Acaba de cumplir 30 años y atraviesa el mejor momento de su carrera. Terminó de rodar Permitidos (de Ariel Winograd) comedia que co protagoniza junto a Lali Espósito; será Alex en Psiconautas (producción de Navajo Films) y pronto lanzará El galán de Venecia por UN3, donde volverá a ejercer ese triple rol (guionista, director y protagonista) que demostró hacerlo muy bien en la serieTiempo Libre Martín Piroyansky habló de su predilección por filmar desde lo autobiográfico, los días de rodaje con Lali Espósito, cómo se lleva con su popularidad que va en ascenso, sus proyectos actuales y futuros.
Se probaba la ropa que sus padres fabricaban para vender en el negocio familiar, se metía en la vidriera, simulaba ser un maniquí durante horas y nadie se daba cuenta de que estaba frente a un niño de seis años.
El juego predilecto de Martín Piroyansky era actuar y se convirtió en su vocación de forma involuntaria. Empezó un taller de teatro impulsado por su madre. Con 11 años debutó en Magazine for fai (programa de culto creador por Mex Urtizberea) y enseguida vino Perdona nuestros pecados. No creyó que tendría futuro como actor y se anotó en tres carreras (dramaturgia, cine y artes combinadas) pero no empezó ninguna.
El amor lo atraviesa y es el centro de todas sus historias. Piroyansky no cree que su vida merezca ser filmada pero las referencias autobiográficas aparecen en todas sus piezas.
Eligió la costa uruguaya para filmar el primer corto que dirigió y protagonizó. No me ama (2009) se exhibió en festivales europeos y recibió varios premios, pero el gran fenómeno se dio cuando se compartió en Vimeo.
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Cuatro años después rodó su ópera prima, Abril en Nueva York, con un pequeño equipo en la metrópolis estadounidense. Esa vez no actuó. "Hacía lo que quería, me despertaba y escribía la escena que se filmaba ese día".
En Voley (2015) asumió el triple rol (guionista, actor y director) en la pantalla grande y lo repitió con Tiempo Libre, una serie de 20 capítulos breves (entre 5 y 8 minutos) que se emitió por UN3 y está disponible en Youtube.
Recién terminó de rodar Permitidos (de Ariel Winograd) junto a Lali Espósito, el lunes estrena Psiconautas, la primera ficción que emitirá TBS, y pronto estrenará El galán de Venecia por UN3.
—En Magazine for fai eras un niño actuando de adulto, ¿qué rescatás de esa experiencia?
—Fue súper divertido. Cuando hice de Ernestito en Campeones de la vida (1999) tenía 13 años, me tocó de actuar de niño por primera vez y no sabía cómo hacerlo, era muy malo, porque siempre había hecho de adulto, entonces fue todo un aprendizaje.
—Se te ocurrió rodar Abril en Nueva York después de compartir una semana con una pareja de amigos. En Voley volviste de unas vacaciones con ganas de plasmar esa convivencia, ¿las ideas aparecen siempre lejos de casa?
—No, las ideas aparecen siempre vinculadas a mis vivencias. No tienen que ver con la distancia, sino con que me pasa algo y encuentro cosas que están buenas para filmar.
—¿Cómo hacés el ejercicio de transformar la realidad en ficción?
—Trato de conectar con lo más universal dentro de lo que me pasa, encontrar por qué es gracioso, caricaturizarlo y exagerarlo para que valga la pena porque mi vida así como es no es interesante para filmar.
—En Abril en Nueva York no querías traicionar lo que habías visto en un primer momento en esa pareja, ¿cuándo dijiste, acá hay una película?
—En ese caso existía más una necesidad de filmar un largo que el material que había. Tenía ganas de hablar de la pareja, y no quería perder la oportunidad de filmar estando en Nueva York, pero era más una sensación que quería transmitir que una historia interesante.
—¿Cómo fue en Voley?
—Me fui de vacaciones con un grupo mixto a una casa muy chiquita y me parecía que era una buena situación para armar una comedia de enredos amorosos. Volví, escribí el guión y siete años más tarde escribí la versión que finalmente se filmó junto Rodrigo Moraes, un guionista uruguayo.
—¿Por qué crees que se repiten los agregados autobiográficos en tus películas?
