Natalia Oreiro es Gilda, un juego peligroso y una nominada al Oscar

24/09/2016, 05:00

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A 20 años de la muerte de la cantante, se estrenó Gilda, no me arrepiento de este amor. En Nerve: un juego sin reglas, una joven cumple peligrosas misiones intentando ser popular. Y Mandarinas se ocupa de un conflicto bélico desde un punto de vista que cala hondo.

Gilda, no me arrepiento de este amor

El pasado 7 de setiembre se cumplieron 20 años de la muerte de Miriam Alejandra Bianchi, la maestra jardinera que se convirtió en Gilda, un fenómeno de la música tropical a la que un accidente automovilístico truncó la vida. Tenía apenas 34 años y dos hijos, uno de los cuales –la niña- falleció en ese siniestro, junto a la madre de la cantante y varios de sus músicos. Natalia Oreiro y la directora, Lorena Muñoz, insistieron hasta lograr que el hijo de Gilda cediera los derechos de sus canciones y poder así llevar adelante esta muy buena biopic en la que la actriz uruguaya se luce. La historia comienza con el entierro para enseguida viajar al pasado, justo a la época en que Miriam siente que a su vida le falta algo y decide ir a una prueba de cantantes de cumbia. De ahí en más se verá todo el proceso de transformación, que no fue sencillo, tanto por la resistencia del marido de Gilda como por los obstáculos creados por los oscuros manejos del mundo de la cumbia. El relato recae todo sobre Oreiro, si bien hay algunos flashbacks en los que Ángela Torres encarna a la Gilda niña o adolescente para mostrar la importante relación con el padre, el músico que la influenció. Oreiro consigue una composición impecable, sea a la hora de interpretar como a la de cantar, permitiendo que la que se vea en pantalla sea Gilda –o Miriam- y nos concentremos en una historia que no todos conocen. La recreación de los años 90, del mundo bailantero y del entorno de la protagonista está muy bien lograda, elevando aún más la labor de Oreiro, que ha definido este trabajo como el más importante de su carrera y no se equivoca. La uruguaya tiene varias labores destacadas -en cine y TV-, pero acá confirma que su talento es indiscutible.

Nerve: un juego sin reglas

Una adolescente decide participar como "jugadora" del clandestino Nerve, un juego que se maneja con el celular y en el que los "observadores" eligen los peligrosos desafíos a cumplir a cambio de dinero. Vee quiere demostrarle a sus pares que no es tan tímida o insegura como parece. Besar a un desconocido es la primera prenda y la que la pone en contacto con su compañero de juego hasta el final. La historia apunta principalmente al público adolescente, "rehén" de las nuevas tecnologías y redes sociales, pero está contada de manera tal que atrapa a todo aquel que quiera ver una de aventuras y acción con desafíos extremos. Es cierto que hay algunos poco creíbles, pero el género lo permite y no perjudica al producto. Muy entretenida.

Se conocen una noche y son compañeros de un juego demasiado peligroso.

Mandarinas

Al estallar la guerra años 90-, los estonios decidieron dejar Abjasia y volver a su tierra natal. Margus quiere recoger la última cosecha de mandarinas antes de partir, pero en plena tarea hay un enfrentamiento entre chechenos y georgianos. Sobrevive uno de cada bando y son alojados por Ivo, el carpintero que arma los cajones para las mandarinas, con la promesa de que bajo su techo nadie mata a nadie. El film busca mostrar lo absurda que es la guerra haciendo convivir a cuatro hombres que, en otra circunstancia, bien podrían ser amigos o vecinos. Se habla poco, pero se dice bastante con los gestos y los símbolos a los que se aferran los personajes. Relato que apuesta a la paz, sabiendo que se mete con un conflicto nada sencillo, lo cual demuestra en un desenlace que se aparta del que uno imaginaría en otro tipo de film. Candidata Oscar Film Extranjero.