ENTREVISTA
El periodista y neurólogo Nelson Castro realiza un diagnóstico categórico sobre el gobierno argentino luego de una semana crítica que incluyó la renuncia del ministro de economía.
Fue una semana dramática para Argentina. La abrupta renuncia del ministro de economía terminó de tensar la relación entre el presidente Alberto Fernández y su vice Cristina Fernández, y profundizó una crisis que política que llevó a que se propaguen todo tipo de versiones sobre al futuro del gobierno. “Que el presidente complete su mandato despierta dudas en el propio oficialismo”, advierte Nelson Castro, uno de los periodistas y analistas más prestigiosos de la vecina orilla en comunicación con El País. El editorialista estrella de la señal TN se sirve también de su otra profesión, la de neurólogo, y sentencia que el gobierno “está en manos de dos personas patológicas, tóxicas y enfermas”. También habla de su último suceso editorial, La Salud de Diego, que aporta datos reveladores sobre la vida (y la muerte) de Maradona.
-¿Cómo es dar todos los días noticias sobre una crisis política que aparentemente no se resuelve?
-Es una situación muy compleja porque hablamos de cuestiones dramáticas en el diario vivir. El dólar se disparó, hay comercios que no venden productos, falta gasoil.
-¿Cuál es el impacto político de la renuncia del ministro de economía Martín Guzmán?
-Es que en realidad lo que hay es una crisis política de fondo que no está solucionada, por eso ningún economista de envergadura quiso agarrar el Ministerio. Silvina Batakis, la que asumió, es un desastre. Fue ministra de la provincia de Buenos Aires y cuando se fue no había plata para pagar los sueldos. Es una situación compleja para una ministra que no tiene capital político propio y que lo que aporta es espantoso como tal. Igualmente no importa que sea ella o cualquiera, porque nadie tiene ninguna posibilidad de hacer nada. Esto no tiene solución. Es una situación dramática para los 16 meses que faltan, si es que Alberto Fernández completa su mandato, lo cual en el propio oficialismo despierta dudas.
-¿Guzmán era el último funcionario de importancia que respondía al presidente y no a la vice?
-Por supuesto, y si esto sigue el próximo es el propio Alberto Fernández. Hay otros funcionarios que continúan ocupando cargos pero que no tienen importancia a los intereses de Cristina. El que queda es él.
-¿Cómo se produce la salida de Guzmán? A diferencia de renuncias anteriores, en este caso no la pidió el presidente...
-Guzmán le planteó a Alberto Fernández que precisaba manejar el área de energía, y el presidente no pudo satisfacer eso porque es un área que pertenece a Cristina. También se habló del enojo que le producían a Guzmán las reuniones de Cristina con economistas como Melconian y Redrado. Guzmán eligió hacer pública su renuncia el sábado en el momento que Cristina estaba haciendo su acto. Eso estuvo planificado.
-¿Cómo es la relación de la nueva ministra y el presidente?
-Tienen una relación formal, pero está impuesta por Cristina. Está ahí porque Cristina la aprueba. Sin su aprobación, no había ministro de economía posible.
-Desde la asunción de Alberto Fernández se dijo que a Cristina le serviría vaciarlo de poder, ¿fue lo que terminó ocurriendo?
-Sí, Alberto Fernández es un hombre vacío de poder. Su gobierno está intervenido. Ese es un elemento determinante que genera una duda de aquí en adelante porque la que manda es ella.
-¿Realmente se está manejando la posibilidad de que termine su mandato antes de tiempo?
-Es que es el que queda. Y hay periodistas militantes del kirchnerismo que ya hablan abiertamente de eso.
-¿Cómo se para él frente a esa posibilidad?
-Alberto Fernández es un mentiroso, un mitómano. Él está creído de que está en el mejor de los mundos. El otro día dijo que la economía estaba creciendo. Estamos en manos de dos personas patológicas, tóxicas y enfermas.
-¿Los definís así clínicamente?
-Sí, Alberto Fernández es un mitómano. Para mí fue una sorpresa porque yo conocía otra persona. Este Alberto Fernández tiene afán de quedarse en el poder.
-¿Él piensa que puede ir a una reelección?
-Él dijo que va a ir a las elecciones primarias, y eso a Cristina la enfureció.
-¿En qué momento se produjo el quiebre entre ellos?
-Por audios que están circulando, hay indicios de que el quiebre fue en abril de 2021. Pero el quiebre definitivo se produjo después de las elecciones primarias de setiembre. El gobierno perdió y Cristina publicó una carta explosiva sobre “los funcionarios que no funcionan”. Ahí comenzó una situación sin retorno.
-¿Y el quiebre entre la sociedad y el gobierno, que comenzó su período con un 60% de aprobación?
