NOTA DE TAPA
La periodista de Telemundo se dedica a la lectura de registros akáshicos, una herramienta que permite a las personas decodificar episodios o situaciones del pasado de esta vida o de vidas anteriores.
—Sos lectora de los registros akáshicos, ¿cómo comenzó ese camino?
—Fue algo inesperado. Hace tres años hice una terapia convencional que fue muy movilizadora e intensa. La terapeuta también era lectora de registros akáshicos y como cierre, me pareció interesante abrirme los registros, algo que yo había hecho años atrás pero como una experiencia más. En esa lectura, sin embargo, se me indicaba que sería bueno que yo misma aprendiera a leerlos, para mí misma pero también para los demás. Pasó el tiempo y en cierto momento como que me “cayó la ficha”. Me pareció que era lo que debía hacer y me formé como lectora.
—¿Qué son los registros akáshicos?
—Es la memoria del alma, lo que involucra lo que pasó en esta vida y también en vidas pasadas. Muchas veces no recordamos situaciones que vivimos de chicos y las bloqueamos: moldean nuestras reacciones actuales pero no sabemos de dónde vienen. La lectura de registros es una vía para descubrir ese tipo de cosas que a veces no aparecen en las terapias convencionales. También puede pasar que repetimos, sin darnos cuenta, patrones vinculados a nuestros antepasados. Entendiendo el origen del problema, uno puede sanar. En esas memorias del alma pueden aparecer cosas que todavía no pasaron, pero es bueno aclarar que los registros akáshicos no tienen que ver con futurología ni adivinación.
—En tu caso, ¿qué fue lo más revelador de esa memoria del alma?
—Me he hecho varias lecturas. Lo hago cada vez que siento que lo necesito y aparecen cosas mías o de mis antepasados. A veces uno se acostumbra a vivir de determinada manera y no necesariamente es la mejor. Simplemente es su punto de confort, lo que no significa necesariamente que sea confortable. Por las vivencias propias o de los antepasados, uno puede estar determinado, por ejemplo, a vivir en el conflicto así que cuando no lo hay, lo genera. Se siente un luchador, un guerrero y así actúa en todos los ámbitos de la vida. Con una lectura de los registros, se puede ver y entender eso y deponer las armas. Se puede comprender que hay otras formas de relacionarse con el mundo, que no sea siempre la guerra. La lectura es una herramienta para conocerse más a uno mismo y administrar sus emociones. Se entiende que hay otras formas de vivir y hacer las cosas que no son las que yo quiero o las que yo creo que quiero para mí.
—En tu perfil público, como periodista, has tenido una impronta de guerrera...
—Bueno, uno en el exterior proyecta lo que es el interior. En mi caso, la herramienta de los registros akáshicos me ayudó a visualizar cosas que de otra forma no las veía. Y verlas fue el primer paso para aceptarlas y sanarlas.
—¿Cuáles fueron tus vidas pasadas?
—No es una pregunta sencilla porque somos partículas, que podemos aparecer en muchas situaciones y en muchas vidas. En una vida pasada fui parte de un planeta, por ejemplo. También fui un rey que llevó a su pueblo a la guerra, con todo el dolor que eso significa. Esa información que surgió en una lectura me ayudó a resolver un problema que tenía en ese momento. De todos modos, no siempre en las lecturas aparecen cosas de vidas pasadas.
—¿Cómo es el procedimiento?
—La persona llega con varias preguntas para hacer. Se comienza con una meditación y con una oración se abren los registros. Yo empiezo a responder esas preguntas, pero no soy yo la que responde, yo recibo la información que puede llegar con palabras, imágenes o sensaciones físicas que traslado a la otra persona. Solo soy una mediadora que va describiendo la información que llega. Es la persona la que termina de darle sentido. En una oportunidad estaba haciendo la lectura y se me apareció la imagen de un campo de maíz quemado. Conté eso y la persona me dijo luego que a través de esa imagen se dio cuenta de un secreto que había en su familia. Era un recuerdo que la persona tenía bloqueado. Como en los registros no existe ni el tiempo ni el espacio, las lecturas se pueden hacer a distancia. Por videollamada he hecho lecturas a personas en Argentina, España o Australia.
—Como periodista estás vinculada a la profesión que tiene que ver con lo comprobable y lo científico. ¿No te generó un conflicto interno esta nueva faceta tuya?
