El humorista y comunicador Pablo Magno se despidió el sábado pasado de Dale que va (Canal 10), el programa musical y de entretenimientos que integra desde hace siete años en diferentes etapas. “No me corrieron”, dice y añade que el paso el costado lo dio por decisión propia. “Sentía que debía hacer espacio para cosas nuevas”, comenta y descarta una oferta o nuevo proyecto televisivo. Por el verano se desempeña como movilero en La mañana en casa, disfruta del contacto con sus seguidores y publicó nuevo libro. Pero la noticia más importante proviene de lo personal: luego de un tormentoso divorcio ha vuelto al amor y presentó a Viviana, su nueva pareja
—El año 2023 finalizó con tu sorpresiva salida de Dale que va, el programa de los sábados en Canal 10. ¿Qué mediste para tomar esa decisión?
—Habitualmente, los que trabajamos en los medios estamos acostumbrados a que nos corran de los lugares porque finalizan ciclos o se aplican cambios que tienen que ver con decisiones empresariales. En este caso, fue una decisión mía. Lo hablé los productores (Oscar y Jorge Barreto). Sentí que después siete años en el programa, con la primera etapa en Canal 4 y luego el pase al 10, era momento de un cambio y dedicarme un poco más a lo mío, al humor y al ida y vuelta con los seguidores en las redes. No me voy a otro proyecto, no tengo otra oferta, pero sí me interesa hacer espacio y aire mental como para estar abierto a lo que venga.
—Últimamente estabas dedicado a la conducción junto al Colo Gianarelli y Analaura Barreto. ¿Preferís un perfil más enfocado en el humor?
—A mí me gusta el programa y me encantaba hacerlo, más allá de las bromas con el Colo de pelearnos todo el tiempo. La gente en la calle a veces me preguntaba si había mal vínculo y la realidad es que lo había y hay, es confianza. Somos buenos compañeros. De otra manera no hubiera sido posible hacer esas jodas entre nosotros. Con Analaura también teníamos una gran relación y el ambiente general con todos los compañeros era bueno. Pero sentí que era el momento como para cambiar.
—El año pasado lanzaste un libro, Exceso de humor, bajo una modalidad colaborativa. ¿Cómo fue ese proceso?
—Exceso de humor es mi tercer libro. El primero lo saqué en 2015 y el segundo en 2017. Tenía material escrito y sentía que era momento de publicar un nuevo libro. El proceso de escribirlo y editarlo fue completamente independiente. Para poder financiar la corrección e impresión, lancé una preventa por redes sociales. Yo pensaba vender 300 libros para financiar el costo de la edición pero para mi sorpresa, se superó esa cifra. Exceso de humor salió con una tirada de 1.000 ejemplares y hoy ya está en librerías pero fue gracias a todos esos seguidores que lo precompraron. Con ellos, hice todo el proceso de entregarles yo mismo el libro en mano: me recorrí todo Montevideo y zonas de Canelones mientras que a los del Interior, los envíe por correo.
—¿Son cuentos exclusivamente de humor?
—Obviamente que la intención del libro es divertir y que sea fácil de leer. En realidad, se trata de cuentos que tienen mucho de la vida cotidiana y hablan temas a veces complicados. Por ejemplo, uno de los cuentos habla de la muerte, pero no lo hace desde un lugar dramático, sino que buscan un enfoque descontracturado y entretenido.
—En lo personal, luego de tu casamiento a finales de 2019, la separación fue rápida, a los pocos meses. De hecho, confesaste que estabas pagando cuentas de la fiesta y al mismo tiempo la abogada del divorcio. ¿Esas vivencias las usaste como material en tus shows de humor?
