Desde su casa en la ladera del Cerro de los Burros, en Playa Verde, Paola Fiege tiene una visión privilegiada de lo que ocurre en esa zona de Maldonado. Incendios o tormentas aparecen primero en sus ventanales y ella, con cierta vocación periodística, suele compartir las fotos y videos en Twitter, la red social donde se muestra más activa y publica también sus impresiones sobre la realidad uruguaya y argentina.
Oriunda de Posadas (Misiones, Argentina), Fiege está radicada en esa zona de Maldonado desde 2007 y en 2018 su nombre trepó a los titulares por el allanamiento de su residencia “El gran chaparral” y el encarcelamiento de su esposo, Marcelo Balcedo, acusado de lavado de activos. También ella estuvo en prisión por el mismo caso hasta que salió en libertad luego de un acuerdo con Fiscalía.
“Firmamos bajo extorsión”, dice y acusa a Fiscalía y al extitular de esa repartición, Jorge Díaz, como un agente recaudador. El acuerdo implicó la entrega al estado de unos 5 millones de dólares entre efectivo, cuatro autos de alta gama y el chalet Sounion, la primera casa del matrimonio en Playa Verde. A cambio, Balcedo y Fiege asumían los delitos y terminaban de cumplir su pena en régimen de prisión domiciliaria, en su casa con vista privilegiada.
“Aceptamos para volver a estar con nuestros hijos. La familia no aguantaba más y cedimos a la presión”, dice Feige, cuya condena finalizó el 2 de febrero pasado.
Madre de tres hijos, Paola Fiege también participa en la gestión de los medios de comunicación propiedad de Balcedo en Argentina, además de dar opinión o reporte sobre lo que ocurre en el mundo noticioso. “Me encanta”, dice aunque descarta por el momento tener un programa propio.
El matrimonio Balcedo - Feige es propietario del diario Hoy y la cadena de radios Red 92, de La Plata en Buenos Aires. Dice que de estos emprendimientos y otras empresas proviene el patrimonio de la familia. “Cuando lo conocí ya era millonario”, dice Fiege en relación a Balcedo. Son pareja desde el año 2001.
Las últimas noticias del matrimonio refieren a un pedido de refugio en Uruguay como forma de evitar la extradición a Argentina. Paola Fiege considera que la Justicia argentina, y en especial el juez de La Plata, Ernesto Kreplak, “no es objetiva” en su caso y además, busca juzgarla por algo (lavado de activos) por lo que ya fue procesada en Uruguay.
Desde su casa con atardeceres anaranjados, Paola Fiege habla de su día a día de este lado del Río.
—¿Por qué eligieron Uruguay para vivir?
—Vinimos por primera vez hace 20 años, como novios y a la casa de unos amigos en Punta del Este. Nos gustó mucho el lugar pero mucho más cuando conocimos Piriápolis. Empezamos a hacer otros amigos acá y en un verano nos mostraron una casa de la que me enamoré: el chalet Sounion, en la rambla de Playa Verde. Me enamoré a primera vista de esa casa. Ya había nacido mi primer hijo y Argentina estaba complicada desde el punto de vista de la seguridad. Nos habían apuntado para robarnos. Así que en 2007 compramos la casa y empezamos a venir cada vez más.
—Los trajo la tranquilidad...
—Sí, Uruguay te da eso que lastimosamente en Argentina no se puede tener, que es poder salir a caminar tranquilo, además de un montón de de facilidades desde el punto de vista de los documentos para la residencia y todo. Es más fácil realmente y culturalmente, si bien somos diferentes, nos parecemos mucho. Uruguay es nuestro hogar, es donde criamos a nuestros hijos y lo que nos pasó a nosotros, con la causa judicial, es algo muy pequeño al lado de lo que nos brinda este país.
—Fueron detenidos en enero de 2018 y luego de algunos meses en prisión salieron a través de un acuerdo por el cual asumían algunos delitos, entre ellos lavado de activos ¿Fue así?
—Sí, pero nosotros firmamos bajo extorsión. Fiscalía nos maltrató muchísimo. El fiscal general de entonces, Jorge Díaz y los fiscales actuantes que no fueron probos. Realmente no buscaban la verdad si no que querían sacarnos dinero a toda costa. Nosotros defendíamos y defendemos nuestra inocencia pero ellos demoraban la investigación y mientras tanto seguíamos presos, alejados de nuestros hijos. Llegó un momento en que mi familia no aguantaba más y decidimos firmar un proceso abreviado para salir, cedimos a la presión. Entregamos dinero, una propiedad y algunos autos. Si no tuviéramos hijos, no lo hubiéramos hecho. Estaríamos defendiendo nuestro honor pero pusimos en la balanza y preferimos estar con ellos. Entregamos nuestro honor por nuestros hijos. Porque en Fiscalía lo seguían dilatando el proceso.