-La pandemia fue un elemento determinante para eso, y luego las elecciones marcaron la exteriorización de ese quiebre. Las elecciones primarias desde el punto de vista formal dejaron en evidencia el quiebre entre el gobierno y la sociedad.
-¿Cuál es el rol de la oposición en el panorama actual?
-Tiene una enorme responsabilidad. Así como está, tampoco es el paradigma de las cosas ideales. La oposición tiene que aprender de los errores que cometió en el período anterior y ser consciente de la dificultad que va a tener al agarrar un país en una situación peor que la que dejó Cristina la primera vez. Hay que tener en cuenta que la oposición fracasó en el gobierno. Tiene que entender cosas que no demuestra haber entendido, como la necesidad de dejar de lado las peleas y las disputas políticas. Si no hay acuerdos políticos con figuras como los gobernadores, la oposición tampoco va a poder gobernar, como no está pudiendo gobernar el kirchnerismo sin acuerdos. Cuando viajo al exterior y hablo con analistas y empresarios importantes, todos me dicen que sin acuerdos políticos, no hay inversión ni aunque gobierne la oposición.
-¿El desgaste de la oposición favorece el surgimiento de figuras como la de Javier Milei?
-Sí, pero estos espacios vienen con propuestas irrealizables: “vengo yo y nace el mundo nuevo”. No es así. Lo que proponen es propio de personas que no tienen poder, como terminar con los planes sociales. Cuando uno no tiene poder puede proponer hacer milagros. Ese es un problema enorme.
-Se recuerda mucho la vez que en una entrevista televisiva con Jorge Rial, Cristina siendo presidente te increpó y desmintió información que habías dado, ¿qué te provocó aquel episodio?
-Me dio gracia. Cristina me da pena, es una persona enferma. Eso surgió cuando yo hablé de su salud por primera vez. Había dicho que sus médicos estaban preocupados porque ella se había caído y se había dado un golpe muy fuerte en la cabeza. Ella grabó el programa con Jorge Rial en el que me desmintió, y el sábado siguiente fue a hacerse un chequeo. Le dijo a su médico que le dolía mucho la cabeza y en la tomografía apareció un hematoma subdural, así que quedó internada. Al otro día pasaron el programa y ella ya estaba esperando la operación. Ella me estaba desmintiendo al aire pero en ese mismo momento los hechos me estaban dando la razón a mí. Ella tenía una furia enorme porque veía que todo lo que yo escribía era verdad. Es imposible mantener el secreto, porque cuando uno se interna en un sanatorio lo ve todo el mundo. En ese momento me dio pena, no sentí miedo.
-¿Cuál es la visión que se tiene sobre Uruguay desde Argentina?
-Uruguay sufre mucho con la economía argentina. Pero la visión que tenemos sobre Uruguay desde el punto de vista político termina siendo idílica, no porque no haya problemas sino porque tienen una dirigencia política con responsabilidad. Los políticos uruguayos tienen sus diferencias pero todos hacen un aporte muy importante: dialogan, y ese es un elemento central. Uruguay pasó la prueba de fuego con Mujica, que más allá de los errores que él mismo reconoce, con su presidencia quedó fortalecido el sistema. No apareció alguien que quiso ir para el lado contrario después. Eso le da previsibilidad a Uruguay, que es muy importante en un país chico que tiene menos recursos que Argentina. Si Argentina tuviera una dirigencia política así, sería una potencia mundial.
-¿Qué impresión tenés del presidente Lacalle Pou en particular?
-Me parece un hombre pragmático, enmarcado en la cultura del diálogo político. Es de un pragmatismo inteligente. Eso fue importante para manejar el tema de la pandemia. No digo que haga todo bien, pero dice “vamos a ir para acá, aprovechando las oportunidades que aparezcan”. El pragmatismo te da flexibilidad, y eso es un capital enorme para Uruguay. Es la contracara de la Argentina.
-Saliendo de la política de la región, en marzo viajaste a Ucrania para cubrir la guerra en primera persona, ¿qué te dejó esa experiencia?
-¿Cómo es verlo y vivirlo?
-Significó ver la muerte en el terreno, ver la destrucción, ver la sangre, oler las bombas y darte cuenta lo que significa la vivencia del infierno.-¿Hubo alguna experiencia puntual que te haya marcado?
-Ver el lugar donde mataron a la periodista rusa, estar transmitiendo desde el frente de combate y que de repente empiecen los tiroteos y las bombas y darte cuenta que estás en el medio de ese lugar, o que venga un soldado y te diga “están en peligro, tienen que salir de acá porque los pueden matar”. Fue muy impactante lo que vivimos con todo el equipo. Uno como periodista tenía que estar ahí. Trabajamos todo el día con el peligro real de que nuestra seguridad podía estar afectada. Vivir con esa tensión durante 25 días fue una experiencia muy impactante.-¿Sentiste miedo?
