Ya se encuentra en librerías Zitarrosa en vivo de Estuario Editora. Se trata del noveno libro del periodista Mauricio Rodríguez, encargado de la sección Cultura y Espectáculos de Telenoche, y columnista, los martes en Los mismos locos de radio Del Sol, donde también habla de cultura.
“Estuve dos años trabajando en este libro de Zitarrosa”, dice Rodríguez. “Lo había terminado en octubre para que saliera a fines de 2022, pero por el tema del mundial, y después el verano, la editorial entendió que era mejor dejarlo para salir ahora. Es mi nuevo niño literario. Estoy muy contento, quedó lindo y la fundación Zitarrosa nos dio unas fotos poco conocidas para ilustrar el libro. Sobre todo de lo que fue el regreso de Zitarrosa al Uruguay en 1984. Eso le dio un cierre muy lindo”.
—No es tu primer libro sobre figuras uruguayas. Ya has publicado sobre Jaime Roos y su disco Brindis por Pierrot que es de 2019, y antes habías escrito otro sobre el rock uruguayo post dictadura.
—Creo que en todas las artes, pero en la música en particular, hay mucho para escribir, y tenemos que aprovechar que todavía algunos están entre nosotros. Hay que aprovechar a consultarlos, porque después ese material desaparece con las personas. En el caso de Zitarrosa, por suerte hay varios libros muy buenos que fueron de referencia para mi trabajo e ilustran su vida. Pero hay otros artistas que por ahí no tienen el nivel de popularidad de Alfredo pero que merecen que quede un documento para que dentro de 20 o 30 años y alguien quiera saber qué pasó con la música en Uruguay en los setenta, ochenta, noventa o dos mil, haya un registro. A eso contribuimos con nuestro pequeño granito de arena.
—También has publicado libros sobre el Caso Gelman y Zelmar Michelini. ¿Cómo conviven esas dos vertientes: historia y espectáculos?
—Mi primer libro fue sobre el caso Gelman. Nació inesperadamente porque fue la tesis de la facultad. Cuando llegás al último año tenés que presentar la tesis, y había empezado a indagar lo que era el manejo de la vida pública y privada, para establecer un paralelismo con Argentina que tiene su modo distinto, más allá que en Uruguay hemos incorporado en los últimos años algún modo de periodismo similar a ellos. Cuando estaba indagando en los temas, era el año 1999, había empezado a sonar el caso Gelman y la nieta del escritor que entonces se creía estaba en Uruguay, y todo lo que involucró primero a los presidentes Sanguinetti y Batlle. El tema era más delicado, porque además del manejo de la privacidad, estaba el componente político, y cada uno tenía sus posiciones. Sentí que era un tema interesante para abordar, y estuve más de un año trabajando con el tema. Lo presenté como tesis y me fue muy bien.
—¿Y cuándo ese trabajo universitario se convirtió en El caso Gelman. Periodismo y Derechos Humanos?
—Cuando estaba terminando la defensa de la tesis, uno de los docentes del tribunal, Alfonso Lessa me dijo: “sacándole la parte académica, tenés un libro interesante para indagar”. Había logrado cosas interesantes para el momento, por ejemplo, una foto de Macarena, que en ese momento no había registro. En esa indagación de casi dos años encontré una foto de ella con la abuela. En ese momento no me había planteado publicar ningún libro, porque estaba empezando la carrera en periodismo, hacía radio y escribía en diarios, pero el comentario de Alfonso me quedó rondando. Empecé a pulir el texto, a sacarle la parte académica, lo llevamos a una editorial y así salió. Después le agarré el gusto a publicar libros mientras, en paralelo continuaba con la actividad periodística.
—¿Qué es lo que te motiva para empezar a pensar en un libro?
—Siempre elijo un tema que sé que me va a llevar un par de años, eso es lo que me lleva elaborar un libro periodístico. Fui eligiendo los temas y empecé a publicar cada dos o tres años. Zitarrosa en vivo es el que acaba de salir a la luz.
—Además continuas en el informativo de Canal 4.
—Sí, es un espacio muy lindo que nació en pandemia. Iban a ser especiales en los primeros meses de la pandemia como una forma de mantener unido al público con los artistas nacionales porque no había recitales, se había parado toda la industria. Y cayó un espacio los sábados de noche traer artistas nacionales para que contaran qué estaban haciendo. Y por siete u ocho minutos la gente tenía la posibilidad de verlos. Iba a ser un ciclo de pocas salidas pero terminó saliendo todo el año. Después incorporamos artistas internacionales, primero por Zoom y después en el estudio cuando se abrieron las fronteras. El espacio creció, fue adquiriendo su propia identidad, y eso derivó en que Telenoche tenga ahora un espacio importante todos los días, dedicado a la cultura y el espectáculo. Difundimos lo que pasa acá en todas las áreas porque tratamos de ser amplios. No solo música, teatro y cine, también han venido escritores, artistas plásticos, fotógrafos. La idea es que todo lo que esté sucediendo a nivel cultural, que tenga su lugar.
—Y seguís en la radio, ahora como columnista en Del Sol.
—Sí, salvo por muy poco tiempo, nunca dejé de hacer radio, porque me encanta la radio. Es un medio que tiene ese costado de ponerle tu cuota de imaginación. Ahora es mucho más público todo, pero cuando escuchaba radio en los ochenta, nunca sabíamos la cara del locutor o locutora. Me acuerdo de Sandra Arévalo que estaba en El Dorado FM, una vez ganamos un concurso con un amigo para un recital y cuando fuimos a la radio a buscar las entradas también queríamos conocer a Sandra Arévalo porque le conocíamos por su voz divina, pero queríamos ponerle una cara a esa voz. Ahora estoy en FM Del Sol con Los mismos locos que es un programa que va por el deporte y el humor, una cosa casi que conversación entre amigos y los martes tengo una columna donde hablo de música. Elijo algún artista y repasamos un poco su historia y escuchamos sus canciones. Y la participación de la gente es divina porque si es un artista nacional, alguno te dice que lo vio en tal recital. La paso muy bien porque intento ponerle al tono de humor del programa, la cuota de información y aportar algo del artista. Y ellos hacen el complemento de las bromas y el desconocimiento. Juegan con esos personajes y el combo es divertido.