La bailarina más famosa de la Argentina trae su espectáculo a Punta del Este. Mora Godoy presenta La Máquina Tanguera en Enjoy llena de entusiasmo, pese a la cantidad de heridas que se ha hecho debajo del escenario. La artista que recorrió el mundo entero con sus coreografías no oculta las cicatrices que le quedaron por el abuso económico que dice haber sufrido por parte de un anterior productor, el maltrato en el programa más importante de la televisión y la reciente pérdida de su padre con quien tenía una relación de absoluta complicidad. Godoy le hace frente a la adversidad y proyecta un 2025 con giras, clases, un proyecto para enseñar baile a jóvenes vulnerables y la posibilidad de desembarcar en política. "Pienso bailar hasta los 90 años", anticipa.
-Presentás La máquina tanguera el 15 de enero en Enjoy Punta del Este que es producto de un largo proceso que comenzó después de la pandemia, ¿cómo lo recordás?
-Durante la pandemia el mundo estuvo en pausa. Después todos nos replanteamos cosas y el retorno para la parte artística fue más lenta, dura y triste que para el resto. Se volvió con resiliencia y con una creatividad distinta. En nuestro caso estuvimos permanentemente en la búsqueda de cosas nuevas. Cambiamos las coreografías, el vestuario, las pantallas.
-Más allá de la industria artística, ¿sentís que a vos te costó especialmente volver al ruedo después de los años de pandemia?
-No sé porque nuestra marca es fuerte. Yo también decidí atravesar algunos momentos que tenía en mi vida. Tenía que cerrar heridas de cosas que me habían pasado con un abuso económico tremendo. Eso me hizo volver más fuerte y pararme de una forma distinta con mi equipo, lo cual se refleja arriba del escenario. El público se da cuenta de que el espectáculo es una fiesta. Además volví a abrir mi academia y a dar clases, que se llenan. Y también presenté un proyecto a la fundación Banco Nación que fue aprobado para darle clases a 40 pibes vulnerables que no pueden pagar su formación profesional. Esto les da herramientas para que puedan salir adelante. Ahora puedo decir que volví con todo.
-¿Cómo te sobrepusiste al abuso económico de tu anterior productor al que venís denunciando públicamente?
-El productor me hizo firmar un contrato en el que yo renunciaba a mi obra. Yo no había tomado conciencia de eso hasta la pandemia, cuando estuve un año sin dormir y tomaba antidepresivos. Además se estaba muriendo mi papá en mi casa. Me tomé tiempo para dedicarme a él y extenderle la vida lo más que pude. El 15 de enero se cumple un mes de la muerte de mi papá.
-¿En términos económicos cuánto te impactó el problema con tu productor?
-En más de 20 millones de dólares, pero no es un tema de plata sino que era algo que era mío y no suyo. Punto. Después de eso viví otras situaciones parecidas con un presidente de un club de fútbol y otra gente poderosa. Los hice ganar más de 10 millones de dólares, pero te dicen que son para cubrir juicios del pasado. Una es una mujer indefensa y ellos son empresarios poderosos. Igualmente no dejan de ser unos inútiles que no saben hacer nada y todo lo que hicieron después fue un fracaso, mientras que todo lo que hice yo fue un éxito. A mí me han descapitalizado pero no me pudieron matar.
-¿Llevaste el tema a la órbita judicial?
-Es que cuando uno firma un contrato abusivo es difícil. A mí me gustaría hacer algo para saldar una deuda conmigo. Igualmente para todos la creadora de Tanguera es Mora Godoy y no Diego Romay. Nadie tiene dudas de eso.
-¿Estas prácticas mafiosas que describís son habituales en la industria del entretenimiento?
-Sí, y sobre todo cuando te ven vulnerable. Él sentó abogado, escribano, era dueño de un teatro y yo no tenía a nadie que me defendiera. Ahora es otra cosa, no le tengo miedo a nada.
-¿El tango sigue siendo un género machista?