-No, me sentí con absoluta seguridad. No tuvimos miedo, pero sí responsabilidad. Sabíamos que estábamos en un lugar peligroso y que teníamos que tomar todas las medidas posibles para cuidarnos y poder transmitirlo.
Maradona.
En su último libro titulado La Salud de Diego: la verdadera historia, el periodista y médico Nelson Castro presenta una detallada crónica de las distintas patologías que fue padeciendo Maradona desde su adolescencia hasta su fatídico final el 25 de noviembre de 2020. La investigación incluye entrevistas a todos los médicos que atendieron al astro del fútbol a lo largo de su vida, y datos que eran desconocidos hasta la publicación, como que tenía tendencia a las adicciones mucho tiempo antes del pico de su popularidad, y que tras su muerte el cuerpo fue enterrado sin corazón.
-¿Qué fue lo que más te llamó la atención sobre la salud de Maradona en las distintas etapas de su vida?
-Primero, la gran cantidad de patologías que tuvo. Había cosas que no conocía en toda su dimensión. Lo otro fue la riqueza de los testimonios médicos. Escucharlos permitió tener una idea de que la salud de Maradona fue un drama durante toda su vida.
-Siempre se habló de lo difícil que era como paciente.
-Era un paciente muy difícil. No le gustaba estar enfermo, pero no hacía nada para no estar enfermo. Se creía el centro del mundo y no trataba bien a sus médicos, los dominaba. Cuando se imponían sobre él la relación se tornaba difícil.
-Pero en cierto punto Maradona sí era el centro del mundo, ¿cuánto impactaba eso sobre su salud?
-¿Algunas de sus patologías eran producto de su popularidad?
-Ese punto es interesante. En la investigación que hicimos para el libro encontramos que no. Él ya tenía una tendencia a las adicciones desde que era joven. En su libro Yo soy el Diego de la gente, una autobiografía que hizo en los 90 para limpiar su imagen, dijo que empezó a drogarse en Barcelona. Sin embargo, el Dr. Carlos Fren dijo que ya se drogaba en el 81, y el Dr. Cahe también dijo que se drogaba antes, no con cocaína pero sí buscaba estimulantes. Es un problema que tenía desde antes de tocar el pico de su fama. Por supuesto que la fama favoreció ese problema porque las tentaciones estaban a la orden del día.
-¿Estuvo sano en algún momento?
-En el tema de las adicciones estuvo muy complicado desde que era joven, cuando tenía 22 años. Eso no lo dejó nunca. Sus mejores momentos fueron en la selección del 94, y en 2005 antes de hacer La Noche del 10. Pero las adicciones lo acompañaron prácticamente toda su vida.
-¿Cuáles eran las otras patologías que lo perseguían?
-Tuvo patologías complicadas a lo largo de su vida. Una hepatitis en Barcelona, una hepatitis alcohólica en 2007, después tuvo el problema en la rodilla, el de la obesidad, neumonías. Se internó en 2004, 2007 y 2008.
-¿Cuánto condicionó para el resto de su vida la noche en la que quedó en coma en Punta del Este?
-¿Fue la vez que estuvo más cerca de la muerte?
-Sí, y fue lo que puso en evidencia el nivel de deterioro de su cuerpo y lo que la droga había hecho en él. A partir de ahí se tomó conciencia del grado de enfermedad que Maradona tenía. Increíblemente se recuperó.
-¿Él tenía conciencia de eso?
-El sabía de eso, pero conciencia no sé si tenía. Él creía que no se iba a morir nunca.
-¿Él podría estar vivo si se hubiese manejado de otra forma la noche de su muerte?
-Claro, podría haber tenido una chance. Nosotros en el libro describimos una reunión muy importante que hubo en la clínica Olivos, donde los médicos desaconsejaron el alta. Esto no fue aceptado por la familia ni por el doctor Luque. Fue llevado a un lugar supuestamente bajo condición de internación domiciliaria, pero no había tal. Era un lugar de cuidados en el que estaba mal cuidado. Él falleció por una insuficiencia cardíaca, por lo que si hubiera estado en un sanatorio eso se hubiera detectado 48 horas antes y se hubiera tratado. En ese lugar no solo no detectaron la descompensación cardíaca, sino que cuando lo vieron ya hacía casi 20 minutos que le había dado el paro, por lo que las posibilidades de reanimación eran nulas.
-¿Cómo se tomó la decisión de extirparle el corazón al cuerpo para enterrarlo?
-Había que hacer una autopsia porque hay un expediente judicial, y se decidió extirparle el corazón. Después se supo por un informe de Inteligencia que había un grupo de hinchas que pensaba secuestrar el cajón y sacarle el corazón. El órgano fue enviado al departamento de anatomía patológica de la Policía Científica de La Plata y se puso en un frasco de formol.