—Yo nunca fui muy de lo espiritual ni parezco una persona iluminada. Al contrario soy muy terrenal, pero este camino se me abrió, lo tomé y lo voy transitando con sorpresa y alegría. Porque cuando tenés esta herramienta y ves las cosas que yo veo en mis lecturas o las lecturas para otros, se trata de creer o reventar. Te das cuenta de que todos somos más parecidos de lo que creemos y tenemos problemas similares. Cuando llega una persona con una pregunta y a través de la información de la lectura ves cómo esa persona libera algo bloqueado y empieza a sanar, es muy gratificante. Así que entre creer o reventar, yo elijo creer. Puede sonar loco, pero en realidad el universo es mucho más inmenso de lo que imaginamos y en él conviven muchas dimensiones como si fueran planos intercalados. Somos energía. Nos damos cuenta, además, de que las personas muertas en realidad están más cerca de lo que nosotros imaginamos. Yo invitaría a todos a hacerse una lectura de registros.
—¿Se podría decir que es una nueva faceta tuya como comunicadora?
—Sí, ser lectora de registros es otra forma de ejercer la comunicación. Sobre el periodismo, lo sigo ejerciendo y disfrutando todos los días.
—En tus comienzos como notera tenías un estilo muy frontal a la hora de preguntar, lo que generó algunas polémicas. ¿Cambió tu forma de abordar últimamente?
—No, siempre fui frontal y sigo siéndolo. Hoy tengo otros roles en Telemundo y salgo menos a hacer coberturas de calle. Pero elijo esa forma de hacer periodismo, que implica preguntar hasta entender y que me respondan lo que estoy preguntando. Creo en aquello de que la calidad de las respuestas depende de la índole de las preguntas. Entonces al ser filoso con las preguntas se obtiene mejor información. Muchas veces logré ese objetivo y en otros, obtuve enojo o que se dieran media vuelta, lo que también es información, mucho más en el medio televisivo vinculado a la imagen.
—Quizás la etapa más intensa en ese sentido fue a finales de los '90 y comienzos de los 2000. ¿Tu forma de actuar te generó algún problema con la clase política?
—No graves. Recuerdo una nota que le hice al Turco Abdala (Washington Abdala) cuando era diputado. Yo estaba en Subrayado en ese momento y le pregunté por unos casos de corrupción en el Foro Batllista que se habían conocido y él reaccionó mal. Me apretó del brazo en el Salón de los Pasos Perdidos. Me quedó doliendo. Si pasara hoy, terminaría en una denuncia pero no estaban dadas las condiciones para actuar así. A mí lo que me importaba era que saliera la información así que lo hice fue hacer las mismas preguntas a Luis Hierro López, que en ese momento era el vicepresidente.
—Con Jorge Batlle también hubo cortocircuitos...
—No, teníamos una buena relación con Batlle. Él fue quien cambió las cosas en el vínculo entre los medios de comunicación y el gobierno. Ya no hubo más presión. Profesionalizó la publicidad oficial, lo que hizo que no existiera esa relación de ida y vuelta no sana entre los gobiernos de turno y los medios de comunicación.
—Durante este gobierno han sonado algunas voces que indican que el escenario de la libertad de prensa está amenazado. ¿Crees que es así?
—Sí, creo que es así, que ha cambiado. Cuando los medios de comunicación son más progobierno suele aparecer la autocensura en los periodistas y la elección de noticias que se cubren y las que no, está más dirigida. Quizás no se produce la presión directamente pero a veces son los propios periodistas que se autocensuran. A lo mejor porque visualizan que el medio para el que trabajan es más progobierno, entonces actúan de esa forma para cuidar su fuente laboral.
—¿Los has visto? ¿Te ha pasado?
—Lo veo. Y no es algo raro. Ha pasado siempre. Lo que me parece importante es que haya un consumidor crítico de la información y que sepa que los medios son empresas que tienen sus enfoques e intereses, que muchas veces no son políticos pero sí comerciales. No es lo mismo leer El Observador, Búsqueda, La Diaria o El País.
—¿En lo personal viviste alguna presión en este gobierno?
—No. Lo que yo digo es que seamos consumidores críticos y que el periodismo en condiciones ideales de libertad es relativo o más bien una utopía. Los periodistas siempre trabajamos en determinadas condiciones y tenemos que aprender a manejarlos de la mejor manera.