo que ir. Estoy en esa transición. Pero me siento vigente y la gente dice que me queda mucho. Es que esta es una profesión que te permite estirar mucho el retiro mientras estés bien intelectualmente. Trabajo en radio El Espectador, también en el canal, son jornadas largas e intensas y la edad también te empieza a marcar los tiempos. El multiempleo fue una realidad de mi vida pero también es cierto que eso no lo podés hacer toda la vida. Hay tiempos para todo.
—De estas casi cuatro décadas trabajando en los medios, ¿podés contar alguna anécdota?
—Asocio este trabajo a la impronta misma de la vida. Recuerdo en una oportunidad estábamos cubriendo una asamblea de Naciones Unidas, una visita del entonces presidente Vázquez a la sede de Naciones Unidas. Habíamos terminado con el camarógrafo que era Guillermo Padilla y nos veníamos al otro día contentos con lo que habíamos hecho y por el reconocimiento de los compañeros de acá que nos alentaban a que festejáramos con una cena sin la presión de tener al otro día que levantarse muy temprano. Lo que quedaba era volver, además nos esperaban para descansar porque empezábamos la licencia. Esa noche cortamos con el canal y al rato nos llaman de nuevo. Les sacamos pasajes para México, se toman un vuelo porque hubo un terremoto y lo vamos a cubrir. Hablamos entre nosotros y fuimos sin tomar absoluta conciencia de lo que estaba pasando en México y mucho menos de lo que íbamos a encontrar cuando llegáramos. Estuvimos una semana de trabajo intenso, un drama terrible como fue ese terremoto. Y pasamos de estar en la magnificencia de Naciones Unidas, con los principales mandatarios del mundo y figuras de la política internacional al drama de la sociedad mexicana que, en muchos casos, habían perdido todo. Allá fuimos, incluso detrás de una uruguaya que había estado en el epicentro del terremoto, hicimos varios kilómetros pero conseguimos el testimonio de esa familia para Subrayado. Era una muchacha de la zona de San Jacinto y su familia. Esa fue una anécdota muy fuerte. Yo venía de una cobertura parecida, en escala mucho menor, que había sido el tornado de Dolores. Pasó algo similar, terminó el noticiero, empezaron a aparecer imágenes de lo que había sucedido y sin decir agua va arrancamos para Dolores.
—Imposible no dejarse abrumar por eso que estábas viendo, en México y en Dolores.
—Claro, porque además en esos casos tenés claro que no sos protagonista de nada. Lo que tenés que hacer es registrar e interferir lo menos posible con el drama de la gente. No hay manera de aquilatar el sufrimiento y la angustia de esas personas, y tampoco podés hacer nada para cambiar esa realidad. Lo que hay que hacer es reflejarla lo más fielmente posible, sobre todo respetando ese drama humano. Fueron experiencias muy fuertes. En particular recojo esas porque son de altísima sensibilidad. Cuando volvés valorás más lo que tenés.
—Calculo que por eso de estar detrás de la noticia, a algún cumpleaños habrás faltado.
—Sí, tuve que cambiar planes familiares y dejar por el camino cosas ya pactadas para sumergirte en esa otra realidad. Estas anécdotas no se entenderían si no se sabe lo que es esta profesión. La familia ya lo sabe. Me ha tocado empezar el año con viajes, tengo seis hijos, así que imaginate, en más de una oportunidad me perdí fechas importantes para ellos como cumpleaños, fiestas de fin de año, entregas de carnet, lo que se te ocurra, porque estaba de viaje. Me siento un privilegiado porque el trabajo en el canal me permitió recorrer el mundo, literalmente. Conocí cuatro continentes, toda América, Japón.
—Imagino que cuando se va en comitiva siguiendo lo que hace el presidente no es un plan de pasear. Con suerte tendrás un ratito libre.
—Sí. Uno no tiene tiempo de pasear. Esta profesión tiene dos cosas que contrastan claramente con la idea de lo que es un viaje. Un viaje de placer lo hacés porque vas a visitar tal lado, te vas a divertir, vas a conocer, esto no es así, vas a trabajar. Conocer, podés hacerlo, pero de paso. A su vez, tenés la ventaja de acceder o estar en lugares que jamás, como turista, vas a poder ir. Me acuerdo del jardín de la casa imperial en Japón es algo inolvidable. Calculá que pasaron muchos años de ese viaje y lo tengo grabado en la mente como algo irrepetible, porque sé que no lo voy a ver en fotos porque de eso no hay registro.
—Accedés a lugares que no son para el público.
—Lugares y momentos. Le estreché la mano a dos Papas. Han sido muchas cosas que me ha permitido esta profesión. Por ejemplo estar en el balcón del Vaticano donde el Papa hace su rezo, y como turista no podés llegar ahí. No podés creer la imagen de la Plaza de San Pedro. Cuando estaban restaurando la Capilla Sixtina, vi el trabajo que estaban haciendo porque invitaron a la delegación y el presidente de ese entonces, Sanguinetti, nos invitó a ser parte de esa recorrida y vimos cómo se estaba trabajando con la condición de entrar sin cámaras ni celulares. Lo que vi lo puedo contar, pero no lo puedo mostrar, y como eso otras tantas cosas. Por eso esta profesión tiene esa contracara, una en la que estás de recorrida por todos lados pero a su vez llegás a sitios a los que en tu vida, aunque decidas irte de turista vas a poder acceder.