—Creo que es porque no tengo mucha imaginación, entonces encuentro material en el día a día, en mí, en lo que me va pasando y eso lo transformo en algo más interesante o eso intento. No se me ocurren ideas alejadas a mi realidad. Por ahora es un método que me gusta, quizá en algún momento empiece a pensar cosas más alejadas de mí.
—¿Por qué quisiste que el protagonista de Tiempo Libre tuviera tu mismo nombre, fuera actor?
—Me parecía divertida la mezcla de géneros, hacer una ficción con nombres verdaderos, como un reality.
—¿Te tomó por sorpresa el fenómeno que se generó con esa serie?
—Anduvo bien pero No me ama llegó más lejos. El fenómeno sucedió cuando la subí a Vimeo, y la gente lo empezó a ver porque antes se exhibía solo en festivales.
—Le entregaste No me ama a Sean Lennon (hijo de John y Yoko) cuando te lo cruzaste en Estados Unidos…
—Tenía el DVD en la mochila de casualidad y me acerqué de cholulo porque soy fan, me encanta su música.
—¿Y qué te dijo?
—Me preguntó si era PAL o NTSC. Le dije que no sabía y me contestó que no importaba porque él tiene una computadora con la que ve porno y lee todo.
—En Tiempo Libre invitaste a varios famosos, entre ellos Lali Espósito, y en ese capítulo se daba una situación con sus fans, ¿cómo te llevás con la popularidad?
—Me da un poco de fobia todo eso. Me pone un poco incómodo la exposición, también entiendo que es parte de mi trabajo y tampoco es que soy tan popular, entonces es un equilibrio que me parece que está bien.
—Hace pocos días terminaron de rodar Permitidos y habrás vivido varias situaciones de esas...
—Es increíble la cantidad de fans que tiene, la siguen a todos lados, le hacen regalos increíbles.
—¿Te daba miedo caer en eso?
—Es que no creo que me pase a esa escala. Nunca estoy expuesto ni busco estarlo. Mi carrera es mucho más bajo perfil.
—En medio del rodaje Lali se separó de Mariano Martínez y hubo mucha polémica, ¿cómo llevarías eso vos?
—Me pondría bastante incómodo que esté expuesta mi vida privada.
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—En Abril en Nueva York no actuaste, pero en Voley y Tiempo Libre sí tuviste ese doble rol, ¿qué te llevó a dar ese paso?
—Venía de actuar y dirigir a la vez pero en el caso de Abril en Nueva York no sentí la necesidad de actuar, no tenía lugar ahí y estuvo bueno porque hice cámara, que de haber actuado no hubiera sido posible. Voley sí la escribí pensando que la iba a actuar.
—Cuando dirigís actores te gusta descubrir las necesidades de cada uno y estás atento a eso, ¿qué necesitás vos como actor?
—Me gusta jugar con los directores, saber lo que quieren de mí y a la vez que me den el lugar para que yo proponga y sume. Me encanta participar, es lo que más me divierte.
—Empezás a crear los personajes desde la escritura del guión, ¿qué pasa cuando te llega el texto de otro autor?
—Es todo un proceso, lo trabajo mientras voy filmando también. Pienso mucho en el look y en la energía que tiene: si es un tipo que habla poco, si es más extrovertido, si es muy tonto, de qué forma habla. Y en cada situación imagino cómo reaccionaría.
—¿Cómo fue en el caso de Alex, tu personaje en Psiconautas?
—Me divertía mucho este artista multifacético, muy tonto, pedante y bueno a la vez, enamoradizo. Alex me parecía muy tierno y tonto.
—¿Te sirvieron los años de sicoanálisis para construir a Alex?
—No, justamente creo que en Psiconautas no hay mucho sicoanálisis involucrado. Es simplemente un pretexto para juntar a este grupo de dementes.
—Como director nunca sentís seguridad y esperás no sentirla nunca, ¿qué te pasa como actor?
—Necesito cierta seguridad para ir confiado y apostar a un personaje. Preciso tirarme a la pileta con una idea clara, pero si hay un director estoy atento a lo que pide, a lo que necesita y puedo ir cambiando.
—¿El caos es el mejor estado para crear?
—Sí, yo lo busco, me sirve ese caos. Trato de mezclar algo muy obsesivo, puntilloso y detallista con una cosa caótica como para encontrar algo en el medio.
—¿De qué forma creas caos?
