Tiene más de tres décadas llevando el tango a todos los rincones del mundo. Nelson Pino, el intérprete más emblemático del género se presenta el próximo 4 de agosto en la sala mayor del Teatro Solís con el espectáculo Buenas noches, Montevideo que tiene entradas a la venta por Tickantel y boletería del teatro desde 400 pesos. Se trata del espectáculo que presentó con éxito en 2018, en el Auditorio Nacional Adela Reta y también en la sala Zitarrosa donde, entre canciones y relatos, y acompañado por una gran banda, cuenta historias de algunos de los boliches más emblemáticos de la ciudad.
—¿Cómo es volver a hacer este espectáculo después de tantos años?
—Volver a hacerlo es un poco remover un hermoso espectáculo que me dio tantas satisfacciones a mí, a quien lo dirige, a quien lo produce y a los músicos en general, porque coincidieron todos. Sobre todo el maestro Alvaro Hagopian y el bandoneonista Néstor Vaz que son los cabezas de serie. Si ellos dijeron que fue el mejor espectáculo que tuvieron, y han tenido espectáculos, para mí es un halago. Por esa razón, y celebrando los años de fundación de Montevideo, se va a hacer ese espectáculo que nos va a llevar de paseo, con textos de Dino Armas, por diferentes boliches de Montevideo. Por esa escenografía maravillosa que tuvo y aún tiene Montevideo. Vamos a contar historias y anécdotas, y va a estar presente mi querido bar Fun Fun, donde estoy desde hace muchos años, Los Yuyos, La Antequera, un montón de boliches.
—¿Cómo te sentiste con el Fun Fun tan distinto?
—Si bien se mantiene el aura, es todo nuevo. Yo estoy desde el año ’91, así que hace unos cuantos años. Y me recorrí todo, desde el viejo Mercado Central, pasando por Soriano y Convención, y desde unos años ahí, detrás del Solis, en el espacio físico que tenía antes. El Fun Fun siempre ha sido un lugar moderno, y ahora el edificio es moderno pero entras y volvés al pasado, porque tiene la misma decoración del viejo Fun Fun, con el mostrador de estaño.
—Desde hace más de tres décadas que te has presentado en el Solís. ¿Cuál considerás como tu primera vez en ese escenario?
—Estuve muchas veces pero como solista, fue con La bicicleta blanca, recién en el 2015. En el ‘92 me presenté con JovenTango, y después estuve con varios espectáculos de La Cumparsita, un montón de veces. Con Donato Racciatti desde el ochenta y pico canto en el Solis. Y esta es la segunda vez que canto en un espectáculo mío, como protagonista.
—Este volver a hacer Buenas noches, Montevideo, ¿llega con cambios?
—Sí, y eso me tiene entusiasmado. No se cambiaron los textos, sino que se agregó algún tema y texto, y no hay mejor lugar, porque el Solís es el teatro emblemático que tenemos en Uruguay; es como un boliche enorme. Y este espectáculo te lleva de paseo a diferentes sitios, lo que genera mucha emoción por esos lugares que ya no están pero que se sienten. Porque los boliches laten. Yo los invito a que entren a un boliche de esos, que quedan pocos, y hagan silencio, porque escucharán como el corazón les late.
—¿Los jóvenes van al boliche?
—Sí, les gusta esa bohemia que tenían los boliches y les gusta que el boliche mantenga esa escenografía que tenían, cariñosamente, los gallegos que vinieron al Uruguay, que emigraron desde su España para trabajar, muchos de ellos, en bares.
—¿Cómo surge esta faceta de, además de cantante, el recitar textos?
—Fue idea de Sergio Dotta, hace unos cuantos años atrás. Y este formato, sobre todo con este guion, es el que más me ha gustado de todo lo que hice.
—Empezaste cantando folclore, después pasaste a las baladas, llegaste al tango y lo llevaste por todo el mundo. Te has presentado en Finlandia, Japón, Chile, ¿cuál ha sido el destino más inusual por el que te ha llevado el tango?
—reo que Cracovia, por eso agradezco al tango. Todos estos viajes han surgido a través de embajadas y las Relaciones Exteriores, sino no conocería esos maravillosos países y esas ciudades tan diferentes culturalmente a la nuestra. Ellos aceptan el tango de una manera increíble. Estuve en Atenas, Chipre, Líbano, Finlandia, Polonia. En Turquía estuve el año pasado, tuve la fortuna de conocer Ankara y Estambul, y me acuerdo que me sorprendió que usan como Marcha Nupcial a “La Cumparsita”. Es el tema emblemático que tienen los recién casados, una cosa brutal. Cuando fuimos a actuar a Turquía, la gente se alborotaba cantando “Por una cabeza”, incluso se sabían la letra. Uno pensaba que, al tratarse de países que tienen una cultura totalmente diferente y una lengua distinta, conocían solo la parte bailada, pero se sabían toda la letra. Eso es lo que uno valora mucho.
—¿Y hablando un idioma distinto, qué es lo que les llega?
—Valoran mucho la interpretación, eso es lo que más les llega. Los gestos, la parte vocal, también la música, pero sobre todo lo que da uno como intérprete.
—Además de cantante has actuado en varios espectáculos. ¿Cómo surgió esa faceta?
—Todo empezó con Dino Armas, por el 93 o 94, que me convoca para cantar algunos temas en unas pequeñas obras de teatro. Para la segunda obra me dijo, “te voy a escribir unos parlamentos para que digas algo más”. Le dije que me daba cosa, “tengo cero formación actoral”, pero me dijo que me movía bien en el escenario. Así que me fue dando algunos tips para actuar, y me encantó. Después pasó el tiempo, fui a Estados Unidos y cuando volví y me llaman Nacho y José María Novo, para convocarme para el espectáculo Tu cuna será un conventillo. Cuando terminamos de arreglar todo les pregunto qué canciones voy a hacer, y me dicen: “te contratamos como actor”. Resulta que iba a ser del gallo, uno de los protagonistas junto a Maldonado que lo hacía Luciano Gallardo. Y ahí tuve la fortuna de actuar con Cristina Morán y un elenco maravilloso de 23 actores, entre los que humildemente me incluyo. En formatos de espectáculos como esos me siento como un pez en el agua; como en este show que voy a hacer en el Teatro Solís.