—Sí, en el último espectáculo metí como 20 minutos referidos a eso. Hasta me ponía el traje del casamiento y todo ese tramo lo hacía así vestido. Si bien a veces me rehúso a hablar de mi vida, en este caso encontré que mucha gente se identificaba. Muchas parejas se divorcian y entre ellas, muchas lo hacen en un tiempo asombrosamente rápido después del casamiento. Me gusta hacer humor con las cosas difíciles que me han pasado. Cuando tuve la parálisis facial también fue material de humor y hubo mucha identificación también. Creo que tengo espalda para bancar el humor desde lo que he vivido. Por ejemplo, yo no haría un chiste de ciegos, primero porque no me causaría gracias y además, porque no soy ciego. Si lo fuera, seguramente sí lo haría. Tengo ese aval de vivir la situación de la que me estoy riendo.
—¿El divorcio ya está terminado y pago?
—Sí, ese es un proceso terminado y pagado. El casamiento también. No tengo cuentas pendientes. Aclaro porque las dos cosas fueron más o menos en la misma fecha.
—Tu situación sentimental actual es bien distinta. En redes sociales, apareciste bien acompañado…
—Sí, el 2023 me regaló la posibilidad de conocer a Viviana. Nos conocíamos de antes pero luego de una función en la Vieja Farmacia Solís, nos quedamos conversando. Ella estaba entre el público. Luego la seguimos por redes sociales y la química fue inmediata. Hoy ya estamos conviviendo y en mi nueva vida estoy experimentando parcialmente la paternidad. Viviana tiene una hija de seis años y si bien su padre está presente y pasa tiempo con ella, la niña vive con nosotros y estoy muy contento de acompañar ese proceso de crianza.
—¿Viviana se dedica a los medios?
—No, nada que ver. Tiene un trabajo normal, digamos. Nos apoyamos mucho: me encanta ayudar cuando puedo y ella lo mismo. Ahora en diciembre tuvo la idea de hacer pack con los libros y nos pasamos varios días armando las cajitas. “Ahí se nota la mano femenina”, me dijo un seguidor y era cierto. A mí no se me habría ocurrido.
—A veces de las separaciones, más si son abruptas, uno queda desconfiado o más reservado. ¿Te costó este regreso al amor?
—Es verdad que uno queda como más cerrado. Pero yo todo el proceso de cierre de la relación anterior lo hice, lo hice solo. Me acuerdo que le decía a compañeros: “Nunca más convivo”. Pero esas cosas tienen que ver con reacciones al dolor. Algo nos duele y se pone reticente a repetir la experiencia. Pero con el tiempo se entiende que no todas las personas son iguales, ni las relaciones deben terminar forzosamente mal. Cuando conocí a Viviana no estaba buscando pareja, pero se fue dando naturalmente. Estamos recontra bien y felices los dos. En este paso que di de dejar el programa Dale que va, Viviana fue muy importante por el apoyo. “Hambre no vamos a pasar, las cuentas las vamos a pagar, hacé lo que te haga feliz. Jugatela”, me dijo. Estoy muy agradecido por el respaldo.
—De puertas para adentro, ¿sos también de tomar las situaciones adversas con humor?
—Lo intento, por lo menos. Es imposible estar con cara de televisión o de humorista todo el tiempo. Pero cuando uno trabaja de esto y está 24 horas pensando en chistes, se incorporan estas cosas a tu vida. De todos modos, tampoco está bueno bloquear todas las demás emociones y así, tengo mis momentos de enojo, de tristeza, angustia. Vivo todo tipo de momentos, como cualquier persona, pero trato de que la mayoría sean de alegría.
—Por estos días también estás haciendo móviles en La mañana en casa…
—Sí, me convocaron para cubrir a compañeros que en estas semanas se toman vacaciones. Me gusta mucho el rol de los móviles en la mañana. Me permite hacer humor en distintas situaciones o a veces, seguir casos más serios.
—En redes sociales solés compartir mucho material. ¿Cómo funciona esa dinámica con los seguidores?
—Voy aprendiendo sobre la marcha. Tengo casi 40 años y no soy un nativo digital. Empecé explorando el mundo de las redes casi por obligación y hoy lo disfruto mucho. Hoy básicamente tengo Instagram y desde allí me encanta el ida y vuelta con la gente. Yo respondo todos los mensajes que me llegan.