Mollo: el incendio de su casa, la clase de yoga donde conoció a Oreiro y el viaje espiritual que lo sanó

Su hermano era una estrella en Pergamino y él debutó a lo 9 años en un concurso de canto. Fue zapatero y se define como un “obrero musical”. Fundó MAM, se unió a Sumo y creo Divididos. El 17 de agosto cumple 67 años, y por eso, esta nota.

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Con su actitud Ricardo Mollo se robó la noche. Foto: Gentileza Granizo.uuy

Redacción El País
La primera vez que se subió a un escenario fue en una sociedad de fomento en Temperley: tenía nueve años y salió primero luego de cantar un tema de Leonardo Favio. Ricardo Mollo fue un gran autodidacta y abandonó el liceo en tercer año porque no se le daba bien estudiar.

Nació en Pergamino, su padre era zapatero y él rápido aprendió el oficio que ejerció durante muchos años en paralelo a la música, su verdadera pasión. Por eso se define como un “obrero musical”.

Fundó MAM, se unió a Sumo y creo Divididos. Hace 23 años conoció a Natalia Oreiro en una clase de yoga. La artista uruguaya contó que lo conquistó ella sin saber que era el líder de Divididos. Se enamoraron y se casaron en una playa de Brasil, y en 2012 tuvieron a Merlín Atahualpa, su único hijo. El 17 de agosto cumple 67 años, y por eso, esta nota.

Conoció a Natalia Oreiro en una clase de yoga

Natalia Oreiro y Ricardo Mollo

El flechazo entre el músico y la artista uruguaya fue en una clase de yoga. Él tenía 43 y ella 23, se quedaban  de charla, y según confesó ella a La Nación, cuando se fijó en él, no sabía que era el cantante de Divididos: “Escuchaba su música pero nunca había visto su cara”. Oreiro contó que la cuidaba mucho en las clases y eso también la enamoró.

“Una vez hice una cena con unos amigos, me pasé todo el día cocinando, y él vino, pero se iba de viaje. Cuando estoy por sacar las lasañas del horno me dice, ‘me tengo que ir’. Lo miro y le digo, ‘así no vale’. Quedó impactado con mi mirada. Fue mi manera de decirle que estaba enamorada”, relató a CQC. A la semana tuvieron la primera cita y no se despegaron más. “La miré como una amiga. Me dio buen corazón y entré por el lado de buena persona”, le contó Mollo a Badía. Se casaron en enero de 2002 en un pueblito de Brasil, y en 2012 nació su único hijo, Merlín Atahualpa.

Se le prendió fuego una casa

Nació en Pergamino y guarda los mejores recuerdos de su casa de la infancia, esa que tenía un amplio patio y de la que debieron mudarse cuando él tenía cuatro años porque se prendió fuego. El incendio empezó en la fábrica de zapatos de su padre, un galpón al lado del hogar familiar, pero las llamas se expandieron pronto y no hubo manera de salvar nada. Mollo recuerda que su madre lo sacó de la cama, lo levantó a upa y se lo llevó en un auto, desde donde vio arder todo por la ventana.

Quedaron en la calle y no hubo otra opción que mudarse a Buenos Aires y arrancar de cero. “Costó tanto levantarse que mi viejo decidió con lo que cobró del seguro pagarle a todos los proveedores, y quebró. Tenía una sociedad con mi tío y era insostenible”, contó en Rock and Pop. Su padre pidió una casa prestada para vivir y se empleó en otra fábrica de calzados. Mollo lo veía levantarse todos los días a las cuatro de la mañana y volver a las ocho de la noche. “El trabajo es todo para mí, por eso me autodefino como obrero musical”, dijo a Sudestada.

Hizo hasta tercero de secundaria

No lo bautizaron ni tomó la comunión pero terminó en un colegio alemán de curas, y al año y medio decidió abandonar. Lo hacían rezar el Padre Nuestro todas las mañanas y Mollo no cumplía porque no le nacía. “Me fui para que nadie me dijera: ‘¿Y este, por qué no reza?’ Ya no daba para más, no soportaba ese formato”, reveló.

Para colmo, en su carpeta tenía a Jimi Hendrix, Santana y Led Zeppelin y un profesor de anatomía se le acercó y le dijo: ‘Te gustan los hombres’. ‘Pero son músicos’, le contestó él. “Me dio mucha impotencia”, confesó. Le pusieron siete amonestaciones por tener el pelo largo, se llevó todas las materias a examen y decidió dejar de estudiar y ponerse a trabajar de zapatero con su padre.   

Hizo un cameo en el filme de "Gilda"

La participación de Mollo en la película de Gilda trascendió el cameo que hizo, donde encarnó a un músico de pelo largo. También le enseñó a su esposa Natalia Oreiro a tocar la guitarra, porque el protagónico así lo requería: “Gilda componía en guitarra y así se iba a ver”, contó Oreiro en El diario de Mariana. Reveló, además, que su marido tocó la guitarra en una versión de Solo dios sabe, que se ve al final de la película, y ella cantó a dúo con Ángela Torres (interpreta a Gilda en su adolescencia) en el disco.

Ese pequeño rol que encaró Mollo pudo haber sido para Gino Rodríguez: el cuartetero hizo el casting, pero lo llamaron para avisarle que finalmente había quedado el músico de Divididos.     

El viaje espiritual que cambió su vida

Corría el 1999, había hecho fuertes cambios internos y quería viajar solo. Necesitaba caminar mucho para poder transmutar y reflexionar. Primero fue a Córdoba, luego se tomó un ómnibus a Salta, y llegó a Tilcara (Jujuy). “Me encontré con una inmensidad. Me pongo a caminar, me meto por esos senderos que hay hacia la nada y tuve una revelación: me sentí parte del cosmos.

Fue tan fuerte que hasta me desprendí de mí, y decidí agradecer de la única manera que sé hacerlo, que es con la música”, contó. Por eso, en el 2000 presentó allí el disco "Amapola 66" y en 2010 filmó un documental del concierto que se tituló Tilcara: un poco más abajo del cielo.

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