—En el allanamiento se encontró dinero, autos de alta gama, armas. ¿Cuál es el origen de esos bienes?
—Las personas que nos conocen saben que Marcelo estudió, se recibió y es un empresario exitoso. Yo lo conocí millonario en el año 2001. Cuando entró en el sindicalismo para suceder a su padre, en 2013, era millonario. No hizo su dinero allí. Entró a un sindicato muy chiquito y él lo hizo grande. Nosotros compramos nuestra primera casa en Uruguay en 2007 estamos acá (”El gran chaparral”) desde 2011, así que el dinero no vino del sindicato.
—¿De dónde vino entonces?
—De los medios de comunicación y otras empresas. En el imaginario popular se ha dicho cualquier cosa, hasta que nos dedicábamos al narcotráfico. Un disparate que se comprobó que es una absoluta mentira y nunca nos pidieron disculpas. Dijeron que teníamos un zoológico con animales exóticos en nuestra cosa y no tenemos más que perros, gatos, algunas ovejas y vacas. Sobre los autos, a Marcelo le gustan. Es de comprarse el último modelo de las marcas que le gustan. Lo acusaron de contrabando de autos, pero todos tenían su patente en Argentina y fueron traídos por Buquebus para uso personal. También le gusta coleccionar armas pero eso es muy diferente al tráfico de armas, como lo acusaron. ¿Cómo va a traficar armas cuando las compra legalmente y las registra a su nombre? Todo fue un disparate. Pero a Fiscalía no le importa la verdad, ni tu vida. Si tenés dinero, agárrate porque te quieren desplumar totalmente.
—En los últimos días, pidieron refugio en Uruguay frente a un pedido de captura que rige sobre ustedes en Argentina. ¿Por qué?
—Porque no hay garantías en Argentina. Nosotros queremos ir a defendernos pero no lo haremos ante una persona que no es imparcial, como el juez Ernesto Kreplak. Él se cree amo y señor y es un confeso magistrado anti sindicato. Nos iniciaron esta persecución durante el gobierno de (Mauricio) Macri y María Eugenia Vidal en Buenos Aires. Porque Marcelo peleaba por su sindicato y los trabajadores y a ellos no les gustó. Además, desde los medios de comunicación revelamos muchas investigaciones sobre todo lo malo que hicieron. No hay justicia en Argentina, lamentablemente. Además, nos estaría juzgando por algo por lo que ya fuimos procesados en Uruguay. No se puede juzgar dos veces a una persona por la misma cosa.
—¿Cómo sigue el pedido de refugio?
—Lo presentamos hace unos días. Lo analizará la Justicia uruguaya con los organismos que correspondan. Estamos confiados en que tenemos argumentos para pedirlo.
—¿Qué extrañás de Argentina?
—Hace años que no podemos ir por este pedido de captura absurdo. Extraño a la familia: mi abuelita ahora cumplió 99 años y yo no pude estar. También a mis padres y hermanos, aunque obviamente han venido muchas veces. Sobre todo, extraño la dinámica con mi gente, mis trabajadores de los medios de comunicación. Me encanta trabajar con ellos: no es una relación de jefe - empleados. Somos como compañeros.
—¿Seguís participando de los medios?
—Sí, a distancia. Estoy siempre en contacto. Los medios de comunicación son mi pasión, en especial la radio. Escucho todo el día. En 2006 empecé de abajo viendo cómo funcionaban todas las áreas y hoy me fascina estar en la cocina.
—En redes sociales comentás noticias y das cuenta de lo que sucede en la región...
—Sí, en Twitter básicamente. Es una red social que me gusta, más allá de que haya gente agresiva, es muy útil para informar e informarse. Cuando se produjo el incendio en el Cerro del Toro, aquí en Piriápolis, compartí mucha información. Fui a ayudar. Me siento parte de la comunidad de esta zona.
—¿Cambió en algo el vínculo con los vecinos el episodio de la detención?
—Para nada. Te diría que hasta mejoró. Nuestros vecinos saben cómo somos. A nosotros no nos gusta hacer alarde de lo que hacemos por la comunidad, pero nos ha tocado ayudar a la escuela y a otras causas benéficas. Cuando a mi hija la picó una víbora, estando yo en la cárcel, fue impresionante la cantidad de gente que la auxilió.