—No estando nunca del todo seguro adrede. Voy al set con una idea pero estoy abierto a que aparezca otra cosa. Me gusta que las cosas se vean un poco descontroladas porque eso le da más frescura y naturalidad, como que parece que está pasando en el momento.
—El amor es el eje central en tus proyectos, casi como una necesidad, ¿no?
—Sí, el amor es lo que más me atraviesa en la vida entonces es de lo que más hablo.
—¿Intentás escapar al cliché cuando hablás de amor?
—Yo quiero a los cliché, por algo son cliché. Estamos medio programados con cliché, arquetipos, estereotipos, entonces me parece que todo el tiempo lo original es una combinación nueva de las mismas cosas, pero los elementos son siempre los mismos. Es como la música: están todas las notas, el tema es cómo las mezclás.
—¿Usás el amor como vehículo para contar otras cosas que te interesan?
—Totalmente. El amor me sirve como eje, es lo que lleva adelante la historia, el pretexto, pero por encima me interesan los personajes, las ocurrencias, las salidas, los cambios de planes, los puntos de giro inesperado, los chistes. Me encanta el humor.
—¿Te sentís más cómodo con esos personajes que te permiten habilitar el humor?
—En general me pasa que quiero mucho a todos los personajes. Siento mucha empatía con todos y eso me ayuda a construir desde ese lugar.
—¿Alguna vez te pasó de no sentir empatía con un personaje?
—Me ha pasado de querer a un personaje y que todos los demás me cuestionen y lo vean como un personaje medio irritante, difícil y yo tener que hacer un trabajo para demostrar que es entrañable. Me sirve mucho la mirada de los demás: saber qué perciben a primera vista me ayuda a seguir trabajando en eso como si fuera un problema. Aunque yo no tuviera ese inconveniente, si los demás lo ven así es porque evidentemente algo hay que trabajar ahí.
—¿Te pasó con alguno en particular?
—Con Manuela, que lo hacía Violeta Urtizberea en Voley. Es un personaje difícil, pero toda la película se construye en pos de que la quieras y te enamores de ella. Violeta me dijo en la primera lectura de guión que había que trabajar que para que no se volviera un ser insoportable.
—¿Qué otras necesidades te han despertado curiosidad con el paso de los años?
—Más allá de lo que estoy contando, me interesa cómo construir climas y generar sensaciones en los espectadores. Me gusta cuando una película te llega profundamente y sentís, o sea estás viendo simplemente imágenes editadas y eso te genera algo en el cuerpo. Me parece increíble que imagen y sonido te den una sensación. Estoy más en esa búsqueda.
—Publicaste en Twitter que Ni un hombre más (de Martín Salinas, 2012) estaba disponible en Netflix ya que no mucha gente la había visto, ¿cómo te llevas con eso de volver a verte?, ¿lo hacés?
—No mucho, la publiqué en Twitter pero no la volví a ver. Si estoy aburrido quizá me puedo llegar a colgar viendo algo mío viejo pero no es algo que suelo hacer. Ya está, las hice en su momento y sigo adelante.
—¿Qué fue lo último que viste tuyo?
—El otro día estaba administrando la página de Facebook, vi unas notificaciones y eso me llevó a ver un capítulo de Tiempo Libre, no recuerdo cuál.
—Eliminaste Facebook de tu celular y dijiste que era como volverse vegano, ¿por qué?
—Es muy adictivo, es como las harinas, sabés que es mejor no comerlas pero no podés parar de hacerlo.
—¿Lo seguís usando?
—Sí, lo eliminé en octubre cuando publiqué ese post y me lo volví a bajar.
—Terminaste el rodaje de Permitidos, ¿cuál es tu próximo proyecto?
—Estreno El galán de Venecia por UN3. La dirigí, actuó y la escribí con Ignacio Sánchez Mestre, uno de los guionistas de Tiempo Libre. Son capítulos de ocho minutos. Es una parodia de las novelas de Thalía. Hago de galán, soy un plomero pobre que voy a arreglar las cañerías de los ricos y me enamoro de la hija de mi jefe.
Estreno.
El lunes comienza Psiconautas por TBS, el canal de Turner, serie de diez capítulos producida por Navajo Films. El español Guillermo Toledo es un estafador que lidera un grupo de terapia en un club de barrio en Buenos Aires. Entre los pacientes están Martín Piroyansky, Florencia Peña, el Puma Goity y Julieta Zylberberg.
MARTÍN PIROYANSKY