-Argentina es machista. Yo no siento el machismo en el tango como en una reunión en la que hay 10 ejecutivos y la mayoría son varones. Yo me manejo bien, pero si crecés mucho y tenés proyectos muy buenos van a intentar hacerte a un lado.
-Has llevado tu espectáculo a Rusia, China, Japón, ¿van a verte argentinos que viven allá o en estos países hay público local interesado en el tango?
-Cuando voy a distintos países siempre hay un grupo de argentinos, pero hay muchos lugares como Siberia en los que no ves argentinos entre el público. Va gente a la que le gusta el arte, no necesariamente el tango. En 2008 recorrí todo Siberia y nunca habían visto tango. Fui a teatros enormes; ellos iban a apreciar la obra y se llenaba.
-¿Qué tiene que tener el arte para conmover más allá de las diferencias culturales?
-Tiene que estar bien hecho. Tiene que tener buen gusto, calidad y ser creado con dedicación y amor. No hay que pensar en algo para que le guste al resto sino para que esté bien hecho de verdad. Todos los públicos de afuera nos han ovacionado. En Rusia nos pidieron cuatro bises.
-¿Cuánto ayudaron los programas de televisión masivos para darte popularidad a vos y al género?
-A mí me sirvieron para hacerme mucho más conocida en Argentina. Yo tenía mi nicho, pero no es lo mismo cuando te conocen en todo el país. Eso me permitió hacer muchos tours por Argentina para llevarle el espectáculo a gente que no podía viajar a Buenos Aires a verlo. Todo eso te lo da la popularidad, pero no es que los programas llevaron más gente al tango.
-¿Y cuál es la contracara de esa popularidad que te daba estar en Showmatch, por ejemplo?
-La contracara fue que en el programa que estuve me maltrataron y me ningunearon. La gente en la calle todavía me dice "cómo pudiste tolerar eso, nunca más vuelvas". Igual no creo que el programa vuelva. Fue bueno porque la gente disfrutó mis bailes, pero malo porque me echaron de una manera cruel. Me soltaban a las fieras y el jurado me comía mientras el que más disfrutaba era el dueño del circo.
-¿Lo hablaste con (Marcelo) Tinelli fuera del aire en algún momento?
-Me llamó una vez para pedirme perdón. No sé si fue sincero. Me dijo de juntarnos pero fue justo cuando empezaba la pandemia. Después no volvimos a hablar.
-Comentaste que estás de duelo tras la partida de tu padre, ¿cómo era tu vínculo con él?
-Era una relación muy cercana. Él era contador y me enseñó mucho de negocios. Era muy culto, militó mucho en política y tenía una cabeza brillante. Me enseñó a pensar y me empujó no solo como bailarina sino como empresaria.
-Se dice que el gobierno de Javier Milei ha recortado los apoyos para la cultura, ¿cuál es tu lectura?
-Yo no puedo decir que no apoyan, pero de todo lo que yo hago el resultado se ve. Muchas veces el resultado de los fondos no se ve. Los festivales con dinero del Estado eran un descontrol, lo cual era muy injusto con artistas más chicos.Había plata que se gastaba en ministerios que no se veía para qué iba, o veías y decías "¿se usó tanta plata para esto?". Me encantaría entrar a la política para hacer gestión cultural. Muchas veces a los que están no se les cae una idea.
-Este año en Argentina hay elecciones, ¿te ves participando activamente?
-Podría ser. Cuando Hernán Lombardi fue ministro hice muchas cosas con el gobierno de la ciudad. Hicimos presentaciones multitudinarias y no había derroche de dinero. Todo eso después se perdió.
-¿En qué rol te imaginás cuando los años hagan que sea más difícil que puedas desempeñarte en el escenario como lo hacés ahora?
-Yo no voy a dejar de bailar porque me hace bien a la salud, a la cabeza y al cuerpo. Sí voy a bailar menos, pero quiero tener nuevos talentos y que la compañía baile más. Quiero producir muchas cosas. Yo soy una máquina de hacer y si vivo hasta los 90 años pienso seguir dando clases y eso es también una forma de bailar.